lunes, 27 de noviembre de 2017

EL ÁNGEL DE SAN JUAN

EL ÁNGEL DE SAN JUAN

Agregar leyenda
Uno de los personajes más conocido de la ciudad, aunque no se crea, no es un político, tampoco un deportista, mucho menos un artista. Es un sencillo vendedor de dulces y esta es su historia:

Aunque nació en Tequisquiapan, por los años  vividos aquí, constituye un enlace entre el viejo San Juan, el de hace al menos unos 70 años y la moderna urbe actual.  Es común ver su lento transitar por las calles, arrastrando un diablito en busca del lugar propicio para su vendimia en el que una vez instalado, aparentemente vende poco, no es así. Observándolo un breve tiempo, puede verse que a pesar de lo exiguo de su mercancía, apenas cuatro cajitas de dulces, se le acercan infinidad de personas, todas le llaman con respeto: “don Ángel” o afectuosamente “Angelito”. El asunto es que mayormente son adultos, a los que alguna vez les vendió en su niñez y al recordarlo, acercan a hijos y nietos a que lo conozcan.
Una vez traspuesta su aparente reserva, es una delicia su conversación porque en más de cincuenta años recorriendo calles, espacios y eventos, conoció a todos los personajes públicos y privados, locales y foráneos. Su plática sabe a historia, una historia común a muchos y de la que él mismo es parte fundamental, dado que estuvo junto a deportistas, luchadores, boxeadores y artistas de época, a todos conoció, con muchos convivió, a todos recuerda. Su lista es grande, incluidos Jorge Negrete y María Félix (“a esa la tuve que ir a ver a Bernal”,  acota) El que nunca vino, dice, fue Pedro Infante.
 A los 12 años de edad, llegó a San Juan del Río, siguiendo a su padre, que había sido contratado como dependiente en un tendajón de la calle Morelos y una vez instalado, mandó traer a su familia. Este hecho trajo como consecuencia que interrumpiera los estudios iniciados en la escuela Leona Vicario de su tierra natal, los que ya nunca retomó.
Con el tiempo, el progenitor llegó a poseer en sociedad, una tienda en la mismísima plaza Independencia, “La Providencia” que cerró por mala administración. Así, el ya joven Ángel debió incursionar en diversos empleos, casi todos eventuales, pero casi siempre fue  vendedor de planta o ambulante de las más diversas mercancías.
¿Qué lo hace diferente a los demás de su oficio? Seguramente, en un día de tantos, sus pequeños ojos brillaron ante el oropel de un artista, de los muchos que se apersonaban en la Avenida Juárez, en la gran cantidad de restaurantes que había cerca del portal del Diezmo, sobre todo en la Bilbaína, sitio de reunión por excelencia de las celebridades hace medio siglo y a partir de entonces, debiendo continuar con sus ventas, al unísono utilizó el tiempo para conocer a los  famosos que cruzaban sus pasos, lo que no era difícil en pequeña ciudad. El encanto que le produjeron, no lo ha perdido, hasta la fecha conserva ese brillo en la mirada.
Es imposible en este espacio tan siquiera enlistar a los personajes que conoció, especial recuerdo guarda de cuando en una función en el lienzo charro, soltó su vitrina de gelatinas, para retratarse con Santo, el enmascarado de plata o cuando en la entrada a la calle de Cóporo vio a José Alfredo Jiménez tirando balazos y huyendo de otros empistolados, o cuando frente a él, Lucha Villa salía de la Casona durante la filmación de la película el Gallo de Oro.

