Continuando con la descripción de los antiguos barrios de San
Juan del Río durante la época virreinal, corresponde ahora al Barrio del Espíritu Santo.
Imagen de Google, la capilla del Espíritu Santo |
Comienzo aclarando que por haber sido en tiempos pasados, solo un mínimo asentamiento de
casas, rodeado por tierras de cultivo, de este barrio me fue especialmente
difícil establecer sus límites, así que los que consigno en la imagen de Google
son aproximados, aunque debajo explico porque los determiné así.
De él nos dice Ayala, retomando a Martínez de Salazar:
“El barrio del Espíritu Santo se halla al otro lado del río,
sobre el Noreste de la Parroquia, habitado por indios, en el que tienen sus
solares.”
" … y el del Espíritu Santo, que por otro nombre se llama
Barrio de Ahidó en el idioma otomí, que quiere decir barrio de los tepetates,
porque está situado en la otra parte del río, sobre tepetates calcáreos y es de
tierras delgadas, por la desidia de los indios, que viven en ese lugar pues la
dejan deslavar.”
Iniciamos diciendo que este barrio fue de los originales del
pueblo, quizá desde su fundación, creo que sus límites están claros, la cerca
del pueblo y el río. Su nombre, original, Ahidó, significa en español piedra
amarilla, es decir tepetate. Su situación de aislamiento con el resto del
pueblo que le daba situarse del otro lado del río, le hizo ser el que
conservara durante más tiempo, finales del siglo XIX, tanto la raza otomí como sus tradiciones.
Plano de 1590, la sección coloreada sería la extensión original del Barrio. |
La barda que lo delimitaba al poniente en el siglo XVI desapareció
pronto y sus escasos habitantes poco pudieron hacer ante el embate de las
haciendas que desde el inicio lo rodearon lo cual nos hace difícil determinar
correctamente sus límites actuales, originalmente debió iniciar frente a la hacienda de
La Venta del Refugio, del lado norte del Camino Real a Querétaro, este, su límite sur, extrañamente después mudó al Paso de Guzmán.
Por el poniente, no se conoce actualmente cuál era su límite,
porque la barda desapareció, detrás de ella se encontraban las tierras de la
original hacienda de la Estancia Grande. Al norte colindaba con el impreciso lindero de la Hacienda de la Llave y al oriente, siempre fue el río su extremo.
Desde su inicio fue habitado por otomíes, quienes gustaban de un
patrón de asentamiento disperso, es decir no tenían un núcleo de viviendas,
cada quien vivía cerca de su milpa. Con el paso de los siglos, el relativo aumento de
habitantes, los orilló a tener un pequeño núcleo alrededor de lo que hoy es la
capilla de “San Juanita” (no sé cuál es su nombre real, así la conocíamos) que
es lo que podríamos llamar propiamente el asentamiento del “Espíritu Santo”.
En lo relatado por Martínez de Salazar, se indica que sus tierras eran poco
productivas, pero hay que recordar, que al menos desde mitad del siglo XIX,
encontraron la manera de hacerlas de riego, a través de un canal, que desde la presa
Lomo de Toro, llevó, el vital líquido a sus tierras. Este canal desapareció por
completo, pero fue sustituido por otro más moderno, que sigue gran parte de su
curso, es el que vemos en la moderna Av. Canal de Santa Clara, aunque este se desvía al poniente y el antiguo continuaba recto, hacia lo que hoy es la empresa Pitsa (hace años que no voy a esos
lugares, pero recuerdo que había varios pequeños canales que discurrían por la
parte actualmente llamada la Concepción.
Imagen de Google Earth :Extensión aproximada del barrio en la actualidad. |
En este aspecto cabe aclarar que el pequeño núcleo de viviendas, conservó el nombre, pero a fines del siglo XIX se constituyó, en su parte sur lo
que hoy es el llamado Barrio de la Concepción, (este lugar no tiene nada
que ver con el viejo barrio de La Concepción, que estaba en otro límite del
pueblo, este es muy moderno) y seguramente de ahí viene su nombre, una nueva
porción de tierra ganada al río. El plano de 1885 consigna el viejo camino desde la hacienda de la Venta, pero ningún asentamiento o grupo de viviendas.
