sábado, 18 de mayo de 2019

Había una vez una capilla.


HABÍA UNA VEZ UNA CAPILLA.

(Sexta y última entrega del especial dedicado a esa localidad)

Fotografía de la revista Querétaro. La torre en la década de los noventas. 
Como parte final de los testimonios relativos a la localidad de la Estancia, que como mencioné ya, tuvo etapas de desarrollo paralelos a San Juan del Río, aunque no estaba planeado y pensaba terminar la serie en la entrada pasada por ser escritos que tenía rezagados, aparecieron en la investigación datos que permitieron hacer esta.


En la década de los sesentas y setentas, habiendo llegado la modernidad a San Juan del Río, se le dio importancia a establecerla sobre los viejos restos. De manera personal, fui testigo de cómo se derruían casas y elementos antiguos para en su lugar poner modernas edificaciones. Así desaparecieron la huerta de la Viña, el salón de actos de la Mártir de Chihuahua, el mesón de San Pablo, la casa inmediata a la vieja cárcel, la barda atrial de las iglesias del centro y la casa del portal de Reyes, por dar algunos ejemplos, ello sin que se tomara conciencia aún de la conservación del patrimonio, es más, la conciencia colectiva lo aprobaba por representar el desarrollo y la confirmación de que San Juan del Río ahora sí se convertía en ciudad. (A pesar de que tenía muchos años de haber sido declarada como tal, desde 1847, en realidad hasta entonces no parecía más que un pueblo grandote)

En esa idea, y como uno de sus paralelismos con la cabecera municipal, la hacienda de la Estancia que conservaba, aunque con muchas modificaciones, un casco del siglo XVII, sin reparo fue condenado a quedar bajo las aguas de una presa, sin que hubiera oposición, a no ser la de los lugareños que junto a ella tenían sus viviendas y milpas, que decidieron no abandonar, pero lo tuvieron que hacer cuando los alcanzó el nivel ascendente del agua.
Fotografía  tomada del Libro de J. Luz Chávez, la torre emergiendo de las aguas.

Como parte anexa, hasta 1970 tenía una capilla que por entonces era la más antigua en pie de todo el estado, igualmente, creo que debió tener reparaciones y modificaciones en el transcurso de tres siglos, pero parece que su planta original se conservaba.

Conocí esta capilla hasta finales de la década de 1970, más bien su torre, emergiendo entre el agua de la presa, su particular elegancia, sencillez y soledad destacaban en la inmensidad del vaso, la erosión ya había dejado al descubierto mucha de su estructura de cantera.

Fotografías tomada del muro de Moroco  Vega, sin fecha. Aún en los niveles máximos de aguas, la torre asomaba. 


El contraste de ese elemento arquitectónico entre las aguas, hasta su derrumbe fue el único atractivo de la comunidad en aquellos tiempos. A principios de la década de los ochentas, hubo un intento gubernamental no sé de qué nivel de atraer turismo estableciendo un parque al otro lado de la cortina de la presa, donde los constructores habían sembrado eucaliptos y ya habían formado un pequeño bosque que se unió a los sabinos del antiguo lecho del río del Caracol que la cortina había dejado sin cauce.

Imagen de Google Earth 2019. La cortina de la presa. Debajo de la última línea de la H de S.R.H. el antiguo cauce del río el Caracol, a su lado estaba el que se llamó parque Municipal 1. 

Fotografía de 1980. Inauguración del parque, al fondo la cortina, la sección blanca detrás de la señora de vestido oscuro, es la ultima línea de la letra H. De izquierda a derecha, Enrique Burgos, secretario de gobierno estatal, alguien no identificado, el gobernador Rafael camacho Guzmán, y el presidente municipal, Jorge Herbert.

Se niveló una pequeña plaza y se construyeron asadores, sin embargo, no tuvo éxito por la inseguridad y sobre todo porque la entrada estaba al lado poniente de la cortina, en la carretera a Amealco y había que atravesar a pie toda la extensión de la presa. En alguno de esos escasos paseos, tras subir con trabajos la cortina de la presa (es de piedra suelta) vi al otro lado por última vez la impoluta torre emergiendo con toda su elegancia entre el líquido entorno. (nunca me tocó poder ver el nivel de la presa bajo y poder acercarme a ella, por eso no doy mayores detalles) Poco después, ya sin apoyo gubernamental surgió al otro lado de la cortina el Acapulquito y el parque quedó abandonado para siempre, incluso he preguntado a habitantes de la localidad y no se acuerda de él.

