miércoles, 1 de agosto de 2018

ERAN OTROS TIEMPOS


ERAN OTROS TIEMPOS

El presente es más bien un relato personal, lo publico en cumplimiento a una promesa que no puedo eludir y cuya razón va ligado con las próximas dos entradas.

EL THREE SOULS EN TEQUISQUIAPAN.

A principios de la década de los ochentas del siglo pasado, el rock nacional prácticamente no existía en medios masivos, lo poco que se podía escuchar era a través de discos de vinil, comprados en las entonces llamadas “discotecas”, locales comerciales entonces de moda, que los expendían en dos formatos, sencillos de 45 revoluciones por minuto con una canción por lado y L.P.s (Long Play, es decir larga duración) de 33 rpm con más o menos 5 canciones por lado.

Fotografía tomada de internet, crédito a quien corresponda.

Por alguna extraña razón, un grupo del entonces D.F. logró colarse en una disquera comercial y comenzó a grabar discos de manera regular. En razón de coincidir con la aparición de las agrupaciones juveniles en las colonias marginadas, resultó que se hicieron populares entre ellas lo que les valió aumentar su éxito, aun careciendo de publicidad, su fama se extendió a través de recomendación de boca en boca.

Por aquellos años, un hermano mío que vivía en la capital del país, en una visita trajo uno de esos discos, “Chavo de Onda”. Acostumbrado a escuchar música en inglés, sobre todo en radio 590 (“la pantera”) fue extraño oír en español el ritmo medio roquero que tenían, de ahí vine a darme cuenta que tenían otros anteriores, ya a la venta en la mismísima discoteca “la Gioconda” de nuestra ciudad, a precios populares, de manera que al poco tiempo ya contaba con muchas de sus grabaciones.

Fotografía tomada de internet, crédito a quien corresponda. El primer disco del grupo que llegó a San Juan del Río.
El grupo se llamaba Three souls in my mind (Tres almas en mi mente) precisamente integrado por tres músicos y liderado por quien se haría popular masivamente muchos años después: Alejandro Lora, no precisamente roquero pero de los pocos sobrevivientes de la prohibición a esa música tras el festival de Avándaro. Por ser tan largo el nombre, solo se le mencionaba con las primeras palabras: “el Three Souls ” es decir; El trisols, que terminaría en simplemente: EL TRI.

Aclarando, eran otros tiempos y por entonces, lo que era popular era para todos, no existía la actual división entre géneros musicales y seguidores, todos oíamos de todo, el grupo y su ritmo se integraron rápidamente a ese colectivo musical. En mi círculo cercano, lo oíamos asiduamente, como muchos en la ciudad, no solo en las colonias populares.  Por vivir en el centro, no era parte de las bandas de jóvenes que por entonces ya aparecían en las colonias de San Juan, que por cierto solo eran: la Juárez, Fátima, el Riel y San Juan Bosco, pero ni falta hacía, por ser lugares de reciente creación o poblamiento, muchos de los que ahí vivían y sí formaban parte de ellas habían sido antes vecinos nuestros del centro, estudiábamos en la misma escuela o teníamos parientes o conocidos comunes, así de pequeña era la ciudad hace 35 años.

Siendo estudiante de la Prepa San Juan, allá por el año de 1983, nos enteramos que el grupo iba a dar un concierto en la vecina Tequisquiapan, lugar  aún más chico que San Juan, lo que nos pareció un poco raro, y peor aún, se anunciaba a beneficio del DIF municipal.

No recuerdo si antes o poco después del concierto supimos la razón, resulta que Alejandro Lora, a pesar de plasmar en sus letras el sentir de la clase popular, procedía de una familia acomodada y su mamá doña Teresa tenía por entonces una casa de descanso en Tequisquiapan, donde pasaba temporadas. Seguramente alguien comentó a las autoridades que un hijo de la señora era parte de un grupo famoso y estas no tardaron en solicitarle un concierto a beneficio, lo que efectivamente se concretó. Creo que las del patronato del DIF jamás los habían escuchado, porque seguramente no se hubieran arriesgado a ser ligados con quienes en sus discos usaban un lenguaje tan rudo, peor en vivo.
Los carteles del concierto, más que en Tequisquiapan, proliferaron en los postes de esta ciudad. Por cierto eran muy simples y sus únicos gráficos eran el escudo del grupo, unos monos de la revista "Simón Simonazo" y una lata de Resistol 5000. (Para quienes no sepan el significado de ese adhesivo, no era utilizado solo para pegar, resulta que muchos jóvenes “se las tronaban” con él, es decir lo inhalaban y como se vendía en cualquier tlapalería era muy popular, igual que el llamado "Chucho", marca comercial de un pequeño cilindro de plástico que contenía parches para bicicleta y un adhesivo que igual inhalaban) Posteriormente se prohibió la venta a menores y el 5000 cambió su aroma original, para evitar su mal uso. Aunque me dicen mis padres que siempre hubo en la ciudad consumidores de mariguana, eran los inhalantes mencionados los más usados en la época. A sus consumidores les llamaba “chemos”, “resis” “chuchos” etc.  Y por cierto eran muy decentes o eran otros tiempos pues se ocultaban para que no los vieran, sus sitios preferidos eran las Peñitas y el terraplén de la vía, rara vez podía uno hallarlos, solo sabíamos de su presencia por los restos amarillos en las bolsas o  los tubos de plástico que dejaban. Por alguna razón, se asoció al 5000 con los seguidores del grupo, de ahí los carteles.

Como siempre ocurre en las escuelas, los que se alistaron para asistir al concierto fueron muchos pero pero al final solo llegamos al sitio de reunión, Arturo Luévanos, hoy empresario sonidero, Jorge Ugalde Alegría (Q.E.P.D.) y quien esto escribe, todos alumnos de la prepa San Juan y amigos desde la secundaria Antonio Caso. Los tres ataviados con lo más roquero de que disponíamos, léase, una chamarra de mezclilla.

Previo viaje en camión, apenas entrada la noche, arribamos al auditorio municipal de la vecina república, entonces sin techo. Supongo que ya alguien había avisado a las autoridades que algunos asistentes no eran precisamente niños cantores de Viena, así que nos recibió un grupo de soldados, encargados de cachear a todo aquel que iba ingresando. 

Fotografía tomada de internet, crédito a quien corresponda. El grupo, más o menos en el año relatado.

Una vez traspuesto el umbral, vimos instrumentos musicales de dos grupos, estaba anunciado para abrir el “Chocolate” de San Juan del Río, que sería de los hoy llamados versátiles. La asistencia para entonces era mínima y aún al final no creo que hayamos sido más de doscientos. Nos acercamos a donde estaba el equipamiento mejor, suponiendo eran del grupo estelar, porque adelante estaban otros que se veían muy viejos y destartalados. Resulta que no, esos eran los instrumentos del Three Souls, y al lado unas personas que supusimos eran los cargadores; resultaron ser los integrantes del grupo, Carlos Hauptvogel, baterista, Sergio Mancera, guitarrista y Alejandro Lora, bajo y voz. Eran otros tiempos, incluso estuvimos casi una hora sentados junto a ellos en un pequeño estrado, escuchando e incluso interviniendo ocasionalmente en su plática, muy amena por cierto ya que la aderezaban con una bebida que sacaban de un bote de plástico de 20 litros que habían conseguido “por ahí” y poco tardamos en descubrir que era pulque local, “es que si no, no tocamos bien chavos” aclararon. Al preguntar sobre los soldados nos dijeron “a nosotros eran a los primeros que no nos dejaban entrar, solo cuando les dijimos que sin nosotros no habría concierto pudimos pasar."

Pasado un rato,  inició el concierto el grupo Chocolate, interpretando ¿Cuál más?… Chavo de onda. Lo que motivó el comentario de Alejandro, -ora cabrones, aparte de que traen mejores instrumentos tocan mejor que el Tri. Lo cual pareció ser la voz de arranque para ellos, quizá porque ya habían vaciado el bote de pulque o iba llegando su mamá al local, el caso es que subieron al escenario, apenas medio metro sobre el piso y poco después comenzaron a interpretar sus para entonces pocos éxitos.

A esa hora, ya habíamos recorrido varias veces el local, encontrando muchos conocidos, sobra decir que la mayoría de asistentes jóvenes éramos sanjuanenses, unos cuantos de Tequisquiapan y muchos adultos despistados o invitados que fueron por curiosidad y poco a poco fueron retirándose. Extrañamente, frente al grupo, se encontraba una hilera de sillas que fueron ocupadas por la plana mayor del patronato del DIF municipal, integrado por señoras de lo más granado de la sociedad local, quienes para no desmerecer lucían trajes de noche, incluso joyas, dudo que alguna vez hay tenido Lora público tan selecto, acompañadas por la igualmente emperifollada doña Teresa. Aclaro que aunque al principio estaban muy atentas a la lírica, que no era muy clara sobre todo por la baja calidad de las bocinas, cuando le fueron entendiendo poco a poco se fueron esfumando.

A pesar de la estricta vigilancia inicial, al interior se vendía cerveza indiscriminadamente, esto aunado a que hubiera pocas mujeres en la concurrencia y el florido lenguaje del grupo, motivó que los que bailaban lo hicieran en grupos y poco a poco se fueron dando roces que generaron peleas cada vez más intensas y frecuentes. Dado que nosotros solo éramos tres, en cada una cambiábamos de lugar.

Entre los asistentes, como es común en cualquier fiesta, los locales trataban de imponer su dominio a pesar de ser menos. En cierto momento del concierto, fueron empujando a uno de los grupitos sanjuanenses, no recuerdo si eran los de la Juárez o Fátima, personal ya bastante maleado en este tipo de peleas que solo simulaban ir hacia atrás, lo que envalentonó al líder local, sin ver lo que de lejos todos notábamos, que en realidad no retrocedían, sino que los estaban rodeando, y lo que parecía iba a ser una pelea entre los jefes de ambos bandos, un corpulento local y un escuálido  sanjuanense, algo así como David contra Goliat, se resolvió igual que en la biblia, en dos segundos resultando ileso el de San Juan y el otro muy golpeado, cuando sus amigos quisieron intervenir, resultó que estaban rodeados por todos lados por muchos más que ellos, generándose una gresca general, con resultados previsibles.

