sábado, 2 de noviembre de 2019

Una de difuntos (continuación)


Una de difuntos (continuación)


Fotografía personal, Monumento a los fundadores en la plaza del mismo nombre, antiguo Camposanto del pueblo
EL ÚLTIMO GRITO DE LA REPÚBLICA

Comentaba la pasada entrada que, paradójicamente, la independencia nacional tuvo algunos efectos negativos en el pueblo de San Juan del Río.

De entrada, ya no habiendo distinción de clases ni raza, se consideraba a todos por igual, de tal manera que la existencia del cuerpo de gobierno de los indios, a través de su República y paralelo a la autoridad virreinal dejo de tener sentido.

En el transcurso de pocos años, el orden que para sus actos tuvieron por más de tres siglos desapareció, su jurisdicción sobre el antiguo fundo fue anulada y rápidamente, sus terrenos fueron ocupados por mestizos, igual ocurrió con las tierras comunales, muchas heredadas a la nueva administración republicana.

No he podido averiguar quién era su gobernador al desaparecer su república, el último del que se tienen noticias es don Santiago Martín de Luna, a principios del siglo XIX.
Las funciones que los diversos miembros de la República tenían, se desvanecieron de pronto y dejaron de tener la facultad de llamar a los sus iguales a realizar los trabajos de mantenimiento de las tierras e instalaciones comunales así como las diversas etapas del calendario agrícola; la limpia de la acequia y la remoción de hierba y escombros del camposanto.


Imagen de Archivo personal. Firma de Santiago Martín de Luna, uno de los últimos gobernadores de la República de Indios del Pueblo de San Juan del Río,(la abreviatura debajo de su nombre dice Govr, quiere decir Gobernador)
Con la prohibición oficial para realizar entierros en el camposanto tradicional, y la obligación de hacerlo en el nuevo panteón municipal, el lugar, ahora llamado Camposanto Viejo” entró en una etapa de descuido, ya no había quien se hiciera responsable de él, los indios ya no tenían obligación y a los españoles poco les interesaba, el abandono debió llegar a tal grado, que incluso quedó sin barda.

De todos los funcionarios de la República de Indios, para 1840 solo se conservaban, de manera medio simbólica, los Mandones de los barrios, es decir, los antiguos funcionarios encargados de las cuestiones religiosas de la extinta República, a ellos solicitaron las autoridades del pueblo, es decir la prefectura y el cabildo que remozaran el abandonado Camposanto Viejo. Parecía que era un pedido al aire, ya que no era obligación de ellos, sino de la nueva autoridad hacerlo, ya no era el viejo panteón propiedad india.

Existe un documento en el Archivo Histórico Municipal, que contiene la respuesta que los Mandones hacen, no es una simple contestación formal, o acatamientos de un acuerdo establecido, es una carta de redacción bellísima que contiene una verdadera lección de amor a su raza, sus antepasados y todo lo que representaba la antigua filosofía y una organización en la que el bienestar colectivo estaba sobre el interés personal y que explica en parte porque había sido tan exitosa durante siglos y en solo 19 años transcurridos, la Independencia Nacional los había dejado en un estado de indefensión al considerarlos iguales, no eran así, no estaban preparados para enfrentar al mundo como individuos, su valor había estado desde tiempos prehispánicos en realizar todo de manera conjunta.

Llama la atención que los Mandones que redactan el escrito son solo siete, cuando los barrios habían sido 8, ya no está el correspondiente al de San Marcos, que al parece ya se había anexado al de San Juan, porque, aunque la división en barrios todavía duró algunas décadas más, ya nunca se habla de ese en específico.

También es notorio el que se mencione ese lugar como el espacio donde descansan los restos de los fundadores, lo que denota una conciencia de que el lugar había sido cementerio desde los primeros tiempos del pueblo.
Como tarea pendiente queda el averiguar quién es Francisco Chiquito, el personaje que mencionan que, en unión a él, dan la afirmativa a la solicitud, no se si sea el escribano o alguna de sus antiguas autoridades.

Presento a Ustedes, paleografiado, el documento, solo desenlacé las abreviaturas y corregí la ortografía. Debió ser escrito por un profesional, ya que es una redacción casi moderna, que hace uso correcto de las comas, los puntos, el punto y coma, el punto y seguido, los dos puntos y las mayúsculas al inicio y en los nombres propios, incluso ya incluye algunos acentos ortográficos. Parece que fue dirigido al prefecto político, porque inicia con, el tratamiento en individual. (Muy Ilustre Señor)

Imagen del Archivo Histórico Municipal, fragmento del documento aludido.

  
                                             M. I. S.  

Cristóbal de la Cruz, Mandón del barrio del Es-
pirítu Santo, Agustín del de la Concepción, Rafael
González del de San Isidro, José María Nieto, del de la San
ta Cruz, Antonio Mancilla, del de San Juan, José de 
Jesús del de San Miguel, como mandones de estos barrios
y por todos los individuos que los componen en esta población
ante Usted con la sumisión que demanda el respeto de-
cimos en unión de Francisco Chiquito: que convencidos de
la verdad de los que representan al pueblo, son los que deben
conceder las licencias que se solicitan, es incuestionable que
el mismo representante no puede negarlo, y mucho más
cuando no carecen de justicia al impetrarlas. Así es
que al idear presentarnos ante este Ilustre cuerpo para
expresar la intención que tenemos de manifestar, no
hemos admitido en nuestra creencia que la resolución sea
desagradable; y más cuando esta solicitud por si sola
tiende su observancia en resguardar un lugar no me-
nos sagrado que digno de la mejor atención para cubrir
o abrigar como deber propio de unos buenos suceso
res.
                                En efecto señor, nosotros quie-
nes representamos por sí y en nombre de los indi-
genas que componen aquellos barrios, queremos cum-
plir fielmente con la propuesta que mutuamente tenemos
hecha para levantar las paredes que necesita el Campo
Santo que se ha declarado abandonado por asistir
al que nuevamente se ha abierto. Para empren-
der este trabajo, tenemos presente que en aquel
lugar descansan los huesos de nuestros padres y
hermanos, hijos y parientes: Allí hay sepulta-
dos infinidad de amigos quienes alguna vez alivia-
ron nuestras fatigas: allí hay sepulcros que aunque
borrados, no cesan jamás de exigir reconocimiento,
porque nuestros haberes y nuestras fortunas son
debidas a la mayor parte de aquellos que los han
ocupado; y allí en fin, están las cenizas de los
bienhechores y fundadores de este pueblo quienes de
ben haber sacrificado la mayor parte de este
ó aquel interés para satisfacer su empresa ¿Y así
podríamos adquirir valor para ver abandonado un
lugar que es digno de todo aprecio? ¿Habrá algún individuo
de nosotros que al extender la vista pue-
da ver nuestro Camposanto sumergido en el ol-
vido y sus mezquinas cercas entregadas al deterioro
hasta llegar el caso de surcarlo por el transcurso
de algunos años? ¿Nuestros corazones admitirán
sosiego en medio de su pasión al observar tan funesto
fin…? Nosotros creemos que no porque la pasión del
padre, hijos y hermanos, el cariño de los amigos
fieles y el reconocimiento debido a nuestros antepasados
y bienhechores, no quedaran tranquilos ni sosegados
siempre que se conserve aquel lugar sin miramiento
y siempre que por su abandono llegue a servir como hijo
del desprecio

