jueves, 28 de enero de 2016

ADIOS AL CINELANDIA



Ahora sí que como dicen por ahí, aprovechando que en este año se cumplen 70 de la construcción del cine Cinelandia, sobre las ruinas del antiguo teatro Municipal de San Juan del Río, presento a Ustedes un artículo relativo, con la consabida autorización del autor: Fernando Roque, tal como les había prometido. Aclaro que él no escribe historia pero por haber sido cliente asiduo del lugar, es decir lo que le sigue a cliente frecuente, su visión nos trae recuerdos del popular “Piojito”, fuente de inspiración de las fantasías de muchas generaciones de sanjuanenses,  espejo de todas las virtudes y defectos de la ciudad, piedra angular del saber y el desconocimiento de nuestra idiosincrasia local. Hoguera de vanidades y vicios públicos y privados. Fiel de la balanza de nuestras clases sociales. Último baluarte de la inocencia infantil y a la vez su primer asomo al pecado. Del histórico edificio ya no queda nada, solo su esencia entre los cajones de un estacionamiento que lo sepultó.


Fotografía personal: en la esquina de Juárez y Galeana, el rectángulo blanco, último recuerdo de los anuncios metálicos del viejo cine, arrancado, quizá para el fierro viejo. 
Fernando escribió: 

“Cuando me propusieron elaborar un texto para acompañar las fotografías de mi amigo “EL CABA” una mezcla de asombro, nostalgia y amor por el cine “CINELANDIA” que fue refugio imaginativo de mis tardes de infancia, adolescencia y juventud se agruparon presurosas en mi memoria: el motivo era el estado actual como cascarón o cascajo del viejo cine, su triste y predecible  deterioro a manos del tiempo y las palomas que se atrincheraron dentro y lo volvieron su sanitario personal, amparadas en la oscuridad y soledad del recinto. Antes glorioso centro de vida y divertimiento, en las ya lejanas “permanencias voluntarias”: dos y hasta tres cintas por el mismo boleto. Allí, protegido por la oscuridad y el anonimato cómplice, me chuté “El Padrino”, “Tiburón”, “Terremoto”, “El ladrón de Bagdag”, “Perro Mundo”, “La casa que arde de noche”, “Star Wars”, “ ALIEN” y otras más que escapan de mi red cinéfila, pero recuerdo haber visto y digerido de todo: el Santo, Capulina, Drácula, Ese oscuro objeto del deseo, de Buñuel (en un viernes de cintas pornos … créalo), cine argentino, de Sandokan el tigre de la Malasia, sobre Vietnam, cine francés de culto, Mahoma y Espartaco, westerns de Sartana y uno que otro de Sergio Leone, Tintorera, El chanfle (para el que había una filota para entrar), Los albañiles, cintas de terror, blockbusters (éxitos del verano), el conde de Montecristo, San Martín de Porres, El Profe con Cantinflas, cine de ficheras (para qué negarlo, ¿Verdad Angélica Chaín y Sasha Montenegro?, ET AL.

Recordamos con afecto a los cácaros Trini y Vicente, hermanos cuyo oficio era proyectar fotogramas a velocidad de 24 por segundo, también estaba la Lucila Flores atendiendo entre amable e indiferente la taquilla (de forma hexagonal en medio de la sala de recepción), también la recogeboletos y dulcera Rosita Ocampo, quien mutilaba el boleto dándonos solo la mitad y depositando la otra en una urna, cediéndonos el paso en  forma cortés. También  había en las esquinas de las calles unos rectángulos de metal en cuya parte superior estaba la infaltable rúbrica CINELANDIA y donde se pegaban constantemente los promocionales de las películas que se estrenaban con engrudo, para no lastimar las paredes o volantes que se daban en las calles o tirados por el suelo para enterarse de la cartelera.

También hay que recordar que en este cine de la cadena Ramírez llamado amorosamente por los sanjuanenses “El piojito” fungía por las mañanas como teatro donde se celebraban graduaciones escolares, eventos artísticos de diversa índole y la llegada de artistas como Chabuelo e Isela Vega, magos escapistas y hasta luchadores.

Hay que recordar que también había matinées por las mañanas, para niños. Saliendo del cine, más o menos a la una de la tarde, uno se iba al jardín a dar la vuelta o al mercado.

A partir de los años cuarentas se destruyó el teatro (que data de 1821) y dio lugar a este cine cuya huelga duró nada más veinte añitos (en que permaneció cerrado). Entre algunas anécdotas curiosas que se recuerdan está cuando Tito Mireles cortó la pantalla  con una navaja nomás por gandalla; también nos platicaron  cuando se exhibió Tiburón pues el pueblo estaba ansioso por verla y la cadena no la tenía programada, entonces los preparatorianos decidieron traerla pero al no conseguir la cinta trajeron un churro llamado “Tiburón Maco” poniendo en los boletos en letras grandes la primera palabra y en letras pequeñitas la segunda palabra y cayeron muchos incautos que luego reclamaron  el regreso de su dinero pues el animalito presentado era bueno y no tragaba gente ¡Qué gandallas!, también se recuerda cuando los preparatorianos se iban de pinta y entraban sin pagar o pagando la mitad con la amenaza de destruir el cine, y luego los nacos que gritaban al entrar a la sala: ¡Ya llegué cabrones! Escondido en el anonimato de la oscuridad.”

 Espero les traiga gratos recuerdos, aclaro que como Fernando no es historiador tiene un error en la fecha de 1821, que ya explicaré luego. Notarán alguna coincidencias con la  crónica del Cinelandia, de mi autoría que aquí publiqué y que ahora ya anda en muchos sitios de internet, (incluso, ahorita está impresa en la exhibición de fotografías del portal del Diezmo) aunque en este blog no es tan popular, ignoro porqué. Por si no la han leído, den clic a la liga  de abajo:
_________________________________________________________________________________
EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
____________________________________________________________________________
Hay otra crónica de los escritores locales respecto al tema, ya tengo autorización para publicarla, más adelante lo haré para no saturar el tema.
_________________________________________________________________________
Recuerden que mañana viernes 29 a las 19 en el portal del diezmo habrá conferencia  (que no plática como dicen) sobre los mapas antiguos. Ahí nos vemos.

