sábado, 30 de abril de 2016

La ESFAC de San Juan del Río: ¡Presente!


La ESFAC de San Juan del Río:  ¡Presente!
La obra


La extraña palabra ESFAC, representa para los antiguos sanjuanenses, la evocación a una verdadera piedra angular de nuestra ciudad, del viejo pueblo, de la moderna ciudad, de todos nuestros recuerdos, de muchos de nuestros saberes.

Las siglas nos remiten a la Escuela Secundaria Federal Antonio Caso. Institución que a partir de la segunda mitad del siglo XX proporcionó a la entonces juventud local otro nivel de estudios, al que por entonces pocos accedían dado que implicaba trasladarse por lo menos a la capital del estado ya que en nuestra ciudad solo se podía acudir a instituciones de educación Primaria.

Como había mencionado en el artículo referente a la explosión demográfica, esta escuela en sí misma, nos ejemplifica de manera real el acelerado crecimiento de la ciudad. Seguramente los pioneros creyeron que la pequeña escuela que resultó del empeño para que sus hijos tuvieran educación de otro nivel, permanecería así por mucho tiempo, sin cambios, apacible e inalterable como eran todas las cosas en la para entonces también pequeña ciudad. Lejos estaban de imaginar que el aumento poblacional implicaría para la institución un igual crecimiento acelerado que no se detendría hasta bien entrada la década de 1990, cuando físicamente ya fue imposible el crecimiento de su infraestructura y su matrícula.

Para entonces ya lejos quedaba el recuerdo del puñado de alumnos que inició clases en el salón de cabildo de la Presidencia Municipal con su posterior traslado a la entonces casa Chavarría, junto al Portal de la Empacadora, también iba quedando en el olvido cuando la institución se convirtió en Federal y estrenó flamante edificio, construido exprofeso, con instalaciones por entonces de lo más moderno para el nivel de Educación secundaria en la calle Zaragoza.

El crecimiento que experimentaba la ciudad, y la consecuente demanda de los espacios para estudiantes hizo que en solo una década, esas instalaciones fueran completamente insuficientes y se requirió dar el cambio final, a un amplio terreno en lo que en la década de 1960 eran las afueras de la ciudad. Según lo que me dicen ni siquiera calle había, hasta poco tiempo antes habían sido unas milpas, arrasadas para  establecer unos campos tierreros de futbol.

Recreación personal. El área de la Esfac en la década de los 70s . La línea azul con verde indica el paso de la acequia, hoy bajo la banqueta de la fachada.
Quiso la casualidad, que el terreno donde se construyó era el final de la meseta del pueblo y estaba delimitado al frente por el paso de la Acequia del Pueblo. Así, esta característica determinó la actual fisonomía de su fachada que al estar en la meseta, queda al nivel de la calle, pero todas las instalaciones están metros debajo de él, fuera de la meseta.


El municipio, siempre previsor, ocultó la acequia debajo de la banqueta del frente y le dio nombre a la calle resultante: Heroico Colegio Militar. En esta, su actual ubicación, pasó de apenas tres grupos por grado a dos decenas de ellos, a tener que establecer un turno vespertino, a utilizar hasta el último espacio del terreno disponible para instalaciones educativas que fue requiriendo con los años, incluso, inicialmente el terreno solo  abarcaba la mitad de la cuadra, y a mediados de la década de 1970, se anexó lo que hoy son las canchas deportivas, que hasta entonces eran un parque infantil.


En esta entrada, contrario a la tendencia de este blog, solo diré estos datos de su historia, básicamente de los edificios que ocupó. Por haber sido durante muchos años la única escuela de nivel secundaria de la localidad y siempre una de las más  prestigiadas entre las muchas que hoy la acompañan en su labor educativa, cubriendo un nivel, en el municipio.

Para los sanjuanenses de cierta edad la mención de esas siglas es mencionar la Secundaria por antonomasia, la de siempre, la de nuestros recuerdos, a la que todos llegábamos caminando porque ni había ni se necesitaba transporte público, siglas que nos recuerdan la inocente barda de apenas un metro y medio de altura que la rodeaba y que nos permitía, sin permiso poder degustar en el recreo las exquisitas tortas de don David en el mercado Reforma, causa de que hoy las bardas tengan casi 4 m de altura. La siglas evocan los baldíos que hasta hace poco, excepto la fachada, la circundaban, escenario final inevitable de la mítica frase “nos vemos en la salida”. Los actuales patios, hoy completamente cubiertos por cemento o adoquín ya no levantan el polvo, que surgía en las batallas campales de grupo contra grupo, del tepetate que era por entonces el suelo, con los consecuentes “reportes”.