                                                                   Mas no, no, no
será así, ni llegará este caso pues que nosotros nos intere-
samos porque nos permita levantar a nuestra cos-
ta las paredes que necesita, empleando todos nuestros
esfuerzos según emos convenido mutuamente, para
tener la satisfacción de ofrecer este trabajo al recono-
cimiento que debemos a los que allí se hayan sepultados;
pues, aunque ellos desearían sin poder observar su aban-
dono, nosotros conocemos como un deber natural que es-
tamos en la obligación de solicitar esta licencia; pues
parece que esa infinidad de huesos que rebullen buscan-
doce unos a otros para exigirnos la recompensa de este o
aquellos beneficios que les debemos; y que no permitamos que
se pisen con orgullo ni se vean con menosprecio por-
que entonces incurriremos en la nota de ingratitud, y no
sabremos apreciar las acciones benéficas que recibimos 
de nuestros antepasados.

                               En este concepto y suplicando de nue-
vo a este Ilustre Cuerpo que se nos conceda la licencia di-
cha para proceder a nuestra empresa, esperamos que
se nos resuelva por la afirmativa; pues en esto no se
hace otra cosa sino conceder con esta solicitud sin
gravamen alguno, puesto que auxiliandonos unos a otros
Barrios es de nuestra cuenta todo gasto, salvo aquel
Individuo que por bondad contribuya de la manera
que pueda en esta virtud.

A usted suplicamos rendidamente haga como lo pedimos
recibiendo en esto merced y gracia. Juramos lo necesa-
rio etc. S. Juan del Río, Octubre 21 de 1840.

                             No sabemos firmar.







POBRE DEL INDIO QUE AL CIELO NO VA, LO JODEN AQUÍ Y LO JODEN ALLÁ

Como puede leerse, además de la aceptación de la empresa, y una solicitud de que no se les cobren impuestos, el documento es la manifestación orgullosa de la pertenencia a una raza, de una identidad heredada que, como el Camposanto, veía como a pesar de todos sus esfuerzos, iniciaba una desintegración que los obligaría a dejar algunos de sus antiguos barrios del centro y refugiarse en los de la periferia, lo que le da un carácter desgarrador al escrito.

Para finales del siglo XIX, toda la cultura otomí, incluido su idioma, se fue disolviendo, como los restos mencionados en la carta.

Este documento es uno de los últimos que menciona al menos algunos funcionarios de la República de Indios, los Mandones, nunca volverían a manifestarse como tal, la República ya no tendría otra oportunidad.

Creo que las bardas del Camposanto, sí se repusieron pero el tiempo y el olvido harían el resto. En la década siguiente fue clausurado definitivamente como cementerio y en la de 1880 se convirtió en “jardín”, posteriormente Jardín Cosío, Jardín Porfirio Díaz y Jardín Madero, Actualmente se llama Plaza de los Fundadores, y no es difícil que, en verdad, aún queden ahí algunos restos de ellos.

Para mejor entendimiento, se recomienda leer la entrada de ayer, que contiene los antecedentes de la situación que motivó el documento hoy relatado y que consideré necesarios para no presentarlo en solitario ya que se perdería  el porqué  de su redacción casi hasta poética.

Quienes estén interesados en el tema de los antiguos barrios, hay descripciones de los ocho en diversas entradas pasadas, del espacio del Camposanto también. Dense una vuelta.


Una de difuntos 1

Una de difuntos

Imagen de Google Earth 2019. Centro de San Juan del Río, En rojo el área aproximada del antiguo Camposanto, antes sin calle de por medio, iniciaba desde la fachada del templo.
Desde su ignota fundación a mediados del siglo XVI, San Juan del Río a tuvo la categoría de Pueblo de Indios, no hubo una parte española y no es verdad como se dice por ahí que alguna vez fue pueblo de españoles, cierto que desde los primeros años existieron habitantes españoles dentro del perímetro del pueblo, sobre todo en ciertos sectores, fue siempre en terrenos concedidos por los indios o adquiridos a ellos, sin embargo, durante toda la época colonial, el número de españoles en contraste con el de los indios era mínimo.

Aunque existía una autoridad española que tuvo diferentes denominaciones durante el virreinato, la mayoritaria población indígena tenía sus propias autoridades, en la llamada República de Indios, compuesta de un Gobernador, dos Alcaldes, 3 Alguaciles Mayores,  tres jueces de sementeras y un Escribano, todos con ayudantes llamados Oficiales. Existían además varios Topiles y Ministros o Ministros de Varas y otros llamados Mandones o tableros, uno por cada barrio. Por lo que los nombres nos dicen, este cuerpo de gobierno tenía funciones en todos los aspectos civiles, agrarios, de justicia y hasta religiosos, solo cuando se tenía conflicto con los españoles o el delito cometido era muy grave, se recurría a las autoridades españolas.

La jurisdicción de la República de Indios era todo el perímetro del pueblo, que estaba dividido territorialmente en ocho barrios: San Miguel, San Juan, San Marcos, el Calvario, la Concepción, de la Santa Cruz, San Isidro; y el del Espíritu Santo, todos inicialmente de población indígena.

La República de Indios de San Juan del Río fue muy próspera, además de los terrenos de regadío comunales, el molino y la acequia, llegó a tener capitales suficientes para actividades bursátiles y hasta para ayuda a la iglesia.  Con las reformas impuestas por la constitución de Cádiz en 1812 se extinguió por dos años y aunque se restauró después ya no fue por mucho tiempo, la independencia nacional le quitó su razón de ser; cuerpo de gobierno paralelo al de españoles por no ser “iguales” de acuerdo a las legislaciones vigentes.
Desde entonces, sus propiedades y capitales fueron privatizándose, aunque conservó algunos a través de las cofradías religiosas. Las leyes de Reforma entre 1859 y 1860 acabaron de manera definitiva con la propiedad comunal y el apoyo a través de ellas para la iglesia. Todos los predios pasaron a particulares.

Una de las instalaciones que seguramente desde la fundación del pueblo detentaron fue el Camposanto, ubicado al poniente del lugar donde siempre se asentó la iglesia del pueblo de Indios y donde hoy se ubica la parroquia de San Juan Bautista, por obvias razones en él había cabida para los difuntos sin distinción de raza, sin embargo los españoles, por disponer de recursos y para no mezclarse ni en la otra vida, optaban por pagar sepulturas en el interior de los templos, y cuando ya los hubo, en los conventos.
No se crea que los padrecitos lo hacían por buenas gentes, implicaba un costo, según el lugar donde se quisiera la sepultura, obviamente el más oneroso era frente al altar mayor. Por disposiciones relativas, además cada convento tenía pequeño cementerio para los difuntos de la orden propietaria, que también se puso a disposición de los legos, igual españoles. (Hubo en Santo Domingo, el Beaterio y San Juan de Dios)

Sin embargo, los indios siempre ocuparon el Camposanto original, durante al menos tres siglos, todos sus muertos yacieron en el lugar (aunque hay indicios de que hubo otro pequeño panteón indio detrás de la iglesia del Calvario, cuyo terreno fue ocupado luego por el de la Santa Veracruz) que era sumamente pequeño, pues la población también lo era, y compartido con el acceso al templo. Al ir aumentando con los siglos la población mestiza y española, se usó incluso el espacio entre las dos iglesias y se siguió ocupando el piso de todos los templos.

No de San Juan del Río, pero si de otros lugares, hay crónicas escatológicas del nauseabundo olor que se respiraba al interior de esos lugares por la profusión de los sepulcros, sobre todo en donde no se podía escarbar profundo para ellos. De tal manera que una de las primeras disposiciones de los gobiernos independientes, fue en 1823, prohibir los entierros al interior de los templos y en los atrios.

Ante la desaparición de la república de Indios, su camposanto siguió en uso, pero ya no hubo trabajos de mantenimiento, (las autoridades del pueblo, aunque ahora independentistas, en realidad eran las mismas personas que antes habían sido realistas, es decir mestizos o españoles que no ocupaban ese espacio y por algunos años ignoraron la prohibición) Al menos hasta 1821, el lugar tenía su barda completa pero fue deteriorándose al grado de casi desaparecer en el transcurso de algunos años.

Hay constancia de enterramientos posteriores aunque aislados tanto en el Camposanto como en los templos y conventos, aun después de que, en 1833, el gobierno del estado ratifica la prohibición y hace énfasis en que los cementerios deben ubicarse en las afueras de las poblaciones.

Parece ser que ese decreto si fue tomado en serio y hay evidencias documentales de las gestiones que se hicieron para construir uno, las que concluyeron 7 años después, en 1840 con la inauguración del primer panteón enteramente civil de San Juan del Río, en las entonces afueras de la población, junto al puente de piedra, Ese panteón, municipal  externo inicialmente se llamó “La soledad” y sus primeros habitantes fueron algunos exhumados de los diversos templos y del cementerio de los indios. Hoy con una ampliación, es el panteón municipal 1.
Fue construido expresamente, no es cierto como se dice por ahí que antes había sido el panteón del Convento de San Juan de Dios, la iglesia más cercana, son dos predios completamente diferentes.

El terreno donde se ubica era conocido desde tiempos inmemoriales como “La Soledad”, no se sabe de cuándo ni porqué circunstancias había sido sitio de enterramientos, supongo que cuando había epidemias y los difuntos eran numerosos se recurría a aquel lugar para sepultarlos, no era un cementerio, solo un terreno baldío, sin alguna protección, hay evidencias en el Archivo Histórico Municipal  de las primeras décadas del siglo XIX, donde los vecinos se quejan de que en cada avenida del río (en cuyo costado estaba) aparecían a flor de tierra los huesos que incluso eran tomados por los animales. Existió en ese lugar la antigua capilla de la Soledad, pero se ignora si ella le dio nombre al terreno o fue edificada en él precisamente por los entierros.

El caso es que las autoridades mataron dos pájaros de un solo tiro y adquiriendo algunos terrenos adyacentes, completaron el perímetro original del panteón, conservaron el nombre que ya tenía el lugar y prohibieron según ya definitivamente las inhumaciones en todos los demás lugares.

Fotografía personal. Portada del Panteón municipal 1 "La Soledad"
El dato que confirma que este panteón y el de San Juan de Dios son dos completamente diferentes, es una solicitud del Administrador del Hospital de San Juan de Dios quien en julio de 1841 solicita al ayuntamiento le permitan seguir teniendo sepulcros, ya que desde que se les fue prohibido se quedaron sin las limosnas y derechos por las misas de los dolientes que hacían uso de él.

A partir de 1840, aunque todavía hubo algunos entierros en los antiguos lugares, (Una placa en el monumento a los fundadores robada hace algunos años indicaba que el panteón municipal estuvo ahí hasta 1854 y todavía fue sepultado en el pequeño panteón existente entre las dos iglesias don Juan Domínguez, en 1847 )  el panteón de los indios, paso a ser llamado “el Camposanto Viejo”.

Continuará...

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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

Hay en la cartelera del Instituto de cultura y turismo municipal, una gran cantidad de eventos para estos días, actividades adaptadas a los gustos actuales, ninguna es tradición local, y se quitaron algunas que no han funcionado otros años pero hay algunas ya se han institucionalizado como el concurso de plañideras, consulte y busque algo de su agrado, hay que aprovechar este fin de semana largo. 

domingo, 29 de septiembre de 2019

El ÁNGEL DE SAN JUAN


El ÁNGEL DE SAN JUAN


El día de Hoy, a las 12 del día, falleció don Ángel Bárcenas Martínez, personaje icónico de la ciudad por el conocimiento que de ella tenía por haberla vivido y recorrido durante más de siete décadas. 

