miércoles, 28 de octubre de 2015

El extraño retorno de la historia Sanjuanense.


Como se habrán dado cuenta quienes frecuentan este blog, es recurrente mi queja por la escasa bibliografía sobre la historia de San Juan del Río. He dado cuenta a través de varias entradas de lo difícil que es encontrar datos sobre los hechos de nuestro pasado. Ello se debe a que por alguna razón, casi no hubo escritores de historia en la ciudad en todos sus siglos de existencia. Por ello, además de las escasas obras formales, solo es posible basarse en fuentes indirectas para intentar reconstruir algunos hechos o etapas de la ciudad.

También he sostenido que a partir de la publicación de la obra de don Rafael Ayala en 1971, por la contundencia que tuvo el hecho de hacer aparecer casi de la nada, una historia completa sobre nuestra ciudad,  ya casi nadie intentó escribir al respecto.
Entre los objetivos de este blog, está dar a conocer los a veces aislados intentos de los igualmente esporádicos escritores que contaron de nuestro pasado, en futuras entradas intentaré reseñar todas las obras que al respecto se han publicado, como un reconocimiento, a lo mejor tardío, en algunos casos póstumo, a esos a veces desconocidos escritores que en unas cuantas líneas o en obras completas,  nos legaron la visión de su tiempo y sus hechos. Por lo pronto, como inicio, comparto a Ustedes un detalle que a lo mejor para la mayoría ha pasado desapercibido: hay un extraño resurgimiento de la  Historia Sanjuanense, extraño porque no se ha dado a partir de un proyecto común, extraño porque se ha dado casi exclusivamente a partir de esfuerzos particulares y aislados pero da pie a la siguiente entrada:

El extraño retorno de la historia Sanjuanense

Por mi afición a leer y coleccionar libros de historia de Querétaro, (no habiendo de San Juan) ya me había dado cuenta, sobre todo en las obras editadas por diversas dependencias gubernamentales, que los datos relativos a San Juan del Río iban en aumento, esto en razón de que cada vez son más los profesionales que hurgan en los diversos archivos de la capital, sobre todo el Histórico del estado, datos aislados, pero que poco a poco han ido conformando un nuevo corpus documental, valioso para aquellos que de manera si no profesional, si por lo menos constante, hacemos uso de ellos.

A partir de la presente década, aparecen nada menos que 6 libros exclusivos enteramente de la historia local, lo que constituye el máximo récord en todos los tiempos, nunca se han conjuntado tantos en tan poco espacio, cinco años, lo que nos da un promedio de más de uno por año, cantidad risible en otros lugares, en el caso nuestro, abundante.

Aclarando que estando todos en la biblioteca personal, personalmente los he leído y por tanto, me siento en condiciones de recomendar todos, aunque existe otro problema para quienes quieren adquirirlo: tampoco hay un lugar o dependencia apropiado para su venta, son ediciones particulares o muy escasas, sin embargo, para un caza libros como su servidor, con un poco de esfuerzo se pueden obtener.

Aquí un pequeño esbozo de las seis recientes obras de historia local, que dan inicio a un,  esperamos permanente, resurgimiento. Presento de todos sus datos técnicos, una breve reseña y lo que a mi juicio es lo más importante del contenido.

 Un espacio para la muerte, Arqueología funeraria en San Juan del Río, Querétaro.

Autor: Fernando González Zozaya, 2009.

Aunque fue editado en el 2009, este libro apareció en librerías por allá del 2011, por ser de carácter técnico, casi no tuvo difusión y por lo mismo es muy difícil de conseguir.
Se centra en diversos estudios arqueológicos realizados por el autor en el barrio y cerro de la Cruz, en la década pasada, concentrados en un volumen de 132 páginas, que incluye debates técnicos entre colegas.

Sin tomar en cuenta lo puramente técnico, el autor hace un acercamiento a las prácticas funerarias en el lugar, durante todas sus etapas. Por haber realizado muchas entrevistas con los habitantes, aparecen esporádicamente importantes datos de la historia reciente del lugar.
A mi entender, lo más valioso del libro es la reconstrucción que hace de las habitaciones comunes, debajo y al poniente del cerro de la Cruz, donde se dieron de manera secundaria algunos de los últimos entierros. Aunque no lo menciona, es probable que la edificación que él reconstruye virtualmente, se trate del puesto defensivo que en la localidad instalaron los aztecas en el siglo XVI, aprovechando los restos de habitaciones de otras épocas. Igual, opino, que ese pequeño sitio, fue el llamado Iztacchichimeca, de su nombre original no hay registros.


 El Rosario, Querétaro, un enclave Teotihuacano en el centro Norte.

Este libro forma parte de una serie sobre diversos temas de la historia del estado, llamada “Tiempo y Región” este es el volumen cuatro, cuyo contenido exclusivo, a diferencia de los otros, que son compilaciones, es únicamente dedicado al tema de la zona arqueológica del Rosario.  En 358 páginas los autores Juan Carlos Saint CharleS Zetina, Carlos Viramontes y Fiorella Fenoglio nos marcan todos los aspectos de la para muchos desconocida zona arqueológica del poniente del municipio, solo rivalizada por el Barrio de la Cruz y la hoy acuática de la Estancia.

Dado que esta serie era auspiciada por el Municipio de Querétaro, durante las ceremonias de presentación se regalaban al público y los restantes igualmente en las oficinas municipales, no hay posibilidad de adquirirla ya.

Aunque el sitio ya había sido estudiado desde 1958, y siempre hubo el conocimiento de que había restos arqueológicos monumentales,  poca importancia se le dio, hasta que una lluvia en 2009 dejó al descubierto un fragmento de pintura mural. Es entonces que se hicieron esfuerzos para que un par de años después se explorara el sitio, resultando ser un asentamiento teotihuacano, el único plenamente documentado fuera del valle de México, en el que hay pintura mural fuera de la metrópoli. El sitio fue publicitado mucho a nivel local y no tardó en ser rebautizado como “Teotihuajuan”. Recientemente se consolidaron los muros que contienen los murales y su nombre oficial es “el lugar de los cuchillos curvos”.