Fotograma de la película Santo vs las Lobas, 1970, desde uno de los patios de la hacienda, jardín de por medio, la capilla.  La mancha a su derecha no es un árbol, sino la cabeza de una de las peludas lobas.
Ya anteriormente había presentado algunas imágenes de la capilla entre las aguas. Se encontraba perpendicular a la hacienda, en uno de los extremos de un jardín central. Hoy se pueden localizar en la esquina noreste de la presa, a unos cien metros de la cortina, ciento cincuenta metros del Acapulquito y unos doscientos de las compuertas.

Fotografía personal, 2017. a unos metros de la volátil orilla, los últimos restos.
A no ser por los habitantes y visitantes del lugar en los tiempos en que estaba en funciones, el resto de la gente no teníamos más idea de como había sido la capilla, algunas fotografías difundidas en el libro de J. Luz Chávez la presentaban de manera indirecta, pero no daban un referente claro de la construcción, que fue terminada de construir a finales de junio de 1664.

Fotografías  tomada del Libro de J. Luz Chávez,  sin fecha, pero anterior a 1970. Arriba, la capilla desde  donde hoy están las compuertas. Abajo, desde el centro de la presa, el lado colindante con el río el Caracol.



En cambio, en su libro nos proporciona una magnífica descripción escrita: Se encontraba fuera del área perimetral del casco, pero conectada con él por una puerta auxiliar, que pertenecía a la parroquia de San Juan del Río y era atendida por sacerdotes de ella hasta la formación en 1957 de la parroquia de Galindo a la que fue adscrita. En lo local, estaba su cuidado a cargo de capilleros:

“Su construcción era de estilo ecléctico… albergaba un recinto con capacidad para 180 personas, donde se oficiaban misas, se rezaba el rosario y todo tipo de culto católico; un coro donde estaba colocado el órgano sacro y a donde acudían los cantores  al oficiarse las misas; una sacristía… la torre con su cúpula tenía una campana central y dos esquilas… y, por último el altar mayor; en la parte central estaba entronizada  la imagen de nuestra señora de Guadalupe; patrona del lugar, al lado derecho la imagen de bulto de San Francisco de Asís. La capilla tenía además un atrio de mediano tamaño con vigorosas plantas de laurel .. y para protegerla estaba circulada con una barda perimetral de aproximadamente dos metros de altura sobre la cual por el lado oriente estaba la puerta principal y entraban los feligreses; afuera del perímetro bardado por el mismo lado había un espacio amplio donde crecían dos vigorosos arboles de fresno que le daban a la capilla un realce sin igual."

A diferencia de otros poblados, en la comunidad de la Estancia hay un fuerte arraigo por su pasado, diría que hasta orgullosos de lo que tuvieron y hay en las páginas electrónicas gran cantidad de imágenes capturadas a partir de las décadas cuando hubo disponibilidad de cámaras fotográficas, es decir, desde 1960, para entonces el lugar ya no funcionaba como hacienda, sino que mantuvo etapas como cuartel y posta ganadera, pero lo poco que quedaba nos da un acercamiento a su pasado grandioso. Así, pude obtener gran cantidad de testimonios gráficos que hoy presento, con baja calidad, pero ilustrativos, espero no se molesten por compartirlos, debidamente acreditados. Incluso varios de ellas se encuentran enmarcados en las palapas mencionadas.

Principalmente encontré una imagen compartida en la página de Facebook de la palapa el Charquito. que muestra la capilla de frente, todavía completa, pero por los niveles de humedad que se notan, ya había sido cubierta en su mayoría por el agua en algún momento y luego bajó el nivel, no sin haber hecho algunos estragos. Se observa su ubicación exacta con relación a la cortina de la presa y de manera completa su fachada, que se nota muy sencilla. Aunque en tiempos anteriores hubo una capilla interna en la hacienda, la de la comunidad estaba por fuera en un extremo como construcción aparte. 

Presento en continuación, el proceso de deterioro de la misma:

Fotografía  tomada de la página de la palapa el Charquitio, sin fecha, pero debe ser a principios de los setentas. Al fondo, la cortina. La iglesia seguía completa pero el agua ya comenzaba a hacer estragos en la barda atrial.