Sus palabras trasladan siempre a lugares ya idos. Integrando el grupo acústico, los Líricos del Ritmo amenizó infinidad de fiestas, en la huerta de la Viña, el salón las Pompas, la Empacadora... o donde les agarrara el ritmo, así fuera el quiosco del Jardín Madero, alternando con la banda municipal. Las mejores calles de San Juan supieron de su habilidad con las maracas. Bohemio y Bullanguero en su juventud, daba rienda suelta en México a otra de sus pasiones, el baile, en los grandes salones de antaño: los Ángeles y el California o cuando asistía aquí a la cantina, la Surianita, a escuchar la sinfonola y aprovechando la cercanía, de vez en cuando ir, solo a bailar, aclara, con las damitas del 30 de Cóporo, en la hoy célebre casa de las Poquianchis.

Hasta la fecha y desde hace muchos años, porta una gorra de beisbolista, deporte del que fue espectador y practicante ocasional y en el que conoció a los jugadores locales, cuando era deporte de masas.

Dice haber presenciado las funciones de la compañía de títeres Rosete Aranda, que se instalaban en la Plazuela, en la hoy placita Morelos y la entonces desolada Rafaela Díaz, lo que le inspiró para poner en su casa un pequeño teatrito con muñecos que él mismo hizo y manejaba y al que se podía asistir  por solo 10 centavos.

Un buen día conoció a la que sería su esposa, Aracely, pero solo se casó con ella cuando en una tocada ganó mil pesos, usados para organizar la fiesta. Por cierto, dice, lo casó el Padre Leal, que tenía su Casa Hogar instalada en las actuales oficinas de JAPAM en la calle de Cuauhtémoc, de donde era y es vecino don Ángel. Formaron familia, integrada por ocho hijos, casi todos profesionistas, a quienes dio educación con su digno oficio.

Un día, hace ya muchas décadas, la necesidad le hizo salir  de casa con dos bolsas de ixtle cuyo contenido creyó de inicio era solo mercancía, poco tardó en notar su error. Bastó instalarse, esa primer mañana afuera del colegio Centro Unión, entonces en la calle 27 de septiembre: Para los niños, de esas bolsas, asomó un maravilloso tesoro: muñecos de plástico; Santo, Superman y el hombre araña; silbatos, espantasuegras, exquisitos dulces, ricos tamarindos y sobrecitos de chocolate. Ese fue el secreto, tocar el gusto infantil y venderles dulces ilusiones. Supo entonces su destino y lo aceptó, y para no errarle, repitió la fórmula, con iguales resultados en todas las escuelas, públicas y particulares de la ciudad, donde con el paso del tiempo se hizo indispensable y hasta sirvió de punto de referencia y guardería provisional. Ostenta el extraño record de ser el único ambulante que nunca ha sido corrido de afuera de las escuelas por los maestros, y ¿cómo? Casi todos. Por lo menos los nacidos aquí, fueron  sus clientes.

Adquirió por esos años, el don de la bilocación, es decir, el poder estar en dos lugares diferentes al mismo tiempo: era común que dos personas se encontraban y uno de ellos decía, -acabo de ver a don Ángel afuera de la “Corregidora”. No es cierto, respondía el otro, -yo vengo de la “Querétaro” y ahí estaba, hasta le compré unos paquines. Sabrá Dios si era cierto, don Ángel dice que era rápido para trasladarse pero no tanto. 

Hasta hoy, sale siempre con el mismo cargamento, ahora en un diablito, buscando a los niños de hoy, los de antes y los de siempre. Dice haberle en vendido a casi todos los presidentes municipales y hasta a sus papás; a diputados y funcionarios. Muchos de ellos no olvidan la alegría que les dio a cambio de unos pesos, que les cumplió un sueño o al menos un gusto, como cuando instalado en la acera ancha de la Calle Mina, les vendió sobres de “Ticos” a Pedrito Fernández y Tatiana, cuando filmaban “Un sábado más”. Así, es común que a él se acerque algún joven y en el saludo le deslice un billete, -“p´al  refresco don Ángel”, o que alguien le lleve un plato  de con comida. –Es que esta señora me dejaba cuidando a sus hijos afuera de la escuela, aclara, o que le compran dulces y no le aceptan el cambio.…

Y sí, es cuestión de tiempo, porque dice que ya se le empiezan a olvidar nombres, para que descubras que conoció a tu papá, que te cuente historias familiares que ni imaginabas y hasta te halle un pariente del que no tenías idea.

