lunes, 9 de marzo de 2020

EL PODER DE LA ANÉCDOTA 2


EL PODER DE LA ANÉCDOTA 2


Fueron las dos a un día de campo, la anécdota fue de jeans, la historia de vestido largo, rojo para ser precisos, solo una disfrutó el paseo y a la hora de relatar lo sucedido en él, la historia solo dio algunos datos, la anécdota fue grandilocuente. La Historia es de las que se casa de blanco, la anécdota prefiere la unión libre, la historia es recatada y modosita, a contraparte de la anécdota, que asiste a las manifestaciones y hasta lleva su espray.

Pongo a su consideración de nueva cuenta, algunos hechos que no entran completamente como históricos por la fugacidad de sus datos y lo etéreo de su contenido, lo que me obliga a algunos permisos literarios para armarlos, aunque aclaro que son verdad y fui testigo de ambos, uno a través del periódico local y el otro de manera presencial.


NO ERA UN TESTIGO

Al finalizar la década de 1960, la vieja cárcel local que anteriormente se encontraba en su centenario edificio junto al Santuario del Sacromonte, fue trasladada al anexo del convento de Santo Domingo que ya para entonces tenía casi un siglo funcionando como Presidencia Municipal. Solo un muro separaba ambas instalaciones, el convento, propiamente dicho y el anexo, aunque no tenían comunicación interna y eran dos instalaciones diferentes, con sendos accesos en la Avenida Juárez.

Imágenes  de Google Street Viewer. Antiguo convento de Santo Domingo. A la izquierda, la hasta hace poco Presidencia Municipal, a la derecha, la antigua cárcel. La barda que separaba ambos conjuntos estaría más o menos donde se unen las dos fotografías.

El convento contaba con un patio central, adornado por una fuente y en derredor tras sencillos arcos, lo que fueron las crujías y habitaciones de los frailes, que al pasar a uso público se adaptaron en lo posible para las diversas dependencias municipales y así llegaría para la fecha mencionada.  

Una de ellas eran los juzgados de lo que después se llamaría primera instancia, donde se ventilaba toda clase de asuntos, desde civiles hasta penales. Estaban en la sección oriente del patio.  
  
La cárcel, en la otra instalación, igualmente ocupaba lo que ya había sido adaptado desde muchos años antes para que funcionara la escuela Sor Juana Inés de la Cruz, que al trasladarse a sus entonces modernas instalaciones de la calzada Hidalgo, frente al Mercado Reforma, dejaron para el uso municipal y estatal los viejos edificios.

Imagen de los años sesentas, de la Mexicana de fotógrafos. En el anexo aún estaba la escuela .

Así, una gruesa y antigua pared que antes separaba el convento de su anexo ahora lo hacía para los juzgados y la cárcel.

Un buen día, ya bien entrada la década de los setentas, en una de las peliagudas sesiones que desahogaban los juzgados, se incluía un careo entre algunos involucrados en un pleito del que ya no se recuerda el motivo y en el que como siembre, todos los presentes decían tener la razón. Fue una dura jornada para los funcionarios, debieron agudizar al máximo los sentidos para poder escuchar tan diversos alegatos, conceder la palabra, hacerse oír y dar la formalidad al accidentado momento. Solo uno de los presentes guardó silencio, se dice que incluso parecía hacerse hacia atrás e inmutable, contemplaba la escena recargado en un archivero, cuando todos los demás trataban de ganar los espacios al frente. Desde el inicio cada bando pintó su raya y poco respeto tenían por los turnos para declarar que concedía el juez, solo bastaba el primer monosílabo emitido por la garganta de alguno, para que, al unísono la parte contraria soltara las peores diatribas. El mencionado, parecía ocupar la parte central, nunca se escuchó su voz, ni a favor ni en contra de los bandos. En un momento el juez y las mecanógrafas se dieron cuenta de ello, pero supusieron que era un testigo al que le tocaría declarar al final. Después, en el maremágnum que se generó, ya nadie se acordó de él.


Fotografía personal , interior del exconvento. Tras los arcos las oficinas municipales.