Fotografías  tomada de la página de Moroco Vega, vista desde atrás, se mantiene la fachada, pero empiezan a derrumbarse las paredes.
Fotograma de la película El extensionista, 1980. Ya solo sobrevivía la torre,  detrás de ella, todavía en tierra, los restos de la hacienda.
Fotografías  tomada de la página de Moroco Vega, por las mismas fechas. Note el cubo de piedra la derecha del joven.
Fotograma de You Tube, Crédito a quien corresponda. Ya se había perdido el campanario.

Fotografías  tomada de la página de Moroco Vega. La torre resultante, sin agua.



Fotografías  tomada de la página de Moroco Vega, 2009, también la torre caía.
Fotografías  tomada de la página de Moroco Vega, el último vestigio que aún podía llamarse torre.
Fotografía Personal, 2017. El final.

Hasta la reubicación completa de la comunidad, era la capilla en funciones del poblado y se tenía acceso directo sin tener que entrar a la hacienda. Solo podría explicarse el hecho de que esta tuviera su capilla particular y que por el numero de habitantes desde épocas  tempranas hubiera en sus terrenos una capilla para los trabajadores y por eso su construcción desde 1664, ignoro muchos datos, pero estudiando la fachada y el marco del vano, es muy parecido a las antiguas capillas indias de los alrededores, seguramente era una de ellas y fue modificada, Al menos puedo notar tres etapas constructivas: seguramente de inicio era muy pequeña y solo abarcaba la parte alrededor de la puerta y encima de ella una espadaña con el campanario. Posteriormente debió ampliarse y los huecos de la espadaña quedaron como ventanas. La torre del campanario fue un agregado posterior, por eso no forma parte del cuerpo de la iglesia, fue adosado a un lado. La parte más nueva fue el remate superior de la fachada, de ladrillo, que fue agregado después, incluso terminaba encima de la base del campanario. La portada alrededor del marco de la puerta se nota posterior, pero es imposible saber de cuándo, solo puedo afirmar que no es original, a lo mejor es la señal del perímetro que tuvo la construcción primigenia.


Fotografía  tomada de la página de Moroco Vega, sin fecha pero anterior a 1969. La portada de la fachada, nótese el magnífico  trabajo del marco.
En alguna de las fotografías, sin mucha definición se puede ver la majestuosidad del marco de cantera de la entrada principal, una verdadera obra de arte, faltaría saber si era mamposteo o cantera, y en tal caso, supongo que por su antigüedad pudiera ser de algún tipo que no fuera morena, (esta cantera, como parte ornamental, no fue utilizada en San Juan del Río hasta el siglo XVIII, antes se usaban otras, más duras) lo que daría la posibilidad de que todavía estuviera enterrada y se pudiera rescatar.

En una sola página, de Moroco Vega pude encontrar las demás imágenes, otra vez en baja calidad, pero que nos dan la crónica anunciada de la muerte de la capilla. Ignorando quienes son sus autores, remito el crédito a la página donde la encontré.

En la página de Facebook de la palapa el Acapulquito encontré otro testimonio gráfico de la fotógrafa sanjuanense Leticia Rangel, creo que oriunda de la comunidad, en 1997 realizó una composición en el que su hermano trepó a la torre y acopló el momento con otra imagen de muchos años después con los restos de la torre derrumbada.

Una aclaración: El lugar es exacto, pero la orientación de la torre es para el lado contrario, como se podrá observar con la fotografía de la capilla completa por un detalle: El niño está sobre un cubo de piedra que no tienen las otras esquinas del campanario, y por lo tanto, detrás debería estar la cortina de la presa.

El cubo mencionado, que en realidad es de ladrillo, por sencillo que parezca me dio muchos parámetros en la investigación en comparativa con la época actual. Al principio pensé que era un reloj de sol o una piedra de inscripciones, tardé en darme cuenta de que era parte del remate final de la fachada, que, derrumbada ya, no había modo de ubicar. Estos “cubos” eran tres, uno junto a la torre, otro al centro de la fachada y otro a su extremo poniente. Por haber sido construido este adorno después de la torre, quedó encima de su base, seguramente unido con mezcla y permitió que al caer el resto, este se conservara. El “cubo", que se puede ver en varias fotografías e indica la altura que tuvo la fachada.