Plano de Ignacio Pérez, Circa 1885. El Número uno y el color rosa identifican el Barrio. Nótese lo desolado del área, en comparación con la imagen actual. |
Por extraño que parezca, este barrio, seguramente el más
pobre y menos desarrollado del viejo pueblo, tenía varios caminos Reales surcando su territorio:
a)
El
principal, el camino Real a Querétaro, hoy la salida a Querétaro, Por Av.
Juárez, frente a la Hacienda de la Venta, que sería el límite original.
b) La
actual Av. Paso de Guzmán, que desde las iglesias del centro, era también
camino Real a Querétaro, especialmente usado por los Habitantes de las
haciendas del poniente, Estancia Grande, Santa Matilde, San Germán etc. Usado
para ahorrar tiempo del centro del pueblo a la Av. Juárez y tomar el Camino
Real principal.
c)
El
Camino Real del Espíritu Santo, que
esencialmente seguía el recorrido del
original canal de riego, es decir, donde hoy Av. Canal de Santa Clara se dirige
hacia el Poniente, este camino y su
canal al lateral seguían en línea recta, hasta llegar a la capilla ya mencionada.
(aún existe, es la calle que desde la Concepción bordea Pitsa y después se
dirige al norte, hasta la orilla de la vía del tren, donde se localiza la
capilla)
Además de las milpas particulares de
los indios, existían aquí durante la época colonial, grandes
extensiones de terrenos comunales (no había los suficientes habitantes para
cultivarlas personalmente) administrados por la República de Indios del
pueblo, en este lugar se encontraba una
parcela llamada “tierra de Dios”
cultivada de manera comunal y cuyas utilidades se utilizaban para el
sostenimiento de la Iglesia y la realización de ciertas ceremonias religiosa
exclusivas. No he podido determinar su ubicación exacta. Con la desaparición de la República de Indios
y sus tierras comunales, muchas pasaron a manos de particulares, aunque los
indios conservaron las propias, aparecieron en el barrio algunos ranchos y
nuevos núcleos de asentamientos y sin embargo hasta muy entrado el siglo XX continuó
siendo una sección muy marginal de la ciudad.
La ancestral situación de aislamiento
cambió a partir de la década de 1970, cuando se instala el complejo industrial
PITSA, hoy la industria más grande la ciudad, que poco a poco ha ido utilizando
los antiguos espacios rurales, y propició la modernización de los viejos
caminos.
Lenta pero inexorablemente, la modernidad ha ido
rodeando con fraccionamientos residenciales y nuevas colonias lo que fue el
antiguo barrio, la tierra amarilla poco a poco se va cubriendo con asfalto y ya
casi nadie tiene memoria de que alguna vez, entre esas residencia estuvo el
último reducto otomí del pueblo.
Afortunadamente, no todo ha sido
sepultado por el progreso. En este barrio se conserva una tradición y una
reliquia que a más de trescientos años, se mantiene más viva que nunca: el
Cristo del Santo entierro, su cofradía local y sus ancestrales ceremoniales, un grato
recuerdo de aquellos tiempos, cuando los indios eran dueños de su vida, de sus
tierras, de su religión y sus costumbres, enorme tesoro que gracias a su alejamiento del
centro de un pueblo, que se transformó varias veces en el mismo lapso y fue
perdiendo en el camino mucho de su identidad, ellos conservaron entre aquellas
lejanas milpas, al otro lado del río, entre sus deslavadas tierras, al amparo
de chozas de carrizo. El poder conservar esa tradición desmiente la “desidia”
de la que habla Salazar, quizá no cuidaron sus tierras, pero sí algo más
importante.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario