domingo, 22 de marzo de 2015

El último imperialista de San Juan del Río, actualización


En pasada entrada había hecho una semblanza, casi biográfica de Don Agustín Ríos Olloqui, mencionando el 4 de Noviembre de 1904 como fecha de su fallecimiento, dado que así estaba consignado en el libro de Díaz del que tomé la fecha, parece que hay un error.

El pasado fin de semana, tras muchos años de no hacerlo pude entrar a la hoy llamada Parroquia de San Juan Bautista, que en mi niñez era “El Templo” o  el “Templo del Sagrado Corazón” (siempre que iba lo encontraba cerrado, pensé que estaba siendo remodelado)  con cámara en mano y permiso expreso para hacerlo, me dispuse a tomar fotografías, a pesar de que el interior era ocupado por una multitud de niños tomando catecismo en pequeños grupos dispersos a todo lo largo y ancho del casi basilical espacio. Nada ha cambiado en él, más que el nombre, las mismas imágenes, la omnipotente solemnidad que le da el extraordinario juego de luces naturales logrado por las linternillas y los vitrales, que hacen converger la mirada siempre hacia el altar, les decía que nada ha cambiado, incluso en la catequesis, todavía en la esquina norponiente encontré un grupo de niños, mismo lugar donde hace varias décadas, también yo era parte de otro que escuchaba, no tan atento las enseñanzas de las siempre sufridas y abnegadas catequistas.  Otro día abundaré sobre el interior del templo. Recorriendo encontré un detalle, que debo haber visto en aquellas épocas, cada sábado, pero  que no recordaba, hoy se los comparto.

En una de las primeras columnas, entrando por el lado de la Plaza de los fundadores, a la derecha, se encuentra una placa, indicando que se encuentran ahí los restos del distinguido personaje. Sabía que había sido sepultado en la ciudad, pero pensé que había sido en el Panteón de la Santa Veracruz, donde están varios de sus familiares. 

A pesar de que la columna es muy ancha, no creo que haya sido sepultado originalmente ahí, en aquellos tiempos ya no se permitía el entierro al interior de los templos, aunque pudo hacerse una excepción dado su investidura.

En ella está una placa de mármol, empotrada en el fuste, con la inscripción que contiene además,  los restos de su esposa, Doña Isabel Uribe Díaz, (Nieta de Don Esteban Díaz González, e integrante de la familia Uribe, también vecinos de la Calle 16 de Septiembre) fallecida el  9 de octubre de 1896.

El detalle de la placa, es que todavía utiliza el modo antiguo para las abreviaturas, que consistía en poner las letras iniciales de la palabra y al final, la última letra en caracteres más pequeños.

En dicha placa, se encuentra la fecha exacta de su fallecimiento, 9 de septiembre de 1904.
Para más información respecto a Don Agustín,  ver la siguiente liga:
Como todas las actualizaciones, se agrega a la entrada original, al final.

El Chichimeca al servicio de la comunidad

Dado el interés que han manifestado algunas personas en adquirir el libro “La acequia del pueblo” escrito por el autor de este Blog y presentado el pasado mes de enero, les informo que dado que fue una edición privada, no salió a la venta, se obsequiaron ejemplares a quienes asistieron a la presentación, público en general e invitados (para estos últimos, a los que no pudieron asistir, les guardé sus ejemplares y los he ido entregando conforme tengo tiempo disponible) Solo reservé algunos para intercambiarlos por algún otro texto relativo  de la historia de San Juan que no tenga en la colección.

 Ya en pasadas entradas relaté el contenido de la obra, datos no conocidos de la historia temprana de San Juan y un relato histórico-personal del paso de la acequia por la ciudad, al estar en mi entera disposición su contenido, contiene críticas personales que no hubiera podido hacer de estar sujeto a una editorial, y algunos errores por no ser un profesional en la materia, pero por lo demás, creo que es una fuente de información útil para quien se acerque a la historia antigua y reciente de la ciudad.

Para los que estén interesados en leerlo porque se los platicaron o se los mostró alguno de los asistentes y no se los quiere prestar, les informo que se donaron dos ejemplares al Archivo Histórico de San Juan del Río,  a cargo de la Lic. Marimar Santana, para que puedan ir a consultarlo y de pasada denle un vistazo a otros materiales que ahí tiene y las fantásticas fotografías antiguas de San Juan del Río,  en el Centro Histórico y Cultural situado en Av. Juárez 30 Oriente.