Su carácter activo le impide quedarse en casa y vuelve a las calles, una vez más, quizá extrañando ya no poder ir de peregrino al Tepeyac, como lo hizo por 24 años. Aunque dice ya cansarse, nunca lo denota, todavía se le puede ver en las noches, en el jardín Independencia y los sábados por las mañana, en el tianguis del Mercado Juárez, del que fue de los vendedores fundadores, y cómo no, si hasta el Reforma vio nacer, entre “puras bardas de piedra y nopaleras”.

A últimas fechas, ha tomado costumbre de asistir entre semana, por las tardes a las funciones de cine del portal del Diezmo, a veces duerme, los asientos del foro son ideales para eso, aunque él dice que no es siempre, que según cómo esté la película. La verdad es que dormita, quizá recordando cuando hace sesenta años, en el mismo edificio entraba a ver gratis el entonces novedoso invento de la televisión, quizá recuerda el San Juan que conoció en su niñez, las calles tranquilas en que todos se saludaban, cuando sí había educación y todas sus añoranzas, que deben ser muchas. 
Tras la venta o plática, a todos despide con una bendición, que de alguien de 87 años, como don Ángel Bárcenas Martínez ha de tener singular valor. Todos la recibimos con gusto.


sábado, 25 de noviembre de 2017

Presentación (ahora sí ) del libro del Portal del Diezmo

Presentación (ahora sí ) del libro del Portal del Diezmo

ANTECEDENTES

Primera caída

Desde hace algún tiempo había iniciado en este espacio, una campaña al servicio de la comunidad solicitando informes sobre el libro referente a la historia del Portal del Diezmo, de San Juan del Río, ello debido a que aunque fue presentado por el autor, se conocía su portada y de manera somera casi todo el contenido, resulta que no vio la luz, ni siquiera en formato digital, es decir, el mejor ejemplo de un libro virtual, tal vez etéreo o la mejor confirmación de los dichos de Santo Tomás, quien con justa razón podría haber postulado que nunca existió.

La presentación pasada.
Si se desea conocer más antecedentes del tema, dar clic en los siguientes enlaces.
  

EL LIBRO QUE NO EXISTIÓ.
Resulta que una vez considerada fracasada la campaña para localizarlo, 3 años, 4 meses, 22 días y tres inundaciones después, el pasado 17 de noviembre, por fin apareció, sano y salvo, ahora sí con ejemplares físicos, incluso obsequiados.

 No hay primera sin segunda
  
Aclarando que el libro iba a ser presentado en ceremonia solemne el pasado mes de septiembre, como evento culminante de la semana del libro organizada por el Instituto de Cultura, resultó que  lo que se presentó días fue una inundación en la ciudad, lo que obligó a suspender varios de los eventos programados, entre ellos la presentación del libro que debió posponerse, dado que los funcionarios públicos, incluso  el Presidente Municipal se avocaron a atender a los cientos de damnificados y debió reprogramarse, así que parecía  natural la desconfianza en si se realizaría algún día.

Así, el 17 de noviembre pasado, en el mismo lugar del que es tema el libro, el autor; Jesús Mendoza, realizó algo así como un evento de desagravio a los afectados del pasado 24 de junio de 2014, el mero día de San Juan, que ese día fue de Santo Tomás y habíamos quedado como los orientales.

LA PRESENTACIÓN DE A DEVERAS.

La tercera es la vencida.

Así, supongo que una vez consultados todos los  informes meteorológicos posibles, llegado el día en que se reprogramó, en el mismísimo foro San Juan del Portal del diezmo, el autor presenta a la ciudad, su investigación histórica del emblemático lugar, situado desde hace más de tres siglos en céntrica ubicación. Incluso, no asistió el presidente municipal, no fuera a ser.