Obviamente no hubo acuerdo alguno. Al concluir la accidentada mañana, el juez fatigado, sacó un pañuelo y se limpió el sudor de frente y cara – Es duro hacer cumplir la ley. Las secretarias y actuarios, en silencio trataban de ordenar el amontonadero y desorden de legajos que la sesión había dejado,

No faltó alguien que comentara el mutismo del hombre del archivero, no se movió nunca de ese lugar, solo entonces trataron de ver de qué bando de los de la reyerta era. Resultó que no era de ninguno, todos los involucrados y sus testigos registrados habían participado, sin que faltara uno solo, vaya si lo sabían ellos, todos estuvieron, llegaron incluso a contar cuantos debían estar, sobraba uno, el que guardó silencio, pensaron que nunca sabrían quién era. Apenas instantes después, algunos ruidos y voces detrás del multicitado archivero les traerían dos noticias, una buena y una mala, la buena era que sí sabrían quién era el misterioso hombre del silencio, la mala: Era un preso de la contigua cárcel.

Los muros antiguos se elaboraban a partir de la unión de grandes piedras con un mortero de lodo y recubiertos por un material que actualmente se llama arenilla, que es una especie de cemento, que de inicio es durísimo, pero al paso de los años van perdiendo ambos materiales sus propiedades, el lodo se va desecando y contrayéndose, la gravilla se hace arenosa y fácil de quitar sin herramienta alguna, incluso con una uña es posible derrumbar hasta una barda, solo es cuestión de paciencia y tiempo, de los que dispone en abundancia cualquier recluso.

Así, uno de ellos, con la creatividad que da el no pasar del tiempo, en la soledad de su celda, elucubró que podía horadar la vieja pared que contenía su libertad y no fue difícil que del pensamiento pasara a la acción y tras rascar un hoyito en la pared, lo demás fue fácil. De alguna forma consiguió ocultar la tierra rascada y en algunas jornadas más pudo acceder al alma de la barda, quizá un par de grandes piedras le costaron más trabajo, pero igual pudo continuar.

Algunas noches después, vio la luz, bueno, no la vio, ya dije que era de noche, pero pudo acceder al aplanado del otro lado, igual de viejo, igual de fácil de quitar. Una pared metálica apareció, por un momento pensó que todo había sido en vano, y que había una protección adicional, pero poco tardó en descubrir que era un mueble, que podía mover, un … archivero.

Imagen tomada de Internet, crédito a quien corresponda, época actual,  la fuente no es la original, los arcos son iguales en el lado oriente, donde se ubica la oficina que antes fue juzgado.

De alguna manera consiguió pasar al juzgado y esperar a que se abriera su puerta y confundirse con los asistentes, lo demás ya fue narrado. Seguramente fue el primero en salir de la audiencia, contemplar la centenaria fuente del patio, quizá hasta iba pensando en cuál de los dos bandos tenía razón, pero al instante recordó que tenía que escapar rápidamente, -que se hagan bolas ellos, al fin, que...

él no era un testigo.


NO ERA UN TAXI

En una de las recurrentes reubicaciones de vendedores y puestos ambulantes de toda índole que emprende el municipio, en la calle de Mina, frente a la bocacalle del entonces flamante andador Leonardo Bravo, habían sido trasladados algunos de los puestos de tacos que en diversos lugares de la ciudad expendían por las noches su mercancía en la década de los ochentas del siglo pasado.

Imagen de Google Street Viewer. Esquina de Nicolás bravo y Francisco Javier Mina. La camioneta Roja sería la ubicación del puesto,  la jacaranda de la izauierda señala la cantina del mismo nombre.

Eran de tacos de cabeza de res, que creo que son comunes en todo el centro del país, caracterizados por calentar al vapor la carne y las tortillas a través de un recipiente de agua bajo el comal al que accede el vapor a través de unos orificios en el metal. Para mayor aprovechamiento, poco antes de servir una orden, carne y tortillas son cubiertos por un plástico y en pocos minutos alcanzan la temperatura ideal para servirse, el resto de la magia la hacen los complementos clásicos: sal, cilantro, cebolla picada y unas buenas salsas.

Eran solo dos puestos de estructura metálica, portátiles a través de ruedas, pero creo que durante los años que ahí estuvieron nunca se movían, se dejaban al cuidado de unas cadenas, si no mal recuerdo ambos eran atendidos por dos integrantes de la familia Esquivel.

Fue precisamente en el que atendía don Concepción Esquivel, donde ocurrió lo que se narrará a continuación.