Y en el mismo edificio, pero más al fondo, se donaron otros dos a la Biblioteca Juan Wenceslao Sánchez de la Barquera, me dijeron que iban a dejar uno ahí y otro en la Biblioteca del Pedregoso.  Pueden ahí consultar además un apartado que tienen con textos de la historia de San Juan del Río en particular y de Querétaro en general, con libros interesantes y difíciles de hallar en otros lugares.

martes, 17 de marzo de 2015

¡Ahora sí violín de rancho, ya te agarró un profesor!


Entrega del Portal del Diezmo
Fotografía de la Pagina WEB de Gobierno del estado.

El  viento lo decía, las palomas que ahí viven y los albañiles que trabajan en la enésima remodelación del Jardín de la familia lo propalaban. El incesante ir y venir de los trabajadores de la Dirección de Cultura lo confirmaban: -Mañana se inaugura el portal del Diezmo.
Tras años de abandono, el emblemático edificio de la Colecturía de Diezmos, vuelve a la vida, después de casi derrumbarse. Lo que nunca esperamos ver, este martes 17 de marzo se hará realidad. Aunque hubo un hermetismo en cuanto a la hora, se sabía desde ayer que el Gobernador del Estado haría entrega de la obra de remodelación del llamado Portal del Diezmo como espacio cultural, incluido un foro, salas de exhibición, cafetería  y oficinas de dependencias.

Sé que ha tenido críticas por lo que se tardó la obra, pero enhorabuena, todo queda atrás, el espacio ya está, hay que aprovecharlo: sus áreas, su ubicación y todo lo que se dice contendrá, vendrán a dar un  lugar y a lo mejor una voz a la hasta ahora relegada comunidad cultural local, tan nutrida, tan sin foro.  Ya hay local, es de los sanjuanenses y solo resta esperar que sí se utilice, que no se llene otra vez de leyendas, sí de voces vivas, expresiones artísticas, notas musicales, de lo que sea: exposiciones, obras teatrales, clases, conferencias y todo lo que huela a cultura, pero que se aproveche en beneficio de los habitantes de la ciudad, que la cultura viva en él en todas sus expresiones. Voy a extrañar los muros descarnados, los techos derrumbados, las vigas carcomidas, la vieja puerta de hierro, los murciélagos, las palomas… sea para bien. Creo quien más lo aprovechará será la Dirección de Cultura, hasta ahora reducida su actividad a espacios breves e inadecuados, por fin tendrá un escenario digno para los eventos que a fuerza de picar piedra, día con día, la maestra Juanita y su equipo traen para nuestra ciudad.

Dado que no asistí a la inauguración, pero si anduve por el lugar  el día de anterior, donde me enteré del rumor les presento algunas imágenes, tomadas el día previo.
Fotografía personal, ARTE EN MOVIMIENTO, el personal en el traslado de obras.

Fotografía Personal, la placa en la víspera.

 Todas las que siguen son de la página web de Gobierno del estado, durante la entrega oficial.
En el nuevo foro San Juan

Entrando al nuevo patio

Un espacio para la pintura

Asistentes en la entrega oficial.

En los siguientes días habrá eventos alusivos, comparto el programa, de la Dirección de cultura. El dibujo del encabezado es una joya.
Se me olvidaba y creo que también a ellos, me dijo el Pintor Armando Otero que habrá 25 obras suyas, de sus series de recuerdos, creo que es la mayor cantidad reunida de ese tema, no se olviden pasar a verlas.
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El chichimeca al servicio de la comunidad
Agradecemos la colaboración de nuestro auditorio (¿así se dice en este caso?) para la localización del libro “El Portal del Diezmo de San Juan del Río"

En una pasada entrada, comenté la extraña presentación de un libro del Mtro. Jesús Mendoza, relativo al Portal del Diezmo, extraña porque el libro no se presentó en físico, solo en la palabra del autor. Entonces él mismo dijo no saber cuándo saldría al público.
VER: LIBRO EL PORTAL DEL DIEZMO

 Comenté también tener en mi colección casi todos los libros publicados por el Maestro Mendoza, que en varias series ha decantado infinidad de documentos relativos a la historia regional.
fotografía personal: la presentación del libro
Una de sus series se llama Historia, en días pasados apareció a la venta el volumen XVIII de ella, titulado, “El Palmar, un pueblo en las faldas de la Sierra Gorda II” lo cual no tendría nada de especial, si no fuera porque,  según la mampara que se exhibió en la mencionada presentación se marcaba que el volumen XVII de dicha serie era el del Portal del Diezmo.
El volumen XVIII

 Es decir; ya salió incluso el subsecuente, el 18, pero no se sabe el paradero del 17. No ha salido a la venta.
El volumen XVI

El misterio se acrecenta porque la solapa menciona que sí existe el volumen XVII. Pero ¿Dónde está?