Por haberse construido o modificado en varias etapas es que su derrumbe fue paulatino, primero la parte más vieja, construida con materiales más precarios, la torre, más moderna, pudo resistir algunos años más los embates de la corriente que se forma por el paso de las aguas rumbo a la compuerta.

Fotografía de la fotógrafa Leticia Rangel, tomada de la página de la palapa el Acapulquito.
La Última vez que estuve en el lugar, no había notado este detalle, revisando posteriormente las fotografías actuales, pude localizarlo entre los restos, pero por esa razón no tomé una fotografía particular, sería el último resto reconocible de lo que fue la fachada.

La excelente gráfica de Rangel, (que tiene un estudio fotográfico) por su simbolismo, del antes y el ahora, del pasado y el presente, de lo que fue y lo que ya no es, representa el colofón adecuado de esta serie de entradas dedicadas a la localidad, de una actualidad pujante, surgida de un pasado glorioso, a la gente que hoy lo sustenta y aquella que sentó sus bases.

Espero que posteriormente surjan más temas relativos y poder consignarlos, ojalá les haya gustado, sobre todo a los viejos habitantes del lugar, recordando que la redacción de todo lo escrito aquí es de producción propia y original, como siempre, apoyado en textos, observaciones de campo y testimonios cuyos detalles no puedo consignar por la dinámica de este formato, pero si llega a formar parte de una obra impresa, se consignarán como dictan las normas.

Fotografía  tomada de la página de Moroco Vega, por el color, no se si sea una fotografía retocada o una imagen compuesta de una maqueta de la  capilla que tienen en la comunidad. 
 ______________________________________________________________EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
______________________________________________________________

Siendo los interesados en el tema de la Estancia lectores frecuentes del blog, supongo que entre ellos muchos habitantes actuales, se les recuerda que pueden hacer comentarios, adiciones, correcciones, felicitaciones etc. Contesto todo.

lunes, 13 de mayo de 2019

LA DOBLE RESURRECCIÓN DE UN ASENTAMIENTO.


LA DOBLE RESURRECCIÓN DE UN ASENTAMIENTO.

(Quinta entrega del especial dedicado a la Estancia, San Juan del Río)

Fotografía de J. Luz Chávez Araujo. El cuarto del niño Manuel, inmediato al último arco de la fachada.
Contaba en la pasada entrada, dedicada al parador turístico de la presa Constitución de 1917 en la Estancia, que su particular playa crecía y disminuía según el nivel de agua y en años especialmente secos es muy amplia, aunque a diferencia de las verdaderas, no contiene arena, sino tierra que a lo largo de los años ha descendido desde la pequeña loma que limita la presa en su lado oriente o ha sido arrastrada al lecho de la presa.

No es una tierra cualquiera, observándola detenidamente se puede ver que es negra, es decir, proviene de lugares que fueron labrados desde hace muchos siglos, incluso milpas prehispánicas ya que contiene innumerable pedacería de barro de cerámica.
Este detalle nos recuerda que, aquí existió un asentamiento al menos desde la era teotihuacana, sobre el que se construyó la vieja hacienda y el actual poblado, del que no hay registros de su extensión, pero debió ser muy grande ya que se puede andar kilómetros por la orilla y no dejan de aparecer los restos. Son muy pequeños, difícilmente hay dos que embonen o al menos se parezcan, haciendo suponer incluso que son de segunda mano, es decir, desperdicios o asientos de la actividad humana utilizados posteriormente para rellenar estructuras o alinear parcelas, o bien que las milpas de la época colonial se ubicaron sobre esos elementos, lo que podría explicar su casi pulverización. A demás se han localizado piezas completas en distintas zonas de la comunidad tales como recipientes, figuras flautas e incluso yugos de piedra.

Este resurgimiento esporádico del asentamiento prehispánico parece decirnos que no olvidemos la grandeza de un lugar que al menos tiene 1500 años habitado. A su manera la Estancia prehispánica sale a la luz.

Fotografía INAH La excavación de 1958.

Como zona arqueológica, el lugar fue excavado en el año de 1958 por el arqueólogo Roberto Gallegos quien dictaminó su ascendencia teotihuacana. Solo se conoce una fotografía de su trabajo en el que se observan esqueletos, y objetos de cerámica en un foso cuya localización hoy es difícil, pero se puede ver que hay una barda moderna y un poste.