Ya en pasadas entradas, había mencionado la extraordinaria capacidad de Jesús Mendoza para localizar documentos antiguos relativos a los temas de sus investigaciones, paleografiarlos e integrarlos a su objetivo.
El texto contiene, desde la ubicación en el concepto de diezmos, hasta los documentos en los que la iglesia compró la casa particular que se convertiría en el edificio que hoy vemos, hasta los movimientos de propietarios de los últimos 70 años, que terminaron con su adquisición por parte del gobierno municipal. Entre ellos, algunos aspectos desconocidos para la mayoría, como nombres, legislaciones y situaciones, sobre todo porque casi no ha habido investigación histórica en la ciudad hace muchos años.

La transfiguración

Como rezago de la extraña situación de ser un libro que ya se había presentado, pero que no existía, en esta presentación se dieron varios aspectos curiosos:

Resulta que lo que se presentó esa noche, fue la segunda edición, ya que la otra, la virtual, fue la primera.

Que la primera edición solo constó de un ejemplar, ahí presentado.

Que la nueva tiene un par de agregados, es decir, corregido y aumentado.

Que resulta que cambió de color la portada, antes era rojo, ahora es azul (¿Porqué será?)



ÚNICO EJEMPLAR DE LA PRIMERA EDICIÓN

SEGUNDA EDICIÓN, TRAS EL FENÓMENO DE LA TRANSFIGURACIÓN.

EXTRAINNINGS

Aunque el libro tiene un par de meses que salió a la venta y desde entonces lo tengo en mis manos, no quise hacer la maldad de reseñarlo, fue mejor esperar a que en palabras del propio autor se hiciera, fiel a su costumbre, el recuento de las vicisitudes que tuvieron que pasar para que por fin, un nuevo libro de su autoría aborde el tema de San Juan. Sea para bien.

Efectivamente, el libro se obsequió  a los asistentes y después del coctel, el autor estuvo firmando ejemplares a todos aquellos que lo solicitaron, demostrando otra de las virtudes que le hacen un autor de verdad, nunca deja de atender a quien se lo solicita y además, no firma a destajo, para cada persona, adulto o niño tiene un comentario hablado además del escrito, incluso a pesar de que algunos miembros de su equipo y funcionarios de cultura le pedía suspendiera la firma, no lo hizo, para beneplácito de la larga fila que aún esperaba, entre ellos un servidor, para quien tuvo comentarios, sobre todo porque un día antes, en la presentación en el mismo lugar del libro digital del archivo parroquial, al final le pedí que me firmara su primer libro: Historia eclesiástica de Cadereyta, inicio de una prolífica  obra editorial que hoy debe de ser de cerca de 50 títulos diferentes, lo que le da oportunidad de expresar el dicho que dice escuchó de otro autor: “Tengo más libros que años”. Y como sentí que no creyó que tenía casi todos sus libros, al otro día llevé con igual propósito otra de sus obras fundamentales: “Las fiestas de San Juan del Río en 1784", respecto a nuestra ciudad, ya difícil de conseguir.
LA COMUNIÓN ENTRE AUTOR Y PÚBLICO.
Creo que el libro viene a llenar un vacío en las letras escritas de nuestra ciudad, si no fue de los afortunados asistentes  me dicen que estará a la venta en la recepción del Portal, por módicos 100 pesotes, hasta que se acaben, no pierdan la oportunidad.

sábado, 18 de noviembre de 2017

El Hipsográfico de San Juan del Río

EL HIPSOGRÁFICO DE SAN JUAN


ANTECEDENTES

Fue la antigua Tenochtitlán una ciudad construida entre lagos, a los que los aztecas relativamente controlaron a través de obras hidráulicas, como puentes, diques y  acueductos. Su sucedánea, la ciudad de México virreinal, fue incapaz de entender ni conservar tal infraestructura, cuya real importancia radicaba en que  por medio de ella se utilizaba y domesticaba el agua llegada a la cuenca de Anáhuac desde las sierras de los alrededores y se depositaba, a través de los  múltiples ríos que le surcaban, en una serie de lagos.