El libro es un compendio de todo lo relativo al sitio, sus etapas, su material, su lítica, sus murales, y los artefactos encontrados durante la exploración. Aunque es técnico, no se crea que es aburrido, ya que se complementa con fotografías, esquemas, reconstrucciones.
A nivel personal considero como importante todo el cúmulo de información que se da sobre el sitio gracias a que, a pesar de que no lo parecía, en el amontonamiento de piedras que incluso llegó a considerarse natural y conocido como “la cueva del diablo” se guardaron restos de todas sus etapas de construcción y las evidencias de sus habitantes.

Si logran conseguirlo, no dejen de leer  "el Muro de los Grafitos", para que vean que la práctica de pintarrajear paredes no es tan moderna como se cree.

Sitios Históricos y monumentos antiguos de San Juan del Río, un acercamiento a  los documentos del Archivo Histórico Municipal.
María del Mar Santana Calderón.


Técnicamente no es un libro, sino una recopilación de fichas de importantes documentos contenidos en el Archivo Histórico Municipal. Presentado en 2012.
Su formato pequeño lo hace muy manejable, en 108 páginas, la autora nos presenta la relación entre los monumentos históricos y algunos documentos relativos.

Aunque la esencia del libro son los documentos, la selección que de ellos se presenta, hace amena la lectura, con algunas observaciones. En algunos casos, el contenido nos corrige algunas creencias infundadas sobre nuestra historia, que de tan repetidas pensamos que fueron reales.
La autora, encargada del Archivo Histórico municipal, agrega al final algunas de las fantásticas fotografías antiguas que en tal acervo se conservan, algunas inéditas y el número de registro del INAH como monumento, de los edificios mencionados en el texto.

El libro todavía hace poco estaba a la venta en las oficinas del archivo, por un módico precio, podrán adquirirlo, y de pasada obtener la firma de la autora.


LA ACEQUIA DEL PUEBLO.

A pesar del kilométrico título que contiene la portada: San Juan del Río, Crónicas del Pueblo que perdimos, La acequia del Pueblo, serie arqueología de barrio, Vol. 1, el de arriba es el nombre legal con el que fue registrado.

Dado que es de mi autoría, no haré juicios sobre él, corresponde a los lectores hacerlos. Es una edición particular, producto de una investigación de más de 7 años, escrito como una meta personal. Solo comentaré que trata sobre la historia, recorrido y vestigios del canal de riego que desde el siglo XVI determinó la fisonomía de nuestra actual ciudad, incluyendo datos relacionados con ella durante más de cuatro siglos. Incluye además un apartado sobre datos novedosos de la fundación, los antiguos nombres y habitantes.

Si no lo has hecho, puedes leer una sinopsis del contenido dando clic en el siguiente enlace:
presentacion-de-un-libro-mio

El libro fue obsequiado en la presentación del mismo, a todos los asistentes, no fue editado para venta comercial, solo guardo algunos ejemplares para intercambio por otros libros relativos. Puede consultarse en el Archivo Histórico Municipal y la Biblioteca, en el edificio del Centro Histórico y cultural.

 La Estancia, San Juan del Río Querétaro, de la hacienda a la modernidad.


Sin ningún conocimiento o noticia, del autor ni de este libro, me lo encontré el presente año, en la biblioteca del Archivo Histórico Municipal. Es una edición particular, pero parece que el autor tiene familiares en dicha comunidad, con quien se puede adquirir. (investigaré y les informo)
De acuerdo a los datos de la solapa, el autor, J. Luz Chávez Araujo, originario de la comunidad de la Estancia, pero dedicado a actividades técnico agropecuarias, como docente e investigador en distintas partes de la república, en algún momento se decidió a publicar datos sobre su terruño que acumuló durante muchos años.

De tal manera, se nos presenta, en un fresco estilo, la descripción en todos los aspectos de este lugar, incluyendo desde la geografía, la historia, los usos y costumbres de un lugar, que en el paso de un siglo se transformó de una próspera hacienda, a la actual pujante comunidad, donde aún pervive el recuerdo del último patrón, Manuel J. Campos.

Por ser originario del lugar, fueron de fácil acceso a él, datos de los viejos habitantes, entretejiendo una ágil narración.

Por la importancia de una obra completa, dedicada a una de las comunidades más significativas en nuestra historia y en la actualidad, creo que el libro merece una presentación de manera pública en nuestra ciudad. La riqueza de los testimonios que presenta no es fácil de compilar, tomando en cuenta que abarcan más de un siglo. Ignoro si el autor la hizo en otro lugar. Solo es una sugerencia.

El Valle de San Juan del Río, Un palimpsesto arqueológico.

Para mayores datos sobre este libro  ver la anterior entrada, dando clic en el siguiente enlace.   el-palimpsesto-de-san-juan-del-rio
Con el extraño título, aparece un libro de arqueología, dedicado exclusivamente a nuestro municipio, bajo la coordinación de  Juan Carlos de Saint Charles Zetina.

Nos lleva, a través de distintos textos, primero a la conceptualización del espacio,  donde miles de años antes se dieron las correrías de los cazadores y recolectores nómadas, que después se establecerían de manera sedentaria aprovechando lo benigno del clima y la geografía del valle.

A diferencia de otros textos científicos, este por ser de divulgación, es de lectura ligera ya que los autores procuraron un lenguaje entendible para todos, conocedores o no del tema. Y va acompañado, por una gran cantidad de fotografías, descriptivas y de fondo, mapas, esquemas, tablas etc.

Así, de la mano o en este caso de la pluma de los colaboradores, vemos lugares y objetos que solo conocíamos de oídas, o en fotografías de mala calidad en periódicos, por tales características y la magnífica resolución gráfica, vemos hasta el mínimo detalle de los murales del Rosario, de las navajas de obsidiana, de las figurillas Chupícuaro y mucho más.