Aclaro que no trabajo para la Dirección de cultura, solo invito a los eventos relacionados con nuestra historia, y  este es uno de ellos. Del frío no se apuren, es en el foro y ahí ni se siente.
_________________________________________________________________________
Mensaje para Celedonio Montes. Si tienes oportunidad de ir ahí te doy el libro que te debo, si no, te aviso para ver donde te lo dejo.
_________________________________________________________________________
La entrada de las poquianchis y sus anexos ya llevan más de 2700 visitas, 
_________________________________________________________________________
Un saludo al nuevo seguidor de este blog, bienvenido a este espacio, a él y a todos los demás, como siempre les digo, dense sus vueltas y no duden en comentar, adicionar, criticar o incluso aplaudir lo aquí escrito. Contesto todo. Con excepción de  algunos casos especiales como el de hoy, todo es original, se redacta con base en bibliografía pero con estilo propio, para interesar al público en temas que de modo académico serían aburridos para muchos. 

viernes, 22 de enero de 2016

La presa de la Estancia o el hundimiento de la fe.



Contrariamente a lo que se dice de las conocidas haciendas sanjuanenses de Galindo y la Estancia, en las pocas evidencias documentales tempranas que de ellas hay, no tienen relación directa alguna con la leyenda popular que las indican como propiedad de la famosa Malinche, sobre todo la primera, que se dice fue un regalo para ella de Hernán Cortés.
En realidad, en vida de la Malinche dichas propiedades no existían, incluso, creo que ni siquiera para mediados del siglo XVI.

Estoy completando un estudio sobre ambas, difícil de poner en este espacio por la gran cantidad de referencias bibliográficas y documentales que la respaldan.  Todo parece indicar que, incluso a finales del siglo XVI, dichos lugares solo eran  “estancias” es decir tierras de cultivo. La denominación de “Hacienda” como unidad productiva compleja en territorio queretano no existió sino hasta mediados del siglo XVII. Así que Cortés no pudo haber regalado ninguna “hacienda” a nadie.

La Malinche, en efecto, sí fue esposa de Juan Jaramillo Salvatierra encomendero de Jilotepec, incluido en este, la zona del actual San Juan del Río. Cabe mencionar que la figura de la Encomienda no otorgaba posesión de tierras, sino el tributo de los indios de la zona encomendada, a través de trabajo personal. Así, aunque se dice también que por ser encomendero, Jaramillo fue dueño de grandes extensiones de tierras, eso no fue cierto, ya que para ello debía solicitar “Mercedes” es decir permisos para explotar la tierra, que se concedían por extensiones grandes pero acotadas, no hay posibilidad alguna que Jaramillo haya podido obtener una merced que abarcara la Llave, la Estancia y Galindo juntas.

La leyenda parece provenir de que en algún momento, a mediados del siglo relatado, también se conceden en la zona mercedes de tierras a Luis de Quesada, esposo de María Jaramillo, la hija de La Malinche y Juan Jaramillo. (Quien en juicio había peleado y ganado a Beatriz de Andrada, segunda esposa de Jaramillo, la tercera parte de la encomienda, aclarando de nuevo que lo que obtuvo fue la tercera parte del trabajo de los indios, no de tierras)  Incluso también intervino el hijo de María y Luis; Pedro de Quesada y el hecho de ser ellos esposo e hijo de la Malinche parece ser el origen de la leyenda.

Hay otro personaje poco conocido, Juan Jaramillo “el Joven” que fue un sobrino del otro llamado Igual, que se conoció como “el viejo” quien también obtuvo  mercedes de tierras al oeste de San Juan del Río.  Los descendientes de Quesada y Jaramillo el Joven, a través de matrimonios consolidaron las dos propiedades y en algún momento se convierten en las dos haciendas mencionadas al principio.
Los mapas antiguos de San Juan del Río, en la década de 1580 identifican plenamente ambas propiedades.

La “Estancia” de Alonso Pérez de Bocanegra sería la posterior Galindo.

La “Estancia”  de Álvaro de Horca sería la después la Estancia Grande.

De esta última, ya como hacienda hay muchas referencias históricas que espero abundar más adelante. Con el mismo nombre llegó al siglo XX y su casco, aunque no original, se conservó casi hasta  la década de 1970, cuando siendo ya propiedad del gobierno federal, se decide construir en sus alrededores una presa, que poco tardó en inundar el edificio y las pocas tierras aledañas que conservaba tras el reparto agrario.

Geográficamente, su ubicación era privilegiada. Se constituyó su fundo en la confluencia de dos ríos de corriente permanente. El de la “H” Y el "Galindo", lo que le permitió desde tiempos de la colonia, la posibilidad de tener grandes extensiones de tierras de riego, a través de canales, bordos e incluso presas, aunque nunca de la extensión de la actual “Constitución de 1917”.

La ubicación del lugar desde tiempos prehispánicos atrajo incluso a los Teotihuacanos, que constituyeron en los alrededores dos centros urbanos de consideración, uno llamado el Rosario, a unos tres kilómetros al sur y otro, ubicado en los alrededores de la antigua hacienda. (Por carecer de información no puedo asegurarlo, pero parece ser que el casco de la hacienda estuvo sobre las antiguas edificaciones teotihuacanas) Por estar hoy debajo de las aguas casi todos los restos de la zona arqueológica, será difícil confirmarlo, así como la filiación de los habitantes originales, previos a la oleada imperial teotihuacana)

Para la época de su inmersión, la hacienda conservaba todas sus instalaciones completas, incluso una capilla construida a mediados del siglo XVII.
Por su altura, al irse llenando la nueva presa con las aguas de los dos ríos mencionados, la capilla fue el último resto visible de la hacienda. Incluso, llena a su máxima capacidad, la solitaria torre sobresalía entre las aguas hasta fines de la década de 1980 y en temporadas de sequía incluso se podían observar restos de la “Casa Grande”. Desafortunadamente, por estar las viejas instalaciones cerca de las compuertas, la corriente generada al abrirlas las erosionó y actualmente no es visible nada completo.

Cuentan, sobre todo los asistentes al “Acapulquito”, en la orilla oriental de la presa, que todavía en años recientes el viento permitía ver entre las olas al menos la sombra de la vieja torre, no se sí sería cierto, o producto de la ingesta de bebidas espirituosas que se consumen en el popular sitio.

Recuerdo que la primera vez que visité el lugar de niño, la torre aun  se veía perfectamente, casi no había sufrido deterioros y destacaban los decorados de cantera morena entre las paredes de piedra.

Por estar construida casi a la vera del viejo camino Real, esta hacienda vio pasar a los más ilustres visitantes de todas las épocas. Apenas a unos metros debajo de esa torre, pasó toda la historia nacional. Cuántos de nuestros héroes no tomarían un descanso dentro de ella para meditar sus acciones, quizá lo pensado en su interior  cambió nuestro destino como país. Nunca lo sabremos. El colonial monumento, hoy bajo las aguas continua su lenta pero inexorable erosión. Es difícil imaginar el dolor de algunos de los viejos habitantes, que ante la inminente inundación, arrancaron de la capilla, tres siglos después de que sus antepasados la habían colocado, la piedra que marcaba la fecha de construcción como el único recuerdo que algún día tendrían de ella, para trasladarla a la capilla del nuevo poblado donde fueron reubicados. Dice la inscripción:   "Se acabó a fin del mes de junio de 1664"

   Presento a Ustedes algunas imágenes que pude localizar:




Fotografía de J. Luz Chávez Araujo. Probablemente de la década de 1960. Parte de la Hacienda y la torre de la Capilla.


Fotograma de la película "El Extensionista"  de 1980. Desde la cortina de la presa, el ángulo contrario. La torre y algunas instalaciones.
Fotograma de la película "El Extensionista"  de 1980. Desde la cortina de la presa, los troncos marcan el antiguo trayecto del río..


Fotograma de la película "El Extensionista"  de 1980. Desde la cortina de la presa, al fondo, la otra legendaria hacienda: Galindo.


Fotografía de J. Luz Chávez Araujo. Probablemente de la década de 1980.  La torre aún completa. 

Fotografía de la década de 1990. La corriente ya había hecho estragos.


Este fotograma me la enviaron. Solo sé que procede de un video de Internet. Seguramente es reciente, quizá la última vez que se vio algo de la torre, al fondo la compuerta de la presa. Crédito a quien corresponda.

 

NOTA DE LA REDACCIÓN: ( Mayo de 2019)  Esta entrada es una de las más leídas del blog, pero hay más información relativa en las siguientes entradas, por si quieren  abundar, dar clic en:

Hombres lobos en San Juan del Río

Especial de la Estancia 1

La alucinante plaza de la Estancia

Un culto insólito en la Estancia

El Acapulco de tierra adentro

La doble resurrección de un asentamiento

Había una vez una capilla

EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
___________________________________________________________________________
El libro de la Estancia es de edición particular, se llama: La Estancia, San Juan del Río Querétaro, de la hacienda a la modernidad.
Se puede adquirir solo en la comunidad de la Estancia, con familiares del autor.  Ya lo había mencionado en esta entrada:
____________________________________________________________________
Para los foráneos: El "Acapulquito" es una extraña zona de restaurantes ubicada a la orilla de la presa, iniciada por los pescadores locales pero que expende (o expendía, ya no sé, porque tiene un largo historial de clausuras, reaperturas, cierres, reubicaciones y hasta inundaciones) toda clase de comidas, sobre todo mariscos. Sin embargo, su atractivo no es (o no  era...) el culinario, sino el ambiente generado por los grupos musicales y el entorno... acuático?
___________________________________________________________________________
Otra especie de héroe, el mismísimo Santo, el Enmascarado de Plata, también hizo de las suyas en esta hacienda, interesados, pueden verlo en la siguiente entrada.
___________________________________________________________________________
 El día 29 a las 19 hay otra conferencia en el portal del Diezmo, sobre mapas antiguos, seguramente se hablará de los aquí mencionados y algunos más modernos, también aquí mencionados. Ahí nos vemos.
________________________________________
Sin palabras, ayer. Solo gracias y dense sus vueltas.

lunes, 11 de enero de 2016

EL CHICHIMECA EN EL PORTAL DEL DIEZMO



San Juan Nostálgico
Aunque no fue incluida en el programa cultural de enero de la Dirección de Cultura de San Juan del Río, desde hace unos días y hasta el 28 de febrero, en la galería principal del Portal del Diezmo, en Av. Juárez poniente 15, se exhibe una exposición de fotografías antiguas de nuestra ciudad, en su mayoría provenientes del Archivo Histórico Municipal.
Aunque no están en gran formato, el casi centenar de gráficos que la componen, nos presentan una semblanza extraordinaria de más de un siglo de historia de la ciudad. La mayoría son ya conocidas por su publicación en la página de los vecinos (San Juan del Río en el Tiempo) y aquí, pero no se crea por eso que carecen de interés. Vistas en un formato profesional, les aparecen detalles  novedosos a cada una.

Parte importante de ella la componen fotografías de personas, esas sí, poco difundidas, por su naturaleza misma, pero que nos transportan a la otra importante parte de nuestra ciudad, de la que muchos conocemos las viejas imágenes de los edificios, pero desconocemos la apariencia, peinado, moda, usos y costumbres de sus habitantes, célebres o no. La gran cualidad de esta exposición es reflejarnos la contraparte de lo material: la gente, esas casi siempre anónimas personas que en los momentos en los que se tomaba la vieja fotografía estaban detrás de la cámara y luego tornaron papeles para perpetuarse en otra gráfica.   

Por igual, en el recorrido, hallarán al habitante común, al funcionario, a la pianista, al ganadero, al charro, a los toreros. En fin, muchos de los que nos antecedieron en este espacio físico, hoy ciudad de San Juan del Río, ¿Cuántos de ellos no vivieron una historia dentro o fuera del Portal del Diezmo y jamás imaginaron estar muchas décadas después inmortalizados dentro del remozado edificio?  ¿Cuántos no recorrieron los viejos muros que hoy cobijan la fotografía que los eternizó? Porque esa es siempre la cualidad de una fotografía: Detener el tiempo, mostrarnos los edificios con apariencias hoy no concebibles y nos hacen revivir a las personas, transportarnos quizá a lo que estaba pensando la niña de las trenzas,  o los que sentados sobre una banca del Jardín Madero chacoteaban, o los que tal vez con unas copas de más gritaban en la vieja plaza de Toros.

Disfrutemos de esa magia y dispónganse a conocer, en el breve espacio de la galería, más de cien años de historia material y humana, viajemos al momento en que un flash brilló frente a tantas vidas.
Aclaro que la exhibición no tiene un orden cronológico. Alrededor de ella se pueden admirar muros y vidas que ya no existen y cuya esencia se perdió en distintas épocas. No es una lección de historia, es un compendio de recuerdos, de reflexiones, de momentos idos y así hay que disfrutarlas.
El cartel, tomado de la pagina de la Dirección de Cultura.
La mayoría no tiene mayor explicación más que su ubicación y fecha. En algunas, los nombres de las personas retratadas, que a veces nos dicen mucho, en otros nada. En ambos casos rindamos el homenaje de la contemplación a los plasmados en el breve espacio del papel, a los casi siempre anónimos fotógrafos y a la fotografía misma, por su mágico arte.
En la entrada anterior había dicho que este espacio, (blog) que por lo difícil del nombre lo abrevio como El Chichimeca, estaba saliendo de su mundo etéreo y llegaba a espacios más terrenales. Esto debido a que me encontré con la sorpresa de que intercaladas en la exposición se encuentran impresas, en tamaño carta y enmarcadas, dos crónicas originarias de este blog: La del Cinelandia y la de los tranvías. Cuyos nombres originales eran: Crónica del Cinelandia y Ahí viene el tren… de mulitas.
"El teatro de San Juan" o "Crónica del Cinelandia"
Los Tranvías o "AHÍ VIENE EL TREN... DE MULITAS"
(OJO, en la segunda página hay un error ortográfico, búsquenlo)
Para quienes las vean por primera vez y las quieran leer completas, busquen en la inmensidad de este blog.

Desafortunadamente supongo que por el espacio disponible, el curador de la exposición las tuvo que recortar y ya no alcanzó a indicar que yo era el autor, pero bueno, por algo se empieza, no me resta más que expresar mi agrado por permitir que mis escritos lleguen a tan emblemático lugar. Siempre les he agradecido a los de la página vecina, hoy encargados de la cultura municipal, la difusión de mis irreverentes escritos. Nunca me ha gustado que los recorten, pero entiendo su intención.

Hay tambien, en el mismo formato, lo que supongo es un artículo de Jesús Mendoza, (supongo, porque tampoco tiene autor) sobre la historia del Portal del Diezmo, con datos muy interesantes, no dejen de leerlo, es un magnífico resumen histórico del edificio.

Volviendo al tema original:
Sanjuanenses de antes o de ahorita; naturales o avecindados, llegados o traídos: dense un tiempo -a condición de que sea largo- y dedíquenlo por entero a esta magnífica exposición. Vean de reojo, fijamente o de soslayo. Observen, reconozcan, critiquen largamente, contemplen detalles que ya no existen, busquen los que permanecen. Pero sobre todo disfruten y conozcan los viejos muros que formaron nuestra historia y adéntrense en el alma de quienes los habitaron. Conozca aquella ciudad que ya hace mucho se fue y solo en ocasiones como esta regresa.
Otro aspecto de la exposición. El caballo, creo que no es histórico, se coló de la contigua.
_________________________________________________________________________________
EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
__________________________________________________________________________
 Dentro del programa cultural, hay dos pláticas sobre historia, una sobre las Plazas, y otra sobre los primeros mapas, revisen la cartelera.
___________________________________________________________________________
Como un servicio de la comunidad al Chichimeca, ya que termine la exposición ¿Me podrían guardar las hojas de mis crónicas? ____________________________________________________________
Lo de revisar la cartelera, debí hacerlo yo, háganlo pronto ustedes, la plática de Plazas es mañana a las siete, en el mismo Portal. No falten.

sábado, 9 de enero de 2016

San Juan del Río en el códice Huichapan


Fragmento de la portada del facsímil del códice. 
ANTECEDENTES
En la poca evidencia documental que se tiene de los otomíes en la época precortesiana y colonial temprana -fundamentalmente los escritos de los aztecas y sus aliados- nos retrata a un pueblo “rústico, áspero, montaraz  y reacio a la civilización” cuya lengua era “ininteligible y tonal”. Los cronistas de la conquista, sin conocerlos, tomaron al pie de la letra el estereotipo y lo reprodujeron en sus obras.

La realidad siempre fue otra. Es cierto que en la época de la conquista, el pueblo otomí ya no tenía ciudades ni centros ceremoniales de importancia y residían en asentamientos dispersos sobre todo en las montañas al norte del estado de México, sin "policía” ni cultura, pero era una situación de apenas unos años antes cuando los aztecas, después de una guerra intermitente pero casi centenaria, los habían sometido al vasallaje de la Triple Alianza.
Siglos antes, habían poblado gran parte de los actuales estados del centro de la república. (Se les considera una de las culturas más antiguas del altiplano y hay quien los relaciona con los constructores de Teotihuacan)

Con la llegada de los grupos nahuas, su territorio poco a poco se vio acotado y quedaron varios grupos dispersos, aunque su núcleo se conservó en la región de Chapa de Mota y Jilotepec, donde habían tenido sus ciudades estado y conservaban centros ceremoniales de importancia, un gobierno establecido y un idioma estructurado. Compartían además todos los elementos de la cultura mesoamericana, incluido su panteón de dioses, calendarios ritual y agrícola además de una organización teocrática que incluía una élite sacerdotal y guerrera.
Todo ello fue arrasado por los aztecas y sus aliados, a fines del siglo XV y es entonces cuando  la población común se remonta a vivir en los sitios dispersos. Aunque conservaban sus gobernantes, estos no pasaban de ser unos recaudadores de los aztecas.

