domingo, 13 de septiembre de 2015

El Jardín de las familias, las mil caras de un espacio público



ANTECEDENTES
Existe, en pleno centro de la ciudad de San Juan del Río, sobre su calle principal, un gran espacio abierto, que incluye un templo, casas y edificios coloniales, además de una plaza  llamada Jardín de la Familia. (aunque la mayoría le llama popularmente “el jardín del Santuario”) Por encontrarse en la zona de mayor movilidad en todos los tiempos, ha sufrido grandes transformaciones, algunas necesarias, otras completamente banales. Trataré de relatar algunas, entremezclando la historia oficial, con datos de investigaciones personales.

Los primeros documentos que mencionan lo que sería este espacio, datan de fines del siglo XVI, cuando ya se hallaban plenamente establecidos tanto el Camino Real como el pueblo de San Juan del Río.
En razón de que el camino atravesaba  en medio del pequeño asentamiento, al costado de él, se estableció la administración virreinal, en lo que se llamó Casas Consistoriales, que constaban de oficinas, cárcel y lo más importante en esa etapa, el juzgado Registros.
Aunque por esos años, algunos españoles comenzaron a vivir en el pueblo, este era esencialmente de indios, con autoridades propias pero sin jurisdicción sobre los actos de los viajeros que por aquí transitaban. Por ello fue necesario nombrar funcionarios que calificaran y registraran el paso de viajeros y establecieran aranceles para sus mercancías y ganado.

LAS CASAS CONSISTORIALES, AUGE Y OCASO
El Juzgado de Registros era de vital importancia en esa época, dado que por no estar completamente colonizados los territorios del norte del virreinato, todos los animales que necesitaban para su subsistencia, debían ser transportados desde el centro del país, que ya contaba con una incipiente ganadería, capaz de exportar sobre todo a los fundos mineros de Zacatecas y Guanajuato, los animales de carga, tiro y alimentación, de tal manera que en el pequeño poblado, establecido el Juzgado, todos los hatos le eran presentados obligatoriamente para su revisión y legalización. Así, durante muchos años, el Juez de Registros fue el funcionario más importante del pueblo.

El edificio administrativo se estableció en la orilla sur del camino Real, en un amplio espacio originalmente propiedad de los Indios, quienes lo cedieron para el fin señalado. Ocupaba, la mitad de la manzana hoy delimitada por las calles Reforma, Avenida Juárez, Guadalupe Victoria y Allende, solo la mitad que daba al lado del camino, la parte trasera era muy irregular por estar ahí la continuación de las Peñas del Calvario.

El camino Real, desde lo que hoy conocemos como la Curva, y hasta la calle 16 de septiembre,  era más amplio en su lado sur de lo que en la actualidad es la Av. Juárez por ser también terreno rocoso e irregular, poco propicio para viviendas y dado que se necesitaba un gran espacio para albergar los hatos de ganado, a veces miles de cabezas, que debían esperar turno para el registro, el terreno desocupado, se llenaba con ellos, lo que lo mantuvo baldío durante muchos años. Aunque el juzgado tenía corrales propios, muchas veces debieron ser insuficientes.

Con el paso de las décadas, habiéndose colonizado gran parte del territorio norte del virreinato, se establecieron ahí ganaderías locales que autoabastecieron las necesidades de dichos lugares, disminuyó paulatinamente el volumen de ganado que por San Juan del Río pasaba. El Juzgado de registro siguió funcionando, pero su importancia decayó y se limitaba a supervisar los envíos de ganado local, de y a los lugares circunvecinos.


Esquema personal, indica los elementos mencionados
Las Casas Consistoriales se conservaron para las nuevas autoridades que el aumento de españoles en el pueblo requerían, llamándose ahora Prefectura, y para la revisión de carruajes y viajeros, hasta entrado el siglo XVIII, cuando se traslada esta función a lo que conocemos como Casa de las diligencias, metros adelante sobre el mismo Camino Real.

El edificio continuó ocupado por algunas oficinas y la cárcel, función que mantuvo hasta finales del siglo XX. Con muchas remodelaciones, es esencialmente lo que hoy conocemos como Centro Histórico y Cultural, que alberga oficinas municipales de Cultura, Biblioteca y un Museo. El resto, donde debieron ubicarse los corrales y otras dependencias, se convirtió en un Mesón, llamado en sus última épocas, "de San Pablo", demolido en la década de 1970 para la construcción del moderno hotel y locales comerciales que se ven actualmente.

El ancho camino Real, en la parte mencionada como baldía, fue retomado, seguramente por el aumento de la población, en algún momento del siglo XVIII, por los indios del barrio del Calvario, inmediato al sur del camino, estableciendo una línea de casas que dio origen a la hoy la calle Mariano Jiménez, antes "de San Antonio".  Este asentamiento, de apenas tres pequeñas cuadras, se llamó de “Pueblo Nuevo”. Pertenecía territorialmente al barrio del Calvario. En algún momento, ambos nombres se fusionaron y el barrio completo era llamado con cualquiera de los dos nombres.

