martes, 28 de enero de 2014

LA LEYENDA NO

LA LEYENDA NO


Se ha demostrado por diversos autores que las versiones populares y doctas sobre las fundaciones de San Juan del Río y Querétaro incluyendo la leyenda de la celestial aparición en favor del bando español del apóstol Santiago en la última, derivan de la serie de escritos coloniales otomíes aislados pero de similar manufactura y contenido, referentes a los méritos como conquistador del cacique indígena Don  Nicolás de San Luis Montañez, específicamente uno  que en el siglo XVIII estaba en  el  convento de la Cruz en Querétaro, del que se desconoce procedencia, aunque probablemente pudo ser un original antiguo o su copia; pero el transcrito que de él se hizo, que inicialmente quedó en la biblioteca del convento, (del que hay datos claros y ubicación actual) aunque apenas data de ese siglo, se constituyó de golpe y porrazo en la fuente primigenia de nuestra historia, a pesar de su confusa redacción.

De tal documento, aunque en su contenido ni siquiera menciona el hoy muy conocido año 1531, sino que de entrada sitúa todos los hechos en la imposible fecha de 1502, se hicieron transcripciones posteriores, agregando o cambiando hechos, fechas y personas a conveniencias diversas, especialmente por los mismos frailes que aprovecharon el misticismo de los textos, y su involuntario barroquismo, lleno de elementos apropiados para acentuar los aspectos útiles para la difusión o consolidación de la fe cristiana. Convirtiéndose de esta manera en la historia religiosa “oficial”, una especie de referente ad – hoc  para una historia paralela.

A partir de ahí, tanto de él o de sus versiones de segunda y hasta tercera mano, lo copiaron   los   antiguos historiadores queretanos  y  foráneos. A fuerza  de  acomodos y agregados,  la repetición de mentiras llegó a constituirse en una especie de verdad mítica.  

Tal vez lo único cierto respecto a la participación de Nicolás de San Luis en los actos fundacionales pudiera ser su presencia física en el lugar o territorios cercanos, aunque no en el papel protagónico que se le pretende, o bien con intervención de cierta importancia pero en una época posterior, cuando esos pueblos, que eran prehispánicos, habían persistido a la conquista, continuaron al menos como caseríos indígenas, asentamientos anárquicos de españoles, o de población mixta, es decir al menos 20 años después de lo que dice la leyenda. De igual manera diserta Jaime Nieto, señalando la descripción de la fundación de San Juan del Río en 1531 que hace Ayala, más como una “representación  didáctica” es decir, no lo que pasó, sino como debía suceder, incluso menciona la existencia de un documento del Archivo Histórico Municipal de San Juan del Río relativo a un pleito de aguas, de fecha posterior, pero que señala como fecha de fundación al 9 de septiembre de 1526.
El mismo año, sin fecha es sostenido por la historiadora García Ugarte basada en el  llamado  “Códice otomí de Huichapan”  refiriéndose  a  la  fundación  otomí del  poblado por Juan  Mexici.  Aunque no  precisa qué dato del  códice  fundamenta la fecha y la relación con el citado personaje, parece ser que se trata de un texto ubicado en la parte historiográfica del mismo,  fechada con numerales calendáricos en 1526 y que dice aisladamente “Aendehe aen s[a]n iuan”  y significaría solamente San Juan del Río en otomí, no más. Al parecer, por estar escrito con tinta y grafías distintas, fue un agregado posterior, cuando los acontecimientos asociados a los glifos se escribieron en otomí, con el alfabeto castellano. Así, pudiera ser la corrección de un olvido o un útil acomodo, pero es importante aclarar que el códice no menciona al citado personaje.

La relación entre el hecho y la fecha pudieran tener algo de veraz, toda vez que al inicio del periodo colonial, la República de Indios única, incluía a los de la zona que después sería san Juan del Río, Huichapan y Jilotepec, las  últimas eran las poblaciones más importantes dentro de la encomienda, es decir, con una historia común y por tanto lógico que se inscribiera en sus anales dicha fundación o algún acontecimiento destacado.

Otro documento antiguo que retoma Ayala como apoyo para  el relato de la supuesta fundación en 1531 es el llamado, entre otros nombres “Códice Pedro Martín de Toro”, referente a  otro  personaje otomí  de  la  época, del que hace algunas suposiciones no tan  precisas, (20)  sobre  todo al  ubicarlo como  acompañante  de  San  Luis  Montañez durante la supuesta fundación de San Juan en 1531 y en no aclarar exactamente en qué ayuda el códice. Su análisis con ese propósito, deja más dudas de las que resuelve. El original, denominado  también “Códice Chapa de Mota” se encuentra en AGN, Tierras, Vol. 1783, exp. 1. Se acompaña de una especie de traducción parcial al español y láminas con dibujos de estilo indefinido, ya no son puramente indígenas como en los códices, aunque tampoco completamente europeos. La imprecisión de Ayala no es afirmar que Pedro Martín esté bajo las órdenes de Montañez, dato que fue cierto, como se verá adelante, sino en la fecha.

El texto se clasifica como códice, aunque técnicamente solo sería un escrito con dibujos, de elaboración muy posterior a los hechos que narra. Aunque incierto su origen, se presume genealógico, no territorial, detallando acontecimientos en los que se involucran dos poblaciones distintas con igual nombre; San Juan del Río, pero durante hechos ocurridos durante la llamada Guerra Chichimeca, (1550-1600) no en la etapa inmediata a la conquista. A continuación trato de dilucidar, qué pueda clarificarnos respecto a nuestra ciudad:
De manera general, describe el origen y proezas del famoso conquistador otomí don Pedro Martín de Toro quien participa al mando de tropas en la pacificación de la región chichimeca, para entonces todo territorio al norte de Querétaro. La esquiva mención respecto de San Juan del Río,  (Querétaro) es  de  un pueblo  establecido, no  uno que apenas van a conquistar, (como deja entrever Ayala) dado que las personas de apellido Bárcena que lo auxiliaron durante la campaña militar son traídas de ahí y dice claramente que ahí regresan al término de la guerra. Menciona pueblos de Guanajuato por su nombre pero que ni siquiera existirían en 1531 (También la Relación presentada por Ayala incluye, a los Bárcena, entre muchos otros conquistadores pero bajo mando de Nicolás de San Luis, tal como lo está Don Pedro Martín Toro)

En otra parte, el códice sí refiere un San Juan del Río en sentido de conquista, o al menos de enfrentamiento con chichimecas de guerra, pero es otro lugar así llamado, ubicado claramente “Adelante el  Río de Medina junto a Sonbrerete y Guadiana en la tierra adentro”,  (seguramente refiere al actual San Juan del Río, Durango, u otra población o paraje cercanos con ese nombre) como puede verse en el dibujo, subtítulo y descripción de la lámina  marcada con el no. 2  del escrito revisado.
Es ahí donde sí enfrentan y conquistan a chichimecas rebeldes, resultando muerto el caudillo “Mazadín”, quien debió ser importante, pues el hecho se festejó grandemente, al parecer en la plaza principal de Querétaro, (la del convento de San Francisco, ya establecida, lo que ubicaría la narración después de 1550) como se estilaba entonces, con un ceremonial  que  incluía corridas  de  toros.  (Tomando  como  referente otro de los dibujos de las láminas del códice, incluidas en su totalidad en la obra de David Wright)