La intención, es darnos a conocer que en nuestro suelo subsisten, entremezclados, restos de  la actividad humana de muchas culturas, luego de la reseña de los primeros asentamientos, pequeños por naturaleza, nos llevan a las civilizaciones monumentales, como lo fueron el Cerro de la Cruz y el Rosario, a cuya caída, los centros ceremoniales se abandonan, sin que por ello decline la actividad humana en la zona, solo se fragmentó el poder, pero nunca dejó de existir, como nos muestran la cerámica y los petrograbados del epiclásico. Mención especial, merece un tema: los entierros ceremoniales en el cerro de la Cruz, cuando ya estaba abandonado como centro ceremonial, entierros de infantes, en un intento por sacralizar como suyo, un espacio que ya había sido sagrado por y para otros.

La temporalidad de los estudios llega hasta el post clásico tardío, con la igualmente tardía incursión azteca a lo que después sería nuestra ciudad, proseguida, apenas unas décadas después, por los españoles y sus auxiliares otomíes, que a través de su idioma y su cultura, formaron la última capa del monumental palimpesto, que es el valle circundante,  donde hoy nos asentamos y en el que, con un poco de cuidado podemos leer, a través de vestigios, lo que nos dejaron los cazadores recolectores, la cultura chupícuaro, los hombres de Cuicuilco, los Teotihuacanos, los Toltecas, Mexicas, otomíes, mestizos, y tantas y más capas, la última, la que estamos formando todos aquellos que vivimos, sufrimos y queremos a esta ciudad.

BONUS TRACK
Aunque no es de historia, también apareció en pasadas fechas, otro libro, que se incluye aquí porque refiere, a la obra de un artista, que aún en vida, ya es histórico, el pintor sanjuanense Restituto Rodríguez.
El libro, correctamente titulado Restituto Rodríguez, Surrealista, nos presenta, sobre todo en fotografías, una completa retrospectiva del internacional artista plástico.

Este libro todavía estaba a la venta hace poco en la capital del estado, por su volumen y ser gráficos de calidad, en colores y papel, este sí es caro, pero supongo que por lo mismo todavía se puede conseguir.

Concluyo, con la reflexión. ¿Se mantendrá este auge de publicaciones históricas? Ojalá sí.
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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

Como idea para las nuevas autoridades culturales del municipio, ojalá se pueda hacer, en las mismas condiciones, una retrospectiva, de otro de los grandes pintores locales: Armando Otero, sobre todo referente a sus pinturas de lugares históricos, tal como los recuerda del pasado. Más ideas: que sean fotografías comparativas, por un lado la pintura y por otro la imagen actual.
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Dado que hace meses no me he presentado en las oficinas del Centro Histórico, desconozco si la Lic. Marimar continua al frente del Archivo, prometo este viernes que mi trabajo me da una tregua, asistir al lugar y comentar si los servicios que ofrecía y que he hecho públicos en este espacio continúan. El fin de semana daré noticias frescas, así cómo del libro de la Estancia.
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Supongo que habrán notado que en la última semana se ha mencionado muchas veces en todos los medios impresos, radiales y televisivos, tanto a nivel local como nacional el nombre de San Juan del Río. ¿Qué lo irán a hacer Pueblo Mágico?

Ora sí que resulta que de tanta mención se hizo realidad por unos días aquello de.
San Juan del río,
Capital del Mundo,
Ombligo del universo….

miércoles, 21 de octubre de 2015

El palimpsesto de San Juan del Río


Ya sé que van a decir que qué significa la palabrita; No, no se trata de una grosería, alguna enfermedad extraña ni una nueva red social.


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 Se llama Palimpsestos a ciertos pergaminos antiguos, de los todavía escritos a mano, a los que en la edad media se les raspaba el texto para reutilizarlos. El procedimiento solo era posible en ciertas pieles que permitían el raspado sin deterioro. En razón del origen animal del soporte, el escrito antiguo no desaparecía por completo y  era evidente por lo menos parte de lo originalmente plasmado.

La práctica fue frecuente en las épocas en que el papel escaseaba. Hace algunos años, uno de esos palimpsestos, cobro notoriedad, cuando se descubrió que debajo de un escrito religioso, se encontraba un tratado hasta entonces desconocido, atribuido nada menos que a Arquímedes, lo que lo convirtió en noticia mundial.

Detalle del Palimpsesto de Arquímedes, los filtros revelan la escritura oculta. Imagen del sitio.

La palabra se utiliza también en otros ámbitos, por ejemplo, en Arqueología se llama Palimpsesto a un sitio en el que hay varias capas de elementos de diversas épocas, que en ciertas condiciones se entremezclan haciendo especialmente difícil determinar donde comienza una época y donde termina otra.

Resulta, que el valle de San Juan del Río es una zona que presenta dichas características, convirtiéndose, en toda su extensión, en un macro ejemplo de palimpsesto arqueológico.
Y con ese título “El Valle de San Juan del Río, Un palimpsesto arqueológico” aparece el primer libro de arqueología, dedicado exclusivamente a nuestro municipio, bajo la coordinación de  Juan Carlos de Saint Charles Zetina.

ANTECEDENTES
Entre algunas de las buenas acciones del saliente gobierno estatal, en colaboración con editoriales comerciales, se creó hace un par de años, una editora gubernamental, de libros con temas de la historia y las artes locales. Extrañamente, a pesar de todos los inconvenientes que tienen las editoras oficiales, los libros y ediciones que del llamado “Fondo editorial de Querétaro” surgieron, resultaron de gran calidad, tanto por su contenido como por los detalles de encuadernación.  El gobierno del estado de Querétaro, ha tenido, desde hace unos cuarenta años, una tradición de preservar,  a través de ediciones especiales los escritos importantes de la historia local, así como de los autores locales, pero creo que en calidad, los editados en los últimos años, son los mejores de todos, ya que además del texto, el diseño, papel y gráficos son de gran calidad.  Haciendo honor a la difusión de la cultura, muchos de esos libros se regalaban durante su presentación, lo que ha ocurrido siempre, pero también se ponían a la venta a precios realmente accesibles, considerando lo caro de sus materiales, de tal manera pude adquirir muchos de sus títulos, los de personajes ilustres, el de don Restituto Rodríguez, el que considero el mejor de muchos años: “ La Relación de Querétaro” ya reseñado aquí y finalmente el que me parece el más interesante para la historia local, que es el que presento a continuación:

 “El Valle de San Juan del Río, Un palimpsesto arqueológico”
Contaportada: La presa de la Estancia, desde el sitio arqueológico del Rosario.