Imagen tomada de Internet, crédito a quien corresponda,  vista hacia la Iglesia, desde el lugar donde se ubicaba el puesto.

Imagen de Google Street Viewer. Vista contraria.

Eran aproximadamente las nueve de la noche, el puesto era especialmente popular, por el sabor de los tacos, lo céntrico de su ubicación, pero especialmente porque el popular “cabecita” ocupado en el tronco de picar, dejaba el resto del servicio en dos ayudantes, creo que eran sus familiares, las cuales, a pesar de ser muy serias, eran bastante agradables a la vista.

El puesto se instalaba en la orilla del andador, pero ya en la calle de Mina, por entonces solo cubierta por el empedrado ondulante de esos años y de tramo en tramo, algunos postes con lámparas de luz mercurial.

Imagen tomada de Internet, crédito a quien corresponda,  Don Concepción Esquivel Esquivel (QEPD) el taquero de la época.

Para quienes no la conocieron, ese sistema público, entonces novedoso y pregonado por todos los gobiernos municipales cuando la instalaban, en verdad era bastante deficiente y más que alumbrar “penumbraba” al grado que muchas veces era más potente la luz de la luna.

Así, pasado el breve espacio de los puestos, la calle hacia el sur se veía bastante oscura, apenas salpicada por la amarillenta luz que descendía de algunos de los postes 

 La noche de marras, el puesto estaba a rebosar, las damitas apenas se daban abasto para atender a la clientela que por los cuatro costados pedía la suculenta mercancía.

De la cercana cantina “las Jacarandas”, salió un sujeto, ese si propiamente dicho bien “alumbrado” y de apariencia bastante infame. No sé si de naturaleza o por los efectos del alcohol, pero era muy elocuente y no tardó en integrarse con sus comentarios al grupo de comensales parados (las sillas eran un lujo que tardaría en implantarse), a la vez que se embutía una buena ración de los tacos.

Su plática era en voz alta, la clásica de los que tratan de aparentar que no están alcoholizados. Al terminar el plato, de manera solemne, declaró que ya se iba para su casa. Y empezó una serie de episodios en los que se movía hacía el arroyo de la calle para ver si venía un taxi y abordarlo. Al no tener éxito, regresaba a seguir engullendo y conversando igual con el taquero que con los parroquianos -las muchachas hacía rato que lo ignoraban- para solo unos minutos después volver a tratar de obtener el transporte.

Los pocos vehículos que circulaban, para su mala fortuna, eran particulares. Poco a poco se fue formando una simbiosis, pues ya todo el personal estaba atento cada que él decía

-Ora sí, ahí viene un taxi

Imagen de Google Street Viewer. Esquina de Nicolás bravo y Francisco Javier Mina. A lo lejos, la sección donde Mina se convierte en Ezequiel Montes.

La escena se repitió varias veces, -ya me voy, -ahí viene un taxi.
-ya llegó, ahí nos vemos.
- Ora sí, ahí viene.

Poco a poco, dejamos de hacerle caso y en cada ocasión eran menos los que volteábamos a ver el vehículo en turno.

Cansado de cansar y quizá al ver que estaba perdiendo protagonismo, en voz un poco más alta, declaró contundente al observar a lo lejos unas enésimas luces

 -Ora sí, ¡Chingo mi madre si no es un taxi!

Como en la cámara lenta de las películas, todos volteamos a lo lejos para ver el lento recorrido de las luces divisadas desde allá donde la calle Mina se convierte en Ezequiel Montes.

El tiempo pareció congelarse y por instantes solo existió la mirada colectiva hizo un paneo hacia ese punto. El auto avanzó e igualmente lento pasó frente a nosotros.

Salidos del letargo, todos volteamos hacia donde habíamos visto por última vez al parlanchín sujeto. Ya no estaba y ni señas quedaban de él.

Parece que cumplió.

El auto, no era un taxi.


Fotografía personal. Oleo de Armando Otero, de la misma esquina, incluida una de las jacarandas, (el árbol, no la cantina,  una de las más antiguas de la ciudad.)

domingo, 1 de marzo de 2020

Conmemorativo de a deveras (Nueva vista de un viejo edificio)




 NOTA PREVIA

Varias veces en este espacio he presentado imágenes o datos que anuncio como algo que ningún sanjuanense vivo ha visto o recuerda. Hoy, en conmemoración de las 100K visitas al blog, presento una imagen, que no solo no lo ha hecho nadie de la actualidad, al menos han pasado tres generaciones desde que estuvo a la vista pública.