La estancia colonial también resurge

Fotografía de J. Luz Chávez Araujo. La  fachada de la hacienda.

Fotografía personal, casi la misma zona, compare la silueta de los cerros.
En los iguales años de secas, la orilla oriental reserva otra sorpresa; entre la misma tierra y el lodo que se forma al contacto con la línea de agua, aparecen, salpicando la superficie líquida, montones de piedras. De inicio no parece tener sentido este coqueteo entre líquido y sólido, pero a veces el nivel desciende tanto que los montones empiezan a formar alineaciones, muros y estructuras, incluso se adivinan los perímetros de algunos espacios.

Fotografía personal.  Los restos de la capilla,  al extremo norte de la hacienda.
Y sí, es el casco de la hacienda de la Estancia Grande, resistiéndose también a que el lodo y el olvido sepulten su esplendor dejando ver que lo que resurge es la parte superior de los muros de la Casa grande, perfectamente unidos a pesar de su adverso destino.  Desgraciadamente el lodo que se ha sedimentado no permite ver la parte baja, porque se pudieran buscar los arcos de la fachada o delimitar algunas habitaciones y, ¿por qué no hasta aquella donde fue velado el recordado patrón.

Con algo de imaginación, se puede situar la hacienda revisando las pocas fotografías que de ella se conocen y una descripción escrita de lo que fue hace un siglo y que hoy parece una esquela se sus restos:

 “Según Campos Loyola (1979) la hacienda fue construida en 1646, con cantera azul de los lechos del río Galindo y la Hache, que al inicio de la finca se unían formando el Caracol, que pasaba detrás de ella.
La construcción era estilo colonial y su fachada tenía hasta la mitad un portal con 7 arcos de medio punto.
El zaguán en el portal daba a un patio cuadrangular atravesado por una galería de arcos, a su derecha estaba un despacho y habitaciones con ventanas que daban a la fachada fuera del portal, a la izquierda, estaban las oficinas y al fondo la sala, el comedor y lo que había sido capilla.
Al exterior, por el lado sur estaba la tienda de Raya y al frente de la fachada un jardín en cuyo lado sur había una troje rectangular que abarcaba desde la entrada de la hacienda hasta los arcos de la fachada y conectaba con otro patio y con las caballerizas y el río.


Al norte del jardín y contigua al casco estaba la capilla principal, dedicada a la virgen de Guadalupe, acabada en junio de 1664. El casco estaba limitado por el norte y el oriente por una cerca perimetral de piedra pegada con lodo. Al poniente y el sur el río Caracol era su límite. “(Extractos del libro de Chávez Araujo, 2014)

  
Por mala suerte, entre las fotografías de los restos que tomé no hay una toma frontal exacta del lugar donde la vieja fotografía marca su ubicación, pero por la silueta de los cerros detrás, podemos darnos una idea aproximada.

Fotografía personal. ¿La troje del sur?
    
Fotografía personal. ¿el área central?


Fotografía personal. Por su ubicación, esto son los restos de la barda perimetral al oriente.

Fotografía personal. ¿La troje del sur? otra toma

Fotografía personal.  La zona de restos de la orilla oriental de la presa.
  
En torno a la hacienda, las avenidas de los ríos rodeaban algunas secciones formando lo que los lugareños llamaban “las islas”, parece ser que la finca, de por sí en un lugar prominente en el entorno, tenía además distintos niveles, es difícil afirmarlo pero hace pensar que fue construida sobre montículos prehispánicos, que por su antigüedad, ya ni siquiera tenían estructuras visibles y con cuyas piedras se formaron los muros de la hacienda y su barda perimetral, cada vez es más difícil de comprobar lo anterior y aunque en 50 años únicamente se ha derrumbado la parte superior, y se ha ido el lodo que las unía, las piedras siguen ahí aunque exactamente sobre sus restos pasa la corriente de agua cuando se abre la compuerta, lo que ha acelerado el deterioro, en otras condiciones, aún bajo el agua se hubieran conservado más.

De sus interiores, solo hay testimonio en la película Santo contra las lobas, pero por su ambiente oscuro, solo se puede adivinar algunas secciones, tomé las más representativas, aunque hay muchas otras, todas con la misma debilidad de luz, son de la época en que dejó de ser cuartel.