DE LOS AUTORES
La mayoría de ellos no necesita de mucha presentación, además de escritores, son en gran parte, integrantes del Centro INAH Querétaro, es decir, los mismos que vemos llenarse de polvo, bien para desenterrar una defensa de mamut, que en un taller restaurando cerámica, reviviendo un incunable, desempolvando una obra maestra de la pintura  o enlodándose para preservar una pirámide.

El coordinador de la Obra,  Juan Carlos de Saint Charles, para más señas, fue uno de los encargados de, en el barrio de la Cruz, durante la reconstrucción de la pirámide principal, darnos a conocer de manera visible, la grandeza arquitectónica de un vestigio, al que a fuerza de verlo tantas veces, según nosotros, si le veíamos forma de pirámide, a lo que solo era un montón de piedras. El único reproche que siempre se le ha hecho al equipo del que formaba parte es que dejaron la reconstrucción inconclusa, ojalá que nuevos presupuestos les sean favorables y podamos ver la máxima expresión de nuestros antepasados completa algún día y ojalá sea él quien nos dé ese regalo.

Por razones de asignación de trabajos, constantemente ha estado en nuestro municipio, sobre todo en el referido barrio de la Cruz, regando las conclusiones de sus trabajos en gran cantidad de publicaciones, que espero algún día reseñar en este mismo espacio.

Ignoro a quien se le ocurrió definir al Valle de San Juan del Río como palimpesto, si a él o los demás colaboradores, algunos viejos lobos de la arqueología local y sus publicaciones, otros nuevos valores, tales como: Carlos Viramontes, Elizabeth Hernández Sánchez, Fiorelia Fenoglio, Rosa Brambila y más, que por falta de espacio no enumero. Todos importantes por ser un escrito interdisciplinario, que nos lleva a través de los siglos, por el valle de San Juan del Río, donde…
Portada. Bajo el agua, la otra gran zona arqueológica, la Estancia

 CONTENIDO

El libro, nos lleva, a través de distintos textos, primero a la conceptualización del espacio, hoy tan nuestro, donde miles de años antes, se dieron las correrías de los cazadores y recolectores nómadas, que después se establecerían de manera sedentaria aprovechando lo benigno del clima y la geografía, en diversos puntos del mismo.

A diferencia de otros textos científicos, este por ser de divulgación, es muy ligero en su lectura, ya que los autores procuraron un lenguaje, que sin llegar a ser completamente llano, es muy entendible para todos, conocedores o no del tema. Va acompañado, por una impresionante cantidad de fotografías, tanto descriptivas como de fondo, de tal manera, que casi son paritarias las de puro texto con las coloridas, que además presentan mapas, esquemas, tablas, etc.

Así, de la mano o en este caso de la pluma de los colaboradores, vemos, lugares y detalles, que solo conocíamos de oídas o en fotografías de mala calidad en periódicos. Por tales características y la magnífica resolución gráfica, vemos hasta el mínimo detalle de los murales del Rosario, las navajas de obsidiana, de las figurillas Chupícuaro y mucho más.

Dado que la intención, mostrada desde el título, es darnos a conocer que en nuestros suelos subsisten, a veces entremezclados, los restos de  la actividad humana de muchas culturas, luego de la reseña de los primeros asentamientos, pequeños por naturaleza, nos llevan a las civilizaciones monumentales, como lo fueron el Cerro de la Cruz y el Rosario, a cuya caída, los centros ceremoniales se abandonan, sin que por ello decline la actividad humana en la zona, solo se fragmentó el poder, pero nunca dejó de existir, como nos muestran la cerámica  y los petrograbados del epiclásico.

Mención especial, merece un tema poco difundido, los entierros ceremoniales en el cerro de la Cruz, cuando  este ya estaba en ruinas y abandonado, los entierros, sobre todo de infantes, muestran un intento por sacralizar como suyo, un espacio que ya había sido sagrado por y para otros.

La temporalidad de los estudios llega hasta el post clásico tardío, con la igualmente tardía incursión azteca a lo que después sería nuestra ciudad, proseguida, apenas unas décadas después, por los españoles y sus auxiliares otomíes, que a través de su idioma y su cultura, formaron la última capa del monumental Palimpesto, que es el valle circundante,  donde hoy nos asentamos y en el que, con un poco de cuidado podemos leer a través de vestigios, lo que nos dejaron los cazadores recolectores, la cultura Chupícuaro, los hombres de Cuicuilco, los Teotihuacanos, los Toltecas, Mexicas, Otomíes, Mestizos y tantas y más capas, incluida la que estamos formando todos aquellos que vivimos, sufrimos y queremos a esta ciudad.

 COLOFON

El último capítulo, se refiere a la toponimia antigua. Por basarse en Ayala, no hallan el significado de los nombres en náhuatl y otomí con que era conocido el asentamiento a la llegada de los españoles. En investigaciones personales ya expresadas en este blog,  establezco que  el nombre correcto era Iztacchichimeca, en náhuatl,  referido al actual cerro de la Venta, y que se trasladó al cercano puesto defensivo que los aztecas tenían en el cerro de la Cruz, que con la colonización otomí siguieron llamándolo igual  pero en su idioma. “Taximacu” ambos nombres, significan en español “Chichimeco Blanco” cualquier otra interpretación carece de sustento y por ello los autores no concluyen el significado.

UNA SÚPLICA
Concluyo con una petición:

 Aparte del “Fondo editorial de Querétaro”, de gobierno del estado, también el municipio de Querétaro, tenía una editorial “Librarius” que igualmente, en ediciones más modestas, difundió en los últimos años, temas de la historia local, a través de libros breves, incluso reediciones de clásicos de la historiografía queretana.

Sé que con el nuevo gobierno llegan nuevas ideas, proyectos y personas pero hay obras y acciones que deben carecer de color, ojalá que estos dos esfuerzos no se pierdan, si quieren cámbienle de nombre a las editoriales, pero no dejen de difundir la valiosa historia de nuestro estado, tan rica y a veces tan olvidada en las acciones gubernamentales.

