La capilla de la Cruz
Hasta hace algunos años, en lo que era el desolado espacio
entre la ciudad y el barrio de San Isidro, sobresalía por solitaria, a escasos 200 metros del centro del poblado, una semi- oculta construcción. Digo que
estaba así porque su acceso no daba a la calle, sino que había que acceder por
su parte lateral. A quienes transitábamos por el antiguo camino nos parecía
extraño que en medio de la nada estuviera dicha construcción. Dado que no
había casas en los alrededores, se podía acceder fácilmente, incluso, de niño recuerdo
haber entrado al terreno y observar a través de la cerradura, su interior en
penumbras.
Se trata de uno de los escasos ejemplares sobrevivientes de las
llamadas capillas familiares, que sustituyeron a los antiguos oratorios otomíes.
Según las personas mayores, antes eran muy numerosas en todo el viejo perímetro
del pueblo. De inicio, siendo toda la
población autóctona, se respetaban como espacio religioso pero conforme fue
creciendo la parte urbanizada fueron absorbidas. Muchas se integraron a
construcciones modernas, otras simplemente fueron derruidas. Hoy apenas quedan unas cuantas, según el Lic. Pájaro, estudioso de estas
cuestiones, son siete, personalmente conozco la mayoría, cada una tiene un
elemento que la distingue, pero creo que la que hoy presento, es la más bella
de todas en su interior y la única que conserva todos los elementos
arquitectónicos que las caracterizaban.
Apenas hace algunos meses, por una casualidad del destino (y
siempre andar contando historias) tuve
acceso de nueva cuenta a ella. Desde que inicie este blog, una de mis
intenciones era ir a visitarla. Desgraciadamente el terreno desolado que había
apenas hace unos cuarenta años en la calle de acceso al barrio, hoy está
completamente urbanizado, siempre tuve la esperanza de que detrás de alguna de
esas fachadas se conservara algo de dicha construcción, afortunadamente,
resultó que no solo seguía ahí, sino que su estado de conservación, pese a los
años es muy aceptable y completo.
Su nombre oficial y
popular hasta hace algunos años era la capilla de la Santa Cruz.
Como todas las de su tipo,
esta capilla, además del edificio conserva un pequeño
atrio rodeado por una barda y un
calvarito o humilladero.
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Fotografía CONACULTA-INAH plano del conjunto. |
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Fotografía CONACULTA-INAH. Arco de acceso lateral. |
En la tradición otomí de las capillas de Tolimán, Qro., el calvarito
es una construcción que si bien era parte del conjunto, por estar inmediatamente
fuera del atrio, ya no se consideraba dentro del espacio sagrado y en ella se depositaban
los restos de sus antepasados que no habían sido bautizados y por ello no podían
yacer dentro. Creo que aquí no se les dio
esta utilidad, y el calvarito o humilladero era solo un lugar intermedio de
oración antes de entrar a la capilla. También se les llama “humilladeros”
porque dada su pequeñez, había que agacharse un poco para estar a la altura de
la imagen contenida en él.
Fotografía personal. El Calvarito o humilladero |
El calvarito de esta capilla, se conserva completo, solo ha
perdido su cruz de piedra y una cantera de su base. Ignoro si su constructor lo
copió de uno que se encontraba por aquellos años en el acceso al Santuario de Ameca,
en el estado de México, son idénticos.
Al lado del Calvarito están los restos de unos “poyitos”,
seguramente para los que no alcanzaban
lugar al interior.
Fotografía personal: El arco de entrada visto desde adentro, a la izquierda un "poyito" |
Frente al Calvarito, se encuentra el atrio o patio, de unos
40 metros cuadrados y la entrada a la capilla, que como todas las antiguas, daba
frente al poniente.
Estas capillas eran edificadas por los integrantes de una
familia, para tener un lugar donde depositar sus imágenes religiosas y a ella
accedían los vecinos en ocasiones, pero legalmente nunca fueron públicas,
siempre fueron propiedad particular. La que hoy se detalla, fue hecha a “costimización”
del más antiguo propietario conocido, el Sr. Anastacio de la Cruz, como consta en un letrero al interior y de quien desciende
la familia que actualmente es la dueña del predio.
De acuerdo a datos proporcionados por la familia, se recuerda
que los propietarios, ya en el siglo XX, fueron los padres adoptivos de la señora Anastacia
Paz Reséndiz, a quien le donaron la propiedad, Ella fue la mamá del señor Ciro,
tío de la familia hoy poseedora, quienes amablemente nos permitieron el acceso
y nos dieron la información que hoy se detalla.