Descanse en paz aquel que acompañó y significó tanto para tantos niños de nuestra ciudad por más de tres generaciones.

Repongo la semblanza que le hice hace un par de años, publicada ya en este espacio y en el libro de la Crónica de San Juan del Río, no como un homenaje, sino como un agradecimiento a todo lo que me compartió. Solo hice algunas pequeñas correcciones de estilo y redacción. A partir de hoy, ya hace honor a su nombre.

Fotografía de la familia Bárcenas. Ángel y ¿quién más? niños comprando.

Uno de los personajes más conocido de la ciudad, aunque no se crea, no es un político, tampoco un deportista, mucho menos un artista. Es un sencillo vendedor de dulces, y esta es su historia:

Aunque nació en Tequisquiapan, por los años vividos aquí, constituye un enlace entre el viejo San Juan, el de al menos hace al menos unos 70 años y la moderna urbe actual.  Es común ver su lento transitar por las calles, arrastrando un diablito en busca del lugar propicio para su vendimia en el que una vez instalado, aparentemente vende poco: no es así. Observándolo un breve tiempo, puede verse  que a pesar de lo exiguo de su mercancía, apenas cuatro cajitas de dulces, se le acercan infinidad de personas, todas le llaman con respeto: “don Ángel” o afectuosamente “Angelito”. El asunto es que mayormente son adultos, los mismos  a los que alguna vez les vendió en su niñez y quienes al recordarlo, acercan a hijos y nietos a que lo conozcan.
Una vez traspuesta su aparente reserva, es una delicia su conversación porque en más de cincuenta años recorriendo calles, espacios y eventos, conoció a todos los personajes públicos y privados, locales y foráneos. Su plática sabe a historia, una historia común a muchos y de la que él mismo es parte fundamental, dado que estuvo junto a deportistas, luchadores, boxeadores y artistas de época, a todos conoció, con muchos convivió, a todos recuerda,  su lista es grande, incluidos Jorge Negrete y María Félix (“a esa la tuve que ir a ver a Bernal”,  acota) El que nunca vino, dice, fue Pedro Infante.
 A los 12 años llegó a San Juan, siguiendo a su padre, que había sido contratado antes como dependiente en un tendajón de la calle Morelos y una vez instalado, mandó traer a la familia. Este hecho trajo como consecuencia que interrumpiera los estudios iniciados en la Escuela Leona Vicario de su tierra natal que ya nunca retomó.
Con el tiempo, el progenitor llegó a poseer en sociedad, una tienda en la mismísima plaza Independencia, “La Providencia” que cerró por mala administración. Así, el ya joven Ángel debió incursionar en diversos empleos, casi todos eventuales, pero casi siempre fue de planta, vendedor o vendedor ambulante de las más diversas mercancías.
¿Qué lo hace diferente a los demás de su oficio? Seguramente, en un día de tantos recorridos, sus pequeños ojos brillaron ante el oropel de un artista, de los muchos que se apersonaban en la Avenida Juárez, en la gran cantidad de restaurantes que había cerca del portal del Diezmo, sobre todo en la Bilbaína, sitio de reunión por excelencia de las celebridades hace medio siglo y a partir de entonces, debiendo continuar con sus ventas, al unísono utilizó el tiempo para conocer a los  famosos que cruzaban sus pasos, lo que no era difícil en pequeña ciudad. El encanto que le produjeron, no lo ha perdido hasta la fecha, conserva ese brillo en la mirada.
Es imposible en este espacio tan siquiera enlistar a los personajes que conoció, especial recuerdo guarda de cuando en una función en el Lienzo Charro, soltó su vitrina de gelatinas, para retratarse con Santo, el enmascarado de plata o cuando en la entrada a la calle de Cóporo vio a José Alfredo Jiménez tirando balazos y huyendo de otros empistolados, o cuando frente a él, Lucha Villa salía de la Casona durante la filmación del Gallo de Oro.

Su palabra traslada a lugares ya idos. Como integrante del grupo acústico los Líricos del Ritmo amenizó infinidad de fiestas, en la huerta de la Viña, el salón las Pompas, la Empacadora, a veces alternando con la mismísima banda municipal, donde les agarrara el ritmo, así fuera el quiosco. Las mejores calles de San Juan supieron de su habilidad con las maracas. Bohemio y Bullanguero en su juventud, daba rienda suelta en México a otra de sus pasiones, el baile, en los grandes salones de antaño, Los Ángeles y el California Dancing Club o cuando asistía aquí a la cantina, la Surianita, a escuchar la sinfonola, y aprovechando la cercanía, de vez en cuando ir, -solo a bailar, aclara, con las damitas del 30 de Cóporo, en la hoy célebre casa de las Poquianchis.
Fotografía de la familia Bárcenas. Ángel en su Juventud, cuando derrochaba talento en los salones del entonces D.F.
 Hasta la fecha y desde hace muchos años, porta una gorra de beisbolista, deporte del que fue espectador y practicante ocasional y en el que conoció a los mejores exponentes locales de él, cuando era deporte de masas.

Dice haber presenciado las funciones de la compañía de títeres Rosete Aranda, que se instalaban en la Plazuela, en la hoy placita Morelos y la entonces desolada Rafaela Díaz, lo que le inspiró para instalar un teatrito casero, con muñecos que él mismo manejaba y a los que se podía asistir  por solo 10 centavos.

Un buen día conoció a la que sería su esposa, Aracely, pero solo se casó con ella cuando en una tocada ganó mil pesos, usados para organizar la fiesta. Por cierto, dice, lo casó el Padre Leal, que por entonces tenía su casa Hogar instalada en las hoy oficinas de JAPAM, de la calle de Cuauhtémoc, de donde era y es vecino don Ángel. Formaron familia, integrada por ocho hijos, casi todos profesionistas, a quienes mantuvo con su digno oficio.

Un día la necesidad le hizo salir  de casa con dos bolsas de ixtle cuyo contenido creyó de inicio era solo mercancía, poco tardó en notar su error. Bastó instalarse, una primera mañana afuera del colegio Centro Unión, entonces en la calle 27 de septiembre: Para los niños, de ellas, asomó un maravilloso tesoro, por un lado un maravilloso tesoro: muñecos de plástico; el Santo, Superman, el hombre araña, silbatos, espantasuegras, por otro, exquisitos dulces, ricos tamarindos y sobrecitos de chocolate. Ese fue el secreto, tocar el gusto infantil y venderles dulces ilusiones. Supo entonces su destino y lo aceptó, y para no errarle, repitió la fórmula, con iguales resultados en todas las escuelas, públicas y particulares de la ciudad, donde con el paso del tiempo se hizo indispensable y hasta sirvió de punto de referencia y guardería provisional. Ostenta el extraño record de ser el único vendedor ambulante que nunca ha sido corrido de afuera de las escuelas por los maestros, y ¿cómo? Casi todos ellos, por lo menos los nacidos aquí, fueron sus clientes.

