domingo, 11 de octubre de 2015

El jardin de la familia, final (o casi)

De jardín de la familia a multifamiliar.

La carretera Panamericana
A partir de la instalación de la carretera Panamericana en la década de 1940, trazada en nuestra ciudad en plena avenida Juárez, sobre el viejo Camino Real, la sección de esta arteria cercana al jardín del Sacromonte tuvo un repunte, dado que algunas de las líneas foráneas de autobuses establecieron paradas cercanas.

No se crea fue una central camionera en forma, cada línea tenía, por algún convenio comercial o simple comodidad, un espacio asignado en cualquiera de las  aceras, en el tramo comprendido entre las calles 2 de abril y 16 de septiembre. Para las necesidades de alimento de los viajeros de paso y de llegada o salida, se establecieron algunos restaurantes de primer orden, otros de regular calidad, además de simples puestos y vendedores ambulantes. Para todos había trabajo. Mientras tanto, el jardín, a causa del abandono, fue perdiendo árboles y plantas.

Restaurantes
En la década de  1960, en él se estableció aquí una extraña simbiosis de espacio público y comercial, por varios factores:

Por entonces y desde muchos años atrás,  afuera del Portal de Reyes, existía una especie de tianguis formado por puestos diversos para el abasto diario, el cual fue desinstalado completamente al abrirse el Mercado Reforma en 1963, ubicándose ahí los comerciantes, algunos de los que no cupieron, sobre todo expendedores de alimentos optaron por trasladarse en la ancha banqueta afuera de la cuadra de la cárcel, aumentando la oferta para los usuarios de las líneas de camiones que por comodidad, habían abandonado las aceras y empezaron a ocupar como terminal común, el espacio anexo al jardín, afuera del llamado Mesón de San Pablo, (hoy tienda de telas, esquina de Allende y Juárez) lo que le valió para que después de cuatro siglos mereciera ser empedrado.
Unidos en un mismo espacio, los proveedores de alimentos y los autobuses, el punto de reunión y espera de los viajeros fue el pequeño y descuidado jardín, que continuó en tal estado unos años más.
Fotografía de la década de los 60s de José Velázquez, tomada de los calendarios de la Canaco, el jardín, en su tamaño original, el resto  el paradero común de autobuses.

A pesar que desde 1957, ya funcionaba la autopista México - Querétaro, trazada por las afueras de la ciudad y se había abandonado como principal la carretera Panamericana, el grueso de autobuses siguió entrando a la ciudad, ocupando ya oficialmente como paradero, el espacio mencionado, que sería básicamente un cuadrado, sin embargo, con la posibilidad de ahorrar tiempos, sobre todo en viajes largos,  algunas de las líneas más importantes ya no hacían parada por el centro, lo que implicó el declive de los servicios restauranteros. Supongo que hubo muchísimos, se recuerda especialmente el Layseca, junto a la iglesia, el Prado, en la Esquina con Hidalgo, el Montes, frente al jardín, el Patio, el Parador, los tacos sudados, los Cocoteros, solo sobreviven de esa época, La Bilbaina y los tacos ahora conocidos como “vaporizados”.

Mención especial merecen dos más, también desaparecidos, que funcionaban como hotel-restaurante: el Valenzuela y el Avenida, una cuadra más al poniente del Jardín, hoy convertidos en los bancos más grandes de la ciudad. Incluso eran parada obligatoria de un servicio de automóviles de alquiler, con ruta México- Querétaro, era de lujo, solo utilizado por unos cuantos.

Al disminuir el tráfico de vehículos de lujo y particulares por el centro de la ciudad, comenzaron a proliferar, fuera de la cárcel y en toda la acera los puestos populares. Entre ellos, un puesto de tamales consistente en una hornilla y un bote alcoholero, que se instalaba exactamente a la mitad de la acera y según me dicen fue al que originalmente se llamó “el Tragadero”.

