miércoles, 7 de mayo de 2014

Pase Usted: El Tragadero de San Juan del Río.


La actual calle Ignacio Allende se llamó antiguamente de varias formas; partiendo de Av. Juárez, su primer cuadra era la calle "del Canal "por ser la primera donde se veía la acequia viniendo del centro, la sección siguiente se llamó calle de la Viña, por estar frente a la barda de esa huerta. Al terminar esta y hasta el río se conocía como calle de los Aguadores por ser ahí transitar estos con sus cántaros o botes desde el río o el pozo de Guadalupe. También se llamó a su primer tramo calle de las Tamboras.

En ella termina la meseta del pueblo e inicia el descenso al río. Originalmente un arroyo venía del cerro del Calvario, pasando por Fernando de Tapia y la plazuela Guadalupe Victoria, al unirse con Allende iniciaba el declive que terminaba hasta el río, luego de pasar por el pozo de Guadalupe y el cruce con la Calle Galeana, desfogando junto al Sabino Quemado, exactamente al terminar las últimas construcciones del pueblo; el Rastro y el Molino.
Sirvan estos antecedentes para ubicar un folclórico lugar de nuestro viejo pueblo; el Tragadero (no, no es una mala palabra, hubo un lugar así llamado)

Para ello también debemos ubicar históricamente a una sección de la acera sur de la Av. Juárez, situada entre las calles de Reforma (antigua de los Leñadores) y la citada Allende; donde hoy se ubica el Centro Histórico y Cultural, edificio que fue casi desde la fundación del pueblo, la cárcel local y al parecer, tuvo a su lado, las Casas Consistoriales, es decir de gobierno virreinal. En razón de ello, era el sitio donde acudían inicialmente los viajeros, a  registrar su carga y documentos y se revisaban los hatos de ganado. No he podido ubicar el tamaño original de este edificio pero debió ser muy grande, quizá todo el resto de la cuadra. En razón de esas actividades, la calle era muy ancha en ese tramo.

Con la construcción del Camino Real a su vera, el tráfico aumentó  y siempre fue el sitio de llegada al pueblo de todos los que transitaban por él.

En algún momento del siglo XIX, las Casas Consistoriales desaparecieron (no así la cárcel) y sus funciones se distribuyeron en otros edificios, pero quedó la costumbre a los viajeros de detenerse ahí y seguramente siempre hubo puestos de comida, para proveerlos.
Con la llegada del ferrocarril, durante algunas décadas del siglo pasado, el lugar bajó en importancia comercial  ya que muchos de los vendedores “ambulantes” de comida se trasladaron hacia allá.

Esto cambió en la década de 1940. El trazo de la carretera Panamericana pasó por la ya para entonces Av. Juárez frente a la vieja cárcel (que  seguía en el mismo lugar, como lo había sido desde casi cuatro siglos antes) tomando desde la Curva, el viejo trazo del camino Real, trayendo un nuevo flujo de viajeros, en autos particulares y autobuses de línea, que tuvieron diversos paraderos desde las calles 16 de Septiembre hasta 2 de abril.

Ni tardos ni perezosos, tal como lo hicieron siglos antes, los habitantes, ante la necesidad de alimento de los viajeros, se instalaron en los alrededores. Para los de cierto nivel económico, hubo restaurantes, casi todos en la acera norte, (excepto el Layseca, atrás del Santuario) y en la acera sur, puestos populares para quienes descendían de los autobuses económicos, instalados desde afuera  de lo que hoy es moderno hotel, casi hasta el edificio de la cárcel; ofrecían comida diversa en puestos de madera, y solo con unas cuantas mesas, sillas y anafre u hornilla.  Esta pequeña zona fue el original “TRAGADERO“, duró varias décadas. (me dicen que en ese lugar expendían originalmente dos de nuestras legendarias vendedoras de tacos dorados, “Doña Cleofas” como dueña y “Doña Mary” como ayudante, que luego se instalaron sendos locales, una se fue a 27 de septiembre, la otra se independizó en la calle Reforma, hoy en 2 de Abril)

