sábado, 23 de marzo de 2024

Recuerdos de aquellos tiempos 5 Capítulo Cinelandia.

 

Recuerdos de aquellos tiempos 5 Capítulo Cinelandia.

 

Fotografía personal, de las últimas fotografías del cine, ya cerrado por la huelga.

Existió hasta la década de 1990 en San Juan del Río, un cine que durante mucho tiempo fue el único centro de diversión de la ciudad. Entre las muchas generaciones de Sanjuanenses que lo disfrutaron en todos los sentidos ya que además de lo puramente cinematográfico, fue lugar para espectáculos, eventos sociales, políticos y escolares.

Presento a Ustedes la recopilación de recuerdos, anécdotas, muchas personales, muchas comunes a todos los que ahí estuvieron.

Como en todas las entradas de esta serie, esperando les traiga un recuerdo pero sobre todo una sonrisa.  


Su nombre oficial era “Teatro Cinelandia” pero era conocido popularmente como el “piojito”, piojilandia y piojorama.

La taquilla era una caseta hexagonal en el centro del vestíbulo. Aunque a veces la misma que te vendía los boletos era quien te los recibía a la entrada.

Como era de segunda categoría, las películas presentadas dependían de que llegaran los carretes de los de primera de la misma empresa.

Por la misma razón, la programación a veces era de una sola película larga, o programas dobles y hasta triples.

Como casi nunca había estrenos, casi siempre había permanencia voluntaria.

En sus comienzos era de un solo piso y dos categorías: luneta, o sea asiento individual o banco de madera comunal.

Al agregársele el segundo nivel, abajo eran las lunetas y arriba gradas de cemento.

La dulcería era muy surtida y cara, lo mismo vendía dulces muy exclusivos, que como otros completamente locales.

Por las concesiones del Circuito Montes, al cual pertenecía, solo se vendía Pepsi y Jarritos, nuca entró la coca cola.

Había venta de palomitas, pero no eran tan populares como hoy.

Como no tenían congelador, las paletas de hielo llegaban un poco antes del intermedio en una caja metálica para preservarse.

Se vendían pepitas en un canastón como el del pan.

Los gritos populares eran el nacional ¡Cacaro!  al apagarse las luces y ante cualquier falla o interrupción ¡Deja a la dulcera!

Se presentaban en la feria muchos eventos, inauguración, coronación, los juegos florales y el míster San Juan, o sea los más ponchados del pueblo. asistiendo los más ponchados del pueblo, incluidos varios trabajadores del rastro, en los últimos años ya participaban féminas como concursantes (y muchos más hombres como espectadores) Luego se profesionalizó el asunto y ya no fue lo mismo porque había muchos foráneos.


La gente se emocionaba de verdad en las películas de luchadores y echaba porras, casi siempre al bueno. El santo.

En las novatadas de la prepa a veces terminaban con los rapados viendo gratis una función del cinelandia (en gradas obviamente)

Al salir los sábados, cuando se presentaban películas de Karate, los niños trataban de imitar lo visto, colgándose de las rejas de los Valenzuela, sobre las bancas de la Av. Juárez o en las jardineras de la Plaza Independencia.

Algún día tuvo un letrero luminoso vertical adosado a la fachada. que no duro mucho porque era muy grande y pesado y la estructura no podía sostenerlo.


Fotografía personal, recreación de cuando tenía su letrero luminoso.


Los sanitarios estaban en un entrepiso, los de la planta baja Debian subir por las escaleras.

Aunque teóricamente no se permitía ingresar alimentos, en la vida real se metía lo que se pudiera, tortas, tacos, gorditas, carnitas, pollo rostizado, guisados y refrescos en el tamaño más grande que era el familiar. Muchas madres llevaban hasta loncheras de pisos con varios guisados.

Al principio había muchos vendedores afuera, de Alimentos diversos, poco a poco se fueron.

Supuestamente estaba prohibido fumar, y había un aviso de ello en la oscuridad, pero creo que nunca se obedeció. No había peligro de incendio porque el piso era de cemento.

En ambos pisos había un policía siempre atento a que no se lanzaran objetos a la pantalla o se dijeran groserías, actos que ameritaban ser sacado ipso facto de la sala.

Ya existían vasos desechables, pero era más común que vendieran el refresco y dejaran importe por la botella.



No tenía aire acondicionado, pero toda la sala estaba recubierta con fibracel, lo que daba cierto grado de aislamiento.

Los días del niño había promociones diversas, casi siempre descuento y las escuelas o padres de familia llevaban a los niños ese día

En su inauguración tenía hidrantes para tomar agua en el interior del único piso.

Nunca cerraba, solo cuando había otro tipo de eventos no había proyecciones.

En la época final, el proyector constantemente quemaba la cinta aparecía una mancha que iba creciendo poco a poco hasta que había que detener la proyección.

En la época de oro del cine nacional había llenos completos, únicas veces que no hubo permanencia voluntaria.

Había muchas funciones de beneficio, sobre todo para escuelas.

Casi siempre hubo matiné, hasta entre semana, con películas diversas, luego solo los domingos con temática infantil.


Chabelo, pepito, el santo, viruta y capulina, Gastón Santos y luchadores diversos eran las estrellas del matiné.

Aunque lo correcto era decir la matiné, aquí siempre se le dijo el matiné.

Los del piso de abajo debían salir un poco antes del final de la función, porque los de arriba, al salir lanzaban hacia abajo toda clase de líquidos, incluso los envases de vidrio.

Alguna vez alguien rasgó la tela de la pantalla con una navaja, que se remendó, pero siempre quedó la “cicatriz” b,

Cuando se apagaban las luces para iniciar la función, después del ¡Cácaro! no faltaba alguien gritando ¡Ya llegué Cabrones!  o ¡Ya llegó su padre!

En los ochenta, casi siempre se proyectaban películas clasificación “C” supuestamente solo para adultos, aunque no llegaban a nopor, lo extraño era que siempre había mayoría de alumnos de la secundaria.

Ahí se efectuaban las tomas de posesión e informes de gobierno de los presidentes municipales.

La pantalla era gigantesca, mayor que cualquiera de las actuales.

Tenía marcos metálicos en el centro para sus carteles y repartían programas de mano.

La mayor fila recordada en los últimos tiempos fue cuando se proyectó “el Chanfle”.

casi postreramente se sostuvo proyectando indiscriminadamente un día sí y los demás también, cintas nopor extranjeras, ya hasta sin subtítulos o traducción. (Que en realidad no era muy necesaria, como quiera se entendía)

Al final, su único atractivo era la oscuridad, y se hizo popular como sitio romántico de quienes no querían que los vieran.

La oscuridad era más oscura por alguna razón desconocida, si salías al baño o a la dulcería, difícilmente llegabas al mismo lugar dónde estabas antes, hasta que te acostumbrabas otra vez a ella.




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Todas las imágenes en rojo son de los programas de mano del Cinelandia.

Como siempre, una disculpa por no ser más constante en las publicaciones, pero, ¿a poco ya leyeron todas las 210 entradas?   de ser así  van algunas emás en estos días. 


Para los nostálgicos, hay,  además de lo presentado, otras cuatro entradas con recuerdos similares, no del cine, sino de toda la ciudad.


Anuncio descarado. 


Cordialmente invitados, no falten.