Fotograma de Santo vs las lobas,  desde el portal de la fachada, la vieja plaza, a la derecha está lo que supongo era el monumento a la bandera.

Fotograma de Santo vs las lobas, desde el campanario, la vieja plaza.

En el año 20111, el nivel de agua bajó tanto que fue posible caminar hasta el centro de la presa y se pudo observar algunos detalles. Tomo las fotografías tomadas por Benny Roque Nieto, compartidas en la página de Face de la Palapa El Acapulquito, quien desafortunadamente no captó o detalles de la hacienda, pero sí de la parte sur,  como en un paisaje lunar, aparece el viejo cauce de alguno de los ríos (no pude determinar si era el Galindo, la Hache o ya cuando se unían formando el Caracol) Es impresionante ver que a pesar de décadas sumergido, sigue conservando su trayecto y restos de algunos de los sabinos que lo flanqueaban. 

Los tres ríos eran de cauce muy pequeño, solo en época de lluvias crecían, pero hay relatos de que había gran cantidad de esos árboles. Puede observarse también, el nivel del lodo sedimentado, que es de varios metros, bajo el cual deben estar restos de alguna de casas de los habitantes, que fueron reubicados al construirse la presa. Por la misma razón, no es posible localizar en las fotografías la zona que los lugareños llamaban “los tepetates” que era la única parte que no era sembrada o habitada en los alrededores. 
Fotografía de Benny Roque Nieto. La zona relatada, sin agua.


Fotografía de Benny Roque Nieto. En el viejo cauce del río, al fondo, la cortina de la presa, en el espejo de agua, el nivel original del piso, a los lados, el nivel de lodo sedimentado en 40 años, casi tapando lo que fue un sabino grande.

Fotografía de Benny Roque Nieto. La zona central, como paisaje lunar.

Fotografía de Benny Roque Nieto. Cádaver se un enorme sabino.

Fotografía tomada de internet, crédito a quien corresponda parece ser que es el mismo árbol, en otra perspectiva y en otra situación.
Las imágenes, sobre todo las que tienen los cadáveres de los árboles que se resisten a soltarse de sus raíces, igualmente muertas, hacen la metáfora de la hacienda, cuyos muros siguen unidos a sus cimientos y de vez en cuando se asoman al siglo XXI entre el agua y el lodo que rellenan sus espacios, igual que lo hace la Estancia prehispánica, paradójicamente en ese lodo de relleno, acrecentando su misterio y la desesperanza de todo lo que se perdió.
_____________________________________________________________

EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD.

Este martes 14 de mayo, en el portal del Diezmo, presentación del libro UNA MIRADA AL MAGISTERIO QUERETANO, ahí nos vemos, chequen el programa del mes, por si algo les gusta..



domingo, 5 de mayo de 2019

EL ACAPULCO DE TIERRA ADENTRO


EL ACAPULCO DE TIERRA ADENTRO O LO QUE ES LO MISMO; SAN JUAN DEL RÍO TROPICAL 1

 (Cuarta entrega del especial dedicado a esa localidad)

Fotografía personal. panorama de la presa desde la cortina.
Los inmejorables terrenos de la antigua hacienda de la Estancia, por su ubicación cercana a la confluencia de dos ríos y un terreno en leve descenso que con adecuadas presas y bordos, a lo largo de cuatro siglos dieron grandes ganancias al patrón en turno.

Creo que en la decisión de construir en dicho lugar la presa Constitución de 1917 a partir de finales de la década de 1960, se debió a que con ella se beneficiarían gran cantidad de agricultores del valle, el llamado Plan de San Juan, algunos de lugares extremadamente lejanos.

La moderna presa, plenamente integrada al distrito de riego 23, además de los mencionados ríos, es alimentada a través de un canal de más de 10 kilómetros de longitud, con aguas del río San Juan, desde la presa “Constitución de 1857” instalada en las afueras de la cabecera municipal. Esta presa deriva a través del canal mencionado, la poca agua que el río tendría a su paso por nuestra ciudad.