Aunque a simple vista, la actual zona ocupada por la CDMX, fue un inmenso lago, en realidad era la unión de varios cuerpos de agua, diferenciados por la calidad de sus aguas y principalmente por sus diferentes altitudes. En apenas doscientos años, los aztecas lograron controlar la cantidad de agua que ingresaba a los lagos de niveles inferiores y separar las aguas dulces de las salobres, de tal manera que, a pesar de su calidad lacustre, fueron raras las inundaciones en la ciudad prehispánica.

A la caída del imperio, por la insistencia de los españoles de ocupar con su nueva ciudad, el mismo espacio físico de la anterior, previa demolición, apareció esta de entre los escombros, tal como deseaban los conquistadores para mostrar el dominio del nuevo orden sobre el antiguo imperio indígena. Lograron su cometido, pero toda su cultura e innovación tecnológica no bastó para comprender el sistema de contención de las aguas, incluso, por estorbar el espacio, derrumbaron algunos de los útiles diques, sin saber lo que les esperaba, al cabo de pocos años, a la par del deterioro del sistema indígena, las inundaciones se hicieron presentes, de tal manera que tuvo que ser reconstruida varias veces y las obras que emprendieron para contener las aguas, por intervenir solo en parte de los lagos o uno en particular eran inútiles. Incluso se llegó a pensar seriamente en cambiar la ubicación de la ciudad. Paradójicamente, el lodo arrastrado por las frecuentes inundaciones logró un espacio firme en el centro de la misma, que cubrió el antiguo lago de México, uno de los muchos de la cuenca,  donde se asentaron las nuevas construcciones y  permitió momentos de alivio que utilizaron para tratar el problema con varios proyectos de ingeniería que las más de las veces terminaron en desastres, aunque poco a poco, se tuvo un cierto control de las aguas, nunca se resolvió el problema, hasta hoy, tras siglos de tecnología, las inundaciones son frecuentes en el valle de México, incluso provocadas ahora por las modernas obras. Jamás se recuperó el absoluto control que sobre los lagos tuvieron los aztecas.

Una solución llega de Alemania 

A pesar de todo la ciudad colonial fue creciendo, sobre las áreas temporalmente desecadas, incluso  lugares que nunca ocuparon los pueblos cercanos a Tenochtitlán, que se mantuvieron siempre en las riberas lacustres o en islas, con las naturales consecuencias, cuando las lluvias hacían recobrar los antiguos niveles.

De entre las muchas obras emprendidas en la época colonial solo una tuvo algo de éxito. Consistió en un túnel que desde la parte norte del valle, sacaba las aguas hacia el río Tula. Siendo los lagos de ese rumbo los que al desbordarse pasaban a los inferiores, bajaron en algo su nivel y permitieron el crecimiento de la ciudad. El constructor fue un Ingeniero alemán de nombre españolizado, Enrico Martínez. De inicio su obra fue un fracaso y él mismo sufrió la inundación de 1692, parando hasta la cárcel. Sin embargo su obra fue retomada, cambiando el túnel por un canal a cielo abierto que sí logro su cometido. Por su utilidad, duró hasta fines del siglo XIX, cuando en pleno porfiriato se sustituye por nuevas obras, principalmente el gran Canal del desagüe.

El monumento reivindicatorio

Imagen tomada de internet, crédito a quien corresponda, el monumento en su ubicación original.
En honor a Enrico Martínez, se decidió por la administración porfirista, perpetuar su memoria con un monumento que recordara su obra. Pero no fue un simple detalle arquitectónico, además de belleza estética se le dotó de algunos aspectos utilitarios:
En vista de que a pesar de los esfuerzos, aún en esa época, apenas a unos cientos de metros del zócalo, en algunas partes, el lago de Texcoco seguía siendo amenaza constante, contenido por el último resquicio de la hidráulica azteca; el albarradón (dique) de Netzahualcóyotl, por entonces renombrado como San Lázaro. Detrás de la cortina, el líquido recordaba que al norte aún estaban los lagos que tanto daño habían hecho.