Se ignora sí la capilla se dedicó a la Santa Cruz por el
apellido del propietario en el siglo XIX, por el culto a la forma o una combinación de
ambos, pero fue acabada el 4 de mayo de 1882. Las bóvedas ya había sido completada
el año anterior, el 11 de junio.
Por la acción del tiempo, las imágenes antiguas se
apolillaron y despintaron. Máxime que durante la persecución religiosa, el
espacio fue utilizado como bodega de maíz en mazorca, incluso, a decir de las
informantes, en la pared se conserva la huella de un balazo. Igualmente durante
esa época seguramente por su lejanía, se menciona que
un sacerdote de apellido Reyes, vestido de paisano, oficiaba misa en este
lugar a pesar de la prohibición.
Fotografía personal. Algunas imágenes. |
Una característica muy importante de este lugar, es que, en
conjunto con las otras capillas familiares cercanas, albergaron y conservaron
el culto y la imagen del Santo Entierro en los años en que les tocaba quedarse
en este barrio. A partir de 1944 se
pidió la misa de entrega - recepción en estos locales. Desde 1968 la imagen ya no se alojó de manera itinerante
en estas capillas, sino de manera fija en
la parroquia del centro del barrio. La última misa fue para un evento familiar
en el año de 1989.
Pesar de sus vaivenes,
la capilla, su barda atrial y el calvarito se conservan completos, aunque deteriorados. No hay muebles ni
imágenes antiguas, las que actualmente ostenta el altar o trono, son
relativamente recientes.
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Fotografía CONACULTA INAH detalle del interior, la pintura y adornos arquitectónicos son originales. Aquí todavía tenía las esferas. |
El altar contenía una imagen de un cristo de bulto
con una cruz de madera que fue robado en épocas recientes, cuando el acceso por
los alrededores era libre, lo que motivó a proteger la entrada, conservando intacto todo el espacio. La cruz de cantera que se observa es reciente,
instalada por la familia bajo los arcos del trono que estaba adornado por unas esferas de cristal que hoy se han desprendido,
igualmente se desprendió el candelabro original.
Fotografía personal, con más de 60 años, un antiguo calendario nos muestra a Juan XXIII al interior de la capilla, de cigarros Delicados. |
Prefiero no describir todo el interior, les invito a que
observen los detalles en las fotografías, todos originales, tras de por lo menos 130
años, la pintura resplandece y el aplanado solo tiene pequeños raspones.
Fotografía personal: Detalle del pórtico del altar |
Detalle curioso es que la fachada tiene una cruz suajada en
el muro, que seguramente tiene un efecto
de luz y por la posición de la casa, en las tardes producía una
hierofania, es decir, los rayos del sol, al cruzar el hueco de la cruz de la
fachada, se dirigían al altar, formando en él una cruz de luz. Este tipo de
detalles los tienen muchas iglesias, pero permanecen ignorados, o está obstruido el paso de la luz. Desafortunadamente
cuando se me permitió el acceso era una tarde nublada y acababa de llover y no pude confirmarlo, además de que creo que
una alta barda vecina lo opacaría. Por la misma razón, las fotografías no son
muy buenas, pero no iba a desaprovechar la oportunidad.
Fotografía personal. Fachada, nótese el hueco de la cruz suajada. |
Fotografía personal: El altar |
Fotografía personal: Detalle del estucado en las columnas |
Fotografía familia Ramírez, El calvarito, hace 30 años, con su cruz original. |
Es reconfortante poder observar este tipo de construcciones,
el cariño con el que los propietarios la conservan íntegra hasta el último de
los detalles, qué triste que hayan tenido que restringir el acceso, obligados
por los daños causados por los vándalos, cuántas oraciones y lamentos no habrán
escuchado las imágenes hoy perdidas del Calvarito y del altar. Porqué la
modernidad nos impide disfrutar de estas obras maestras de nuestros antepasados,
que con los pocos recursos que disponían, nos legaron este tesoro, hoy oculto,
por desgracia.
La capilla de la Cruz, está catalogada como monumento histórico, su fecha de construcción como se dijo arriba, es del año de 1882, aunque contiene elementos de siglos anteriores, por lo que se supone, sustituyó a otra más antigua.
Un agradecimiento a la Maestra Martha y a su
apreciable familia por permitirnos el acceso, pero sobre todo porque gracias a
ellos, aún la podemos ver. Una de las viejas familias, originaria
de este Barrio de San Isidro, orgullosa de lo que sus antepasados les dejaron y
la conservan de la mejor manera posible. Gracias por permitirnos la sensación
de, apenas a unos metros del mundanal tráfico, poder regresar más de 100 años
en el tiempo, cuántas más de éstas no se perdieron por falta de una identidad y
un amor por el pasado.
Para mayor información del barrio dar clic aquí: Barrio de San Isidro
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