Adquirió por esos años, el don de la bilocación, es decir, el poder estar en dos lugares diferentes al mismo tiempo: era común que dos personas se encontraban y uno de ellos decía, -acabo de ver a don Ángel afuera de la “Corregidora”. No es cierto, respondía el otro, -yo vengo de la “Querétaro” y ahí estaba, hasta le compré unos paquines. Sabrá Dios si sería cierto, don Ángel dice que era rápido para trasladarse pero no tanto. 

Hasta hoy, sale siempre con el mismo cargamento, las bolsas de ixtle hace muchos años desaparecieron, igual que las de plástico y un carrito de madera. Su transporte ahora es un diablito con el que va buscando a los niños de hoy, los de antes y los de siempre. Dice haberle en vendido a casi todos los presidentes municipales y hasta a sus papás, a diputados y funcionarios diversos. Muchos de ellos no olvidan la alegría que les dio a cambio de unos pesos, que les cumplió un sueño o al menos un gusto, como cuando, instalado en la acera ancha de la calle Mina, les vendió sobres de “Ticos” a Pedrito Fernández y Tatiana quienes filmaban “Un sábado más”. Así, es común que a él se acerque algún joven y en el saludo le deslice un billete, -“p´al  refresco don “Ángel”, o que alguien le lleve un plato  de unicel con comida. –Es que esta señora me dejaba cuidando a sus hijos afuera de la escuela, aclara,  o que le compran algo y no le aceptan el cambio.…
Y sí, es cuestión de tiempo, porque dice que ya se le empiezan a olvidar nombres, para que descubras que conoció a tu papá, que te cuente historias familiares que ni conocías y hasta te halle un pariente del que no tenías idea.

Su carácter activo le impide quedarse en casa y vuelve a las calles, una vez más, quizá extrañando ya no poder ir de peregrino al Tepeyac, como lo hizo por 24 años. Aunque dice cansarse, nunca lo denota.  Todavía se le puede ver en las noches, en el jardín Independencia y los sábados por las mañana, en el tianguis del Mercado Juárez, del que es de los vendedores fundadores, y cómo no, si hasta el Reforma vio nacer, entre “puras bardas de piedra y nopaleras”.
Fotografía de la familia Bárcenas. Ángel  en su época de peregrino al Tepeyac.
 A últimas fechas, ha tomado costumbre de asistir entre semana, por las tardes a las funciones de cine del portal del Diezmo, a veces duerme, los asientos del foro son ideales para eso, aunque él dice que según cómo este la película. La verdad es que dormita, quizá recordando cuando hace setenta años, en el mismo edificio entraba a ver gratis el entonces novedoso invento de la televisión, quizá recuerda el san Juan que conoció en su niñez, las calles tranquilas, en que todos se saludaban, cuando sí había educación…

Tras la venta o plática, a todos despide con una bendición, que de alguien de 87 años, como don Ángel Bárcenas Martínez ha de tener singular valor. Todos La recibimos con gusto.
Fotografía de la familia Bárcenas.  El ángel de San Juan  en una figura mandada a realizar por su familia, con algunos detalles característicos.


Descanse en Paz, está siendo velado en los Mausoleos Guadalupanos del B. Hidalgo, por si aún pueden llegar y mañana se oficiará misa en la Capilla de los Javerianos en la misma calle, durante el transcurso de la mañana. Será Inhumado posteriormente en los Mausoleos Guadalupanos.


Fotografía tomada el 24 de noviembre de 2017, por un servidor  con la que muchos lo recordaremos y que tiene el honor de estar acompañando a su féretro. 




sábado, 21 de septiembre de 2019

Monumentos a la bandera de San Juan del Río.


MONUMENTOS A LA BANDERA DE SAN JUAN DEL RIO

Fotografía personal, Jardín de la Familia. En donde está la estatua blanca se encontraban  los ¿primero ?y segundo  monumentos a la bandera.
Corría entre los periodistas de San Juan del Río en la década de 1970 la conseja de que los presidentes municipales de entonces lo único que hacían de obra pública era un monumento a la bandera, cambiándolo de lugar, pero usando siempre las mismas piedras del anterior. En parte era cierto, en parte no. Y agregaban que todos tenían forma parecida a una pirámide, lo cual si fue completamente cierto. No vaya a pensarse que eran de material perecedero, todos fueron perfectamente construidos y fijos, pero de todos modos se les movía.

ANTECEDENTES

Aunque desde 1821, nuestro país cuenta con bandera nacional, su culto como símbolo patrio es muy posterior y tardó mucho en generalizarse, esto fue a partir de la década de 1930, cuando se construyen muchas escuelas elementales, cada una con un monumento a la bandera con su respectiva asta y se establece el lunes para la ceremonia respectiva.

De inicio no parece haber habido en la ciudad un lugar específico para rendir honores, creo que las autoridades los efectuaban en diferentes sitios o se establecían lo que eran las veladas cívicas en el viejo teatro o en sitios momentáneamente solemnes. A principios del siglo XX, uno de ellos era en o en las inmediaciones del jardín Madero

No he podido saber a partir de cuándo, solo puedo decir que fue en fecha posterior a la instalación de la carretera panamericana por la av. Juárez, que la ciudad contó con un monumento a la bandera especifico.

Existió hasta la década de 1920 en el jardín del Sacromonte un surtidor de agua del acueducto que lo alimentaba y una fuente alrededor suyo. Por razones técnicas, el surtidor, que se encontraba frente a la puerta de la cárcel se cambió cerca de la casa cural. El surtidor original era una caja de agua, elemento constructivo y arquitectónico, ya que además de su función estética, tiene el de quitar la presión del agua y aire contenidos en el trayecto subterráneo del acueducto. Era de cantera morena, con gruesas paredes, recibía el líquido por debajo y poco a poco se llenaba el hueco del centro hasta una pequeña ceja que es por donde salía, la fuente original le rodeaba para evitar derrames.