Una vez que las aguas de los ríos la H, Galindo y San Juan lograron llenar el vaso, ya en la década de 1970, contenidas por una larga cortina de piedra, apareció un enorme espejo de agua, el mayor hasta hoy en territorio queretano. (Son más grandes la San Ildefonso y Zimapán, pero solo sus cortinas están en Querétaro, el resto en los estados de México y de Hidalgo, respectivamente)

Ante el surgimiento del nuevo lago, aun en época de secas empezó a surgir en su entorno una nueva actividad primaria, la pesca. Me dicen que en los dos ríos siempre hubo peces para consumo, pero en realidad, las especies que se encuentran en este embalse son producto de las “siembras” gubernamentales, en programas de apoyo que pocas veces fructificaron porque lo hacían en bordos que apenas contenían agua por algunos meses.

El caso es que a sus pocos años, la presa rebozaba agua… y peces, apareciendo por arte de magia las primeras lanchas y redes, inicialmente para el autoconsumo. Ya en la década de los ochentas, aparece la Cooperativa Piscícola “La Estancia” formada inicialmente por ocho pescadores, que ofrecían su producto en las comunidades y mercados de la cabecera. Incluso, conociendo sus actividades, no faltó quien quisiera adquirir los pescados a orilla de presa.

Lo que pasó de ahí en adelante es ilustrativo y ejemplo perfecto de la evolución natural de cualquier empresa humana, por pequeña que parezca en sus inicios. Esta, solo para autoconsumo, como una actividad primaria fue derivando a secundaria y terminó en terciaria o de servicios incluso ya diversificados. Todo ello en un lapso de apenas 20 años.

 Cuando la gente que acudía a comprar, sobre todo a la margen oriente (que es la que colinda con la comunidad) o por simple paseo aumentó, no faltó quien ideara la fórmula perfecta: cocinar el pescado en el lugar, directo de las redes a un asador. La idea resultó un éxito y el aumento de visitantes fue exponencial, sobre todo en fines de semana o los días de pesca, que ingeniosamente pasaron a esos días o los festivos, en busca de los mentados pescados, principalmente por el precio y el tamaño. (eran bastante grandes, por eso digo que no eran nativos de aquí)

Fotografía tomada de la página de facebook de la palapa El Acapulquito. 
Ante el repentino auge turístico y gastronómico, no tardó en aparecer el infaltable estanquillo metálico, símbolo universal de la colonización humana de espacios naturales y a su lado, para proteger de la insolación, unas escuálidas hojas de palma.

El lugar, inicialmente solo a un lado de la presa fue rápido de bautizar: EL ACAPULQUITO y asunto resuelto a unos 500 kilómetros de su émulo guerrerense surge la primera costa sanjuanense.

Fotografía tomada de la página de facebook de la palapa El acapulquito.
Lo frágil de las palapas, el estanquillo y no se diga de los asadores los hacían fáciles de transportar en caso de que subiera el nivel de las aguas, pero por si las dudas, se decidió acondicionar un terreno fijo a una distancia segura de la “marea”. Es entonces cuando surgen las instalaciones permanentes, de mayor tamaño y con mobiliario adecuado, ingresando al menú, toda clase de mariscos, ya no locales y cocina tradicional. Al paso de los años, llegaron los grupos musicales diversos y hasta de planta en algunos de los ahora diversos negocios, cada uno con su nombre propio, pero todo el complejo es siempre llamado genéricamente “El Acapulquito”.

Fotografía personal.  El enorme complejo gastronómico en la actualidad, en época de "marea baja",
Y no faltó quien les dijera que el verdadero Acapulco también era puerto, y de nuevo, el sanjuanense no tardó en buscar la solución, las lanchas, hasta entonces exclusivas para pesca, se transformaron, a través del marketing local, en turísticas, incluyendo estructuras para evitar asolear a los usuarios. Hoy cuentan con un moderno “muelle portátil” para embarcarlos y las viejas lanchas a remos, donde se hacían los paseos a costa del sudor de los dueños, hoy han derivado en modernas embarcaciones con motor fuera de borda y aumentado su tamaño.,
Fotografía personal.  Al fondo la cortina de la presa, a la izquierda la compuerta, las lanchas al centro en espera de turistas.El complejo de la parte de arriba, en época de "marea baja", al subir, todo desaparece.

Al correr de los años, se ha convertido el lugar en un singular punto de recreo, principalmente visitado por sanjuanenses y de municipios y estados circunvecinos.

