martes, 13 de septiembre de 2022

LAS HUERTAS 4 LA HUERTA GRANDE

 LAS HUERTAS 4    LA HUERTA GRANDE

 

Continuación del recuento de las antiguas huertas sanjuanenses

ANTECEDENTES

Como mencioné en la entrada inicial de esta serie, todo indica que la Huerta Grande original, fue en realidad un terreno muy amplio, desde el centro de la ciudad (Plazuela Guadalupe Victoria hasta Guadalupe de las Peñas del que no hay mucha información y se fue fraccionando en otras huertas, quedando para el siglo XIX un predio así llamado del que sí hay abundantes referencias documentales y fue la más famosa huerta del pueblo hasta su final. Queda actualmente el nombre y un resquicio de ella, aunque ya no en  función como huerta.

 EL INICIO

Reiterando que, aunque inicialmente todo el pueblo fue propiedad de los indios tanto en lo particular o como terrenos comunales, pronto hubo al sur de él, propiedad española.

Sostengo que esa propiedad derivó de la venta del Molino de los Indios a Pedro de Quesada  que luego retomaron por razones desconocidas generándose un pleito y reparto del terreno adyacente. Lo que lo correspondió a los españoles fue lo que yo denomino la original “Huerta Grande” que después se dividiría en partes menores, que formarían algunas de las  huertas sanjuanenses detalladas en esta serie. (Aunque siempre se mantuvo un predio con ese nombre, incluso en la actualidad, pero hubo huertas más grandes, por eso considero que el nombre era de algo más extenso, no lo que se conocimos al final.)

 

Recreación personal  la Huerta Grande en los 70s la línea morada indica los límites originales, el numero 12 es el B. Hidalgo, el 6 el seminario Javeriano, el 4 la central de Autobuses 

Desde el siglo XVII, aparece mencionada documentalmente la Huerta Grande como parte del Mayorazgo de la Llave. Esta hacienda, de las más grandes del estado en todos los tiempos, además de su predio original al norte del municipio, incluía terrenos aislados ya que se unieron las propiedades de los integrantes de las familias Lara-Gómez-Andrada- Velazco- Cervantes, conformando el mayorazgo, lo que significaba que no se podía enajenar en partes y la administración, usufructo y derecho de sucesión del conjunto se establecían entre ellos. Entre las propiedades externas, estuvieron en distintos tiempos La Guitarrilla, El Pedregoso, Cerro Gordo y  Guadalupe de las Peñas.

Imagen de Google Earth 2022 misma zona en vista satelital.


El caso es que, pasada la época colonial, entrado el siglo XIX, podemos definir los límites de la Huerta grande de la siguiente manera:

Al norte: La huerta del Molino y el arroyo Cano.

Al sur: Guadalupe de las Peñas.

Al oriente: Guadalupe de las Peñas y el Arroyo Cano.

Al poniente: El río San Juan.

A partir de ese siglo son comunes los relatos de viajeros que, al pasar algunos días en la población o los alrededores, fueron a dar a la huerta Grande, de la cual hablan maravillas, el más conocido es Guillermo Prieto (1853-1855)

” La Orilla del Río San Juan que ciñe con una faja de esmeralda y flores la pintoresca población, es en extremo alegre, y como para Querétaro la Cañada, para San Juan la orilla del río es su lugar de recreo, su poesía, y el nido de recuerdos y de amores de aquellos habitantes.”

“Esta orilla, como se ha dicho, es una calzada que va culebreando con la corriente del río; pero tan fértil, tan aromática, tan llena de árboles frutales y de flores, que, sólo halagado por su perspectiva, refrescado por su ambiente, acariciado por sus aromas, se podría tener una idea clara de lugar tan agradable. La arboleda y el jardín los forman una serie de huertas cultivadas con particular cuidado por los dueños de las casas vecinas, que se ven entre los árboles con su apariencia humilde, pero respirando bienestar y alegría.”

(Guillermo Prieto “Fidel”, Viajes de orden suprema 1986, p. 210)

En otra parte menciona que cada cierto tramo había bancas y específicamente en una de la Huerta Grande gozó a su antojo del lugar y el paisaje.

 

LA LLAVE

Supongo que cuando la huerta grande dejó de pertenecer al mayorazgo de la Llave es cuando se forman las huertas más pequeñas y queda un terreno menor con el nombre y extensión con las que lo conocimos en el siglo XX  ya que durante los siglos XVIII Y XVIII son constantes los reclamos y pleitos con los indios por la posesión de los terrenos y el agua y extrañamente cesan, tal vez por un arreglo definitivo.

En 1858, el último de la dinastía Cervantes, José María Gómez de Cervantes vende la hacienda de la Llave a Don francisco Iturbe y lo mismo hace con los demás predios  pertenecientes al mayorazgo. Sin poder determinar si fue venta directa o hubo un propietario intermedio, a partir de entonces aparece la Huerta Grande como propiedad de la Familia Layseca, de origen español.

Es a partir de esa época cuando se consolida el lugar, como de recreación con instalaciones y árboles frutales y en el terreno productivo, mayormente se sembró trigo, aprovechando el paso de la acequia por su extremo sur.

Por esa condición, la huerta dio gran utilidad económica y la familia se consolidó  a partir de entonces entre la élite económica del pueblo y por consiguiente sus integrantes constantemente  figuraron en distintos puestos políticos locales, fuera por designación o a través de las votaciones.

Una cosa llevó a otra. Fue costumbre durante muchos años que al recibir el pueblo la visita de algún prominente funcionario o político, digamos diputados o gobernador del estado, que se le ofreciera un banquete o comida en alguna de las huertas cercanas al centro, obviamente el banquete era restringido, pero se permitía la asistencia al pueblo en general a “el paseo” es decir a  recorrer la huerta y disfrutar en lo posible de los frutales. Esto ocurrió hasta bien entrado el siglo XX y de ahí vienen los recuerdos de nuestros ancestros de dicha huerta. Aunque ya estaba desde mucho antes el terreno delimitado, poco a poco se extendió a todo el perímetro la barda colonial que la protegía del río en el poniente, hecha con grandes piedras tomadas del río, muchas veces fue derribada y vuelta a levantar. Aún se conserva en la actualidad. El dique, sobre el que está la barda, también ayudó a contener la fuerza de la corriente.

Fotografía personal. El paseo de los abuelos cerca de la entrada antigua de la huerta.. La línea  amarilla indica el dique del río sobre el que está la barda en esta parte.

 

Fotografía personal.  Barda de la Huerta Grande Sobre el dique en el paseo de los abuelos.

EL INFIERNILLO

En la parte norte, la entrada a la huerta delimitaba con terrenos municipales y particulares y constantemente hubo fricciones con ellos, ya que existía desde el río un camino de tierra que conducía desde la rivera del Río, desde el actual paseo de los abuelos hasta el camino al Rodeo, hoy calle Melchor Ocampo. Al final al parecer hubo consenso y el camino se conservó en parte, pero la huerta quedó con una parte sobresaliente al oriente de forma cuadrilonga que se utilizó como potrero.

Fotografía personal.  Cancha del Paseo de los abuelos, al terminar el cemento están los restos de la única casa sobreviviente del Infiernillo. Junto a la barda el  acceso original a la huerta.

Aparte de la Huerta Grande como propiedad de los Layseca, a los otros terrenos  y casas habitación adyacentes se les conocía como el barrio de la Huerta Grande o el infiernillo y estaban ubicados a ambos lados del arroyo Cano. Se desconoce que fue de ellos ya que fueron desapareciendo, probablemente alguna creciente afectó las casas y los propietarios optaron por ir a otros sitios, el caso es que para mediados del siglo XX no quedaban ni siquiera cimientos de ellas excepto el montón de piedras en que se convirtió una casona  junto al río, poco antes de la entrada de la huerta, donde hoy están las canchas del Paseo de los abuelos.

 

ACCESO Y SALIDA

La entrada principal de la huerta estaba casi a orillas del río, en un callejón formado por los terrenos particulares y la huerta.  De ahí se accedía a al interior, era un paso flanqueado por fresnos de los que sobreviven algunos.

En algún momento se estableció al interior de  la huerta un taller de herrería con técnicas artesanales. Aunque se dice que muchas de las rejas de ventanas de las casonas del centro histórico se fabricaron en ese taller no hay constancia escrita de cuando inició y si efectivamente las más antiguas vinieron de ahí, las de la segunda década del Siglo XX es seguro.

Fotografía personal.  Desde la capilla del seminario, al fondo los árboles del callejón del antiguo acceso a la huerta.

Los trabajadores de la huerta y su taller accedían a las instalaciones a través de ese callejón y  por el dique sobre la rivera del río para  llegar a las calles de Allende y Galeana. (Recuérdese que no existía el boulevard Hidalgo. Se cuenta que, en las noches, ellos mismos habían fabricado unos soportes para sostener faroles y alumbrarse, sobre todo en el paso junto al río y esos fueron los utilizados cuando se instauró la tradicional peregrinación Sanjuanense de los farolitos, en conmemoración de la coronación en 1949 de la virgen de la parroquia.

Seguramente desde siempre hubo ganadería en menor escala al interior de la huerta, pero en esas mismas fechas se emprendió en mayor escala y  se sustituyeron los cultivos y frutales por la siembra de forraje para el ganado, sobre todo alfalfa.  Al menos hasta 1943, todavía era una actividad comercial la venta de fruta.

Fotografía de José Velázquez,  la parte Ganadera de la Huerta, ya desaparecida.

EL SEMINARIO

Siguiendo en propiedad de la familia Layseca y al parecer agotadas las tierras al decrecer la corriente de la acequia y sin las glorias de los paseos de antaño y muchos de los familiares dedicados a  rubros como el comercio y los servicios, en 1964 El Sr, Joaquín Layseca dona la sección sur de la huerta para la creación del Seminario  Javeriano por el padre José Scremin  entrando los primeros seminaristas  el 25 de Enero de 1966 y bendecidas las instalaciones  en 1968 por el obispo de Querétaro. Conservó la familia la parte norte como terrenos habitacionales y el taller de herrerería.