Solapa del Volumen XVIII, incluye el no aparecido.


Fotografía personal. El esperado Volumen  XVII, la mampara que lo anunciaba.
Por lo menos ahora sé que sí existe, espero que solo sea cuestión de paciencia. El libro es especialmente valioso, porque Jesús Mendoza, es uno de los pocos estudiosos de nuestra Historia, capaz de localizar documentos originales, y por lo que relató aquel lejano día de la presentación, encontró los primordiales para la historia del Portal, cuyos datos hasta hoy eran conocidos por voz popular y que al parecer solo fueron eso, rumores, y que los documentos que él consultó  dicen otra cosa. Ojalá no tarde. Y para que no se enoje, aunque sí se apure, un comercial:

Casi toda la obra de Jesús Mendoza puede ser adquirida a precios módicos, en la librería Cultural del centro de Querétaro, en la calle Corregidora, junto a una tienda solariega. Si se dan una vuelta y  encuentran antes que yo el del Portal, agradecería me avisen.

viernes, 13 de marzo de 2015

El Obraje


El nombre antiguo de la actual Morelos fue el de calle del Obraje por haber estado ubicado en ella uno de estos establecimientos.

Fotografía personal. Casona de la calle Morelos, Probable ubicación del obraje del Pueblo.
La actividad productiva que se podía llamar industria durante la colonia estuvo constituida por la producción artesanal en talleres, casi siempre familiares, de artículos de uso común como aperos de labranza, de madera y hierro, textiles corrientes, jarcería, artículos de cuero, sillas y riendas para caballos, etc. Todo al menudeo, aunque en amplia variedad, trabajado por individuos emprendedores pero limitados en recursos. Sin embargo existía una especie de concesión para lo que se llamó Obrajes, que sería la industria a gran escala aunque siempre pieza por pieza, no existía la producción en serie.

Funcionaban así: Un personaje, ya fuera por ser rico o protegido de las autoridades que quería serlo, recibía el permiso, pagado inicialmente o con promesa de, para instalar Obraje, normalmente uno por persona o ciudad de tamaño medio y varios en las grandes,  el rubro se imponía de acuerdo a la zona, se conseguía un local para sus instalaciones (no era prioritario que fueran adecuadas, pero sí el tamaño) haciéndose luego de las herramientas necesarias para los operarios que esperaba tener. Lo lucrativo estaba en la barata mano de obra que manufacturaba los artículos,  generalmente se  conseguía a  través de  hacer  préstamos a la gente más pobre  y  obligarlos  a pagar  con  trabajo, obvio es decir que  las condiciones  de  pago impuestas garantizaban que casi nunca se cubriera la deuda inicial, más bien tendían a hacerla eterna y hasta hereditaria.

De acuerdo a la influencia del dueño, a veces se le permitía tener trabajando presos de la cárcel local, incluso sus sentencias señalaban el tiempo a permanecer dentro, siempre con salario bajo, si había. También hubo venta directa de reos, o se hacía reclutamiento de parias o vagos sin oficio ni beneficio que en una especie de esclavitud paralela eran confinados, “cubriendo jornadas semanales de sol a sol con excepción de domingos y días festivos” También utilizaron esclavos verdaderos, siendo el pueblo importante centro de compra-venta, aunque eran pocos, su alto precio significaba de una fuerte inversión.

Las personas que trabajaban en dichos lugares, descritos así por Humboldt: “Unos y otros  están  medio desnudos,  cubiertos  de  andrajos, flacos  y desfigurados”  por consecuencia eran llamadas obrajeros  u obreros, nombre que persiste hasta hoy para los trabajadores de la industria moderna. La mayoría, una vez que entraba, cualesquiera que fuese el motivo, se quedaba a vivir permanentemente, sin posibilidad de salida, solía haber un día de visita preestablecido. Incluso se llegó a permitir tener con ellos a su familia al interior del establecimiento, bajo las mismas condiciones. Se cuenta que muchas veces las puertas del obraje eran dobles o tapiadas para impedir la salida, dejando pequeñas rendijas para comunicarse con el exterior.

