lunes, 27 de noviembre de 2017

EL ÁNGEL DE SAN JUAN

EL ÁNGEL DE SAN JUAN

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Uno de los personajes más conocido de la ciudad, aunque no se crea, no es un político, tampoco un deportista, mucho menos un artista. Es un sencillo vendedor de dulces y esta es su historia:

Aunque nació en Tequisquiapan, por los años  vividos aquí, constituye un enlace entre el viejo San Juan, el de hace al menos unos 70 años y la moderna urbe actual.  Es común ver su lento transitar por las calles, arrastrando un diablito en busca del lugar propicio para su vendimia en el que una vez instalado, aparentemente vende poco, no es así. Observándolo un breve tiempo, puede verse que a pesar de lo exiguo de su mercancía, apenas cuatro cajitas de dulces, se le acercan infinidad de personas, todas le llaman con respeto: “don Ángel” o afectuosamente “Angelito”. El asunto es que mayormente son adultos, a los que alguna vez les vendió en su niñez y al recordarlo, acercan a hijos y nietos a que lo conozcan.
Una vez traspuesta su aparente reserva, es una delicia su conversación porque en más de cincuenta años recorriendo calles, espacios y eventos, conoció a todos los personajes públicos y privados, locales y foráneos. Su plática sabe a historia, una historia común a muchos y de la que él mismo es parte fundamental, dado que estuvo junto a deportistas, luchadores, boxeadores y artistas de época, a todos conoció, con muchos convivió, a todos recuerda. Su lista es grande, incluidos Jorge Negrete y María Félix (“a esa la tuve que ir a ver a Bernal”,  acota) El que nunca vino, dice, fue Pedro Infante.
 A los 12 años de edad, llegó a San Juan del Río, siguiendo a su padre, que había sido contratado como dependiente en un tendajón de la calle Morelos y una vez instalado, mandó traer a su familia. Este hecho trajo como consecuencia que interrumpiera los estudios iniciados en la escuela Leona Vicario de su tierra natal, los que ya nunca retomó.
Con el tiempo, el progenitor llegó a poseer en sociedad, una tienda en la mismísima plaza Independencia, “La Providencia” que cerró por mala administración. Así, el ya joven Ángel debió incursionar en diversos empleos, casi todos eventuales, pero casi siempre fue  vendedor de planta o ambulante de las más diversas mercancías.
¿Qué lo hace diferente a los demás de su oficio? Seguramente, en un día de tantos, sus pequeños ojos brillaron ante el oropel de un artista, de los muchos que se apersonaban en la Avenida Juárez, en la gran cantidad de restaurantes que había cerca del portal del Diezmo, sobre todo en la Bilbaína, sitio de reunión por excelencia de las celebridades hace medio siglo y a partir de entonces, debiendo continuar con sus ventas, al unísono utilizó el tiempo para conocer a los  famosos que cruzaban sus pasos, lo que no era difícil en pequeña ciudad. El encanto que le produjeron, no lo ha perdido, hasta la fecha conserva ese brillo en la mirada.
Es imposible en este espacio tan siquiera enlistar a los personajes que conoció, especial recuerdo guarda de cuando en una función en el lienzo charro, soltó su vitrina de gelatinas, para retratarse con Santo, el enmascarado de plata o cuando en la entrada a la calle de Cóporo vio a José Alfredo Jiménez tirando balazos y huyendo de otros empistolados, o cuando frente a él, Lucha Villa salía de la Casona durante la filmación de la película el Gallo de Oro.

Sus palabras trasladan siempre a lugares ya idos. Integrando el grupo acústico, los Líricos del Ritmo amenizó infinidad de fiestas, en la huerta de la Viña, el salón las Pompas, la Empacadora... o donde les agarrara el ritmo, así fuera el quiosco del Jardín Madero, alternando con la banda municipal. Las mejores calles de San Juan supieron de su habilidad con las maracas. Bohemio y Bullanguero en su juventud, daba rienda suelta en México a otra de sus pasiones, el baile, en los grandes salones de antaño: los Ángeles y el California o cuando asistía aquí a la cantina, la Surianita, a escuchar la sinfonola y aprovechando la cercanía, de vez en cuando ir, solo a bailar, aclara, con las damitas del 30 de Cóporo, en la hoy célebre casa de las Poquianchis.

Hasta la fecha y desde hace muchos años, porta una gorra de beisbolista, deporte del que fue espectador y practicante ocasional y en el que conoció a los jugadores locales, cuando era deporte de masas.

Dice haber presenciado las funciones de la compañía de títeres Rosete Aranda, que se instalaban en la Plazuela, en la hoy placita Morelos y la entonces desolada Rafaela Díaz, lo que le inspiró para poner en su casa un pequeño teatrito con muñecos que él mismo hizo y manejaba y al que se podía asistir  por solo 10 centavos.

Un buen día conoció a la que sería su esposa, Aracely, pero solo se casó con ella cuando en una tocada ganó mil pesos, usados para organizar la fiesta. Por cierto, dice, lo casó el Padre Leal, que tenía su Casa Hogar instalada en las actuales oficinas de JAPAM en la calle de Cuauhtémoc, de donde era y es vecino don Ángel. Formaron familia, integrada por ocho hijos, casi todos profesionistas, a quienes dio educación con su digno oficio.