Lo anterior a propósito porque en la librería cultural, que está en la capital del estado, junto a la solariega tienda, donde hace unos 5 meses adquirí el libro hoy reseñado, la semana pasada que acudí por otro título, habían sido retirados de los estantes, casualmente todos los libros del Fondo editorial de Querétaro, los de Librarius, y los de Jesús Mendoza, ¿Casualidad? Me dijeron que por inventario pero …

Espero  que el libro regrese a la circulación y puedan disfrutarlo.

Casi todos los libros de la editorial del municipio e Querétaro "Librarius" Ediciones cortas , económicas pero de gran contenido local, solo faltan dos que están en estudio y el último, que ya no pude adquirir.
 El chichimeca al servicio de la comunidad

Aclaro como siempre que no vendo libros ni trabajo para las mentadas editoriales ni soy familiar de los autores,  solo difundo el libro por su valor para la historia municipal.
Sigo con el problema de muchos lectores, pocos comentarios, no creo ser tan contundente, estoy a sus órdenes para cualquier aclaración o adición. Detalles mínimos pueden ser de gran apoyo para la historia  
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Nueva adquisición

Gracias al apoyo de un ex alumno, hoy amigo, pude adquirir en el extranjero, uno de los pocos libros que me faltaban de don Rafael Ayala: “Breves noticias sobre la primera imprenta de la ciudad de Querétaro”  de 1943, su primer obra formal. Tras 72 años, regresa a su lugar de origen. Quién sabe todo lo que tuvo que pasar para que llegara a la colección. Solo les presento el escaneo de la portada, está muy frágil y quebradizo, ya lo leeré con calma y reseñaré lo que atañe a San Juan del Río.

Gracias Lencho.

Próximamente por este mismo blog:

 “El extraño retorno de la Historia Sanjuanense” No se lo pierdan. 

domingo, 11 de octubre de 2015

El jardin de la familia, final (o casi)

De jardín de la familia a multifamiliar.

La carretera Panamericana
A partir de la instalación de la carretera Panamericana en la década de 1940, trazada en nuestra ciudad en plena avenida Juárez, sobre el viejo Camino Real, la sección de esta arteria cercana al jardín del Sacromonte tuvo un repunte, dado que algunas de las líneas foráneas de autobuses establecieron paradas cercanas.

No se crea fue una central camionera en forma, cada línea tenía, por algún convenio comercial o simple comodidad, un espacio asignado en cualquiera de las  aceras, en el tramo comprendido entre las calles 2 de abril y 16 de septiembre. Para las necesidades de alimento de los viajeros de paso y de llegada o salida, se establecieron algunos restaurantes de primer orden, otros de regular calidad, además de simples puestos y vendedores ambulantes. Para todos había trabajo. Mientras tanto, el jardín, a causa del abandono, fue perdiendo árboles y plantas.

Restaurantes
En la década de  1960, en él se estableció aquí una extraña simbiosis de espacio público y comercial, por varios factores:

Por entonces y desde muchos años atrás,  afuera del Portal de Reyes, existía una especie de tianguis formado por puestos diversos para el abasto diario, el cual fue desinstalado completamente al abrirse el Mercado Reforma en 1963, ubicándose ahí los comerciantes, algunos de los que no cupieron, sobre todo expendedores de alimentos optaron por trasladarse en la ancha banqueta afuera de la cuadra de la cárcel, aumentando la oferta para los usuarios de las líneas de camiones que por comodidad, habían abandonado las aceras y empezaron a ocupar como terminal común, el espacio anexo al jardín, afuera del llamado Mesón de San Pablo, (hoy tienda de telas, esquina de Allende y Juárez) lo que le valió para que después de cuatro siglos mereciera ser empedrado.
Unidos en un mismo espacio, los proveedores de alimentos y los autobuses, el punto de reunión y espera de los viajeros fue el pequeño y descuidado jardín, que continuó en tal estado unos años más.
Fotografía de la década de los 60s de José Velázquez, tomada de los calendarios de la Canaco, el jardín, en su tamaño original, el resto  el paradero común de autobuses.

A pesar que desde 1957, ya funcionaba la autopista México - Querétaro, trazada por las afueras de la ciudad y se había abandonado como principal la carretera Panamericana, el grueso de autobuses siguió entrando a la ciudad, ocupando ya oficialmente como paradero, el espacio mencionado, que sería básicamente un cuadrado, sin embargo, con la posibilidad de ahorrar tiempos, sobre todo en viajes largos,  algunas de las líneas más importantes ya no hacían parada por el centro, lo que implicó el declive de los servicios restauranteros. Supongo que hubo muchísimos, se recuerda especialmente el Layseca, junto a la iglesia, el Prado, en la Esquina con Hidalgo, el Montes, frente al jardín, el Patio, el Parador, los tacos sudados, los Cocoteros, solo sobreviven de esa época, La Bilbaina y los tacos ahora conocidos como “vaporizados”.

Mención especial merecen dos más, también desaparecidos, que funcionaban como hotel-restaurante: el Valenzuela y el Avenida, una cuadra más al poniente del Jardín, hoy convertidos en los bancos más grandes de la ciudad. Incluso eran parada obligatoria de un servicio de automóviles de alquiler, con ruta México- Querétaro, era de lujo, solo utilizado por unos cuantos.

Al disminuir el tráfico de vehículos de lujo y particulares por el centro de la ciudad, comenzaron a proliferar, fuera de la cárcel y en toda la acera los puestos populares. Entre ellos, un puesto de tamales consistente en una hornilla y un bote alcoholero, que se instalaba exactamente a la mitad de la acera y según me dicen fue al que originalmente se llamó “el Tragadero”.

Juárez en San Juan

En el año de 1969, se acercaba el centenario de la muerte de Benito Juárez y la capital del estado decidió establecer una estatua monumental de él en el cerro de las Campanas, para sustituir la que se tenía en Av. Zaragoza, que fue donada al Municipio de San Juan del Río. Ante la circunstancia, se decidió dignificar el ya para entonces llamado Jardín del Santuario y en su extremo poniente, sobre un pedestal blanco, se colocó la estatua del benemérito, rodeado por una jardinera muy simple, sin árboles, solo empastada, todo circundado por franjas de tierra.