Aunque hubo legislación para su funcionamiento, su aplicación era cambiante; de un lugar a otro, según la época, de acuerdo a los gobernantes, dueños y sus relaciones. Lo que sí  era muy estricto  era el orden establecido  al interior para garantizar la santa paz entre personas a veces de no mucho aprecio por la ley, siendo severos los castigos a los infractores. Por otro lado, había permiso para impartir ahí los preceptos de la doctrina cristiana.  “Era obligación  del dueño darles atención por enfermedad, cuidar que oyeran misa,  proporcionar dormitorios con luz (encendida toda la noche) evitar juegos de azar y bebidas alcohólicas, retener un real de limosna para la confesión anual y pagar semanalmente.”   
Según Humboldt en su visita a Querétaro en el siglo XIX, la calidad de los propietarios que inicialmente eran solo peninsulares “fue pasando poco a poco a manos de los indios y de los mestizos de Puebla y Querétaro”.  El año con más obrajes en Querétaro es en 1743 con 30, que para 1810 solo eran 18. Los datos se toman de distintos obrajes en el virreinato y la ciudad de Querétaro, específicamente del de San Juan no hay descripciones, aunque no hay razón para pensar que las condiciones pudieran ser distintas.
Recreación personal, de la zona del Obraje, marcado con el punto Azul, detrás de él, en la actual calle H. Colegio Militar, el paso de la Acequia del pueblo.
El obraje  de San Juan del Río, dice la tradición, se ubicó en o cerca de la casa marcada hoy con el número 41 de la calle Morelos. (Otra versión  lo señala en esa acera pero entre Rayón y  Mina, anecdóticas ambas, no he podido hallar la dirección exacta en documentos) No hay datos que algún otro persistiera, solo este, que hasta nombre dio a la calle, las crónicas lo refieren “el obraje”, no uno de los obrajes, como sería si hubiera más. Hubo uno en la hacienda de Galindo, del que no se menciona giro. El edificio hasta 1990 conservaba una planta arquitectónica no muy antigua, parecía solo una casona más amplia que las vecinas, todo indica que si lo que se ve hoy fue el Obraje, su construcción dataría de la última época en que funcionó tal sistema aunque pudo ser que se reconstruyera, aprovechando la distribución y algunos espacios anteriores. Ya para esos tiempos era vecindad de primer patio, completamente deteriorada en los aplanados interiores, asomando la cantera de los muros y se usaba como pensión para toda clase de carros de comercio ambulante; elotes, chicharrones, fruta, etc., que diariamente  tras recorrer  la ciudad se guardaban  ahí  por la noche.  Se  le recuerda como distintivo un amplio y viejo portón de madera. Su interior iniciaba en ancho pasillo con habitaciones laterales, pasaba al igualmente flanqueado patio con arcos, seguramente ahí se llevaba a cabo la manufactura de productos y debió continuar hasta el fondo de la propiedad, donde corría la acequia. No sé si se modificó recientemente la planta de esta vivienda. 

El rubro del obraje del pueblo fue de artículos de tela, manta y paños , que para el proceso de teñido requería gran cantidad de agua que solo la ubicación en la parte trasera de la acequia Real les permitía, la lejanía del río no facilitaba su transporte en cantidad necesaria. Además sería, en la época de instalación del obraje, el lugar donde terminaba el pueblo en ese rumbo, lo que evitaría problemas sanitarios por los desechos. Ayala afirma que existió desde el siglo XVI aunque los documentos que menciona son del siglo XVIII, situándolo en esta calle, puede ser el que la tradición ubica en la casona nombrada. El obraje plenamente identificado y ubicado en esta calle perteneció según el dato más antiguo, a Doña Gertrudis Lozano de Soria, en 1708, dueña también del de Galindo.

De alguna manera el obraje del pueblo pasó a manos del Capitán Miguel Francisco Picaso, vecino del pueblo y de familia prominente, conservándolo al menos hasta 1741, cuando hay constancia de que durante una visita pastoral, el obispo de Michoacán realizó confirmaciones dentro de sus instalaciones.  A su fallecimiento, la propiedad pasó a su hijo Nicolás  Picazo, quien a su vez lo vendió al  capitán Francisco de Morán en 1760 quedando durante  muchos  años en poder  de  su  familia.  Un hijo  suyo  fue  el famoso  General realista, José Morán. Específicamente de este obraje de su propiedad, en 1794 Martínez de Salazar lo indica como el único del pueblo, ya cerrado desde octubre del año anterior, siendo “perteneciente a los bienes concentrados del capitán difunto Don Francisco de Morán”.  