Un día, hace ya muchas décadas, la necesidad le hizo salir  de casa con dos bolsas de ixtle cuyo contenido creyó de inicio era solo mercancía, poco tardó en notar su error. Bastó instalarse, esa primer mañana afuera del colegio Centro Unión, entonces en la calle 27 de septiembre: Para los niños, de esas bolsas, asomó un maravilloso tesoro: muñecos de plástico; Santo, Superman y el hombre araña; silbatos, espantasuegras, exquisitos dulces, ricos tamarindos y sobrecitos de chocolate. Ese fue el secreto, tocar el gusto infantil y venderles dulces ilusiones. Supo entonces su destino y lo aceptó, y para no errarle, repitió la fórmula, con iguales resultados en todas las escuelas, públicas y particulares de la ciudad, donde con el paso del tiempo se hizo indispensable y hasta sirvió de punto de referencia y guardería provisional. Ostenta el extraño record de ser el único ambulante que nunca ha sido corrido de afuera de las escuelas por los maestros, y ¿cómo? Casi todos. Por lo menos los nacidos aquí, fueron  sus clientes.

Adquirió por esos años, el don de la bilocación, es decir, el poder estar en dos lugares diferentes al mismo tiempo: era común que dos personas se encontraban y uno de ellos decía, -acabo de ver a don Ángel afuera de la “Corregidora”. No es cierto, respondía el otro, -yo vengo de la “Querétaro” y ahí estaba, hasta le compré unos paquines. Sabrá Dios si era cierto, don Ángel dice que era rápido para trasladarse pero no tanto. 

Hasta hoy, sale siempre con el mismo cargamento, ahora en un diablito, buscando a los niños de hoy, los de antes y los de siempre. Dice haberle en vendido a casi todos los presidentes municipales y hasta a sus papás; a diputados y funcionarios. Muchos de ellos no olvidan la alegría que les dio a cambio de unos pesos, que les cumplió un sueño o al menos un gusto, como cuando instalado en la acera ancha de la Calle Mina, les vendió sobres de “Ticos” a Pedrito Fernández y Tatiana, cuando filmaban “Un sábado más”. Así, es común que a él se acerque algún joven y en el saludo le deslice un billete, -“p´al  refresco don Ángel”, o que alguien le lleve un plato  de con comida. –Es que esta señora me dejaba cuidando a sus hijos afuera de la escuela, aclara, o que le compran dulces y no le aceptan el cambio.…

Y sí, es cuestión de tiempo, porque dice que ya se le empiezan a olvidar nombres, para que descubras que conoció a tu papá, que te cuente historias familiares que ni imaginabas y hasta te halle un pariente del que no tenías idea.

Su carácter activo le impide quedarse en casa y vuelve a las calles, una vez más, quizá extrañando ya no poder ir de peregrino al Tepeyac, como lo hizo por 24 años. Aunque dice ya cansarse, nunca lo denota, todavía se le puede ver en las noches, en el jardín Independencia y los sábados por las mañana, en el tianguis del Mercado Juárez, del que fue de los vendedores fundadores, y cómo no, si hasta el Reforma vio nacer, entre “puras bardas de piedra y nopaleras”.

A últimas fechas, ha tomado costumbre de asistir entre semana, por las tardes a las funciones de cine del portal del Diezmo, a veces duerme, los asientos del foro son ideales para eso, aunque él dice que no es siempre, que según cómo esté la película. La verdad es que dormita, quizá recordando cuando hace sesenta años, en el mismo edificio entraba a ver gratis el entonces novedoso invento de la televisión, quizá recuerda el San Juan que conoció en su niñez, las calles tranquilas en que todos se saludaban, cuando sí había educación y todas sus añoranzas, que deben ser muchas. 
Tras la venta o plática, a todos despide con una bendición, que de alguien de 87 años, como don Ángel Bárcenas Martínez ha de tener singular valor. Todos la recibimos con gusto.


sábado, 25 de noviembre de 2017

Presentación (ahora sí ) del libro del Portal del Diezmo

Presentación (ahora sí ) del libro del Portal del Diezmo

ANTECEDENTES

Primera caída

Desde hace algún tiempo había iniciado en este espacio, una campaña al servicio de la comunidad solicitando informes sobre el libro referente a la historia del Portal del Diezmo, de San Juan del Río, ello debido a que aunque fue presentado por el autor, se conocía su portada y de manera somera casi todo el contenido, resulta que no vio la luz, ni siquiera en formato digital, es decir, el mejor ejemplo de un libro virtual, tal vez etéreo o la mejor confirmación de los dichos de Santo Tomás, quien con justa razón podría haber postulado que nunca existió.

La presentación pasada.
Si se desea conocer más antecedentes del tema, dar clic en los siguientes enlaces.
  

EL LIBRO QUE NO EXISTIÓ.
Resulta que una vez considerada fracasada la campaña para localizarlo, 3 años, 4 meses, 22 días y tres inundaciones después, el pasado 17 de noviembre, por fin apareció, sano y salvo, ahora sí con ejemplares físicos, incluso obsequiados.

 No hay primera sin segunda
  
Aclarando que el libro iba a ser presentado en ceremonia solemne el pasado mes de septiembre, como evento culminante de la semana del libro organizada por el Instituto de Cultura, resultó que  lo que se presentó días fue una inundación en la ciudad, lo que obligó a suspender varios de los eventos programados, entre ellos la presentación del libro que debió posponerse, dado que los funcionarios públicos, incluso  el Presidente Municipal se avocaron a atender a los cientos de damnificados y debió reprogramarse, así que parecía  natural la desconfianza en si se realizaría algún día.

Así, el 17 de noviembre pasado, en el mismo lugar del que es tema el libro, el autor; Jesús Mendoza, realizó algo así como un evento de desagravio a los afectados del pasado 24 de junio de 2014, el mero día de San Juan, que ese día fue de Santo Tomás y habíamos quedado como los orientales.

LA PRESENTACIÓN DE A DEVERAS.

La tercera es la vencida.