Inicio de la década de 1970, monumento a Benito Juárez, una jardinera rodeada por tierra, fotografía tomada de las postales de Ugalde.
Tratando de que la dignificación fuera integral, se desalojaron los ya numerosos puesto de la acera frente a la cárcel, que acostumbrados a los cambios, se ubicaron casi todos en estructuras metálicas en la calle Allende, ocupando todo el arroyo de la misma en una hilera de puestos de comida, que llegaba casi a la esquina con la Plazuela Guadalupe Victoria, quedando en el frente que daba a Avenida Juárez, todo el espacio disponible para los autobuses, cuyos usuarios cuando el hambre arreciaba, tenían una amplia gama de alimentos en el singular comedero popular. El segundo puesto de la fila tenía un letrero de neón con la leyenda “el tragadero” que se extendió para todo el espacio, incluyendo también vendedores a pie, que hasta las propias ventanillas de los camiones llevaban a ofrecer gelatinas, tortas, dulces, refrescos y demás. Varios de los puestos funcionaban hasta altas horas de la madrugada. En una ciudad mal iluminada, y en un espacio techado por láminas metálicas, el letrero de neón hizo famoso el lugar.

No duraron mucho ni Juárez, ni el Tragadero ni la pomposa central de camiones. Para finales de la década de 1970, la central camionera se trasladó a un tejaban ubicado en el B. Hidalgo, los puestos fueron desalojados de Allende en 1977 y Benito Juárez fue a dar con sus, en este caso metálicos huesos, a la cárcel, es decir, se le bajó de su pedestal y se guardó en el cercano edificio de la cárcel, donde permaneció varios años y solo salió de ahí, hasta que fue erigido su monumento actual, unas cuadras arriba. No salió ileso, creo que ahí perdió el bastón que originalmente ostentaba.

El proyecto no concluido

La razón del desaire al prócer, fue explicada porque nuevas autoridades tenían un gran proyecto para el jardín: hacerlo un espacio digno (nótese que en cada cambio siempre se  esgrime ese argumento) que incluía, para hacer juego con los arcos del portal del Diezmo, hacer otros en la acera del frente, incluso, habría arcos en la bocacalle de Mariano Jiménez. Entre otras maravillas, el proyecto incluía piso de adoquín, fuente central, jardineras y balaustradas.

Imagen tomada de revista proyección, mediados de los setentas, el ambicioso proyecto.
Creo que por falta de recursos y permisos de los particulares, no fue posible tanto lujo. No se aumentaron los arcos en el lado sur, incluso se derribaron los que ya existían en el portal de la Comandancia y, seguramente para evitar el regreso de los ambulantes, durante un breve tiempo, la acera ancha fue abierta al tráfico de vehículos, se dijo que para aliviar el tráfico por Av.  Juárez, cuando se dieron cuenta de que no era tanto, se volvió a cerrar.


Imagen tomada de internet, lo que se logró del proyecto.
Del ambicioso proyecto inicial, solo pudo salvarse el piso de adoquín, la fuente y las jardineras, adornadas con vistosos arbustos de piricanto, que luego resultaría que eran venenosos y fueron sustituidos por los árboles que se ven actualmente.

Un par de años después los piricantos habían crecido y no tardarían en ser quitados.
Para evitar el regreso de los autobuses, el espacio que habían ocupado, se cerró con una banqueta del lado de la carretera y se destinó para estacionamiento de vehículos.

Remember el Tragadero

En años posteriores, ese mismo espacio se utilizó para ampliar la superficie del jardín, aumentando en algo su dimensión. En la década de los noventas, en un pedestal se colocó una malograda estatua, creo que de concreto, en color blanco,  que representa la unión familiar, impulsándose por la administración municipal en turno el cambio de nombre del espacio a “Jardín de la familia”, que creo que es el oficial. Casi simultáneamente, se ocupó el último espacio restante, llegando hasta la bocacalle de Allende, que son las dimensiones actuales. Como resabio de su anterior topografía, el jardín presenta cuatro niveles diferentes.

Para más información del llamado "Tragadero" dar clic en los siguientes vínculos:

"La familia" fotografía personal, 2014.
También es reciente la ocupación del frente de la casa cural, al costado sur de la reja atrial, que siempre fue un espacio público, y un buen día amaneció acotado por una lujosa reja, no se sabe en qué condiciones se tomó el espacio de todos para un beneficio personal.

Imagen anterior a la última remodelación, ya con su extensión completa. Fotografía tomada de internet, el asta no duró mucho.
Habiendo estudiado muchos años la historia del municipio, he encontrado varias situaciones que se repiten en diferentes épocas, los he llamado Karmas locales, el último del que me di cuenta tiene que ver con el hecho de que hace medio siglo, fueron retirados de la acera frente a la antigua cárcel, los comerciantes de alimentos. Desde hace varios años, de manera casi imperceptible, no en la acera, pero sí en el costado inmediato del jardín, llegó una solitaria vendedora de tacos de canasta, que por su éxito animó a otros, que al grito de  ¡Remember el Tragadero!, han ocupado casi todas las jardineras, con instalaciones volátiles, que colocan por las mañanas y recogen en las tardes.

Las familias
Desde inicios del presente año, el jardín sufrió otra remodelación, consistente básicamente en una mano de gato: renovación de adoquín, agrandamiento de jardineras y como sorpresa, en un sitio no excavado en siglos, se colocó una cisterna subterránea para servicio de una fuente, adornada con estatuas de bronce de “otra familia”. Ignoro cómo se va a llamar ahora: jardín de las Familias o jardín Multifamiliar.  Terminando con ocupar todos los niveles: el más alto, por la vieja fuente, el de en medio, por la blanca familia, y el más bajo por la familia modernista. Por estar la última a ras del suelo, con surtidores subterráneos y las figuras alrededor de ellos, es muy visitada, en poco tiempo se ha vuelto un espacio cotidiano para la toma de fotografías, como siempre ha sido este lugar, el más retratado por las lentes, ahora predominando las de los celulares, y tabletas.
Fotografía personal, 2015, la familia original, viendo a las recién  llegada, no vayan a ser paracaidistas.