Pintura Española del Cristo de Burgos, el de San Juan otorgaba 80 indulgencias 
 si mirando a la imagen se decía "venero y alabo a los  dulces nombres J. maría y J."  según contaba en una inscripción al pie, del lado derecho.
Su cierre provocó  “perjuicio y  atrazo de  los muchos pobres  que trabajaban en él, que pasaban de seiscientas personas”. Cifra dudosa por cuestión de espacio, para ser los que laboraban  en su interior,  seguramente incluía a todos los que les suministraban materias o hacían acabados o procesos especiales a los productos, labor realizada en sus propias casas o talleres, no exclusivamente en el edificio del obraje, y que al cierre obviamente resultarían afectados. Asimismo aclara Martínez de Salazar que  la  mayor parte de  trabajadores eran indios avecindados a esta vara  (se refiere con este término a  los de la República de Indios) y de las castas, siendo su principal industria la transformación de la lana y algodón, y trabajadas estas materias  también en los muchos telares que había entre estas personas,  entonces parados por no tener  “suficiencia para darles corriente” los cuales eran 12 en todo el pueblo, “repartidos en varias casas de sujetos con posibles”.  Si el obraje llegó a reabrir como tal, fue por corto tiempo. Aunque originalmente estuvo dedicado a San José, en su última época tenía la entrada tenía una capilla con una pintura del Santo Cristo de Burgos que años después fue trasladado al coro del Santuario del Sacromonte. Nos dice el Lic. Pájaro, estudioso de la historia religiosa local, que actualmente se desconoce su paradero, otro signo de identidad de nuestro pueblo perdido, tal vez para siempre, al menos estaba todavía ahí en 1971, por la descripción que de él hace Rafael Ayala.  

Extracto del libro "La acequia del pueblo"

domingo, 1 de marzo de 2015

Los calendarios


Siguiendo una añeja tradición, iniciada desde mediados del siglo pasado, aparece en los albores del tercer milenio, un nuevo tipo de publicación local, los calendarios de fotografías antiguas de San Juan del Río.

La colección de calendarios y algunos ejemplos de las postales aquí mencionadas.
Aunque hubo fotógrafos asentados de manera permanente en nuestra ciudad desde principios del siglo XX, que hicieron con diversas técnicas, fotografías de lugares y acontecimientos importantes de la localidad, creo que el primero que se dedicó de manera comercial a hacer tomas especialmente para su venta como tarjetas postales, fue don Jesús Layseca Bermudes, a quien debemos la mayor parte de las fotografías antiguas que de nuestra ciudad circulan. Dicen quienes lo conocieron que en su casa conservaba un cajón de madera con cientos de fotografías de la ciudad y de otras partes de la república, especialmente de la capital de Querétaro, donde había establecido un estudio comercial. Todavía en la década de 1970, la botica de Jesús (“Vanguardia de su salud y de su belleza en Hidalgo 24 norte de esta ciudad”) conservaba una estructura metálica especial para la exhibición y venta de ellas. 
Me dicen que en la botica “la Guadalupana" de la calle Guerrero también se vendían esas postales, aunque personalmente no lo recuerdo muy bien. Sí vendían postales, pero de temas religiosos, en blanco y negro con retoques de color, especialmente populares eran, no sé por qué  razón, las que mostraban a pecadores consumiéndose en las llamas del infierno y algunos diablos.
Años después, otro comerciante de apellido conocido, Ugalde, en su papelería “la Azteca", de 16 de Septiembre, vendía postales, mostrando sitios de la ciudad  de fechas cercanas a 1970. A diferencia de las anteriormente mencionadas, eran tarjetas postales comerciales en forma, en cartulina, completamente a color y cubierta protectora brillante. No eran especialmente solicitadas, hará unos diez años, antes de cerrar la papelería, todavía conservaba en una de las paredes un muestrario de ellas, ya completamente decolorado por el sol y el tiempo.
Continuando la tradición, desde la década de 1990, en la extinta “Foto Plaza” esquina con los dos jardines del centro, se vendían lo que en apariencia eran postales, pero en realidad eran fotografías según en blanco y negro, (más bien en blanco y gris) tomadas de muchas  de las anteriormente mencionadas y algunas otras de actualidad. Su calidad era pésima, por no provenir de originales,pero por lo accesible de sus precios, eran bastante vendidas.
Casi al mismo tiempo, don David La Madrid, en su local de “suvenires” en el portal de Reyes de la av. Juárez, puso a la venta “tarjetas postales”, mayormente fotografías de lugares de la ciudad, del fotógrafo Luis R. Luévanos. Creo que es el único que persiste en la venta de estas postales, además de alguno de los puestos de periódicos en la misma calle.
Sirva esto de antecedente a una serie de publicaciones, que ya en un tamaño mayor, dieron a los sanjuanenses la oportunidad de apreciar auténticas fotografías, tomadas de originales, de la evolución de la ciudad en casi 100 años: Los calendarios de la CANACO, que conjugaron la tradición de las tarjetas postales de la ciudad con otra, de ofrecer los comerciantes a sus clientes y amigos, en fechas decembrinas, un almanaque o calendario del año por venir.    
Específicamente estos nuevos calendarios tomaron la idea de otro, también comercial, llamado San Juan del Río, siglo, XXI  comercializado por la Editorial Claudia, de esta ciudad, que en un formato trimestral, presentaba en cada vuelta, una fotografía, entonces actual de edificios y monumentos locales. Al frente, tenía un collage y un espacio en blanco en el que se estampaban los datos del comercio que los patrocinaba. Lo novedoso de este calendario era que contenía un recuadro con datos históricos y al presente del monumento en cuestión, ignoro quien recopilaba tales datos. Su tamaño es mayor a los que cito a continuación.
Con motivo de su 70 aniversario, la Cámara Nacional de Comercio en San Juan del Río, en el año 2004,  edita su primer calendario de fotografías antiguas. Los costos fueron cubiertos por el mismo organismo, con objeto de venderlo a sus agremiados para regalo a sus clientes, su medida es tamaño carta, en formato mensual. En cada mes presenta una fotografía antigua y un recuadro de datos históricos. En el tamaño mencionado y por la calidad de las fotografías pudimos conocer detalles de muchas que ya conocíamos en calidad inferior y por primera vez observar otras no exhibidas desde hacía muchos años, constituyéndose en una invaluable fuente de historia visual de nuestra ciudad. Los primeros dos años, las fotografías y datos fueron proporcionados por José Velázquez.