Así, supongo que una vez consultados todos los  informes meteorológicos posibles, llegado el día en que se reprogramó, en el mismísimo foro San Juan del Portal del diezmo, el autor presenta a la ciudad, su investigación histórica del emblemático lugar, situado desde hace más de tres siglos en céntrica ubicación. Incluso, no asistió el presidente municipal, no fuera a ser.

Ya en pasadas entradas, había mencionado la extraordinaria capacidad de Jesús Mendoza para localizar documentos antiguos relativos a los temas de sus investigaciones, paleografiarlos e integrarlos a su objetivo.
El texto contiene, desde la ubicación en el concepto de diezmos, hasta los documentos en los que la iglesia compró la casa particular que se convertiría en el edificio que hoy vemos, hasta los movimientos de propietarios de los últimos 70 años, que terminaron con su adquisición por parte del gobierno municipal. Entre ellos, algunos aspectos desconocidos para la mayoría, como nombres, legislaciones y situaciones, sobre todo porque casi no ha habido investigación histórica en la ciudad hace muchos años.

La transfiguración

Como rezago de la extraña situación de ser un libro que ya se había presentado, pero que no existía, en esta presentación se dieron varios aspectos curiosos:

Resulta que lo que se presentó esa noche, fue la segunda edición, ya que la otra, la virtual, fue la primera.

Que la primera edición solo constó de un ejemplar, ahí presentado.

Que la nueva tiene un par de agregados, es decir, corregido y aumentado.

Que resulta que cambió de color la portada, antes era rojo, ahora es azul (¿Porqué será?)



ÚNICO EJEMPLAR DE LA PRIMERA EDICIÓN

SEGUNDA EDICIÓN, TRAS EL FENÓMENO DE LA TRANSFIGURACIÓN.

EXTRAINNINGS

Aunque el libro tiene un par de meses que salió a la venta y desde entonces lo tengo en mis manos, no quise hacer la maldad de reseñarlo, fue mejor esperar a que en palabras del propio autor se hiciera, fiel a su costumbre, el recuento de las vicisitudes que tuvieron que pasar para que por fin, un nuevo libro de su autoría aborde el tema de San Juan. Sea para bien.

Efectivamente, el libro se obsequió  a los asistentes y después del coctel, el autor estuvo firmando ejemplares a todos aquellos que lo solicitaron, demostrando otra de las virtudes que le hacen un autor de verdad, nunca deja de atender a quien se lo solicita y además, no firma a destajo, para cada persona, adulto o niño tiene un comentario hablado además del escrito, incluso a pesar de que algunos miembros de su equipo y funcionarios de cultura le pedía suspendiera la firma, no lo hizo, para beneplácito de la larga fila que aún esperaba, entre ellos un servidor, para quien tuvo comentarios, sobre todo porque un día antes, en la presentación en el mismo lugar del libro digital del archivo parroquial, al final le pedí que me firmara su primer libro: Historia eclesiástica de Cadereyta, inicio de una prolífica  obra editorial que hoy debe de ser de cerca de 50 títulos diferentes, lo que le da oportunidad de expresar el dicho que dice escuchó de otro autor: “Tengo más libros que años”. Y como sentí que no creyó que tenía casi todos sus libros, al otro día llevé con igual propósito otra de sus obras fundamentales: “Las fiestas de San Juan del Río en 1784", respecto a nuestra ciudad, ya difícil de conseguir.
LA COMUNIÓN ENTRE AUTOR Y PÚBLICO.
Creo que el libro viene a llenar un vacío en las letras escritas de nuestra ciudad, si no fue de los afortunados asistentes  me dicen que estará a la venta en la recepción del Portal, por módicos 100 pesotes, hasta que se acaben, no pierdan la oportunidad.

sábado, 18 de noviembre de 2017

El Hipsográfico de San Juan del Río

EL HIPSOGRÁFICO DE SAN JUAN


ANTECEDENTES

Fue la antigua Tenochtitlán una ciudad construida entre lagos, a los que los aztecas relativamente controlaron a través de obras hidráulicas, como puentes, diques y  acueductos. Su sucedánea, la ciudad de México virreinal, fue incapaz de entender ni conservar tal infraestructura, cuya real importancia radicaba en que  por medio de ella se utilizaba y domesticaba el agua llegada a la cuenca de Anáhuac desde las sierras de los alrededores y se depositaba, a través de los  múltiples ríos que le surcaban, en una serie de lagos.

Aunque a simple vista, la actual zona ocupada por la CDMX, fue un inmenso lago, en realidad era la unión de varios cuerpos de agua, diferenciados por la calidad de sus aguas y principalmente por sus diferentes altitudes. En apenas doscientos años, los aztecas lograron controlar la cantidad de agua que ingresaba a los lagos de niveles inferiores y separar las aguas dulces de las salobres, de tal manera que, a pesar de su calidad lacustre, fueron raras las inundaciones en la ciudad prehispánica.

A la caída del imperio, por la insistencia de los españoles de ocupar con su nueva ciudad, el mismo espacio físico de la anterior, previa demolición, apareció esta de entre los escombros, tal como deseaban los conquistadores para mostrar el dominio del nuevo orden sobre el antiguo imperio indígena. Lograron su cometido, pero toda su cultura e innovación tecnológica no bastó para comprender el sistema de contención de las aguas, incluso, por estorbar el espacio, derrumbaron algunos de los útiles diques, sin saber lo que les esperaba, al cabo de pocos años, a la par del deterioro del sistema indígena, las inundaciones se hicieron presentes, de tal manera que tuvo que ser reconstruida varias veces y las obras que emprendieron para contener las aguas, por intervenir solo en parte de los lagos o uno en particular eran inútiles. Incluso se llegó a pensar seriamente en cambiar la ubicación de la ciudad. Paradójicamente, el lodo arrastrado por las frecuentes inundaciones logró un espacio firme en el centro de la misma, que cubrió el antiguo lago de México, uno de los muchos de la cuenca,  donde se asentaron las nuevas construcciones y  permitió momentos de alivio que utilizaron para tratar el problema con varios proyectos de ingeniería que las más de las veces terminaron en desastres, aunque poco a poco, se tuvo un cierto control de las aguas, nunca se resolvió el problema, hasta hoy, tras siglos de tecnología, las inundaciones son frecuentes en el valle de México, incluso provocadas ahora por las modernas obras. Jamás se recuperó el absoluto control que sobre los lagos tuvieron los aztecas.