Juárez en San Juan

En el año de 1969, se acercaba el centenario de la muerte de Benito Juárez y la capital del estado decidió establecer una estatua monumental de él en el cerro de las Campanas, para sustituir la que se tenía en Av. Zaragoza, que fue donada al Municipio de San Juan del Río. Ante la circunstancia, se decidió dignificar el ya para entonces llamado Jardín del Santuario y en su extremo poniente, sobre un pedestal blanco, se colocó la estatua del benemérito, rodeado por una jardinera muy simple, sin árboles, solo empastada, todo circundado por franjas de tierra.

Inicio de la década de 1970, monumento a Benito Juárez, una jardinera rodeada por tierra, fotografía tomada de las postales de Ugalde.
Tratando de que la dignificación fuera integral, se desalojaron los ya numerosos puesto de la acera frente a la cárcel, que acostumbrados a los cambios, se ubicaron casi todos en estructuras metálicas en la calle Allende, ocupando todo el arroyo de la misma en una hilera de puestos de comida, que llegaba casi a la esquina con la Plazuela Guadalupe Victoria, quedando en el frente que daba a Avenida Juárez, todo el espacio disponible para los autobuses, cuyos usuarios cuando el hambre arreciaba, tenían una amplia gama de alimentos en el singular comedero popular. El segundo puesto de la fila tenía un letrero de neón con la leyenda “el tragadero” que se extendió para todo el espacio, incluyendo también vendedores a pie, que hasta las propias ventanillas de los camiones llevaban a ofrecer gelatinas, tortas, dulces, refrescos y demás. Varios de los puestos funcionaban hasta altas horas de la madrugada. En una ciudad mal iluminada, y en un espacio techado por láminas metálicas, el letrero de neón hizo famoso el lugar.

No duraron mucho ni Juárez, ni el Tragadero ni la pomposa central de camiones. Para finales de la década de 1970, la central camionera se trasladó a un tejaban ubicado en el B. Hidalgo, los puestos fueron desalojados de Allende en 1977 y Benito Juárez fue a dar con sus, en este caso metálicos huesos, a la cárcel, es decir, se le bajó de su pedestal y se guardó en el cercano edificio de la cárcel, donde permaneció varios años y solo salió de ahí, hasta que fue erigido su monumento actual, unas cuadras arriba. No salió ileso, creo que ahí perdió el bastón que originalmente ostentaba.

El proyecto no concluido

La razón del desaire al prócer, fue explicada porque nuevas autoridades tenían un gran proyecto para el jardín: hacerlo un espacio digno (nótese que en cada cambio siempre se  esgrime ese argumento) que incluía, para hacer juego con los arcos del portal del Diezmo, hacer otros en la acera del frente, incluso, habría arcos en la bocacalle de Mariano Jiménez. Entre otras maravillas, el proyecto incluía piso de adoquín, fuente central, jardineras y balaustradas.

Imagen tomada de revista proyección, mediados de los setentas, el ambicioso proyecto.
Creo que por falta de recursos y permisos de los particulares, no fue posible tanto lujo. No se aumentaron los arcos en el lado sur, incluso se derribaron los que ya existían en el portal de la Comandancia y, seguramente para evitar el regreso de los ambulantes, durante un breve tiempo, la acera ancha fue abierta al tráfico de vehículos, se dijo que para aliviar el tráfico por Av.  Juárez, cuando se dieron cuenta de que no era tanto, se volvió a cerrar.


Imagen tomada de internet, lo que se logró del proyecto.
Del ambicioso proyecto inicial, solo pudo salvarse el piso de adoquín, la fuente y las jardineras, adornadas con vistosos arbustos de piricanto, que luego resultaría que eran venenosos y fueron sustituidos por los árboles que se ven actualmente.

Un par de años después los piricantos habían crecido y no tardarían en ser quitados.
Para evitar el regreso de los autobuses, el espacio que habían ocupado, se cerró con una banqueta del lado de la carretera y se destinó para estacionamiento de vehículos.