 

EL BULEVARD

Fotografía con crédito correspondiente. El Restaurant Layseca en la Avenida Juárez y paradero de Estrella Blanca.

Para 1969, en una decisión  entre autoridades y dueños de las huertas, se construye el actual Boulevard Hidalgo, con objeto de atraer directamente al centro de la ciudad a los paseantes de la autopista que habían dejado de hacerlo desde que ya la carretera panamericana ya no era el paso carretero obligado o principal, lo que había significado una enorme baja en las ventas y prestación de Servicios  instalados en la Avenida Juárez, entre ellos uno de los restaurantes más grandes, el Layseca, en la esquina de Juárez y 2 de abril. 

Su trazo afectó a tres de las emblemáticas huertas sanjuanenses, aunque ya alicaídas y a la baja su producción cortándolas casi por el centro, así, estos lugares fueron conocidos por la gente común, ya que, aunque habían sido anteriormente terrenos casi públicos, para entonces ya eran propiedades completamente cerradas, a las que solo se accedía por invitación o robo: la Huerta Grande, de los Layseca, el Molino o el viñedo, de los Guerrero y la viña, de los Ugalde.  Se construyó en una sola etapa y tiempo récord con todos los adelantos de entonces; doble carril y sentido, pavimento, guarniciones, colectores de  lluvia, alumbrado de luz mercurial, nombre francés, camellón  y larga lista de etcéteras a partir del año de 1967. Este cúmulo de maravillas, sin embargo, a los supuestos visitantes les importó poco, de manera que era difícil que un auto transitara al interior de la ciudad y en sentido contrario aún menos, los pocos autos que había no tenían razón de ir a tales parajes así que durante mucho tiempo sobre el costoso pavimento hubo poco tránsito. Y solo ocasionalmente se veía pasar por ahí a los escasos estudiantes del seminario Javeriano que tuvo la primera entrada hecha en esta calle, (su actual acceso, aunque al otro lado del Boulevard quedó el terreno cuadrilongo que por quedar aislado ya no tuvo uso, terminó como taller mecánico después se construyó junto al Seminario la ahora vieja clínica del Seguro Social. Y la construcción no ha parado desde entonces.


Fotografía  Personal, frente a la entrada actual, la construcción en verde, única parte de la huerta que quedó al otro lado del Boulevard. La barda de piedra es original.

  EL CENTRO UNIÓN

Igualmente, debe considerarse la influencia de esta huerta para la consolidación del colegio Centro Unión. Aunque ya existía como institución particular muy pequeño, su despunte provino del hecho de que, como los seminaristas en su mayoría eran foráneos, no tenían cabida en las secundarias locales por lo que el seminario hizo un convenio con ella para ampliar el colegio en niveles de primaria, secundaria y preparatoria, para dar cabida a los seminaristas, comprometiéndose a la construcción de nuevas instalaciones en un amplio terreno, igualmente obtenido por Donación y de esa manera  el colegio se muda de sus pequeñas instalaciones al actual en la calle Rayón. El antiguo director, el Profesor Maurilio Morelos conservó hasta su muerte la dirección de la sección Primaria.

 

EL FIN DE LOS TIEMPOS

Hasta la década de 1980, se conservaba un pequeño establo en la huerta Grande, pero ya fue poco productivo y con él se cerró el ciclo agropecuario del terreno luego de 4 siglos. En la actualidad, sigue funcionando la herrería y se ha limitado el acceso, sobre todo a la parte habitacional, por el viejo callejón a orilla del río, mucho tiempo con acceso libre.

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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD 

Por implicar a la hacienda de la llave y su importancia en el pueblo, esta huerta tiene infinidad de referencias en libros y archivos. Traté de mantener el relato en forma de crónica, para no entorpecer la lectura con tanto dato documental. _______________________________________________________________ 

SECCIÓN COMERCIAL (Pero sin lucro)

Invitados cordialmente a la conferencia que impartiré  el próximo Sábado, no falte, de verdad es entrada gratuita.

Mencionaré la historia y  detalles del Acueducto que tuvo la ciudad en el siglo XIX, acueducto de agua potable, no confundir con la acequia de riego.

Se sorprenderán


SECCIÓN COMERCIAL 

Fotografía  Personal publicidad de la década de 1940. La huerta todavía ofrecía sus mejores ´productos: la fruta y el esparcimiento.

 

Fotografía  Personal publicidad de la década de 1930. Don Joaquín Layseca incursionando en la ciudad de Querétaro. Recordando que fue uno de los fotógrafos legendarios de  San Juan del Río, a quien debemos se hayan preservado imágenes de ya casi un siglo. 

 

Fotografía  Personal publicidad de la década de 1970. También dedicados al comercio.  Layber es  el apócope de  las sílabas de la familia  Layseca rmudez

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Igual comparto el programa del mes. Algo habrá de interesante para cada quien. Es importante su asistencia para seguir teniendo los espacios abiertos.

 

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