Una solución llega de Alemania 

A pesar de todo la ciudad colonial fue creciendo, sobre las áreas temporalmente desecadas, incluso  lugares que nunca ocuparon los pueblos cercanos a Tenochtitlán, que se mantuvieron siempre en las riberas lacustres o en islas, con las naturales consecuencias, cuando las lluvias hacían recobrar los antiguos niveles.

De entre las muchas obras emprendidas en la época colonial solo una tuvo algo de éxito. Consistió en un túnel que desde la parte norte del valle, sacaba las aguas hacia el río Tula. Siendo los lagos de ese rumbo los que al desbordarse pasaban a los inferiores, bajaron en algo su nivel y permitieron el crecimiento de la ciudad. El constructor fue un Ingeniero alemán de nombre españolizado, Enrico Martínez. De inicio su obra fue un fracaso y él mismo sufrió la inundación de 1692, parando hasta la cárcel. Sin embargo su obra fue retomada, cambiando el túnel por un canal a cielo abierto que sí logro su cometido. Por su utilidad, duró hasta fines del siglo XIX, cuando en pleno porfiriato se sustituye por nuevas obras, principalmente el gran Canal del desagüe.

El monumento reivindicatorio

Imagen tomada de internet, crédito a quien corresponda, el monumento en su ubicación original.
En honor a Enrico Martínez, se decidió por la administración porfirista, perpetuar su memoria con un monumento que recordara su obra. Pero no fue un simple detalle arquitectónico, además de belleza estética se le dotó de algunos aspectos utilitarios:
En vista de que a pesar de los esfuerzos, aún en esa época, apenas a unos cientos de metros del zócalo, en algunas partes, el lago de Texcoco seguía siendo amenaza constante, contenido por el último resquicio de la hidráulica azteca; el albarradón (dique) de Netzahualcóyotl, por entonces renombrado como San Lázaro. Detrás de la cortina, el líquido recordaba que al norte aún estaban los lagos que tanto daño habían hecho.

Como para que no olvidaran esa circunstancia los habitantes, el monumento - un pedestal coronado por una estatua representando a la ciudad-  en sus lados tenía unas señales en espiral que indicaban el nivel medio de los lagos cercanos, de acuerdo a una media tomada en 1862. Además, por medio de un indicador de madera, que se movía cada semana, se marcaba el nivel real del cercano lago de Texcoco. Así, cualquier habitante podía saber con solo mirarlo el nivel detrás del  cercano dique y además a dónde podían llegar las aguas en caso de que desbordaran los de Zumpango, Xaltocan y San Cristóbal, todos encima de la ciudad. En recuerdo del ingeniero alemán, la estatua de bronce, deposita laureles sobre una planta encontrada por primera vez en el viejo tajo de Nochistongo, bautizada científicamente como “Gaudichaudia EnricoMartinezil”.

 Monumento en movimiento
Imagen tomada de internet, crédito a quien corresponda, el monumento en su ubicación actual. a su derecha, uno de los niveles

Imagen tomada de internet, crédito a quien corresponda,  algunos de los indicadores y uno de los lagos, arriba otro error de la restauración, no hubo un lago llamado tlalocan.
El monumento se inauguró en 1881, en una orilla del zócalo cercana a Palacio Nacional, Se le llamó hipsográfico por indicar hipsometría, es decir  la medición de un punto sobre el nivel del mar, pero popularmente se le conocía como “el nivel” incluso dio nombre a popular cantina, que llegó a ser la más antigua de la ciudad.  
En 1924 se reubicó al extremo poniente de la plaza. Por el hundimiento de la ciudad, poco a poco perdía su utilidad, sin embargo, una restauración realizada en años recientes dio al traste con lo poco que le quedaba de util, resulta que las placas de los 4 costados fueron retiradas y vueltas a colocar de manera que no correspondían a la original, resultando que incluso el lago de Xochimilco, también indicado y era el único cuyo nivel no era peligroso, está más alto que los del norte. Hoy su utilidad se limita a que semioficialmente se le toma como indicador del "kilómetro cero" de las carreteras que salen de la ciudad, es decir el punto inicial de todo camino.

El hipsográfico de San Juan.

Resulta que, guardadas las proporciones, existe en San Juan del Río, un monumento que guarda similitudes con el de la capital del país, aunque no mide nada ni tiene estatua, sí fue removido de su ubicación original y algunas de las placas que ostentaban leyendas al recolocarse se hicieron de mala manera.  Aquí va la historia.