LUGAR Y FECHA

MAGEN DE DRON DE CARLOS ALBERTO JAIMES JIMENEZ EN STREET VIEWER MODIFICADA PARA INDICAR TODOS LOS ELEMENTOS MENCIONADOS EN ESTA ENTRADA
Sin saber a ciencia cierta el año real de la fundación de San Juan del Río, (no es 1531, como ya he mencionado) es un hecho indudable que su primer espacio público fue la hoy llamada Plaza de los Fundadores, en cuyo lado oriente se ubicó su primera iglesia y muy posiblemente en los extremos restantes las casas de los principales y las de su gobierno como se acostumbraba entonces.

Al ser desde su inicio Pueblo de Indios, esas autoridades eran las de ellos, pero no se han localizado registros de su ubicación en dicha plaza, lo que sí estuvo instalado desde épocas tempranas, ocupando toda la acera poniente, fue la vivienda de los sacerdotes adscritos a la parroquia, es decir el Curato.

Estas casas, frente a la iglesia, camposanto de por medio, dieron nombre a la vía en que se ubicaban como “Calle del Curato”, actual 16 de septiembre.

Por ocupar ese edificio una franja muy angosta detrás de la fachada se infiere que eran secciones independientes, con una huerta común en su parte trasera que tenía un lujo para entonces: por ella discurría la acequia del pueblo.

Además de las distintas dependencias, tuvo en su esquina norte (actual con Mariano Matamoros) un portal o anexo, del que no hay mayores datos, pero como se verá, ocupaba todo el ancho del arroyo e incluso se adentraba buen trecho en la actual plaza.

En algún momento anterior a 1821, los sacerdotes cambiaron sus habitaciones a un local, al costado de la iglesia, en el edificio hoy llamado “la Academia” instalándose ahí el nuevo Curato. Ante el cambio, la calle donde se ubicaba el anterior tornó a calle del Curato Viejo.

Se sabe que el cambio fue anterior porque en ese año, el incipiente Ayuntamiento independentista solicita se les otorgue el edificio en cuestión o más bien las dependencias que lo integraban, “para sus funciones” y en algún año posterior, pasaron a ocuparlo, con el nombre de “Casas Municipales” unificando ahí los actos de gobierno que hasta entonces habían realizado en diversos sitios, entre ellos las Casas Consistoriales, a orilla del Camino Real.

A pesar de ser más amplias, las Casas Municipales, por tener casi tres siglos de construcción y años de abandono, debieron estar muy deterioradas y aunque requerían una reparación mayor, parece que nunca se dio; son abundantes los documentos que evidencian que en las por lo menos tres décadas que fueron ocupadas como tal, solo se dieron reparaciones menores o de emergencia y siendo lo más barato, casi siempre se recurrió a la madera para los diversos remiendos.

Creo que, como las casas de los sacerdotes, las dependencias municipales, no tenían comunicación interna y si se requería, había que ir de una a otra por la calle y así, en esa situación ejerció sus funciones el Ayuntamiento y/o la Prefectura.

Quizá nunca tendremos una imagen de cómo fue el Curato. Pero resulta que existe otra, que hoy se presenta como primicia conmemorativa, de la última época de las Casas Municipales, es solo un dibujo, medio olvidado en un documento, pero da una idea clara del cómo fue el lugar, con la salvedad de ya no tener el portal o anexo al extremo norte.

EL DOCUMENTO.

Como resultado de las enajenaciones de edificios religiosos durante la época de la Reforma, que en esta ciudad se hicieron efectivas hasta la caída del imperio de Maximiliano, el ayuntamiento logró que algunos pasaran a su jurisdicción y en fecha posterior a 1867 se adjudicó el viejo edificio del convento de Santo Domingo para su nueva sede, dejando en el abandono las vetustas Casas Municipales (incluso ya se había tenido un intento de venderlas precisamente al  síndico del Ayuntamiento, don Joaquín Espino Barros pero por razones desconocidas no prosperó), esto ocurrió tras haberse ocupado  como cuartel  durante la intervención por el ejército francés, quienes acabaron, según se cita, de desvejenciarlas.