Fotografía personal, el nuevo espacio para fotografías, 2015.
El final? 
Solo me resta hablar del edificio que ha visto todos estos cambios, que con remodelaciones de más de cuatrocientos años, llegó a nuestro siglo, la vieja cárcel de la que paradójicamente, fue Benito Juárez su último interno, es decir su estatua. Tal vez el destino es patriótico y tras el chusco episodio la cárcel desapareció como tal y el edificio quedó semi abandonado. Comenzó un deterioro que afortunadamente fue reversible. En la década de 1980 se le habilitó un poco para una Casa de Artesanías fallida que cedió después el lugar, previo a una remodelación que respetó lo que quedaba de original del edificio, para actividades culturales. Hoy, acumulando años, como Centro histórico y Cultural, alberga un pequeño museo, una sala de historia, el Archivo histórico Municipal, la biblioteca pública y las oficinas de los encargados municipales de la cultura. No hay duda que este edificio perdurará muchos años, tampoco la hay de que todavía verá muchos cambios en el jardín: físicos y de nombre.
No estoy seguro qué poner aquí: Fin o continuará…   (algo ha de faltar que merezca otra remodelación, alguna otra estatua o …)

Fotografía personal, la vieja cárcel, que en días recientes, como el edificio del Centro Histórico y Cultural, recibió nuevos ocupantes, encargados de las actividades culturales por los próximos tres años, a los que solo nos compete dar la bienvenida y esperar que su labor, en tan icónico recinto sirva para el engrandecimiento de la rica historia de nuestra ciudad.

domingo, 4 de octubre de 2015

Un vistazo francés a San Juan del Río

Preludio

Apenas unos meses hacía, que en las afueras de la ciudad de Puebla, las armas nacionales se habían cubierto de gloria en la batalla del 5 de mayo de 1862, ante el ejército francés.

La afrenta que significó la derrota que el mejor ejército del mundo había recibido, ante un, si no improvisado, por lo menos mal armado, ejército mexicano, obligó su emperador a aumentar en al menos treinta mil hombres, la fuerza invasora que mantenía en nuestro país.

Ante tan impresionante fuerza, no fue posible ya la defensa, de manera, que casi un año después, el 17 de mayo de 1863, la misma heroica Puebla, se rinde tras un sitio de dos meses. Siendo la guarnición mexicana que  la defendía, la única fuerza más o menos importante, el hecho significó la casi disolución física del ejército mexicano y que los invasores tuvieran paso libre a la capital de la república.

El gobierno de Benito Juárez, desprotegido, decidió abandonar la ciudad de México el 30 del mismo mes,  iniciando un periplo que duró cuatro años, en los cuales, como decían los viejos escritores, “la República viajó en un carromato”. Inicialmente, junto con muchos otros políticos, el presidente planeó llegar solo hasta San Luis Potosí, pero el avance del ejército francés, para ocupar todo el territorio en una rápida operación de pinzas, le obligó constantemente a ir más al norte, llegando dos años después, solo acompañado de su familia y unos pocos allegados, al punto más septentrional del país: Paso del Norte, (hoy Ciudad Juárez, Chihuahua) donde en agosto de 1865, solo el río Grande lo separaba de abandonar la patria. Las noticias que hasta ahí le llegaron del inicialmente lento retiro del ejército francés, por orden de su emperador, que después se hizo visiblemente rápido, dejaron a los nacionales que apoyaban el gobierno monárquico de Maximiliano de Habsburgo, por su número, casi en igualdad de fuerzas que los republicanos partidarios de Juárez. Así, solo fue cuestión de tiempo para que, primero en bandas, luego en guerrillas y finalmente, con ejércitos completos, los republicanos iniciaran el avance hacia el centro del país, seguidos por su presidente, en un viaje diametralmente opuesto en circunstancias, al anterior, estableciendo como sede de su gobierno, ahora sí, la ciudad de San Luis potosí, donde a distancia contempló el sitio de Querétaro y cómo, otra vez en el mes de mayo, del año 1867, la ciudad caía y Maximiliano se rendía en el cerro de las Campanas, donde sería fusilado un mes después, terminando la aventura imperial al sonido de la última bala del pelotón que le dio fin junto a Miramón y Mejía.

Habiendo Porfirio Díaz acabado con la escasa resistencia al sur de la República, y tomado la ciudad de México, Juárez regresó a ella. Terminaba la República itinerante, iniciaba la República restaurada.
 JUÁREZ EN SAN JUAN DEL RÍO.

Decíamos al inicio que, el 30 de mayo, con poderes plenos otorgados antes del viaje por el congreso, Juárez inició la retirada. Los poderes que le investían poco o nada le sirvieron dado que casi en cada lugar que llegaba tenía apenas unos cuantos días sin zozobra, porque el ejército francés y sus aliados, los conservadores mexicanos siempre le pisaron los talones, incluso hasta las lejanas Chihuahua y Paso del Norte.

Apenas 3 días después, el 2 de junio la entonces nutrida caravana llegó apresuradamente a la ciudad de San Juan del Río, cuyas autoridades locales eran declaradamente del bando conservador y aunque era poca la fuerza armada que acompañaba a Juárez, por si las dudas, no entablaron confrontación, optando por ignorarlo.

Según Rafael Ayala, (2006:160) pidió pernoctar esa noche en casa de uno de los imperialista, Ignacio Uribe, en la calle Real, (hoy por supuesto, Av. Juárez) pero le fue negado el acceso, así que tuvo que alojarse en otra de la calle de Don Esteban. (Actual 16 de Septiembre) En el viaje de regreso, en julio de 1867, Juárez se acordó del asunto y ahora sí, a fuerzas, se hospedó en la casa que quería. Su propietario había huido a Querétaro.

Las casas aún existen, aunque con arreglos, son las originales. Una es un banco, la otra, centro comercial. Placas en sendas fachadas, colocadas en 1906, centenario del natalicio de Juárez, recuerdan su estancia. Aunque dice Ayala que, según las fechas, se colocaron erróneamente y cada una corresponde a la otra. (En su tiempo, Ayala debió conocer incluso a testigos presenciales de ambos hechos, por lo que seguramente el detalle es cierto)
Fotografía personal. Casa de la calle 16 de septiembre, a la izquierda del zaguán y la primera ventana, las placas.
Fotografía personal. Placas en la casa de la Av. Juárez.