En su segunda ubicación, el surtidor ya no tenía la fuente, que había sido reedificada y colocada al centro del jardín, conteniendo al centro un sifón metálico que era el que regulaba la presión. La caja de agua fue modificada para que de ella salieran algunos tubos que surtían a todo el centro de la ciudad.

Fotografía tomada de Ayala, 1981. La caja de agua o surtidor en su tercera ubicación .
Para la década de 1940 ya con una red completa de tuberías desde pozos artesianos, la caja de agua quedó solo como un monolítico recuerdo. Generalmente la pintaban con cal, pero los resabios de la humedad que contuvo la descascaraban, mostrando un aspecto de mucha antigüedad, que no lo tenía.

MONUMENTO MÓVIL 1

Dicen algunos que fue usando la misma piedra, otros que es una leyenda, los primeros arguyen que la caja de agua se deshizo para construir con sus canteras, en otro extremo del jardín, el primer monumento a la bandera. Era de forma piramidal con decoración a cuadros, creo que a base de mosaico o cemento pulido y pintado, del vértice sobresalía una especie de tubo. Los segundos alegan que ese nunca fue monumento y que lo que parece una asta, solo era una antena de radio para servicio de la policía, cuyas oficinas estaban cercanas, pero al menos por la información de los mencionados al inicio de esta nota así se le ha considerado. Este elemento estaba ahí, en la esquina sur poniente de la entonces plazuela después de la construcción de la carretera panamericana en la década de 1940.
Fotografía tomada de Layseca,  la extraña Pirámide retículada en el entonces extremo del jardín o plazuela del Sacromonte.

 ¿Qué tiene que ver la carretera panamericana?
que en las fotos viejas junto al “monumento” se ven algunos camiones de pasajeros estacionados y estos solo ocurrió cuando esa vía de comunicación se trazó por el centro de la ciudad y a un lado del hoy jardín de la familia, antigua plazuela del Sacromonte que ha sufrido muchos cambios que ya he enumerado en otras entradas, el monumento a la bandera generó unos cuantos más.

MONUMENTO MÓVIL 2  

Poco después, en fecha ignota entre las décadas de 1940 y 1950 se instala en el multicitado jardín, un verdadero y específico monumento a la bandera, ahora sí con seguridad, utilizando las mismas piedras de la vieja caja de agua, que en su segunda ubicación había dejado de ser útil y terminó abandonada en la década de 1940.
Fotografía tomada de un periódico de la época, creo que es de don José Velázquez. 1960. Otra pirámide, vista trasera, nótese la escalera y la circulación de los autos alrededor.
(perdón por la poca exactitud en las fechas, pero, a pesar de aun haber supervivientes de la época, nadie me ha podido asegurar datos )

El flamante nuevo monumento se encontraba en medio de la entonces orilla poniente del jardín, (ya no es la actual, se ha ampliado dos veces) se componía de un basamento piramidal de dos cuerpos en cuya cima se sostenía un relieve alegórico de cantera con vista al poniente. En la cara de la pirámide que daba al templo, se encontraba una escalera metálica de albañil, para manipular el lábaro y detrás del relieve una asta. El conjunto medía unos 4 m de altura. Lo rodeaban algunas jardineras que no tuvieron tiempo para albergar vegetación. Su forma recuerda al llamado teocali de la guerra sagrada, escultura azteca, lo que no merecía el más mínimo respeto ya que al estar solo, como especie de glorieta, los autobuses maniobraban alegremente alrededor de él..
Fotografía tomada de la página de la competencia, creo que también es de un periódico de la época, perdón por ponerla, pero no hallé una que tenía del frente de  del  monumento . (casi al centro, sobre las cabezas de los militares de la línea izquierda) 
 Por sus características, lo que representa el labrado es una alegoría cuyo tema central es un escudo nacional, con características juaristas o porfirianas, por lo cual siempre he pensado que se encontraba en otro lado y se aprovechó la oportunidad para darle un segundo o tercer uso.

De esta escultura ya he comentado, si deseas ver su descripción da clic en el siguiente enlace: 



Fotografía personal, escultura alegórica que  coronaba la pirámide
Arriesgando a equivocarme, creo que la ubicación original del relieve alegórico había sido el frontis de la ya desaparecida Escuela Superior para Niños Vicente V. Alcaraz, en la calle de zaragoza, edificio decimonónico del que no se conserva una foto de frente pero cuyo pedestal a la bandera parece ser el relieve mencionado. La escuela pervivió desde la época juarista hasta la década de 1930, luego el vetusto edificio fue derrumbado a inicios de los sesentas para construir la escuela secundaria federal, hoy primaria Francisco Villa en la calle de Zaragoza.


El nuevo monumento resultante del reciclado de partes viejas se   convirtió desde entonces en el centro cívico por excelencia a cuyos pies llegaron los contingentes escolares, civiles y militares para efectuar los más diversos actos patrios, desfiles, conmemoraciones, tomas de protesta, etc. Pero el hecho de estar en el espacio público más cambiante de la ciudad, no le deparó larga vida.

En esa misma década, la conmemoración de un centenario habría de cambiar las cosas, el del triunfo de la república en Querétaro, lo que significó en 1967 la erección de una estatua monumental de Benito Juárez en el mismísimo sitio del holocausto imperial, el cerro de las campanas. Dado que la ciudad capital ya contaba de un monumento a al benemérito, en la actual calle zaragoza, que incluía su efigie metálica, para no se hicieran sombra, la vieja estatua descendió para ser trasladada a la segunda ciudad del estado, San Juan del Río, y qué mejor sitio ahí, que la plazuela o jardín del Sacromonte, al cabo que ya estaba acostumbrada.

Fotografía tomada de una postal. Circa 1970. El nuevo monumento de la vieja estatua.
La obra construida para albergar al benemérito consistió simplemente en arrasar lo existente, incluido el monumento a la bandera, cerrar la calle que pasaba al frente de la iglesia, hacer una jardinera rectangular y entepetatar alrededor de una especie de camellón ancho, en cuyo extremo poniente, para mejor lucimiento de la estatua de Don Benito, se le erigió un pedestal color blanco de unos seis metros de altura. Por su forma y color, que recordaban un envase, se conoció en su breve existencia como el monumento al talco.