El caso es que al tener a su disposición un supuestamente mejor local, el Ayuntamiento decide en 1869 para obtener fondos, vender el edificio, aunque para ello fue necesario cuadrar la plaza, (es decir desaparecer el anexo o el portal, que todavía aparece en uno de los planos de la intervención y ensanchar un poco la calle) dividir en lotes la Casa Municipal y venderlos al mejor postor. El encargado oficial fue don Guadalupe Perúsquia. La almoneda pública está consignada en el Archivo Histórico Municipal e incluye algunos croquis de los terrenos y locales, incluyendo los adjuntos de las actuales calle de Abasolo y Matamoros, autoría del mismo Perúsquia en el informe que al  respecto hizo y la tramitología generada, incluido un plano total con vista superior  del terreno, las secciones, el paso de la acequia y como medio olvidado, la sugerencia de fachadas para los compradores y en una orilla, dejó la que era la vista total del edificio, la única que tenemos de ella. Puede observarse además la angosta parte construida, la huerta trasera y las esquemáticas de los lotes ya divididos, 18 en total, ocho con frente a la casa, y la lista de los adquirientes iniciales, aunque después hubo algunas correcciones.
IMAGEN DEL ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL. DIBUJO DE PERUSQUIA CON EL PLANO DE LA CASA MUNICIPAL, LA PROYECCION DE LOTES Y LA MODIFICACION  DE LA FACHADA. A LA IZQUIERDA, LA FACHADA DE LAS CASAS MUNICIPALES

Ya otras veces he mencionado aquí las andanzas y acciones del Doctor Perúsquía, uno de los sanjuanenses más olvidados quien le entraba a todo lo que permitiera el servicio público, y en una de sus últimas aportaciones, hizo el somero dibujo de lo que estaba por desaparecer: las casas municipales, el antiguo curato, lugar de su ejercicio público en innumerables puestos, seguramente se resistía a dejarlo ir, lo logró, así era:

IMAGEN DEL ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL. DIBUJO ORIGINAL  DE PERÚSQUIA EN EL EXPEDIENTE

IMAGEN PERSONAL, REALZANDO LAS LINEAS DE LAS CASAS MUNICIPALES.

IMAGEN PERSONAL , DIBUJO ESQUEMÁTICO RESULTANTE.

Puede observarse que contiene muchas puertas, seguramente la del centro era la principal. Tenía doble planta y cómo no, una asta bandera.

IMAGEN PERSONAL, REALZANDO LAS LINEAS DEL PLANO DEL ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL  CON ALINEACIÓN DEL NORTE HACIA ARRIBA


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IMAGEN PERSONAL, REALZANDO LAS LINEAS DEL PLANO DEL ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL  CON ALINEACIÓN DEL NORTE A LA DERECHA. EL AREA  EN COLOR ES LO QUE YA NO EXISTE, EN ROSA, EL ANEXO, EN ROJO LA MODIFICACIÓN DE LA LINEA DE LA FACHADA



SUPERPONIENDO EL ULTIMO DIBUJO A LA IMAGEN DE DRON DE CARLOS ALBERTO JAIMES JIMENEZ  RESULTA DE ESTA MANERA, PUEDE OBSERVARSE HASTA DONDE ESTABA EL ANEXO DENTRO DE LA HOY PLAZA.
Resulta que, con algunas adecuaciones y la ocupación con construcciones de la parte trasera, que antes solo era huerta, creo que la división resultante de la lotificación de 1869 se conserva hasta hoy. La acequia cambió su trazo unos metros hacia atrás, ya era y siguió subterránea y debe conservarse mayormente intacta debajo de las casas actuales, alimentando la creencia en los túneles secretos.