Muchos de los asiduos dicen que el punto de atracción no es la comida, sino el ambiente que rodea al lugar y la compañía de las bebidas espumosas, qué mejor para mitigar el calor que la brisa marina y una caguama (y hay quienes juran y perjuran que hasta se marean) y poder observar desde los ventanales de los negocios, estratégicamente colocados, el horizonte marino, apenas a 10 kilómetros de San Juan del Río, y sí, es como estar en Acapulco.

Y no mienten, en años lluviosos, el nivel de agua ha llegado a las mismas paredes del complejo, y aunque ningún cliente se ha quejado, (incluso hasta es más fácil abordar las lanchas desde las mismas puertas de los negocios) el inminente peligro ha motivado un sinnúmero de intentos de reubicación por parte de las autoridades. (Y cuando despertó Protección Civil, el Acapulquito todavía estaba ahí) Lo único que han logrado hasta ahora es que exclusivamente se venda cerveza para el consumo en el lugar. 

Fotografía tomada de la página de Facebook San Juan del Río oficial. Con "marea alta" de la embarcación al establecimiento con un solo paso.

Se diría que en los años en que hay poca agua, los visitantes se alejarían, pero este lugar es bendecido por la mercadotecnia divina, si el nivel del agua disminuye, “la playa” se extiende y surge otra solución como la renta de cuatrimotos, los “brincolines”, paseos a caballo o la simple caminata por la playa, En esos lapsos se hace patente la utilidad del muelle portátil y ¿porqué no? , regresan, como en sus orígenes, estanquillos y palapas más rústicas a nivel de playa.

Fotografía personal.  Al alejarse el agua, regresan los estanquillos e instalaciones a nivel de playa.
Y como no le van a decir el Acapulquito, si hasta las aves se confunden y es posible observar en muchos recovecos a pelícanos marinos, en conjunto con otras aves migratorias para las cuales la presa se ha convertido también en un punto de atracción por su inmensidad.

Fotografía tomada de la página de facebook de la palapa El Acapulquito. Pelícanos medio perdidos y un fabuloso atardecer.
El ambiente, su cercanía con el entorno acuático y los servicios han creado el atractivo de este lugar. La palapa original, las que siguieron más las que se acumulen en la semana, han propiciado que se le haya incluido en las campañas de las Secretaría de Turismo estatal y municipal, incluso en la “Ruta Campestre”, aunque cabe aclarar que este desarrollo turístico es autóctono y original. Verdadero modelo para las dependencias gubernamentales y privadas, que inició con una lancha, una red y un asador y hoy da trabajo a decenas de personas y esparcimiento a cientos.



Fotografías  del Instituto de Cultura, turismo y la juventud de San Juan del Río. Alguna de las instalaciones por su parte frontal, la trasera da a la presa.
Las negociaciones aquí mencionadas, hoy son razón social, cuentan con estacionamiento y hasta servicio de valet parking y zonas VIP, pero el ambiente populachero del interior no ha cambiado, quizá son los aires costeños esos que huelen a sal, los que transforman a los comensales y provocan el deseo de asistir.


Fotografía  del Instituto de Cultura, turismo y la juventud de San Juan del Río.  Junto a las olas, las cuatrimotos.

Fotografía personal.  Paseo a Caballo, Al centro, el Rosario, a la derecha, Galindo.
  ________________________________________________________________________________

EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
_________________________________________________________________________
Para llegar al lugar, basta salir de la autopista México-Querétaro, en el kilómetro 170, pasar por la zona militar, a partir de ahí los letreros te llevarán, no es necesario entrar al poblado. Si la suerte te favorece y permaneces hasta tarde, gozarás de las más hermosas puestas de sol, esas sí de verdad compiten con las de las costas de cualquier parte del país.

Fotografía personal.  letreros rumbo a...
______________________________________________________________
Juro y perjuro ahora yo, que esta entrada, aunque lo parezca, no es una inserción pagada, la redacté por motivos antropológicos, ante el inusual caso de un polo turístico que surgió entre la arena de la orilla de una presa.   (aunque en realidad no es arena, como se verá en la entrada siguiente)

Se recuerda a la comunidad que  pueden hacer comentarios, rectificaciones y hasta felicitaciones, dando clic en la parte final de las entradas abajo de  donde está el icono del lápiz, redacto según lo que he leído, visto y oído.

Quienes se comunicaban por el Google + de manera privada, al desaparecer esa red, ya solo pueden hacerlo de manera pública, si no quieren que aparezca su nombre, elijan publicar como anónimo.