Aprovechando que el territorio otomí colindaba con el imperio tarasco, los aztecas explotaron una cualidad de sus vasallos: eran guerreros temibles, por lo que constituyeron varios pueblos como baluartes ante el posible avance de los purépechas, únicos enemigos que habían derrotado en batalla a los mexicas. Así, con esa función, se fortalecieron pueblos otomíes, como Jilotepec, Huichapan, Tecozautla y otros. Básicamente fueron el escudo del imperio azteca hacia el norte y occidente.

En esta situación los encontró la conquista, de tal manera que por no conocer los antecedentes, se fortaleció la leyenda negra otomí, que perduró hasta hace pocos años. Descubrimientos y estudios recientes han desenterrados algunos de sus antiguos centros y poco a poco se ha reconstruido algo de su cultura original, antes del choque violento con el imperio azteca, fortaleciendo su identidad como un imperio establecido y organizado, con manifestaciones culturales similares a sus contemporáneos. Incluso, en lo que se refiere a la escritura, compartían con los aztecas el sistema gráfico, que permitía leer sus códices en ambas lenguas. Desafortunadamente, casi todos sus escritos se han perdido. Sobreviven apenas algunos ejemplos, del periodo colonial, siendo el más importante el llamado “Códice Huichapan”.

EL CÓDICE
Está elaborado en papel europeo de la época colonial, escrito precisamente en el lugar que le da su nombre, en el estado de Hidalgo. Se desconoce en dónde estuvo hasta el siglo XX, cuando fue dado a conocer y rescatado por Alfonso caso de una colección particular.

Está compuesto por glifos profusamente coloridos y glosas escritas en otomí. Su autor fue  un indígena de esa etnia, Juan de San Francisco, en los inicios del siglo XVII.

Consta de varios apartados:
1.-  Los anales del convento de Huichapan.
2.-  Los glifos de los pueblos que componían la provincia de Huichapan.
3.-  La correspondencia entre los calendarios mesoamericanos y europeos.
4.-  La historia del señorío de Jilotepec desde 1423 hasta 1528.

Por estar escrito en otomí antiguo, a pesar del potencial que revelaban algunas pocas anotaciones que tiene en español y náhuatl, no hubo durante mucho tiempo un especialista capaz de traducirlo. Hace décadas, el estadounidense Lawrence Ecker, se dio a la tarea, pero su trabajo fue publicado póstumo hasta 1991.

La cuarta sección, revela mucho de lo que anoté al principio: Es una verdadera historia, a veces mítica, otras real, que nos describe la vida de ese importante y culto señorío, que tuvo la mala fortuna de encontrarse con los aztecas. En sus páginas se describen los nombres de sus pueblos, sus relaciones, guerras, las sequías, sus migraciones, sus fiestas y mucho más.  Incluso, aunque con un error de dos años, el códice consigna la llegada de los españoles y a partir de ahí, la historia y personajes, sobre todo gobernantes, encomenderos y religiosos que actuaron en los pueblos del señorío.

De porqué fue escrito en Huichapan, y no en Jilotepec, los especialistas suponen que a pesar de que en la época de la conquista, el señorío tuvo como cabecera Jilotepec, cuando fue elaborado el códice, Huichapan era el pueblo más importante por residir ahí las autoridades y juzgados. Igualmente suponen que por lo menos la última parte del Códice (la historia prehispánica del señorío) se copió de un códice anterior, seguramente al trasladarse ahí las autoridades indias lo llevaban y de ahí se copió, en alguna fecha posterior a 1632.

 Relación del códice con San Juan del Rio
Como referencia histórica, aunque no plena, por algunos errores  visibles, el códice sería una de las más tempranas de nuestra historia local. Recordemos que toda  la zona de San Juan del Río perteneció a la provincia de Jilotepec y el trabajo de los indios de ese lugar, en tributo, fue encomendado a Juan Jaramillo Salvatierra.

En las páginas de la fascinante historia, encontramos los nombres y hechos de personajes estrechamente ligados a San Juan del Río. Desde el ya mencionado Jaramillo, hasta Luis y Pedro de Quesada, yerno y nieto de la Malinche, Lucas de Lara, Juan Bautista Valerio de la Cruz y muchos más.

En lo escrito del códice apenas hay un par de referencias a San Juan del Río como tal, pero  de forma secundaria por las fechas y los personajes se enlaza en nuestra historia temprana, confirmando mucho de lo que sabemos y también aclarando algunos pasajes de ella.  De manera especial, deseo destacar un aspecto, descubierto por David Wrigth:  (quien, como él mismo aclara, sin conocimientos del otomí antiguo, logró descifrar algunas partes del códice a fines del siglo XX)
En la historia del señorío, específicamente en lo que se refiere al año de 1526, se encuentra un añadido escrito en otomí: “Aendehe aen s[a]n iuan”, que puede traducirse como “San Juan del Río”
El folio 68 del códice, arriba, las glosas en otomí, en medio, la anotación de San Juan del Río, abajo, los portadores de los años 1525 y 1526.
Aclarando que por la diferente tinta empleada, el escrito es posterior a la elaboración del códice, algunos autores recientes, sin más fundamento lo han tomado como la fecha de fundación de San Juan del Río, llegando al extremo de igualmente indicar que es el año de la fundación hecha por Juan Mexici.
DETALLE DEL ANTERIOR.
MÁS A DETALLE,  LA MISTERIOSA Y POSTERIOR INSCRIPCIÓN.
En lo personal, difiero de ello. La simple anotación no aclara nada, solamente el nombre, aunque por otro lado, ya he expuesto en otras entradas, que el nombre original del asentamiento indígena al sur de la actual ciudad en otomí era TAXIMACU ("Chichimeca Blanco") ¿Porqué no lo pusieron así?  Si se refiere al pueblo fundado por los españoles,  San Juan del Río, entonces no fue en esa fecha, aun ateniéndonos a la fecha mítica de la fundación, sería 1531.
La mención de Juan Mexici, también es incidental, el nombre no aparece en el códice Huichapan, pero quienes quieren enlazarlo, toman su nombre de otro documento  y lo colocan en la fecha y fácilmente dicen que “Juan Mexici fundó en 1526 el pueblo de San Juan del Río".
He hablado ya del personaje que se supone que fue Juan Mexici, un otomí llegado a Iztacchichimeca. Su nombre era Juan, pero Mexici no era su apellido, sino su investidura, la palabra significa "el que habla mexicano" (náhuatl) es decir. “Juan el nahualato”.