Anuario 1978 de la ESFAC. Fotografía aérea Nótese que la fachada está en la meseta y las instalaciones fuera de ella, metros abajo. Se ve la entrada original. La acequia fue cubierta, solo sobrevivió de ella el gran fresno, de los muchos que tuvo a sus orillas. Persiste en la actualidad, podado varias veces. 
Inútil es en este espacio hacer un recuento de los alumnos que tuvo. Aquí estuvieron todos los posible durante décadas, destacados para bien o para mal en todos los aspectos, incluso redactores de blogs fueron alumnos de la institución.

Igualmente es difícil abarcar a los grandes maestros que hicieron historia en la institución y nuestras vidas, sin embargo, se abre una posibilidad:
En el pasado mes, creo que sin mayor publicidad, se presentó un libro que es una semblanza de los 65 años que la institución acaba de cumplir. Lamentablemente por lo ya dicho no asistí al evento, pero habiendo ya pasado por manos, vista y mente, me permito hacer una semblanza del mismo, con objeto de despertar su interés para que lo adquieran.

Como para que la cuña apriete… la autora es la Mtra. Angeluchy Sánchez  (aunque en los créditos se ostenta como Directora Editorial?) Ex alumna y actual maestra de la propia escuela. Impreso en papel satinado de gran calidad, permite en muchos casos que los gráficos tengan una resolución excelente.

Entrada actual de la Escuela. Fotografía personal.
Se titula “65 años Una Realidad que hace historia” Consta de 145 páginas. En 6 capítulos que en realidad son 5, nos remonta desde el origen, descripción, homenajes, recuerdos y anécdotas de la institución hasta llevarnos  a su propio futuro.


El marco histórico cuenta con unas breves páginas que de manera concisa nos ubican en el tiempo espacio y circunstancias que dieron origen a la institución, así como los mismos factores que en tiempos posteriores permitieron su desarrollo. Una estricta investigación que nos da los datos duros necesarios de una historia de la que casi cuatro generaciones de sanjuanenses conocemos solo un segmento, incluyendo una semblanza de algunos personajes que fueron importantes en la fundación y en su posterior desarrollo.


Después de ello, más que texto, es una recopilación de imágenes que constituyen la mayor parte y la esencia del libro, ya que abarcan todos los tiempos de la escuela, incluyendo fotografías tanto de eventos como de docentes, actos y cuadros generacionales.
Esta riqueza visual, a la vez es el punto débil de la publicación ya que no se incluyen todas las generaciones, aún en años en que eran pocos grupos y resulta decepcionante ir viendo los que te antecedieron y resultar que tú no estás. (como ocurrió en mi caso) Creo que en un volumen era imposible abarcar todas las generaciones hasta la época actual, pero si se hubiera hecho en dos, con cierto año como límite para el primero y los demás en el segundo, se hubiera podido incluir a todos. Igualmente con algunas de las Plantillas de Profesores. No están todas. Creo que sería mi único reproche y el de muchos. Obviando el punto anterior, debemos agradecer que aún con esas incompletas fotografías la autora nos permitió viajar a los recónditos espacios de la memoria y volver a nuestra niñez, a recordar entre generación y generación nuestra adolescencia. Les va a ocurrir que cada serie de imágenes, por los recuerdos que atrae, tarden más en dar vuelta a la siguiente. Especialmente si encuentra los tres años en los que fueron estudiantes de la escuela. (... Bueno, algunos más de tres)
Ahí encontrarán al amigo olvidado, a la primera novia, (o intento de  ) al gandalla, al que no hablaba, al que se fue y nunca lo volvimos a ver, al que destacó, al amigo que hasta hoy es, al que entonces era. En fin, a todos los que nos acompañaron en el breve espacio de vida, solo tres años, pero que tanto significan ahora.

Igualmente, les ocurrirá con los maestros, viendo la misma fotografía, según la generación y el hecho de que muchos permanecieron toda su vida laboral en ella, algunos diremos “Qué joven estaba” o “que viejo era. Recordaremos con sus imágenes como empezaban sus clases, sus manías, sus frases célebres, sus apodos, etc. (todos tuvieron)

Por la gran cantidad de nombres de alumnos, autoridades y docentes que se manejan, hay varios errores, que cada uno podrá ir descubriendo, pero creo que no afectan el propósito general de la obra.
Así es que si quieren una máquina del tiempo funcional, no duden en adquirir el libro, de los pocos escritos por sanjuanenses y con un tema original, no la común repetición de otros. Supongo que como casi todos los que escribimos al respecto, la autora (no tengo el gusto de conocerla personalmente, sé de ella por sus actividades artísticas) más que el puro interés monetario, está el difundir recuerdos, tal vez simples, pero significativos para muchos, en este caso de verdad muchos, adquieran el libro y le permitan emprender otro proyecto.