Con la construcción de la Autopista, en 1957, el transito disminuyó progresivamente y  algunas líneas dejaron de tener  paraderos exclusivos, concentrándose con las líneas económicas  en una “terminal” común en la acera sur ( la mitad del hoy jardín de la familia, afuera del Mesón, hoy moderno Hotel).
En un inconcluso proyecto modernizador, un día el ayuntamiento decidió que esa acera era demasiado ancha y se proyectó abrir una calle paralela a la avenida Juárez para aliviar su tráfico (luego se dieron cuenta que para calle quedó angosta y que el tráfico en Juárez no era tan abundante, por lo que se convirtió en la actual banqueta ancha, de Reforma hasta Allende, previa demolición del portal de la Comandancia. Para entonces los puestos habían sido reubicados en la calle de Allende, casi sin circulación de automóviles, ni locales de comercio, por tanto ocuparon todo lo largo y ancho de la cuadra inicial. Donde se hicieron famosos y donde su popular nombre se institucionalizó en el recuerdo de los sanjuanenses. Estamos hablando ya de la década de 1970.

 El nombre de este comedero popular o parián fue siempre “el Tragadero”, por un anuncio de neón con esa leyenda que tenía uno de los locales y era lo primero que detectaba la vista en la penumbra del lugar (sí tenían luz eléctrica, pero por el amontonamiento de estructuras de los techos de lámina no había buena iluminación). Aunque no se conciba hoy, no eran simples puestos, sino verdaderos locales completos con construcciones sólidas en los que se cocinaba, lavaba y se tenía mesas, sillas y mostradores para atender al público, es decir en toda forma, pero en plena calle, de lado a lado. Solo se podía circular a pie, por la banqueta poniente, la otra, la ocupaban como patio de servicio. La mayoría eran fondas populares; tacos dorados, enchiladas, pambazos, gordas, quesadillas y los nutritivos huevos cocidos etc. También estaba el puesto de carnitas del popular  “Puleyo“, solo al final, casi para llegar a G. Victoria había dos puestos de frutas, verduras y semillas, estos sí solo de estructura y paredes de lámina. (Dice Gustavo Nieto  Ramírez que fueron en total 12 puestos)
La entrada era por la banqueta poniente, y desde el fondo, tras las mesas y el mostrador, las cocineras lanzaban a los viajeros o transeúntes su grito de guerra: (de venta en este caso)  PASE USTED, TENEMOS ...
Lo que hoy es el hotel era una vieja casona, de dos pisos donde había funcionado años atrás el mesón de Don Pepe de la Torre, oficialmente llamado “la Luz”, rebautizado popularmente “de los burros”, uno de los últimos en funciones como tal, casi en ruinas, tenía varios locales comerciales en las accesorias del frente, entre ellas, en la esquina de Allende, el Bar “Jalisco”. Poco antes de desaparecer el Tragadero se derribó completamente, levantándose el moderno edificio y los arcos laterales que se ven actualmente con locales comerciales donde, inicialmente, lo que hoy es un negocio de telas fue el entonces flamante y hoy desparecido banco Serfin. (A donde la gente, si necesitaba un servicio bancario iba a verlos)

Los locales bajo los modernos arcos cobijaron muchos rubros, entre ellos el primer (y creo único) “Delicatessen” del pueblo. Después, por 1985 el primer local que hacia copias fotostáticas a precios accesibles, negocio que persiste en la acera de enfrente, ahora con la competencia de negocios similares en servicio y precio. Se recuerda especialmente porque en esa época muchos estudiantes al no haber libros de texto, recurrían al nuevo truco de las fotocopias que por lo numerosas hubiera sido difícil adquirir a los precios que las daban las copiadoras  “de marca” que apenas unos  cinco años antes habían llegado a la ciudad.

En la otra esquina con la Avenida Juárez, para estar acorde con la nomenclatura, existía el popular bar “la Cucaracha”, no sé si en alusión a la clientela o al estado en que salían, mismo que al desinstalar el Tragadero se modernizó llamándose pomposamente  “El León Dorado”  que sin embargo, ya no duró mucho, se cerró por 1990, estuvo también una funeraria y  un restaurante de comida rápida. (1)  

Un poco más al sur de la calle, en el patio de una casa junto a la Viña, había un manantial, ignoro si de escurrimientos de la acequia o de las Peñitas, pero era agua limpia. Cuando se “iba” el agua entubada la gente acudía a pedirla en cubetas, eran tiempos en que el vital líquido no se negaba a nadie (menos se le vendía embotellada) y los dueños la proporcionaban sin costo a todo aquel que la solicitaba.