Remember el Tragadero

En años posteriores, ese mismo espacio se utilizó para ampliar la superficie del jardín, aumentando en algo su dimensión. En la década de los noventas, en un pedestal se colocó una malograda estatua, creo que de concreto, en color blanco,  que representa la unión familiar, impulsándose por la administración municipal en turno el cambio de nombre del espacio a “Jardín de la familia”, que creo que es el oficial. Casi simultáneamente, se ocupó el último espacio restante, llegando hasta la bocacalle de Allende, que son las dimensiones actuales. Como resabio de su anterior topografía, el jardín presenta cuatro niveles diferentes.

Para más información del llamado "Tragadero" dar clic en los siguientes vínculos:

"La familia" fotografía personal, 2014.
También es reciente la ocupación del frente de la casa cural, al costado sur de la reja atrial, que siempre fue un espacio público, y un buen día amaneció acotado por una lujosa reja, no se sabe en qué condiciones se tomó el espacio de todos para un beneficio personal.

Imagen anterior a la última remodelación, ya con su extensión completa. Fotografía tomada de internet, el asta no duró mucho.
Habiendo estudiado muchos años la historia del municipio, he encontrado varias situaciones que se repiten en diferentes épocas, los he llamado Karmas locales, el último del que me di cuenta tiene que ver con el hecho de que hace medio siglo, fueron retirados de la acera frente a la antigua cárcel, los comerciantes de alimentos. Desde hace varios años, de manera casi imperceptible, no en la acera, pero sí en el costado inmediato del jardín, llegó una solitaria vendedora de tacos de canasta, que por su éxito animó a otros, que al grito de  ¡Remember el Tragadero!, han ocupado casi todas las jardineras, con instalaciones volátiles, que colocan por las mañanas y recogen en las tardes.

Las familias
Desde inicios del presente año, el jardín sufrió otra remodelación, consistente básicamente en una mano de gato: renovación de adoquín, agrandamiento de jardineras y como sorpresa, en un sitio no excavado en siglos, se colocó una cisterna subterránea para servicio de una fuente, adornada con estatuas de bronce de “otra familia”. Ignoro cómo se va a llamar ahora: jardín de las Familias o jardín Multifamiliar.  Terminando con ocupar todos los niveles: el más alto, por la vieja fuente, el de en medio, por la blanca familia, y el más bajo por la familia modernista. Por estar la última a ras del suelo, con surtidores subterráneos y las figuras alrededor de ellos, es muy visitada, en poco tiempo se ha vuelto un espacio cotidiano para la toma de fotografías, como siempre ha sido este lugar, el más retratado por las lentes, ahora predominando las de los celulares, y tabletas.
Fotografía personal, 2015, la familia original, viendo a las recién  llegada, no vayan a ser paracaidistas.

Fotografía personal, el nuevo espacio para fotografías, 2015.
El final? 
Solo me resta hablar del edificio que ha visto todos estos cambios, que con remodelaciones de más de cuatrocientos años, llegó a nuestro siglo, la vieja cárcel de la que paradójicamente, fue Benito Juárez su último interno, es decir su estatua. Tal vez el destino es patriótico y tras el chusco episodio la cárcel desapareció como tal y el edificio quedó semi abandonado. Comenzó un deterioro que afortunadamente fue reversible. En la década de 1980 se le habilitó un poco para una Casa de Artesanías fallida que cedió después el lugar, previo a una remodelación que respetó lo que quedaba de original del edificio, para actividades culturales. Hoy, acumulando años, como Centro histórico y Cultural, alberga un pequeño museo, una sala de historia, el Archivo histórico Municipal, la biblioteca pública y las oficinas de los encargados municipales de la cultura. No hay duda que este edificio perdurará muchos años, tampoco la hay de que todavía verá muchos cambios en el jardín: físicos y de nombre.
No estoy seguro qué poner aquí: Fin o continuará…   (algo ha de faltar que merezca otra remodelación, alguna otra estatua o …)

Fotografía personal, la vieja cárcel, que en días recientes, como el edificio del Centro Histórico y Cultural, recibió nuevos ocupantes, encargados de las actividades culturales por los próximos tres años, a los que solo nos compete dar la bienvenida y esperar que su labor, en tan icónico recinto sirva para el engrandecimiento de la rica historia de nuestra ciudad.

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