Todo inició durante la administración municipal de don Jorge Herbert Pérez (1979-1982) cuando se tuvo la idea de festejar el 450 aniversario de la fundación de la ciudad, incluyendo varias obras de embellecimiento, entre ellas la renovación del Jardín Madero para convertirlo en la actual Plaza de  los Fundadores, además se inició el arreglo de los alrededores del  hoy llamado Puente de la Historia. (Dicha administración adoptó el lema  “San Juan del Río, un puente para la historia” refiriendo que toda la ciudad era eso, un puente de unión con la historia nacional, por alguna razón, los habitantes pensaron que a lo que se refería era al puente, que él era el de la Historia y desde entonces sin necesidad de   campaña alguna, se le conoce con ese nombre)

Imagen tomada de revista antigua. El monumento el día de su inauguración en su ubicación original.
Los alrededores del puente, hasta entonces descuidados, tuvieron una limpieza general, se niveló algo el terreno y sobre él se sembró pasto y se plantaron árboles y setos, sobre todo en el extremo sur, donde se tenía mayor área de acción. El trabajo concluyó durante el trienio siguiente,  estando ya al frente del municipio, el Ing. Leopoldo Peralta Navarrete, abarcando hasta la parte inicial del puente rumbo al centro. Para indicarlo, se colocó un monumento, básicamente un pedestal coronado por una esfera en cuyos 4 lados se colocaron placas con leyendas alusivas.

Lógicamente el monumento fue realizado en cantera morena sanjuanense, eran tiempos en que todavía no se utilizaba el truco de traer de otro lado cantera distinta, por ejemplo rosa, para inflar costos, además ni se tenía dinero para ello, y principalmente porque el material utilizado armonizaba con del puente. Así, en 1984, en solemne ceremonia, se inaugura el monumento y con él los jardines aledaños, ya hermoseados además con flores.

Desafortunadamente, no duró mucho, apenas un par de trienios después, el club Peña de amigos donó a la ciudad un monumento a los niños Héroes, que se instaló en el sitio del que estamos hablando. Así, cual monumento hipsográfico, se le movió al otro extremo del puente, en el lado norte, donde como ya dije, hubo menos espacio para dignificar.
Imagen de Google Earth Pro. Inicio oriente del Puente de la Historia. A la izquierda, el monumento a los niños héroes, a la derecha el reubicado monumento.

Igual que el hipsográfico de México, (ignoro si desde la reubicación o en una acción posterior) algunas placas del pedestal que ostentaban inscripciones relativas, fueron cortadas y puestas en lugares distintos. Con toda la saña que la política municipal puede contener, se rellenaron las hendiduras de las letras con cemento, para además de la mala colocación, borrar todo rastro que indicara su procedencia. Así, de mala manera, San Juan del Río obtiene su “Monumento Hipsográfico”. Actualmente se puede observar, con la completa indiferencia de quienes pasan a su lado para acceder al estacionamiento del panteón Municipal 1.

Por si estaban interesados.

Supongo que originalmente tenía 4 placas, la de cajón indicando el nombre de las autoridades parece que sí desapareció por completo, de las otras tres, tengo buenas noticias, como un servicio a la comunidad, incluido esta vez en la redacción, presento a Ustedes casi completas las inscripciones originales, lo que no han logrado en México, que sigue incorrectas. Aclaro no saber en que rumbo estaban colocadas inicialmente  las de San Juan .
Placa que da al  sur: Esta sí está colocada en forma correcta para su lectura, aunque se rellenaron los huecos de las letras labradas con cemento)
Fotografía personal.

PUENTE DE LA VE
NTA CONSTRUIDO
9 DE FEBRERO 1710
ARQUITECTO DON
PEDRO DE ARRIETA

Placa que da al norte: Sección que se complementa con otro pedazo colocado en el lado sur,ambas colocadas al revés y también rellenados con cemento)

Fotografía personal.
EN MEMORIA DE LOS
QUE CONSTRUYERON
ESTE PUENTE Y DE LOS
VIAJEROS QUE LO HAN
CRUZADO…… ANDO A
… LA TIE…. …AMIS
TAD P………………..N

Placa que da al oriente: Rota, vuelta a unir con cemento coloreado de café, pero colocada al revés y con el consiguiente relleno.

Fotografía personal.
CONSERVACIÓN Y
CUIDADO POR EL H.
AYUNTAMIENTO
1982 – 1985
LA HISTORIA DE
MÉXICO HA PASADO
POR ESTE PUNTE

El error en escribir PUNTE, en lugar de PUENTE, lo tenía desde un principio, de eso sí me acuerdo, fue muy comentado a nivel local, no se le puede achacar a los “removedores”.

Y finalmente, hoy ya no tiene la bolita en la parte superior.

Si alguien recuerda que decía en los tres renglones que falta completar, le agradecería me lo haga saber en la sección de comentarios.

No es reclamo, recuerden que yo solo narro.

domingo, 15 de octubre de 2017

La noche de Tláloc (Inundación en San Juan del Río, segunda parte )

La noche de Tláloc (Inundación en San Juan del Río, segunda parte )


 Fotografía personal, 2016, el cauce seco del río en el paseo de los Abuelos. No estaba muerto.

Continuo el recuento del río San Juan, tras la inundación del pasado 26 de septiembre de 2017, esta vez en su paso por la zona urbana.

EL RÍO RECOBRA SUS DOMINIOS

A partir de la presa Lomo de Toro, ya en la zona urbana, el río avanza al norte, con una trayectoria caracterizada por grandes curvas, formando meandros.  Primero pasa detrás de la central camionera.
Imagen de Google Earth  Pro 2017. Recorrido del río por la zona
 urbana, desde la Presa constitución de 1857 hasta la Rueda
 En la memoria de algunos sanjuanenses se conserva una crecida del río en el año de 1969, en esa ocasión, su nivel llegó hasta donde se encuentran los patios de maniobra de la Central, camionera, que entonces era una nogalera.

A continuación, pasa debajo de la autopista México- Querétaro, de ahí se dirige al llamado paseo de los Abuelos, zona de recreación que hace años era una parte muy ancha del río y hoy se ha embellecido con instalaciones recreativas y deportivas que la población disfruta siempre. (Ah... no, creo que no siempre)

Imagen de GEP El paseo de los Abuelos. Casi todo lo verde fue cubierto.