Como para que no olvidaran esa circunstancia los habitantes, el monumento - un pedestal coronado por una estatua representando a la ciudad-  en sus lados tenía unas señales en espiral que indicaban el nivel medio de los lagos cercanos, de acuerdo a una media tomada en 1862. Además, por medio de un indicador de madera, que se movía cada semana, se marcaba el nivel real del cercano lago de Texcoco. Así, cualquier habitante podía saber con solo mirarlo el nivel detrás del  cercano dique y además a dónde podían llegar las aguas en caso de que desbordaran los de Zumpango, Xaltocan y San Cristóbal, todos encima de la ciudad. En recuerdo del ingeniero alemán, la estatua de bronce, deposita laureles sobre una planta encontrada por primera vez en el viejo tajo de Nochistongo, bautizada científicamente como “Gaudichaudia EnricoMartinezil”.

 Monumento en movimiento
Imagen tomada de internet, crédito a quien corresponda, el monumento en su ubicación actual. a su derecha, uno de los niveles

Imagen tomada de internet, crédito a quien corresponda,  algunos de los indicadores y uno de los lagos, arriba otro error de la restauración, no hubo un lago llamado tlalocan.
El monumento se inauguró en 1881, en una orilla del zócalo cercana a Palacio Nacional, Se le llamó hipsográfico por indicar hipsometría, es decir  la medición de un punto sobre el nivel del mar, pero popularmente se le conocía como “el nivel” incluso dio nombre a popular cantina, que llegó a ser la más antigua de la ciudad.  
En 1924 se reubicó al extremo poniente de la plaza. Por el hundimiento de la ciudad, poco a poco perdía su utilidad, sin embargo, una restauración realizada en años recientes dio al traste con lo poco que le quedaba de util, resulta que las placas de los 4 costados fueron retiradas y vueltas a colocar de manera que no correspondían a la original, resultando que incluso el lago de Xochimilco, también indicado y era el único cuyo nivel no era peligroso, está más alto que los del norte. Hoy su utilidad se limita a que semioficialmente se le toma como indicador del "kilómetro cero" de las carreteras que salen de la ciudad, es decir el punto inicial de todo camino.

El hipsográfico de San Juan.

Resulta que, guardadas las proporciones, existe en San Juan del Río, un monumento que guarda similitudes con el de la capital del país, aunque no mide nada ni tiene estatua, sí fue removido de su ubicación original y algunas de las placas que ostentaban leyendas al recolocarse se hicieron de mala manera.  Aquí va la historia.

Todo inició durante la administración municipal de don Jorge Herbert Pérez (1979-1982) cuando se tuvo la idea de festejar el 450 aniversario de la fundación de la ciudad, incluyendo varias obras de embellecimiento, entre ellas la renovación del Jardín Madero para convertirlo en la actual Plaza de  los Fundadores, además se inició el arreglo de los alrededores del  hoy llamado Puente de la Historia. (Dicha administración adoptó el lema  “San Juan del Río, un puente para la historia” refiriendo que toda la ciudad era eso, un puente de unión con la historia nacional, por alguna razón, los habitantes pensaron que a lo que se refería era al puente, que él era el de la Historia y desde entonces sin necesidad de   campaña alguna, se le conoce con ese nombre)

Imagen tomada de revista antigua. El monumento el día de su inauguración en su ubicación original.
Los alrededores del puente, hasta entonces descuidados, tuvieron una limpieza general, se niveló algo el terreno y sobre él se sembró pasto y se plantaron árboles y setos, sobre todo en el extremo sur, donde se tenía mayor área de acción. El trabajo concluyó durante el trienio siguiente,  estando ya al frente del municipio, el Ing. Leopoldo Peralta Navarrete, abarcando hasta la parte inicial del puente rumbo al centro. Para indicarlo, se colocó un monumento, básicamente un pedestal coronado por una esfera en cuyos 4 lados se colocaron placas con leyendas alusivas.