Del ya extinto monumento a la bandera desmontado, su escultura alegórica fue colocado en la parte alta de la fachada de la presidencia municipal, de la vieja caja de agua solo quedaron dos sillares de cantera con inscripciones que fueron a dar a la zona de baños de la misma presidencia, acompañadas por montones de legajos del archivo histórico municipal. Varias décadas después, todas de olvido, regresaron esas piedras y los archivos casi a su ubicación original, al interior del Centro Histórico y Cultural, es decir la vieja cárcel donde hoy se mantienen, otra vez en el abandono, incluso, ya les dieron un llegue con pintura vinílica.

MONUMENTO MÓVIL 3

Algunos dicen que otra vez con las mismas piedras de cantera - aunque lo dudo- a fines de la década de 1960 se erigió un nuevo monumento en la misma avenida Juárez, pero ahora entre la curva y la vía del ferrocarril, acompañado de un camellón, se localizaba en medio de la calle, por entonces empedrada, a la altura de la casa del padre Malagón.  Formaba una especie de glorieta, aunque solo para peatones porque casi no había circulación de autos.  

Fotografía tomada de una postal. Circa 1970 la nueva pirámide, adelantito de la "Curva" en la avenida Juárez, la segunda casa a la izquierda es la del padre Malagón, recientemente fallecido.
El nuevo monumento construido según diseño del arquitecto Carlos Solhe también tenía forma de basamento piramidal pero su plataforma era más grande que el anterior, de tal manera que las autoridades podían subir a él por medio de unos escalones y en la asta de gran altura, izar y arriar la bandera (o sea, subirla y bajarla según el calendario cívico) Le adornaba al poniente, una nueva escultura alegórica en cantera.

Por su ubicación (aunque no lo crean, era entonces una calle muy poco transitada, la ciudad acababa en la vía, a unos cien metros de ahí) fue el sitio ideal para las ceremonias cívicas en las fechas que deparó el calendario de la década de 1970. Creo que no es muy amenamente recordado por el hecho de que los escolares tenían que caminar hasta “allá”.


MONUMENTO MÓVIL 4

Alcanzado el viejo pueblo por el progreso, se hizo necesario conectar su calle principal es decir la avenida Juárez, con la carretera a Tequisquiapan. Iniciando en la “Curva” hasta lo que hoy es KCM.

El trayecto en realidad había sido parte del Camino Real, pero tras décadas en el abandono más bien parecía una barranca de poca altura y fondo plano aunque con muchas piedras sueltas, así que ya estaba lo principal, solo estorbaba a los propósitos pavimentadores, el monumento a la bandera

Y… Otra vez, se quitó el monumento, solo sobrevivió el camellón que después se alargó para ser el centro del flamante Boulevard Juárez.  Sus restos, fueron a dar a otro lugar según poco transitado: la plazuela Guadalupe Victoria, de nuevo se erigió en forma de basamento piramidal, esta vez sí ocupando las piedras del anterior, incluido el escudo alegórico. Tenía una altura de aproximadamente metro y medio, hacia el oriente tenía una escalera y le continuaba un camelloncito que todavía sobrevive, aunque la famélica vegetación que le adornaba solo duró pocos años.

Fotografía tomada de revista de la época. 1980. Otra pirámide, solo sobrevive la escultura alegórica de su base.   Otra pirámide. Por haber estado presente, creo recordar a  Don Jorge Herbert, presidente municipalizando la bandera y a su lado El profr. Cabrera, Don Palemón y el Profr. Guerra. Las ventanas que se ven atrás son las del hotel "Jalisco".
Creo que apenas duró unos cuatro años en servicio, tras su inauguración el 24 de febrero de 1980. Con el aumento de automóviles y sobre todo un cambio de vialidad el destino de sus predecesores lo alcanzó; Aclaro que la av. Juárez que desde siempre había tenido 2 sentidos, se cambió en su tramo de la curva hasta Hidalgo a uno solo de oriente a poniente, y ello equivalía a que la calle paralela, es decir, la plazuela Guadalupe Victoria y su continuación en Fernando de Tapia, fueran el nuevo camino en sentido poniente a oriente.

Localizado a mitad de la calle, frente al número 10, se convirtió entonces en una glorieta que, con el aumento de circulación de autos, se convirtió en un estorbo, lo que determinó que fuera desmantelado. La cantera alegórica, como su antecesora, fue a dar a la presidencia municipal, esta vez en una de las paredes del patio central, el resto, creo que desapareció. El asta a su vez, fue sustituida por otra mayor, instalada a ras de suelo en la parte norte de la plaza independencia, que desde hacía años ya era la sede cívica de la ciudad. Se llamó por entonces asta monumental y fue inaugurada solemnemente como tal el 12 de octubre de 1985 por el presidente municipal Federico Gómez, previo discurso de la Lic. Lupina Calderón.


Fotografía tomada de revista de la época, 1985  El Presidente Municipal, izando la bandera en el asta monumental.


EL FIN DE LOS TIEMPOS

Pasado algún tiempo, durante la presidencia de Jacaranda López, ocurrió la penúltima remodelación de la plaza y resultó que para ello estorbaba la asta por lo que fue cortada, acabando así el último vestigio de sesenta años de monumentos a la bandera en la ciudad. El resto cercenado del tubo metálico, víctima del soplete estuvo ahí algunos años, hasta la presente década, cuando le llegó otra necesaria remodelación de la plaza de la Independencia que incluyó la instalación de unas fuentes danzarinas, con un increíble sistema que hace brotar desde el piso unos dinámicos chorros de agua, y al caer se rebombea la misma agua en un movimiento sin fin, que gasta poca agua. En el colmo de la modernidad incluyen un igualmente rasero sistema de iluminación desde el suelo hacia los chisguetes, creo que es hasta de LED multicolor.

El único problema del sistema es que solo sirven los focos, pero el agua no se rebombea y como la llave que la alimenta sigue abierta, termina derramándose, de tal manera que casi no se enciende, supongo que el ayuntamiento solo las ocupa cuando se tienen que lavar las calles de Abasolo, corregidora y ayuntamiento, en cada una de esas sesiones casi se completa el refrán: el agua no llego al río, pero casi, solo treinta metros le han faltado para lograrlo.