Hay aquí un moderno puente de baja altura que permite cruzar el río, es muy utilizado, pero por ser bajo, en caso de llegar algo de corriente, inmediatamente se atoran en él  basura y ramas y el río se ensancha en ambos lados, inundando casi toda la zona recreativa, ya ni recuerdo cuantas veces ha amanecido lleno de ramas, carrizo, troncos, árboles completos… y harto pet. Incluso en él, en diferentes eventos del río, han aparecido, un estanquillo metálico y unas trajineras que trabajaban por ahí cerca.

Exactamente donde están las canchas deportivas del Paseo, se ven cimientos de una gran casa antigua, que un iluso construyó en siglos pasados que solo debió durar la primera creciente, muchos conocimos el montón de piedras en que la convirtió el río. El moderno puente se encuentra sobre el antiguo paso del río, que eran una serie de grandes piedras colocadas estratégicamente para cruzar, nunca se le ocurrió  a nadie en siglos hacer un puente… hasta que llegó la modernidad.... y los autos.

Imágen de GEP. el Pasoancho, a la izquierda la  av. Juárez, hasta donde llegó el  río, recobrando su antiguo cauce.
Metros adelante, por las curvas, el río pasa detrás de las casas de la calle principal del Centro Histórico, la Av. Juárez, donde un viejo dique de piedra contiene que el agua las erosione.

En los años sesentas, en esa calle se construyó el entonces moderno Centro de salud, y para protegerlo del río, se le construyó detrás una barda moderna. Lo moderno resultó insuficiente, la primera gran avenida del río que le tocó, ya en la década siguiente inundó las instalaciones, obligando al personal a evacuar a los enfermos (algunos no lo estaban tanto, al ver el agua salieron despavoridos)  hacia el asfalto de la Gran Avenida Juárez.

Metros delante, el río llega al llamado Pasoancho, la zona más ancha del río en su paso por el centro, tanto que el agua se dividía en dos brazos formando una isla. que a inicio del siglo XX se integró a tierra firme y hoy está ocupada con casas, todas dañadas durante la presente inundación. Aquí hay otro puente bajo.

Más al norte, está la zona del Puente de la Historia, construido ahí por ser un vado natural, Por la poca profundad del cauce, pero cuando el río lleva agua se ensancha a ambas márgenes. Las cercanías del puente son un parque recreativo. Como el viejo puente hoy casi es exclusivo para vehículos, el municipio, siempre previsor, hizo un pequeño puente colgante para que los paseante pudieran transitar libremente entre ambas márgenes, no recuerdo cuantas veces el río lo hizo pedazos, atreviéndome a decir que ha durado más descompuesto que en servicio. Hace unos días, se inició la construcción de un nuevo puente peatonal, las obras ya habían iniciado. Ignoro como les fue el 26 de septiembre pasado, pero supongo que nada bien.
Imagen de GEP. El puente de la historia,  El triángulo abajo es un OXXO, hasta ahí llegó el agua.

El viejo puente de piedra, por lo amplio de los pilares que soportan sus arcos, detiene algo del agua haciendo subir el nivel. Tras pasarlo están los panteones antiguos de la ciudad, en sendas márgenes, al menos recuerdo dos  ocasiones en las que el nivel ha traspasado las bardas, inundando las tumbas.
Hay evidencias junto al panteón 1, de construcciones antiguas, seguramente se hicieron pensando que el río no llegaría ahí, seguramente les hizo saber su error. A partir de ese lugar, durante siglos, nadie se atrevió a construir viviendas en los 6 kilómetros del río, hasta San Pedro Ahuacatlán. (En línea recta es menos distancia pero hay que considerar los muchos meandros que tiene) 

Imagen de GEP. Paso de Guzmán. Al centro el inundado parque.

Un par de curvas adelante, a 2 kilómetros se llega a la zona del Parque recreativo Paso de Guzmán. Ahí el cauce es angosto pero profundo, solo obstruido por un puente moderno, que igual detiene en algo las avenidas de agua y las ensancha. El parque y un foro al aire libre contiguo varias veces han sido anegados. En días recientes, más bien parecía parque acuático. Excepto porque en ese lugar pasaba un camino Real, la abundancia de carrizos y maleza lo hacía poco atractivo para vivir, situación que cambió a fines del siglo pasado, con la construcción de la moderna avenida, que al dar acceso atrajo a varios fraccionamientos, todos afectados  en días pasados.

Imagen de GEP. Puente de fierro.

La siguiente zona que toca el río es la del puente de fierro, sobre el que pasa el ferrocarril, por su anchura no afecta el paso de la corriente, pero a su lado hay un puente moderno, de concreto, que por ser muy bajo, casi al nivel del río, lo  obstruyen ramas y basura. En la década de 1970 se construyeron en la margen oriente el fraccionamiento Vegas del Río y el colegio Centro Unión, al menos el primero, recuerdo haberlo visto en la época que no estaba cerrado ni construido en su totalidad, con agua del río en las incipientes calles. En tiempos recientes creo que eso ya no pasa, ignoro qué medidas tomaron. 

Hasta la década de los ochentas, los habitantes de los barrios de la Concepción y el espíritu Santo, situados en la otra banda del río pasaban por el puente de fierro (solo había que tener buena vista, oído y velocidad, para que el tren no los sorprendiera arriba) con la llegada de una gran empresa en esos sitios, se requirió el otro para el paso de automóviles. Ambos asentamientos hasta hace unos treinta años, y desde siglos antes  se encontraban solitarios en aquella margen, el núcleo de viviendas estaba distante al río, cuyas vegas usaban solo para labores agrícolas, la experiencia les debió asentar en zona segura.

En la actualidad, esos barrios son difíciles de distinguir por la gran cantidad de fraccionamientos que los han penetrado y rodeado, incluso a las antiguas parcelas colindantes con el río.