Lógicamente el monumento fue realizado en cantera morena sanjuanense, eran tiempos en que todavía no se utilizaba el truco de traer de otro lado cantera distinta, por ejemplo rosa, para inflar costos, además ni se tenía dinero para ello, y principalmente porque el material utilizado armonizaba con del puente. Así, en 1984, en solemne ceremonia, se inaugura el monumento y con él los jardines aledaños, ya hermoseados además con flores.

Desafortunadamente, no duró mucho, apenas un par de trienios después, el club Peña de amigos donó a la ciudad un monumento a los niños Héroes, que se instaló en el sitio del que estamos hablando. Así, cual monumento hipsográfico, se le movió al otro extremo del puente, en el lado norte, donde como ya dije, hubo menos espacio para dignificar.
Imagen de Google Earth Pro. Inicio oriente del Puente de la Historia. A la izquierda, el monumento a los niños héroes, a la derecha el reubicado monumento.

Igual que el hipsográfico de México, (ignoro si desde la reubicación o en una acción posterior) algunas placas del pedestal que ostentaban inscripciones relativas, fueron cortadas y puestas en lugares distintos. Con toda la saña que la política municipal puede contener, se rellenaron las hendiduras de las letras con cemento, para además de la mala colocación, borrar todo rastro que indicara su procedencia. Así, de mala manera, San Juan del Río obtiene su “Monumento Hipsográfico”. Actualmente se puede observar, con la completa indiferencia de quienes pasan a su lado para acceder al estacionamiento del panteón Municipal 1.

Por si estaban interesados.

Supongo que originalmente tenía 4 placas, la de cajón indicando el nombre de las autoridades parece que sí desapareció por completo, de las otras tres, tengo buenas noticias, como un servicio a la comunidad, incluido esta vez en la redacción, presento a Ustedes casi completas las inscripciones originales, lo que no han logrado en México, que sigue incorrectas. Aclaro no saber en que rumbo estaban colocadas inicialmente  las de San Juan .
Placa que da al  sur: Esta sí está colocada en forma correcta para su lectura, aunque se rellenaron los huecos de las letras labradas con cemento)
Fotografía personal.

PUENTE DE LA VE
NTA CONSTRUIDO
9 DE FEBRERO 1710
ARQUITECTO DON
PEDRO DE ARRIETA

Placa que da al norte: Sección que se complementa con otro pedazo colocado en el lado sur,ambas colocadas al revés y también rellenados con cemento)

Fotografía personal.
EN MEMORIA DE LOS
QUE CONSTRUYERON
ESTE PUENTE Y DE LOS
VIAJEROS QUE LO HAN
CRUZADO…… ANDO A
… LA TIE…. …AMIS
TAD P………………..N

Placa que da al oriente: Rota, vuelta a unir con cemento coloreado de café, pero colocada al revés y con el consiguiente relleno.

Fotografía personal.
CONSERVACIÓN Y
CUIDADO POR EL H.
AYUNTAMIENTO
1982 – 1985
LA HISTORIA DE
MÉXICO HA PASADO
POR ESTE PUNTE

El error en escribir PUNTE, en lugar de PUENTE, lo tenía desde un principio, de eso sí me acuerdo, fue muy comentado a nivel local, no se le puede achacar a los “removedores”.

Y finalmente, hoy ya no tiene la bolita en la parte superior.

Si alguien recuerda que decía en los tres renglones que falta completar, le agradecería me lo haga saber en la sección de comentarios.

No es reclamo, recuerden que yo solo narro.