Ah, perdón estábamos hablando de los monumentos a la bandera, como ya no hay, la última ceremonia del 24 de febrero (2019) se realizó indoor, es decir bajo techo, en los patios de la nueva sede municipal, ya no hubo los contingentes escolares que acudían al culto a nuestro lábaro, solo los funcionarios municipales tuvieron el honor de ser patrióticos y ver el ondeo de la bandera. Yo propongo que, si se va a seguir haciendo ahí, le hagan al asta un basamento, que sea piramidal que esté en una glorieta y le hagan un lado un camelloncito, para ser congruentes con la historia.

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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
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CADA QUIEN HABLA DE LA FERIA, SEGÚN COMO LE FUE (ECO MUY MUY LEJANO DE LA FERIA)

Como había prometido que haría una entrada de lo ocurrido en la pasada feria 2019, pero ya es tema muy pasado, para no dejar de que quede constancia, hago aquí una relación breve de lo que pude observar.

Decían desde meses previos las malas lenguas que no había dinero y que por ello los eventos culturales (no hablo del Palenque y del teatro de Feria, que comentaré más adelante) iban a ser malos, resulta que sí y resulta que no. Definitivamente se notó la falta presupuesto en la ausencia de compañias y artistas foráneos, que sí los hubo, pero no como en años pasados, sin embargo, la crisis sacó a relucir lo mejor del ambiente cultural y académico de la ciudad, ya que se dio oportunidad a las distintas escuelas, grupos y academias locales, resultando que hubo personal hasta para aventar para arriba y se aprovecharon al máximo todos los locales y espacios culturales con los que cuenta la ciudad, incluso se dispusieron nuevos. Se notó cantidad, pero sobre todo calidad, incluso en los eventos en que intervinieron niños, el talento local afloró. Lejos quedaron los tiempos de la pequeña ciudad en los que apenas se disponía del grupo  "Quetzal" y las señoritas del Matcehualli Mitotiani, hasta un servidor hace algunos años participó en eventos en dos años consecutivos (y ni artista era). 

Del acceso a la feria, no sé a que santo le rezaron ahora, supongo que no fue  San Juan Bautista o San Isidro, el caso es que no llovió y no hubo ningún  contratiempo como en años anteriores, aunque, sigue sin haber un acceso digno al centro de feria, se tiene que rodear el edificio del polideportivo y peligrosamente, por la orilla de la carretera entrar, en un acceso en el que también entran los autos de los comerciantes, expositores y recomendados. Insisto en que se puede hacer un acceso detrás del mencionado edificio y evitar bastantes contratiempos. Por ser los terrenos del estacionamiento en tiempos recientes milpas, aún quedan canales de riego que como todos los años, se cruzan con  ¡tablas!   

Respecto a los artistas del Teatro de feria y el Palenque, ya lo he dicho, es un negocio y los que se presentan son los que son populares y mientras eso  atraiga a las masas, así continuará por muchos años.

El único grupo de Rock que se presentó terminó cancelando su concierto por las malas condiciones del teatro, según la cancelación fue de último momento, pero yo supongo que no y desde mucho antes los sabían, pero como era sábado, no se dijo nada, y cuando supongo ya se había recuperado la inversión fue cuando anunciaron y dejaron paso libre, aunque ya estaba casi lleno, con boleto pagado. Como dijeron las autoridades municipales esos eventos son responsabilidad de la empresa que administra, pero supongo que hay un modo de evitar esas cancelaciones, no se vale  argüir que  no se devolvió dinero porque lo que cobra es el acceso a la feria y el artista es gratis, explicación fácil para gente fácil. Fui testigo de como desde mucho antes de anunciar la cancelación las patrullas se fueron, igual los boleteros y recepcionistas y en el colmo, ni siquiera había personal a la salida del estacionamiento, solicitando la contraseña de pago y moderando la salida, lo que generó un caos que pudo haber provocado una situación de riesgo.

Respecto al espacio comercial, creo que no hay mucho que decir, cuando más parecía el tianguis del mercado Juárez, aunque semi vacio, muchos locales no se ocuparon. Se notó sobretodo la ausencia de muchas industrias que tradicionalmente ofrecían sus productos,

Y ahora no hubo, como en otros años presentación de algún libro histórico, como que ya habían acostumbrado, ni modo.

De la cancelación del grupo, de cuyo nombre no quiero acordarme (no es cierto, ni los conozco) en la clausura, creo que fue castigo divino, para que las autoridades e invitados ahí presentes sintieran el oprobio que sufrimos días antes los que fuimos a ver a Panteón Rococó. La gente, ni como quejarse, era gratis, es lo malo de depender de grupos advenedizos, para la otra que contraten a profesionales, que sí cumplen  y ahí si valdría la pena de hacer campamento en la Plaza Independencia desde temprano y de nuevo, a poco la presidencia municipal no puede intervenir para evitar este tipo de desaguisados.

Y de la reina,,, no es cierto, ahora ni la conocí, pero me dicen que también cantaba, y extrañamente (¿Nos estaremos volviendo civilizados?) no hubo ningún comentario de su designación, de su origen, de que si se lo merecía, etc. Como otros años. Signos de nuevos tiempos.

Creo que había dicho que iba a ser breve, pero, alegre el indio y le dan maracas...

Lo de ecos de la feria que ocupo en las entradas de este tema, era el nombre de una publicación que hacía don José Velázquez  en los años sesenta  y setenta, cuando formaba parte del comité organizador de feria, le copie el título pero obviamente con otros propósitos.
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CASI LA PORRÚA

Había comentado con algunos lectores que iba a poner a la venta algunos libros de historia, sobre todo de Querétaro, incluidos algunos referentes a San Juan del Río,  otra vez me atacó el trabajo, pero espero hacerlo pronto. Aclaro que no tengo ninguna necesidad económica y el asunto es solo de difusión, se trata de unos cien libros que ya tengo repetidos, sea porque encontré alguno en mejores condiciones del que tenía, o porque me lo hallé en algunas de mis incursiones y me dio cosa verlo por ahí abandonado, cuando era de buen tema y nadie lo compraba, no lo fueran a tirar a la basura.

Los precios no serán caros, tampoco gratis, solo lo suficiente para recuperar lo que he gastado y ocuparlo en aumentar la biblioteca personal. No los puedo regalar, ni hacer trivias ni cataflixias. En cuanto disponga de algún tiempo para conseguir un espacio accesible les hago llegar la información oportunamente, para que vayan haciendo sus ahorritos, creo que no ha habido una venta así, a ver que sale. 
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Se reciben toda clase de comentarios, críticas, adiciones y rectificaciones, contesto a todo.