Tras el puente de Fierro, el rio transcurre hacia el barrio de San Isidro, de un meandro a otro, con curvas tan cerradas que la corriente a veces las cortaba y de esa manera se formaban nuevos brazos y  aparecieron varias islas.

Como en los anteriores barrios, el núcleo habitacional aquí estaba a prudente distancia del río, en los márgenes solo había milpas. Debieron ser tan frecuentes las crecientes en la antigüedad, que algunos terrenos ni siquiera se sembraban, seguramente por ser los primeros en inundarse. La zona es la más reciente en ser alcanzada por la mancha urbana, apenas en lo que va del siglo milpas y baldíos descartados por los viejos habitantes como espacio habitacional se han ocupados por fraccionamientos y colonias en ambas márgenes aunque todavía queda una respetable zona agrícola. Por igual el río los alcanzó. También aquí hay puentes, con las mismas características de los anteriores y las mismas consecuencias.

Tras el barrio de San Isidro, todavía en la zona de meandros, el río roza detrás de la antigua zona industrial y abandona el área urbana. Aquí se encuentra uno de los lugares que se hicieron icónicos de la inundación, el fraccionamiento la Rueda, cuyas condiciones le hicieron víctima propicia, pues resulta que está ubicada ¡en una de las islas del río! antiguo meandro cortado por la corriente. El brazo principal a un extremo y por el otro un brazo menor, que pocas veces lleva agua, pareciendo inofensivo hasta que tiene corriente suficiente, como ocurrió en días pasados, deja incomunicado el asentamiento.

Imagen de GEP . Los meandros en la zona urbana. A la izquierda la isla donde se construyó el fracc. la Rueda.
Este fraccionamiento es reciente, pero ya había avisado de su peligrosidad, hace unos 6 años había sufrido una inundación, esa vez el río los inundó por debajo. Debido a que quien proyectó el fraccionamiento decidió aprovechar la cercanía del río para encauzar el agua de lluvia de sus calles por una boca de tormenta, es decir el nivel de las calles conducía a un único tubo que enterrado llegaba al río, donde caían a un nivel bajo por estar seco. El sistema funcionó a la perfección en las tormentas locales. Un buen día, en el año relatado, no llovió en el fraccionamiento, pero el río venía crecido, no en gran cantidad pero suficiente para recuperar en algo su antiguo nivel… más alto que el de gran parte del fraccionamiento. La gravedad hizo el resto, el agua del río llegó por el tubo al fraccionamiento.

Resulta difícil aceptar que se hayan cometido tantos errores en la proyección del sitio, pero en pocos años se olvidó lo aquí narrado, igual que hoy se habló de soluciones a futuro, que no se realizaron, ignoro incluso se tapó la boca de tormenta. Recuerdo que muchos habitantes traspasaron sus créditos a bajos precios llegando nuevo habitantes que ignoraban la situación especial de la colonia. Para el rescate de muchos de los afectados el mes pasado en este lugar, por la condición, requirieron incluso de lanchas.

El último lugar afectado, ya es una comunidad contigua a la Rueda; San Pedro Aguacatlán, de los más grandes del municipio, que igual ha crecido con nuevos fraccionamientos, pero principalmente por habitantes del lugar, que han recorrido la zona habitacional a las cercanías del río, con un riesgo que esta vez se hizo realidad.

EPÍLOGO o a río revuelto…

Tras la inundación, con justa razón, los afectados buscaban un culpable que respondiera por las pertenencias perdidas, muchas dependencias acudieron en su ayuda pero creo que jamás podrán recuperar del todo lo material, menos la tranquilidad. Como acoté en la pasada entrada no estoy en condiciones de señalar culpables, si los hubo, de la crecida pero un hecho es innegable, el río recobró antiguos dominios, que por siglos ha recorrido e inundado, aún con mayor corriente y altura, solo que ahora los encontró ocupados por una ciudad que siempre los había respetado. Los ríos y sus cuencas, son sistemas dinámicos, a pesar del cambio climático que los mantiene en niveles bajos, ciertos años recobran condiciones de flujo máximo, los lugares por donde discurren han sido formados por él en esos esporádicos eventos y a ellos llegarán una y otra vez.

Nunca el río San Juan ha tenido abundante corriente permanente, pero sí torrentes espontáneos, esporádicos y erráticos, por eso la ciudad solo creció en la antigüedad hasta donde él se lo permitió. Ponía un límite y todos lo sabían. Por el crecimiento de la ciudad, la memoria colectiva olvidó eso, siendo cada vez menos los viejos habitantes y muchos los recién llegados que todavía no han llegado a hacer suyo el viejo conocimiento del río, que en las últimas dos décadas prácticamente ha estado muerto, permitiendo que la zona habitacional llegara  a sus márgenes. Sostengo que el crecimiento de las ciudades se da por características propias y no es manejable, pero sí su desarrollo.