Casi llegando al río, junto a la casona del Molino está la fuente de aguadores o Pozo de Santa María de Guadalupe, su pequeño espacio, entremetido en las fachadas, se dice fue donado por sus propietarios, la familia Guerrero, para uso del pueblo, ignoro si fue antes un manantial natural, tenía aproximadamente 5 metros de profundidad, con una viga en la parte superior para descolgar los cántaros o cubos. Al frente ostentaba un nicho con imagen de la virgen de Guadalupe que después desapareció, igual que una cruz sobre la esfera de piedra. Su adorno era revestimiento de estuco. Tenía una inscripción en la parte superior que decía “foso de María Stma de Guadalupe año de 186...” (2) 
Muchos años después de dejar de ser funcional, seguía teniendo agua pero muy sucia y comenzó a acumular basura. Aunque no recuerdo que haya resultado algún ahogado, hace unos 20 años el municipio decidió no dar paso al refrán, colocando una reja al frente, además se remozó y pintó todo lo posible mostrando un magnífico aspecto. Estando en el completo abandono, solo visitado a veces por el tranvía turístico, en 2010 se volvió a remozar, modificando en algo su forma original.

Volviendo a la historia del Tragadero, un buen día, en el trienio 1976-1979, el gobierno municipal, decidió  desaparecerlo. Tras varios intentos formales de desalojo rechazados por los locatarios, una mala noche, se apersonaron en la Av. Juárez camiones de limpia al servicio del municipio, dos soldadores y los presos de la cárcel chica desarmaron y cargaron con todos y cada uno de los puestos, los locatarios por la sorpresa (funcionaban día y noche, pero no todos) ni pío dijeron. (bueno, en palabras de el Presidente municipal, Gustavo Nieto Ramírez, la líder sí dijo “ya me chingó, presidente” pero eso fue todo) Acabó así el legendario sitio, donde parroquianos y transeúntes, habitantes y fuereños  comían y bebían la vida, vida tranquila de un pueblo que comenzaba a ser ciudad y ya no los requería.

El detalle surrealista de esa madrugada, a tono con el lugar fue que el desalojo estuvo amenizado de principio a fin por el acordeonero local Justino Arriaga, "el dedos de oro", no he podido averiguar el repertorio que interpretó.
Viviendo apenas a una cuadra de ahí, no estuve presente, fue muy de noche, (de 2:00 a 5:00 A.M., Según don Gustavo) la mañana siguiente, fui testigo de lo que semejaba un paisaje lunar. Solo quedaba lo construido con cemento, mostradores, paredes, “drenajes” etc. Y una vez más, desde Av. Juárez, se podía ver, al frente de la Viña, el canal de la acequia (bueno, en realidad ya no se veía, había sido entubado años atrás)

Algunos de los desalojados fueron a dar al entonces tianguis del mercado Reforma (la parte donde hoy está el estacionamiento subterráneo, entonces sin techo y solo a nivel de piso) otros se instalaron en el por aquellos días deshabitado Boulevard Hidalgo, camino a la nueva “Central Camionera” (en realidad un tejaban de láminas construido junto al arroyo Cano) algunos persistieron ahí algún tiempo, otros abrieron locales en casas, y un par de ellos, como el ave fénix, hoy expenden en los puestos nocturnos del jardín Independencia.

 1) Estaba en los números 12 y 14, propiedad alguna vez de Saturnino Osornio. En una especie de celosía sobre la puerta están las iniciales s-o. Ver Cano Romero, 1991, p.102.

2) Ibid.  p. 78

Las fotos se las debo para mañana, espero les haya gustado,  dejo para más adelante temas adyacentes;  la entonces  nueva central Camionera, la actual y la historia del Bulevard Hidalgo. Todas a manera de crónica ya que no hay muchos datos de dueños de casas, planos, estilos arquitectónicos, etc. Es un defecto de nuestra ciudad, la escasez de datos históricos escritos, quisiera poder escribir con todos esos agregados como magistralmente  lo hace mi patrón Don Javier Lara Bayón en su Blog de Aculco, pero no se puede, hago lo mejor que está en mis manos, recurrir a mis recuerdos, los de mi familia y en este caso, de los familiares de las víctimas.

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