Aclarando que aunque muchos autores mencionan que los habitantes otomíes habitaban el estado de Querétaro en la época prehispánica, en realidad no fue así, la zona de lo que hoy es San Juan del Río, para esa fecha ya no tenía pueblos de alta cultura. Sí había asentamientos semi permanentes de diversos grupos; tarascos, mexicas, pames y hasta otomíes, alrededor de los antiguos centros ceremoniales pero eran de unos cuantos habitantes. Lo que es el antecedente de nuestra ciudad, era un puesto defensivo instalado por los aztecas apenas unas décadas antes de la conquista, como defensa contra los tarascos, de ahí su nombre en náhuatl, Iztacchichimeca. (chichimeca Blanco)

Al otorgarse la encomienda de Jilotepec, muchos de los indios del núcleo de Jilotepec, huyendo de los tributos se establecieron en ese lugar.  Esto fue después de 1521 y es cuando pudo llegar el llamado Juan Mexici. Incluso sí pudo ser en 1526, pero hasta ahora no hay ningún documento que así lo sustente.
El único documento que lo menciona como fundador es la Relación de Querétaro, su autor Francisco de Cárdenas dice haber tomado testimonio de  viejos indios. Alguno seguramente lo recordó. (Los nahualatos eran personas importantes en esa época, porque ante la multitud de idiomas, el náhuatl era la lengua franca con que se comunicaban, y quienes la hablaban, como el mencionado Juan, eran especialmente importantes para las relaciones entre las diferentes etnias ante el grupo dominante)

En el juicio de 1536 que también ya he mencionado, de los muchos habitantes de Iztacchichimeca que declaran, ninguno se menciona como fundador, es más, ni siquiera aparece el nombre de San Juan del Río, es decir todavía no existía.
Recientemente, se dio a conocer otro códice otomí, también colonial llamado “Jilotepec”, con menor calidad artística, pero muy similar al Huichapan, tanto que de inicio se pensó que ambos provenían de otro más antiguo. Recientemente los estudios han demostrado que en realidad el "Jilotepec" es mucho más reciente y fue copiado del Huichapan, suprimiendo algunas partes. ( Los especialistas descubrieron que, como los niños en la escuela, el escribano copió incluso los errores de escritura del primero) El códice Jilotepec no tiene la anotación referida a San Juan del Río.

 
El códice Huichapan, es mencionado por Ayala, supongo incluso que lo tuvo en sus manos y lo menciona en su “San Juan del Río, Geografía e Historia”, pero como en su tiempo no se conocía la traducción al español, no da noticia de la gran cantidad de datos históricos que contiene, mucho menos alude a la inscripción del año 1526.

Se ha dicho que en el Archivo Histórico Municipal hay una referencia a una fundación española de San Juan del Río, en 1526, en un documento sobre tierras. Creo que no existe como documento primario tal y solo es eso, una referencia. En esa fecha, ningún español había ido más al norte de Jilotepec. Desgraciadamente el códice no llega a 1531, seguramente nos ahorraría muchas páginas de libros y... blogs.
Como primicia, presento aquí el folio 68 del códice, precisamente el referido a los años 1525 y 1526 y la mencionada inscripción. Supongo que nadie ha contextualizado, el texto e imagen, con la historia local y como siempre digo, no por ego, si se copia de esto se me dé al menos algún crédito, algún día lo podría necesitar.
Tengo la fortuna de tener en la biblioteca personal casi todas las obras fundamentales relativas a este tema.
Portada completa del comentado por Alfonso Caso

El facsímil, (copia fotografica en color y a tamaño real) comentado por Alfonso Caso. Buenísima, pero que no se le entiende nada, porque está en otomí. Es una obra muy rara, la hallé por casualidad hace algunos años. Incluso  resulta que en el mismísimo pueblo de Huichapan no hay ni siquiera una copia de ella o del códice. Me enteré  de semejante absurdo un día que la fui a buscar y me salieron con eso.


La traducción de Ecker, editada por Yolanda Lastra y Doris B. Ojo, el dibujo muestra la llegada de los españoles y la muerte de dos reyes otomíes.
Para entender el códice, además de la imagen, resulta que hay otra obra aparte, que es la traducción al español de todo su contenido por Ecker. Así que se debe tener el combo para leer y entenderlo cabalmente. También tengo en la colección particular, algunos estudios relativos de David Wrigth, Reyes Retana, Manuel Alvarado y otra obra de Caso, sobre los calendarios prehispánicos, que me regalaron desde que estaba en la prepa y apenas acabo de leer.
_____________________________________________________________
EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD.
__________________________________________________________________
Como tuve que investigar por ahí , aprovecho para mencionar algunas fechas relativas, en el calendario mesomericano.

 El año de 1526 sería:  8 CONEJO.
El 24 de junio de 1531 sería:
AÑO:  13 Carrizo
TRECENA: 1 Carrizo
DIA: 8 Movimiento


El día de hoy, 10 de enero de 2015 sería:  AÑO:  4 pedernal
                                                                          TRECENA: 1 Conejo
                                                                           DIA. 1 conejo
(las trecenas son aproximadamente lo que serían en el nuestro los meses.)
______________________________________________________________
Este tema se relaciona con mucho de lo ya publicado en el blog, si es de su interés, buscar lo referente a la fundación, a Juan Mexici, a Juan Jaramillo etc. Pueden utilizar el buscador que está en la parte superior, escriban la palabra y dar clic en la lupa y les remitirá a las entradas relacionadas. _____________________________________________________________________
Próximamente: El chichimeca blanco sale del mundo digital y entra a otros espacios más terrenales. No se lo pierdan. (Todo es historia, el presente es fugaz)

miércoles, 6 de enero de 2016

Fernando Roque, la biografía no autorizada



Lorenzo Benavides, (¿o Dionicio Pinzón?) junto al mero mero pachucote, en la colección de Roque. Fotografía personal.
Aunque es algo mayor que yo, desde niños tuvimos una gran amistad, casi desde que su familia llegó a vivir en la década de 1970, a la calle de Allende, en el centro histórico, a unos pasos de la Plazuela Guadalupe Victoria, donde yo vivía.

Como hoy, se le veía en esas entonces polvorientas calles siempre con algún libro bajo el brazo o por lo menos algunas revistas. Extrañamente, a diferencia de los demás, el casi no leía el Kalimán o Lágrimas y Risas. Generalmente adquiría algo de un poco más de calidad, que serían las caricaturas de editorial Novaro. Aunque el vecindario era pobre, su familia, sin ser acomodada, le permitía tenía un poco más de recursos que la mayoría de nosotros, mismos que desde que recuerdo destinaba a la compra de revistas y libros en ediciones de bolsillo que no dudaba en compartirnos. De esa manera, pude acceder, a muchas de las obras clásicas de la literatura mundial e infantil, especialmente recuerdo una colección de clásicos en formato pequeño, llamada “Ariel Juvenil” y una revista infantil en gran formato: ”el Circo".
Igualmente pude, gracias a sus préstamos, leer muchos de los  relacionados con Sandokan y los Tigres de la Malasia, la Isla del Tesoro y todo lo que a narrativa de aventuras se refiere.

Siguiendo a su familia, pronto cambió de vivienda, a la calle Pino sur y luego a la de Álvaro Obregón, sin embargo, los amigos que había hecho en el emplazamiento original, lo seguíamos frecuentando, aunque cada vez menos. En aquel tiempo todavía practicaba una habilidad que tenía y que en la actualidad ya casi no practica: es un magnífico dibujante.
El tiempo y sus estudios en la ciudad de Querétaro nos distanciaron un poco y luego de que por motivos de trabajo tuve que emigrar algunos años fuera de la ciudad, el contacto se perdió por completo.

Apenas hace un par de años, en razón de necesitar quien me hiciera un prólogo o introducción para mi libro, quiso la casualidad rencontrarme con él gracias a un amigo en común, ahora en las redes sociales.

Para entonces, Fernando, mi amigo de la infancia se había convertido en Roque, el poeta y se había ganado merecidamente un sitio de respeto entre la comunidad cultural local, sobre todo en los grupos del Underground, es decir los no oficiales.

¿Quién es?

Fernando Roque Soto Martínez, con algunos objetos. Fotografía personal.
Fernando Roque Soto Martínez es su nombre completo, sería difícil no definirlo como sanjuanense, a pesar de que nació en Acapulco y siendo su mamá  de San Joaquín y padre veracruzano, por haber vivido aquí toda su vida y sentido en ella el crecimiento personal y el urbano al unísono. Psicólogo de carrera, abrazó la actividad docente, no sin antes haber incursionado en actividades de promoción cultural, en la casa de la Cultura y la incipiente Dirección de Cultura, de hace unos treinta años.

Durante su juventud colaboró en casi todos los círculos de lectura y poéticos a los que igualmente le invitaban o a los que él creaba e invitaba a otros, incluyendo talleres de creación. No lo va a reconocer pero se recuerda su fallido intento de ser actor, en el grupo de teatro "Quetzal"  de la calle Palacio, a donde llegó,  creo, llevado por una novia y donde ni siquiera llegó a debutar.

Es dueño de una narrativa muy práctica, sobre todo cuando relata sus vivencias. Su cualidad poética le permite siempre encontrar la palabra exacta para hacer de un tema banal, una composición que nos mueve hacia la reflexión. Escribe poesía en el mismo sentido, un estilo diferente al convencional, más que versear, su lírica se  compone de una educada prosa y una facilidad para adjetivar lo común, transformándolo en objeto poético, haciéndonos ver detalles de la vida cotidiana, ocultos hasta que él les da esa perspectiva. Si pudiera definirse su estilo, diríamos que es un realismo reflexivo, porque a través de un léxico profundo, pero entendible, nos acerca a aquello que pensaríamos que no hay posibilidad de sacarles el mínimo jugo poético. Valga decir que una composición suya se titula “Oda a un carrito de supermercado”
Por sus características, el grueso de su obra está en delgadas páginas, impresos,  fanzines y todo aquello donde se pueda escribir, aunque también ha publicado en impresos formales, uno de cuentos y  como parte de una antología.

De su obra impresa, como parte de una antología poética. Fotografía personal.
Cuentos. Fotografía personal.
 Como parte de su membresía en los diversos grupos culturales a los que frecuenta, edita con apoyo de diversos autores locales el fanzine “ Tirando Netas” y en las noches, peregrina con otros integrantes de la contracultura local: aves nocturnas especialmente caracterizadas por su aversión a todo lo que huela a oficial, enemigos políticos de lo correcto y lo patrocinado, y que sin embargo han sido capaces de, con sus propios medios presentar una cartelera cultural alterna de  calidad con diversos eventos y formatos. Sobretodo resalta de ellos el haber sacado la cultura de los recintos formales. así, han sido capaces de presentar su obra poética en sitios tales como bares, cantinas, pulquerías, parques, centros comerciales y   porqué no? Hasta en los foros de la Dirección de Cultura municipal. (Hay que entrarle a todo) Parte fundamental de esos eventos es Roque, quien crea, es decir escribe todo el tiempo y comparte su obra a la menor provocación y acepta cualquier invitación para dar a conocer su obra y su palabra.

Competidor nato, ha sido participante en concursos de poesía y eterno candidato en los juegos Florales, casi el único premio que se le ha negado. Tal perseverancia le ha valido, por lo menos en los últimos tiempos, para ser llamado constantemente a los más disímbolos eventos como jurado.
Un día, siendo ya adolecentes, preguntando sobre mi incipiente biblioteca (en realidad era una caja de jabón Roma donde guardaba mis libros,) me dijo “déjate de pendejadas, no se trata solo de amontonar, debes elegir un tema de tu gusto. Ponte a buscar los libros de ese tema que encuentres y órale, ahí está para que empieces.” Al unísono me dio un pequeño lote de libros, algunos de ciencia ficción, porque según él esa era la tendencia que me veía.

Seguí el consejo, pero el tema de mi gusto resultó ser el de la historia, inicié con la de México, luego la estatal y finalmente, en la mejor, la de San Juan del Río. (Aunque aún conservo aquellos libros que me regaló, no sea que haya que darle algún día algún consejo a un joven)

Congruente con lo dicho, aunque desde niño siempre tuvo muchos libros, él eligió también un tema, solo que algo amplio: la literatura, a lo que ha dedicado años, conformando una respetable y amplia biblioteca, asombro de todos aquellos que la ven. De vez en cuando, emprende romerías culturales, a diversas ciudades, internándose igual en librerías de viejo que de nuevo, siempre a la búsqueda de nuevo "material" como el define a todo aquello que tenga letras. Muchas veces esas búsquedas terminan , no cuando él lo decide sino cuando el peso de lo adquirido le impide avanzar y casi siempre regresa frustrado, con un gran cargamento, pero la frustración de no haber ido a todos los lugares que él quería. En el horrendo back -pack que siempre porta, es posible hallar, sus hallazgos de ocasión, casi siempre libros y revistas.
A la par, colecciona juguetes, complejos y simples. Es posible hallar en su casa, incluso los juguetes con los que nos divertíamos de niños. Algunos los conserva desde esa época, otros los ha hallado en sus cacerías,  entre ellos los que de vez en cuando le tiraba su mamá. Así, en su casa es posible hallar, desde una figura de acción original de Star Wars hasta el mexicanísimo Helicóptero de la Cruz, una figura de plástico vaciado del Santo o internacionales japoneses.

Su afición a la lectura, le ha llevado a conformar una respetable biblioteca, tanto en calidad como en cantidad, con secciones y obras especiales, que en la inmensidad hay que descubrir. Ahí, lo mismo encontramos obras fundamentales de terror, clásicos de la literatura universal, artes plásticas, arquitectura, grabados...  y como su tema es la literatura, cualquier descripción de secciones que haga aquí será incompleta.
Algo de pintura mexicana en  la colección. Fotografía personal.

Amante irredento del cine, sobre todo el nacional, de la época de oro, también colecciona carteles y películas, incluso conserva algunas en el viejo formato beta y todos los posteriores, además de objetos y recortes relativos a la industria cinematográfica, aunque también posee objetos de arte popular, catrinas, revistas, periódicos, etc, y muchos más etc.

carteles. Fotografía personal.
De tal manera, su casa más que una vivienda, parece una sala de museo. Consciente de la vida, tiene planes de preservar su legado. Sabe que no tiene un valor monetario, por ser objetos y obras viejas, cuyo valor comercial sería ínfimo. Su riqueza reside en que sus estantes, libreros y mesas,  encierran sus gustos personales. Es su vida traducida en recuerdos, la manera de presentar lo que ha sido a través de pequeños y grandes objetos, películas, figuras, libros. Cada uno con una historia, un momento, una vivencia, cada uno tiene atrapada su personalidad, sus ideas... su alma.
Hollywood en la colección. Fotografía personal.
No voy a caer en el cliché de llamarlo el Monsivais Sanjuanense, porque la comparación demeritaría a ambos. Por sí solo, él se ha ganado un nombre, Fernando, el que se chutó, en la cartelera del Cinelandia todos los clásicos del cine mundial, los de la época de oro del nacional y las setenteras, hasta que se volvió cine porno, (bueno, también de esas vio muchas)  el que lee 10 libros al unísono y tiene reserva para varios meses, el que nunca ha podido ordenar completamente sus libros, el que abandonó el auto por la literatura. (Además Fernando no tiene gatos como Monsiváis, aunque parece que sí heredó la omnipresencia del Maestro, porque anda en todos los eventos, lo inviten o no)

Revistas en  la colección. Fotografía personal.
Desde hace algún tiempo, dejó la docencia y se ha tomado un tiempo según él, para ordenar algo su biblioteca, leer un poco más y completar una obra de vivencias personales, aunque por no abandonar sus diversas actividades no lo ha logrado. De vez en cuando, comparte sus conocimientos sobre diversos temas como invitado perenne en un programa de radio por internet. Desafortunadamente para mí, casi no tiene libros de historia, si juntara ese tema, por sus características, seguramente el sí hubiera encontrado todos los que me faltan por conseguir
Todo México en  la colección. Fotografía personal.
Sección de la biblioteca. Fotografía personal.
Otra sección de la biblioteca. Fotografía personal.

Aunque alguna vez le insinué que pensaba en hacerle una semblanza, por obvias razones ni siquiera pensar en mostrársela antes de su publicación, sería capaz de corregirme todo, así que por eso es biografía no autorizada. (Además, por haber crecido en barrio bajo, aunque no se crea en un poeta, es bueno para los trancazos y dueño de un lenguaje florido y ricamente ornamentado, herencia de su abuelita, la recordada “Jarocha”)
Por las razones anteriores, no doy crítica de su obra poética, de cuentista y narrativa, aparte de no tener la calidad para hacerlo, solamente es una semblanza de un personaje actual de nuestra ciudad. Para quienes no lo conocen y para los que ya tienen ese gusto, sepan algo más de él. Espero les guste, y si en algún cartel pegado en un poste, leen que habrá algún evento en ... - no sé dónde les falte-  con la presencia de Roque, no duden en asistir.
_________________________________________________________________

EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD.
Realizo esta entrada, sobre todo atendiendo al periodista Felipe Cabello, que alguna vez me comentó que habría que poner algunos temas de actualidad, a lo mejor en este momento no relacionados con la historia, pero que algún día lo serán.
_________________________________________________________________
En días posteriores, como debo algunas entradas, con el permiso del aquí reseñado autor, publicaré un artículo suyo sí relacionado con la historia reciente, no se lo pierdan, les gustará.