Para más información de las familias imperialistas de San Juan del Río, dar clic en los siguientes enlaces:

El 3 de junio, partió Juárez rumbo a Querétaro y más allá, mientras tanto el ejército francés ocupó la capital de la República e inició la operación de invasión por varios frentes, lentamente al principio, cuando la fuerza expedicionaria era muy numerosa, y después muy rápida, cuando los destacamentos se iban separando para alcanzar ciudades específicas.
El avance por el centro de país estuvo a cargo del 99 de línea, brigada que salió de la ciudad de México el 4 de noviembre de 1863, y llegó a San Juan del Río el día 15 del mismo mes, bajo el mando del General L´Hériller.

Tomada la ciudad sin sobresaltos mayores y con el decidido apoyo de las autoridades locales, el grueso del 99 avanzó al norte, dejando aquí un pequeño destacamento, que tuvo como cuartel algunas casas de la ciudad, la parte trasera del convento de Santo Domingo y finalmente, se estableció lo que se llamaba el Curato viejo, antiguas casas curales, en la Plazuela de San Juan Bautista.
De la actividad que tuvieron los franceses establecidos en la ciudad, hay poca documentación. Uno de ellos, Mr. Chambeau, elaboró en 1864 un plano de la ciudad.

Ver :    Un plano en francés
Hace un par de años, obtuve otra imagen de esa época, aparecida en un semanario francés, que creo que es una de las que digo que a lo mejor ningún sanjuanense vivo ha visto y prometí presentar al cumplir las 100 entradas del blog, como siempre, para su difusión y aumentar el acervo histórico local.

Siendo la intervención un acontecimiento mundial, los periódicos franceses aprestaron sus páginas para recibir las noticias desde México. Para ello, enviaron corresponsales en la capital y establecieron convenios para que oficiales les allegaran informes y datos de los lugares que iban ocupando. (No había, como hoy, corresponsales de guerra en la línea de acción, por el peligro solo llegaban después de pacificada la plaza)
Supongo que por medio de uno de esos convenios M. Laurent, sargento mayor del 99 de línea, elaboró, de la entrada de los franceses a la ciudad, un croquis, que sería enviado a Francia, donde un grabador la convirtió en placa y se publicó en el semanario “LE MONDE ILUSTRÉ”  (El Mundo Ilustrado) el 30 de enero de 1864.

Aunque ya existía la fotografía, aún no se ideaba el modo de llevarla a la imprenta, por lo  que los periódicos y en este caso el semanario, obtenían los apuntes y croquis y con ellos, un grabador los trasladaba a placas de acero para impresión.
Por ser esos grabados vistas de segunda mano, los artistas que los plasmaban, según las necesidades técnicas, se daba ciertas libertades. En el caso de la imagen que hoy se presenta, notamos algunas inconsistencias, pero su  real valor radica en que fue la vista que los franceses de la época tuvieron de nuestra ciudad.

Presento el grabado comentado. Lleva como pie de imagen “ le colunee du genéral Duay arrivant á San-Juan del Río, par les hauteurs dominant la villa du cóté de Mexico”. (La columna del General Duay llega a San Juan del Río, por las alturas dominado la villa, del centro de México)   Entre el dibujo se notan dos nombres distintos: Bourcher y Bertrand, deben ser los grabadores.

 DESCRIPCIÓN DE LA IMAGEN
Por el espacio que abarca, se dibujó desde el cerro de la Cruz, probablemente encima de la pirámide, así, en primer plano abajo, se destaca el terreno que hoy es el par vial Juárez o Boulevard Alfonso Patiño. Al centro, el río; detrás de éste, los edificios de la ciudad y al fondo, los cerros de los Alrededores.

 
 El primer fragmento nos muestra el puente de Piedra,  lo ilustran roto, lo que parece que no ocurrió, y le agregaron varios ojos. A orillas del río se distinguen las tiendas de campaña del ejército francés. Se ve una cúpula en lo que sería el panteón 1 y muy estilizada, la iglesia de San Juan de Dios. Al fondo se distingue un cerro, supongo que es el de la Llave.

En este fragmento se adivina  a la izquierda, lo que sería el Beaterio y/o Santo Domingo, se distingue claramente la planicie alta (cerro de la Cruz) desde donde se encuentra apostado el autor. En medio se observan las iglesias del centro.

Esta sección nos muestra, parte del campamento destacado en el cerro de la Cruz, debajo, lo que sería el Molino del Barreno, junto al Río y detrás, perfectamente distinguible, entre las Peñitas, el templo y panteón de la Santa Veracruz.

El último fragmento nos muestra, al fondo lo que supongo es el cerro del Pedregoso, de donde descienden soldados, al centro, una torre, supongo alguna instalación de la Huerta Grande  y del lado del río, la continuación del Barreno.

El grabado y los detalles de la ocupación, como muchos otros aspectos de la historia, supongo fueron conocidos en su tiempo y luego olvidados. Igual creo que hay muchos testimonios como este que ojalá salgan a la luz.

EPILOGO

Fotografía personal, placa en la casa de Av. Juárez, de 1972.
En 1972, declarado, “Año de Juárez” en recuerdo del centenario de su muerte, en las casas donde pernoctó en nuestra ciudad se colocaron otras placas, esta vez metálicas,  iniciadas con la frase “ … PERO HAY UNA COSA QUE ESTA FUERA DEL ALCANCE DE LA PERVERSIDAD, Y ES  EL FALLO TREMENDO DE LA HISTORIA, ELLA NOS JUZGARÁ." Aclara la misma que es parte de una carta enviada por Juárez a Maximiliano en respuesta a otra donde le pedía reunirse para discutir la situación del país. Obviamente no se reunieron.

Lo extraño es que al parecer la frase (y la carta) no fue escrita por Juárez. Apareció en periódicos de la época, con algunas variantes. Seguramente al Presidente le pareció que así hubiera contestado él y no la desmintió. Nunca se supo quién y porque la redactó, se supone que fue un periodista que aprovechó el momento. La historia lo juzgará.