En últimos días se ha hablado de soluciones, algunas disparatadas, otras bastante sensatas, pero el único modo de evitar totalmente los daños requiere de soluciones monumentales, cada tramo de río tiene características propias y en cada uno debe actuarse en forma particular, es imposible entubarlo como sugieren algunos, se pueden hacer obras de contención, diques de piedra, no simples bardas como las de los fraccionamientos afectados, es posible hacer más presas; Los dos ramales, el de arroyo Zarco y el Prieto, discurren entre barrancas en que pueden caber  obras de contención, pero por su costo difícilmente las veremos,

En conclusión creo que algunas de las viviendas afectadas ya no serán seguras nunca, y alguien debe acotar el crecimiento a lugares razonablemente confiables, la orilla del río nunca lo ha sido ni lo será. Supuestamente cada asentamiento debe pasar por un estudio de factibilidad para ser autorizado, obviamente aquí no ocurrió. Ojalá se aprenda la lección y volvamos a tiempos pasados, aquellos en los que se avisaba que el río traía corriente y muchos íbamos al puente de Piedra a ver hasta dónde subía,  tiempos en que se hablaba de crecientes, no de inundaciones porque no había construcciones que se afectaran, cuando el paso del agua era un júbilo para los habitantes, no sufrimiento, angustia, dolor e incertidumbre para tantos que con esfuerzo habían logrado el sueño de una casa propia y en un instante lo perdieron, si existiera un Atlas de riesgo municipal y se difundiera, cada quien hubiera tomado la decisión de llegar ahí o no, si el cauce original del río estuviera delimitado y visible, seguramente pocos hubieran llegado a ciertos lugares, en muchos casos la necesidad los llevó ahí pero nadie construye o adquiere un patrimonio para perderlo.

Espero que la información aquí vertida pueda contribuir a emitir un juicio y una opinión, pero sobre todo, que la conciencia colectiva resurja y que la ciudad vuelva a convivir con un río que le dio nombre, río que fue aprovechado al máximo por nuestros antepasados y lograron que les proporcionara más beneficios que perjuicios, con menos recursos técnicos lo encauzaron para hacer florecer huertas y sembradíos, ¿Por qué no hacerlo nosotros, los actuales sanjuaneses?

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ASUNTOS COLATERALES.

No se sí sea cierto que la inundación fue provocada por lluvias en la cuenca que conduce a nuestro río y ante la nula capacidad de retención de las presas llegó de improviso a la ciudad, pero es un hecho posible, aún sin llover en la ciudad, son muchos kilómetros de cauce (75 desde la laguna de Huapango y 30 desde San Ildefonso)  ya ha ocurrido y no había habido consecuencias, pero tampoco había viviendas junto a él.

Fotografía personal, 2007. Vivienda del Vigilante del río, ya no existe.

En la barda trasera de la Huerta Grande laboraba hasta la década de los setenta, un vigilante del río, ahí tenía su vivienda y vigilaba un talud de cemento que tenía rayas de medición de altura del río, cuando este empezaba a subir y era visible en el talud una constante, el vigilante corría (de verdad) hasta la Presidencia Municipal para avisar lo que venía y se tomaran las precauciones debidas.
Fotografía personal 2007 Poste que sostenía la  el cable de la Maroma para cruzar el río durante las crecidas. Ya desaparecido.

Ahí mismo existía una “maroma” que era una canastilla metálica, sostenida por cables de acero que pendían de postes de concreto en ambos lados del río,  permitía atravesarlo aún en  niveles muy altos. La canastilla solo era para una persona y con un sistema de garrucha avanzaba conforme el vigilante accionaba manualmente. Solo una vez la vi funcionando, antes era muy utilizada por habitantes del barrio de la Cruz y ranchos del sur del municipio,  cuando no podían cruzar por el Pasoancho. Las instalaciones se destruyeron en una de las frecuentes campañas para “dignificar el río” y solo quedan restos, incluso el cuarto del vigilante fue tapiado. Estaban, a orilla del río, detrás de la huerta grande, a unos metros al sur del paseo de los abuelos, en la margen oriente.
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Fotografía personal,2007.Restos de la escalera para subir a la  maroma, la medición continuaba por un talud de cemento hasta el nivel normal del río, es en decímetros, los números visibles indicaban 4 metros sobre el nivel del lecho.  
LOS PUENTES DE ANTES.

En el texto mencioné que antes el río no tenía puentes, pero la gente pasaba en condiciones normales, aún con algo de corriente por lugares estratégicos, donde se habían colocado grandes rocas en tramos  que era posible pasar caminando o con pequeños saltos. Las piedras no eran continuas, dejaban entre ellas la corriente sin acumular basura Recuerdo algunos, supongo que hubo más:

-       En el barrio de la Cruz, estaban debajo del puente moderno que lo comunica con la Central camionera.
-       En el actual paseo de los abuelos, bajo del moderno puente que cruza el río.
-    En el Pasoancho, estaba la hilera de piedras, comunicaba exactamente a la entrada al Barreno, hoy cerrada al público.
-       En el paso de Guzmán. (el antiguo, a unos metros al sur de la moderna avenida de ese nombre)
-       En San Isidro, en la calle principal de la población, que daba al río.

LAS AGUJILLAS.

Entre las consecuencias molestas que han reportado los afectados, una vez desalojada el agua, está la invasión de ciertos bichos como arañas, víboras, alicantes y “agujillas”.

Tenía décadas que no escuchaba de las últimas. Decía la gente mayor que eran pequeñas serpientes muy venenosas, no sé si sea cierto, parecidos a lombrices, de máximo diez centímetros de largo, su cuerpo es completamente uniforme, no se distingue cuál extremo es la cabeza y cuál es la cola, de ahí su nombre, de color negro brillante, viven en tierra húmeda,  escarbando de niño a orillas de la banqueta de mi calle las conocí, obviamente nunca experimenté lo venenoso o no, pero sí eran muy temidas, luego desaparecieron de mi entorno, pensé que ya no existían.

Imagen tomada de Internet. "agujilla"
OTRA  INUNDACIÓN.

La peor inundación que me reportan de la ciudad, me dicen ocurrió en 1949,  incluyó lluvia en la ciudad y crecida del río, a consecuencia del huracán Janet, los mayores daños se dieron en la calle de la Cuesta y 2 de abril, incluso en esta última hubo 2 muertos, a su casa entró agua por la parte trasera arrastrándolos fuera por la fachada. Janet es uno de los que más efectos tuvo a nivel nacional.