El primero de la CANACO

A partir de 2006, las fotografías fueron proporcionadas por diversos ciudadanos y el Archivo Histórico Municipal. Contaron con la valiosa aportación en la redacción de los amenos comentarios del Lic. Francisco Pájaro, de los pocos escritores de historia documentados de la ciudad.
No tengo datos del de 2011, parece que no salió, (aunque algunos comerciantes aislados hicieron unos de una sola página, con formato anual e incluyeron solo una fotografía) pero desde 2006 hasta 2012, se publicaron estos calendarios, con algunas variantes, casi siempre con fotografías en blanco y negro y antiguas, pero algunos las tienen en tonos sepia y otros de color. Hay uno semi dedicado al Hotel Layseca. En los últimos decayó la calidad de las fotografías y se repitieron varias, aunque continúo la aportación histórica del Lic. Pájaro. Parece que su venta disminuyó. 

Hay otros dos calendarios del mismo formato, mensual, con fotografía por mes y datos, no son de la CANACO:
Uno editado por José Velázquez y el ayuntamiento en 2006, con fotografías poco conocidas, con el inconveniente de que siendo originalmente en blanco y negro, se colorearon y en algunas se le agregaron unos cielos photoshoperos, salvo eso, también contribuyen a la difusión de nuestro pasado. No sé cómo se comercializó, yo lo adquirí con don David.

Otro editado en 2008 por la Presidencia Municipal, se regaló a los trabajadores del Ayuntamiento, con algunas fotografías antiguas de José Velázquez y otras modernas, pero francamente artísticas de Pablo Velázquez. La intención seguramente era para difundir obras del gobierno en turno, pero por la inclusión de algunas fotografías antiguas, estaría en el mismo tenor de los de la Canaco.
En los últimos años, los calendarios de la CANACO ya no se vendían en los puestos de periódicos, había que comprarlos en sus oficinas de  Morelos equina con Mina, no han salido los últimos años, me dijeron ahí mismo que “se les habían quedado muchos de los últimos” pero prometieron que este 2015 sí sacarían… ¿será?  


El último... ¿Volverán?
Con la aparición hace un par de años de la página vecina: San Juan del Río en el Tiempo, han surgido, de colecciones particulares bastantes fotografías históricas de nuestra ciudad, supongo que muchos de sus dueños con gusto facilitarían el escaneado de algunas de ellas para su publicación en el calendario 2016 y darlas a conocer en formato grande al público y revivir lo que por casi 10 años se había constituido en nuestra memoria colectiva visual.  Yo compro tres.