SACRISTAN QUE VENDE CERA Y NO TIENE CERERÍA, ¿DE DONDE LA SACARÍA?

En un terreno del Pueblo Nuevo, cercano a las oficinas y cárcel, vivían unos hermanos de apellido García Sánchez. En 1817, uno de ellos, arriero, había traído del Santuario del Sacromonte de Ameca (en el hoy estado de México) una estampa que se decía era muy milagrosa y la obsequió a su hermana Antonia Paulina. La estampa en cuestión le fue pedida por la familia Varela para el restablecimiento de la  salud de una de ellas, lo cual ocurrió y se hicieron constantes los pedidos de la estampa para tales efectos y por sus efectivos resultados se estableció una devoción local al Señor del Sacromonte de Ameca. Habiendo restablecido la salud incluso de algunos sacerdotes, se le construyó un nicho de madera fina, y se arregló el jacal de los García, donde posaba la estampa cuando no andaba en funciones sanadoras. Cerca de 1821 se construyó una capilla y poco después, en 1826 los García obtuvieron licencia para establecer un templo, que se construiría con las limosnas que se recolectaban en la capilla.

Los hermanos cambiaron sus trabajos para dedicarse completamente a la administración de las limosnas para la construcción, en el terreno inmediato a su vivienda y las antiguas oficinas y cárcel. Se dice que también cambió su economía, de simples zapateros, habitantes de un jacal, a llevar una vida “regalada y cómoda”. Como las limosnas continuaban y el templo no se terminaba, se les embargaron sus bienes y merced a un litigio, se les concedió conservar una casa en la calle de la Estación y  fue así que la construcción pudo terminarse.
El nuevo templo fue bendecido en noviembre de 1831, con grandes y solemnes festividades, organizadas y patrocinadas por las autoridades civiles y eclesiásticas. Incluyendo la asistencia del gobernador del estado, seguidas de 9 días de fiestas profanas que incluyeron fuegos artificiales, tapadas de gallos y corridas de toros, en una plaza acondicionada al frente del templo. (Para toda esta sección me basé en Ayala, 1981, pp. 148 a 151)  

DE PLAZUELA DEL SACROMONTE A “JARDÍN DEL SANTUARIO”

Esta fotografía parece ser la más antigua conocida de la entonces  llamada Plazuela del Sacromonte, pueden observarse las columnas o pilastras blancas que delimitaban el área a principios del siglo XX. Fotografía tomada de los calendarios de la CANACO, crédito a quien corresponda. Se fecha en tales años por ya contar con la fuente pública y la caja de agua, igualmente por la fecha debe ser de Crisanto Álvarez, pero no tengo seguridad plena.

De esta manera, el pueblo, apenas a una década de su vida independiente, construye su último templo “colonial” o el primero "mexicano". Se le llamó Templo del Señor del Sacromonte, aunque la gente común, por provenir la estampa del Santuario de Ameca,  le llamó  también a este, “El Santuario” y en consecuencia, el espacio abierto al frente se llamó Plazuela del Sacromonte. 

Sin datos acerca de si siempre se hacían en ese lugar, por lo menos desde su construcción y hasta la década de 1850, esa plazuela era ocupada por la población indígena para realizar algunas de sus festividades. Con el mestizaje poblacional, estas manifestaciones culturales se fueron perdiendo, como la etnia y su predominio demográfico.

Fotografía personal, Jardín de la familia, época actual, durante la última remodelación.
El templo constó desde el inicio con un pequeño atrio y la Plazuela, delimitada por pilares. La extensión de esta plaza, de apenas unos 30 metros al frente del templo, se pobló de árboles. Parecía, a finales del siglo XIX, que continuaría así por siempre. No lo fue, vendrían las transformaciones que lo llevarían a convertirse en la actualidad en el “Jardín de las Familias”.  (No es error, oficialmente se llama Jardín de la familia, al final se verá porqué ahora se pluraliza)

Fotografía personal, Puerta lateral, del templo del Sacromonte, difícil de tomar ya que la reja del atrio en ese lado siempre está cerrada, por lo que a pesar de estar a dos metros de la calle es desconocida para muchos.

CONTINUARÁ...
Para mayor información relacionada, dar clic en los siguientes vínculos de este mismo blog:

2 comentarios:

  1. Muy interesante como siempre profesor. Me gustaría agregar la gran contribución que tuvo el Sr. Patiño para la remodelación del jardín cuando se quitó la terminal de autobuses.

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  2. Hola, gracias por el comentario, pero más por leer los artículos, qué bueno que te parezcan interesantes, esa es la intención. Como dije, trataré de abarcar todas las remodelaciones del jardín, entre las que se encuentra la que me comentas, en la década de los setentas, a ver si caben en la siguiente entrada, (es que al escribir siempre salen temas colaterales) si no, será necesario una tercera. Date tus vueltas, en la entrada 100 espero para celebrar, desenterrar una de esas imágenes antiguas muy poco vistas últimamente.

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