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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

El libro está a la venta en la librería Confabulario de la Av. Río Moctezuma, por la calidad de edición vale la pena el precio.  

miércoles, 13 de abril de 2016

El Hotel de Tripulaciones de la Estación de San Juan del Río.

El Hotel de Tripulaciones de la Estación de San Juan del Río.

Fotografía Personal, 2007 El hotel de tripulaciones en la calle Álvaro Obregón. Los postes de concreto marcan el antiguo paso de la acequia. Tomada del libro "La acequia del pueblo"

PRESENTACIÓN

No es una construcción tan vieja ni entrañable para casi nadie, pero representa uno de los cada vez más escasos vestigios de una importante etapa de la vida de nuestra ciudad.

Por su ubicación alejada, y el hecho de que hasta hace pocos años la parte frontal del predio donde está ubicada tenía una línea de frondosos pirúes la ocultaban algo de la vista, casi no es conocida. Fue hasta hace pocos años, cuando la prolongación de la calle Álvaro Obregón fue ampliada y pavimentada hasta el Barrio de san Isidro y los nuevos asentamientos del norte de la ciudad, que al derribarse algunos de los mencionados árboles se pudo observar de manera casi completa el edificio que hoy comentaré para Ustedes. Para los viejos habitantes del barrio, acostumbrados hasta antes de la década de 1990, a trasladarse a pie al centro de la ciudad, era habitual el poderlo ver. Hoy la modernidad y el pasar por esa vía casi siempre en vehículo solo nos da una fugaz visión de una grandeza hoy perdida.

Desde hace algún tiempo tenía por ahí la información del mismo, pero por uno u otro motivo se fue quedando por ahí, en la bandeja de futuros artículos. Solo hasta en días pasados, en las redes sociales algunos usuarios comentaban sobre el mismo y su deterioro, ilustrando con una fotografía su estado actual, que recordé que por ahí tenía la información que hoy se la presento.


ANTECEDENTES

A finales del siglo XIX, se instaló aquí el complejo de las instalaciones ferroviarias del Ferrocarril Central, cuya parte más visible  era su estación. Pocos años después, por la importancia de la ciudad para la actividad mercantil y el consecuente uso del nuevo medio de transporte, se pudo dar el caso de que en dicho complejo confluyeran las dos línea más importantes del Ferrocarril;  México - Laredo, y México -Ciudad Juárez.

La parte más visible de esas instalaciones fue siempre la Estación, sin embargo, para el adecuado funcionamiento de la misma, en el amplio terreno que la rodeaba, hubo otras construcciones, algunas ya absorbidas por el crecimiento urbano y otras abandonadas desde hace muchos años. Hoy solo me ocuparé de una de ellas: El hotel de tripulaciones.

Como toda estación original, la de San Juan del Río se construyó en un amplio terreno en las afueras, al norte de la ciudad. Aunque tenía algunos otros edificios aislados más céntricos, podemos ubicar en la actualidad sus límites de la siguiente manera:
Al Sur: El Bulevar Pablo Cabrera.
Al Norte, la calle Salvador Carrillo.
Al Este: La Calle Álvaro Obregón.
Al Oeste: El Río San Juan.

Dentro del rectángulo resultante, se levantaron las instalaciones mencionadas y en los espacios vacíos se plantaron grandes cantidades de eucaliptos, árbol de rápido crecimiento  cuya madera era usada para la fabricar los durmientes de las vías.

Por la ubicación estratégica del terreno, aprovechando que una desviación de la acequia del pueblo pasaba por un lado, se tomó el agua de ella y se hicieron otros dos canales derivadores, de tal manera que los árboles tuvieron riego por tres de sus límites; Álvaro Obregón, Salvador Carrillo y Pablo Cabrera. El resultado fue un abundante bosque de Eucaliptos que rodeaba la  estación y cuyos últimos ejemplares sobreviven hasta nuestros días, son ya muy pocos pero de gran tamaño. En el transcurso del siglo XX se fueron talando poco a poco principalmente para la construcción de campos deportivos. En ese bosque se ubicó el mítico campo de Beisbol y futbol “La estación”, en el lado de Pablo Cabrera y el “San Isidro” al extremo contario, ambos ya desaparecidos.

Recreación personal del año 1970. La zona de la estación. El # 16 indica el hotel de tripulaciones, el 14 la Estación del Tren. Muestra todos los elementos mencionados en el artículo. Tomada del libro "La acequia del pueblo"
Con la privatización de los ferrocarriles en la década de 1980, el amplio terreno y lo que quedaba de bosque pasó a manos particulares y fue circulado casi por completo, impidiéndose el acceso a ambos campos.

EL EDIFICIO

Casi como consolación, en el extremo oriente del predio, donde quedaba algo del bosque de eucaliptos, se instaló recientemente un nuevo campo de futbol. Colindante con el Hotel de Tripulaciones.

Decía al inicio que no es tan viejo, data de inicios del siglo XX, pero su arquitectura es completamente diferente a cualquiera de la ciudad, ya sea moderna o antigua.
Su construcción es totalmente de ladrillo rojo, de altas paredes y techos de un material entonces desconocido en el pequeño pueblo de techos de teja: láminas de zinc de dos aguas, sostenidos por extrañas vigas lo que nos da una reminiscencia a algún edificio inglés.
Fotografía INAH , lateral del edificio circa 2000.

En sus tiempos, la construcción debió de ser de alto lujo. Considerando que siendo el ferrocarril, el vehículo más moderno de la época, las personas que lo conducían se ubicaban en una alta posición del sector laboral, de ahí que para su alojamiento, merecieran una instalación de gran costo. Inicialmente, la tecnología e infraestructura necesaria para los trenes y sus estaciones, se importaban principalmente de Inglaterra, de ahí no es difícil deducir que viene la arquitectura del de nuestra ciudad.


Fotografía INAH , lateral del edificio circa 2000. Notese atrás, la barda de adobe

EL LUJO

Esta especie de abadía, cuyo material, ladrillo rojo, se utilizó hasta en la fachada,  está como dije en el mismo terreno, pero algo alejado de la estación y las vías, seguramente para evitar el ruido de las máquinas y el bullicio de la gente. En él se alojaban tripulaciones enteras en descanso, listas para relevar a otras que ya venían con muchos kilómetros encima o para abrir corridas extras.


Fotografía INAH , Interior del edificio circa 2000, Nótese el techo de madera.
Por dentro tenía lujos impensables y hasta desconocidos en la pequeña ciudad. Incluía pisos y plafones de duela y ornamentaciones artísticas. Aunque parezca ocioso de mencionar, incluía otro aditamento entonces de superlujo: servicios sanitarios interiores.

El porqué de este tipo de construcciones se justificaba en su época por las largas distancias que recorría el ferrocarril en los yermos terrenos, con solo pequeñas poblaciones que  carecían de algún espacio regular para alojar a los por entonces importantes operarios. El progreso del país con el transcurso de las décadas y del mismo sistema ferroviario con tiempos más rápidos, hizo innecesarias este tipo de instalaciones, que poco a poco fueron descuidándose.

Fotografía INAH , Planta del edificio.
En su etapa de grandeza, el edificio incluía un patio que le rodeaba completamente . delimitado por una barda de adobe de la que quedan pocos tramos, con adornos de cantera. Seguramente tuvo un jardín que la hermoseaba. Otro de sus lujos era tener a un lado agua corriente de la acequia, para las labores de limpieza.


EL DETERIORO

No hay constancia de cuando se dejó de usar por completo, me dicen que para la década de 1960 ya estaba abandonado. La intemperie acabó pronto con el adobe de la barda perimetral, hoy solo hay pocos restos de él y sus adornos y remates de cantera.El edificio, por ser de una sola pieza de ladrillo, sufría ya de cuarteaduras y la oxidación del zinc provocó daños en el plafón de madera, el piso creo que ya había desaparecido por completo.

Hasta hace unos diez años, se mantenía completo, solo con el ofensivo grafiti, poco después, los dueños del predio lo destinaron a taller mecánico y  avanzó el deterioro hasta llegar a su deplorable estado actual.

Repito, creo que no es entrañable para nadie, sus fugaces habitantes un día se fueron y no volvieron, el bosque de eucaliptos que lo rodeaba cada día es más raquítico, por su frente dejó de correr el agua hace muchos años, es un monumento registrado pero nadie se ocupa de él, ni de las otras instalaciones que hace ya 130 años formaron la vieja estación, se está desintegrando, como la Casa Redonda, como la Garza, como el Aljibe…
Fotografía tomada de la pagina de Alfredo Flores, 2016. Graffiti y óxido avanzan
   
Tomo la fotografía actual de la página del Lic. Alfredo Flores,  (por cierto, vecino mío de la niñez) quien la dio a conocer y manifestó su preocupación por el edificio.
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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
Las fotografías del INAH proceden de un archivo en un formato muy antiguo, por lo que hay que convertirlas a otro que no permite mayor calidad.
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Para aquellos que en el aire las componen, ya salió la convocatoria para los Juegos Florales. Solo una cosa puedo asegurar, Roque lo intentará nuevamente.
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Se sigue invitando a dar sus comentarios, adiciones, rectificaciones, contesto a todos. Una disculpa a los que me han contactado por Facebook, pero casi no ocupo esa red, aquí sí reviso seguido.