Cabe mencionar que en cada episodio rijoso, la voz de Lora al micrófono, con todas las palabras altisonantes que se sabía. intentaba calmarlos con el argumento de que por eso no había espacios para su música, la verdad es que nadie le hacía caso. 

Una vez calmados los ánimos, alguno de los amigos que habían intervenido en la felpa, se acercaron con nosotros, para decirnos que había que irnos, porque seguramente los golpeados volverían con más. Inocentemente pensábamos que por no haber estado en el pleito podríamos quedarnos. Afortunadamente seguimos las instrucciones y al grito de los líderes, salimos todos corriendo y solo paramos hasta llegar a la central de autobuses. (Es un decir, solo era un tejaban a orilla de la carretera)

Ahí, de principio, por la hora, se nos informó que podía llegar un autobús  de paso y como éramos muchos, pararse y llevarnos, pero había que esperar. Algunos con recursos tomaron taxis rezagados, la mayoría quedamos esperando al camión, parecía que solo era cuestión de tiempo pero la noche no había acabado, apenas nos sentábamos apareció la policía preventiva de Tequisquiapan, acompañados del grandote, que señalaba a sus agresores. Los cuales fueron subidos hasta completar el cupo de la patrulla, con la amenaza de volver por más.

Ante ello, los restantes decidimos no esperar y separados en grupos pequeños iniciamos a pie el camino, con la esperanza de adelante tomar un taxi o un raid a San Juan, poco tardamos en entender que en la oscuridad era imposible distinguir si el vehículo que se acercaba era el posible viaje o la policía, los tres decidimos alejarnos de la carretera, no fuera a ser.

Mucho tiempo después lo medí. ( el camino, no el miedo ) fueron tres kilómetros en que con el frío de la madrugada llegamos a Bordo Blanco, al inicio entramos a las calles buscando donde guarecernos, pero los perros nos lo impidieron, así que salimos de ahí y llegamos a un lugar donde se veía fuego, era un horno de ladrillos, que por entonces funcionaban con una mezcla de petróleo, aceite quemado y agua, lo que provocaba de vez en cuando unos ruidos tremendos, pero ahí no había frío, por lo que decidimos quedarnos.

Eran otros tiempos, al poco rato llegó  el velador, seguramente nos vio inofensivos y tras platicarle la experiencia, nos dejó quedarnos, - Ahí están seguros, si veo que viene alguien les echo un grito. Por la mañana nos despertó porque se oía que venía el primer camión (eran otros tiempos ya dije) que nos trajo de vuelta a la tierra prometida, cada uno en casa, al quitarnos la chamarra, dejamos en ella desparramado el recuerdo de nuestro primer concierto en vivo.

Fotografía tomada de internet, crédito a quien corresponda

Unos 5 años después de esa primer tocada fuera de la ciudad de México, el grupo se separó, Lora formó una nueva agrupación a la que llamó, ora sí simplemente el Tri, pero es ya es otra historia.






Fotografía personal, 2017. El homenaje



































Fotografía personal, 2017. Trisoleros de ayer, hoy y siempre. 







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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
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Como dije, el relato es muy personal, pero traté de ponerle los más datos posibles relacionados a la historia reciente de la ciudad. Hoy Arturo es un empresario exitoso. Jorge murió prematuramente hace muchos años pero relató la historia a un sobrino suyo, Óscar quien hace algunos meses organizó un homenaje a Three Souls al que llegamos casualmente Arturo y yo, recordando la aventura, pedimos a Óscar nos acompañara en una fotografía del recuerdo y tomara el lugar de su tío Jorge.  En la conversación, me repitió lo que ya me había dicho una vez, “De esa historia hay que hacer una crónica, José Luis”. Son las últimas palabras que le escuché, ya no lo volví a ver.  Hoy cumplo su deseo.  
Fotografía personal, 2017  El redactor, Arturo y Óscar
Óscar: promesa cumplida, donde quiera que estés, seguramente con Jorge, ojalá que lo escrito les arranque una sonrisa a ambos. _______________________________________________________

2 comentarios:

  1. A mí me arrancó lágrimas de dolor y profunda tristeza. Soy Gpe Ugalde Alegría, hermana de Jorge y tía Oscar. Surgen sentires encontrados, afloran recuerdos presentes y de antaño.
    Mi agradecimiento total y de corazón por su escrito.
    No tengo el gusto de conocerlo.
    Le envió un abrazo.
    Al final... sonrío.

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    1. No hay nada que agradecer, es lo menos que puedo hacer desde este humilde espacio en recuerdo de un gran amigo y compañero de correrías, Jorge y un reconocimiento a un gran maestro, escritor, periodista, poeta, deportista, músico y tantas más facetas en las que incursionó Óscar, siempre a nivel de excelencia. Una disculpa por los sentimientos iniciales que le provocó el escrito. Quedo a sus órdenes. José Luis

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