FOTOGRAFÍA PERSONAL, ESQUINA SUR, NO FUE MODIFICADA, ES LA ORIGINAL.
FOTOGRAFÍA PERSONAL, ESQUINA NORTE, FUE MODIFICADA METROS HACIA ATRÁS.
El dibujo que es solo un boceto, parece que le faltó darle el toque final, por eso tiene algunas imperfecciones, pero nos da una idea clara del edificio. Tras 150 años, de modificaciones, es difícil encontrar coincidencias con las construcciones actuales, pero creo que al menos la cantera de puertas y ventanas del  actual número 9 son las originales de la casa municipal, también, por la forma de los marcos de puertas y ventanas de la parte central, que debieron quitarse porque se dividió en dos lotes, se me hacen muy parecidas a los del antiguo “Cinelandia”, antes teatro municipal, no sé si en alguno de esos enroques, fueron a dar ahí, ambos edificios eran del municipio. Otro detalle lo encontramos al interior de la Gan Zapatería que se ubica ocupando tres de los antiguos lotes, hay arcadas antiguas de cantera morena, que, si no es original de las Casas Municipales, al menos data de la construcción que hizo el propietario que adquirió ese predio. Supongo que los pocos locales que aún tienen reja en las ventanas son de aquel tiempo, porque también fueron puestos a la venta y seguramente varios los adquirieron para sus nuevas fachadas.
FOTOGRAFÍA PERSONAL, ENMEDIO DE LOS DOS PREDIOS ACTUALES ESTARÍA LA PUERTA PRINCIPAL DE LA CASA MUNICIPAL, ACLARANDO QUE LA PARTE ALTA DE LA ZAPATERIA ES MODERNA.

FOTOGRAFÍA PERSONAL, PARECEN SER LOS UNICOS MARCOS DE PUERTA ORIGINALES, SI NO DE LAS CASAS MUNICIPALES, AL MENOS DE LA ÉPOCA DE LA MODIFICACIÓN.
Dado lo difuso del dibujo original, sobre la imagen, realcé sus líneas, para mejor vista y lo contrasté con una imagen actual de Google, procedente de un dron, son exactamente los mismos 8 lotes trazados en 1869, (la casa Salas, en la esquina de Matamoros ocupa dos, la zapatería tres, pero son los predios originales unidos. Aunque no los detallé, los lotes correspondientes a la calle Abasolo coinciden exactamente con las casas modernas, en Matamoros, a pesar de que la Cerillera para su edificación adquirió varias casas, en algunas partes todavía se distingue la antigua división.
FOTOGRAFÍA PERSONAL, LA FACHADA DE LAS CASAS MUNICIPALES  EN ESTA ESQUINA OCUPABA TODO LO QUE HOY ES LA CALLE ADOQUINADA, EN EL JARDÍN, DETRÁS DE EL HOY BOTE DE BASURA ESTARÍA EL ANEXO, LO QUE INDICARÍA QUE NO HABÍA PASO O QUE LA BARDA DEL ANTIGUO CEMENTERIO YA NO ESTABA.

Cabe hacer mención que el anexo o portal al que me he referido, igualmente superpuesto sobre un plano moderno, nos indica que   ocupaba parte de lo que hoy es jardín, y se nota además que la calle Matamoros era muy angosta, no sé si como parte de los arreglos se hizo más amplia retrayendo la acera norte, o fue arreglo posterior y lo más importante, la fachada original estuvo unos metros delante, en diagonal, que fue derrumbada y metida más atrás, se conservó como esquina la sur, actual con Abasolo, la norte, actual con Matamoros, quedó al atrasarse unos 15 metros la original. Salta a la vista el detalle de que el anexo ocupaba lo que hoy es calle y parte del jardín, lo que nos indica, al estar bardeada toda la plaza, que no había comunicación entre Matamoros y 16 de septiembre, y que su nombre antiguo de calle del Curato no era por pasar por enfrente sino por iniciar precisamente en él. Como no hay informes de este lugar, en una investigación anterior, había ubicado este anexo en el lado contrario del jardín, delante de la actual academia, con arcos hacia la Plaza. Mis informes indican que ese anexo tuvo una arcada, pero ahora tengo la duda, si daban hacia la calle o a la plaza no todo el anexo estaba construido, debió tener un patio o huerta al lado del jardín. Lo dejaré para una entrada posterior, pero creo haber localizado en el lugar y material más insospechado, una imagen que muestra al menos una parte del curato original y creo saber dónde quedaron los arcos.

FOTOGRAFÍA PERSONAL,  MODIFICANDO IMAGEN DE GOOGLE EARTH, ALINEANDO LA FACHADA ANTIGUA A LA ACTUAL, SE PUEDEN OBSERVAR LA PERSISTENCIA DE LOS LOTES.
El mandato que cumplió a cabalidad don Guadalupe fue cuadrar la plaza, lo logró derrumbando el anexo y la fachada original, hacerla hacia atrás y lotificó toda la extensión para su venta. Resultado: la pérdida de un edificio invaluable, pero lo cambio por una nueva calle, y un espacio público hoy importante en la vida de la ciudad.
FOTOGRAFÍA TOMADA DE INTERNET, SEGURAMENTE DE LOS AÑOS 20S UNICA QUE SE CONSERVA DE LA ÉPOCA, LA FACHADA, YA RETRASADA Y  EN LA CALLE AUN SE PODIA VER LA DIAGONAL DE LO DERRUMBADO. CREO QUE ALGUNAS REJAS PUDIERON SER LAS ANTIGUAS PERO NO HAY SEGURIDAD. EN LA EPOCA ACTUAL, LA SEÑORA DE LA IMAGEN ESTARÍA CON UNOS ZAPATOS EN LA MANO.


En poder de los nuevos propietarios, la antigua zona vedada se transformó en habitacional, y con la nueva cuadratura de la plaza pronto aparecería el jardín. Tras la etapa de transformación, la zona y los habitantes cayeron en uno de los letargos que caracterizaban la ciudad, del cual despertaron al nuevo siglo con el viejo panteón convertido ya en Jardín con quiosco incluido, otro letargo les trajo la transformación de la vieja casa y escuela del padre Borja en la compañía Cerillera, luego la gentrificación de la plaza  hizo que el olvido cubriera cualquier recuerdo de la casa municipal. Hoy pocas personas saben siquiera de su existencia, incluso a nivel historiadores y cronistas y de ellos, casi todos  lo supieron por una entrada publicada en este blog y en el libro de la acequia del pueblo.

Los documentos que contienen la información son públicos, pero la interpretación de ellos y su ubicación espacio temporal a la actualidad son autoría de un servidor, he trabajado esta entrada al menos por dos años y solo espero que si alguien la copia no olvide mencionarlo, pongo la marca de agua en las fotografías y diseños que utilicé, excepto la de los años cuarenta, porque me costó trabajo hacerla y no sería justo que otros se la atribuyeran, especialmente difícil fue armar, a con más de 400 líneas el esquema de la fachada, ya que no es perfectamente simétrica, lo que me hubiera ahorrado la mitad de ellas.

Por su céntrica ubicación, lo que fue el frente de las casas municipales fue desde entonces hogar de familias acomodadas, a mediados del siglo pasado, en esa cera vivían las familias Chavarría, Saro y Salas, en los setentas cambio su vocación al comercio, se recuerda la mueblería Plaza, la joyería, la librería de la familia Palmeros. En el presente siglo, la era de las franquicias se hizo de sus terrenos, pareciera que ya no hay vestigios de aquellos tiempos, pero es el centro de San Juan del Río un lugar de transformaciones, en casi quinientos años, transformó un llano en plaza y milpas, las milpas en huertas, las chozas en casas, éstas a casonas, los arroyos en calles, el empedrado en adoquín, el adoquín en asfalto, con la salvedad de que al ocupar todos esos elementos siempre el mismo espacio, no es difícil, que entre la modernidad, se conserve algo anterior, como es en este caso. Y cómo serán estas transformaciones que se realizan incluso unas sobre otras, lo que era el lote 18 de la casa Municipal, pasó a formar parte de la Cerillera y hoy es el Coiffeur espacial de Octavio,

FOTOGRAFÍA PERSONAL, CON UN LEVE ERROR,  PORQUE LA PUERTA PRINCIPAL ESTARÍA MÁS A LA IZQUIERDA, ESTA SERÍA LA CORRESPONDENCIA FRONTAL DE LAS CASAS MUNICIPALES A UNA FOTOGRAFÍA QUE HICE Y NO TIENE PROPORCION EXACTA.
Por más intentos que hice, no pude lograr una fotografía frontal completa de las fachadas de la acera poniente de la plaza, no es posible, con las metodologías actuales lograrla, por lo que combiné algunas, aunque no tienen proporción igual. Para la comparación de que los lotes son exactos, utilicé una imagen superior tomada por un dron y la superpuse con el dibujo original, y resulta que ahí sí se nota exactamente, pared con pared, los lotes originales.