miércoles, 2 de septiembre de 2015

La capilla de la Cruz, del barrio de San Isidro. Un tesoro escondido



La capilla de la Cruz
 
Hasta hace algunos años, en lo que era el desolado espacio entre la ciudad y el barrio de San Isidro, sobresalía por solitaria, a escasos 200 metros del centro del poblado, una semi- oculta construcción. Digo que estaba así porque su acceso no daba a la calle, sino que había que acceder por su parte lateral. A quienes transitábamos por el antiguo camino nos parecía extraño que en medio de la nada estuviera dicha construcción. Dado que no había casas en los alrededores, se podía acceder fácilmente, incluso, de niño recuerdo haber entrado al terreno y observar a través de la cerradura, su interior en penumbras.


Se trata de uno de los escasos ejemplares sobrevivientes de las llamadas capillas familiares, que sustituyeron a los antiguos oratorios otomíes. Según las personas mayores, antes eran muy numerosas en todo el viejo perímetro del pueblo. De inicio, siendo toda  la población autóctona, se respetaban como espacio religioso pero conforme fue creciendo la parte urbanizada fueron absorbidas. Muchas se integraron a construcciones modernas, otras simplemente fueron derruidas.  Hoy apenas quedan unas cuantas,  según el Lic. Pájaro, estudioso de estas cuestiones, son siete, personalmente conozco la mayoría, cada una tiene un elemento que la distingue, pero creo que la que hoy presento, es la más bella de todas en su interior y la única que conserva todos los elementos arquitectónicos que las caracterizaban.

Apenas hace algunos meses, por una casualidad del destino (y siempre andar contando historias) tuve acceso de nueva cuenta a ella. Desde que inicie este blog, una de mis intenciones era ir a visitarla. Desgraciadamente el terreno desolado que había apenas hace unos cuarenta años en la calle de acceso al barrio, hoy está completamente urbanizado, siempre tuve la esperanza de que detrás de alguna de esas fachadas se conservara algo de dicha construcción, afortunadamente, resultó que no solo seguía ahí, sino que su estado de conservación, pese a los años es muy aceptable y completo.

 Su nombre oficial y popular hasta hace algunos años era la capilla de la Santa Cruz.

Como todas las de su tipo,  esta capilla, además del edificio conserva un pequeño atrio rodeado por una barda  y un calvarito o humilladero.
Fotografía CONACULTA-INAH plano del conjunto.
A diferencia de las iglesias normales, a estas capillas, no se accedía por el frente, sino por una entrada lateral, que conducía al atrio. No tenían entrada frontal, porque ese espacio se ocupaba por el calvarito,


Fotografía CONACULTA-INAH. Arco de acceso lateral.

En la tradición otomí de las capillas de Tolimán, Qro., el calvarito es una construcción que si bien era parte del conjunto, por estar inmediatamente fuera del atrio, ya no se consideraba dentro del espacio sagrado y en ella se depositaban los restos de sus antepasados que no habían sido bautizados y por ello no podían yacer dentro.  Creo que aquí no se les dio esta utilidad, y el calvarito o humilladero era solo un lugar intermedio de oración antes de entrar a la capilla. También se les llama “humilladeros” porque dada su pequeñez, había que agacharse un poco para estar a la altura de la imagen contenida en él.

Fotografía personal. El Calvarito o humilladero
El calvarito de esta capilla, se conserva completo, solo ha perdido su cruz de piedra y una cantera de su base.  Ignoro si su constructor lo copió de uno que se encontraba por aquellos años en el acceso al Santuario de Ameca, en el estado de México, son idénticos.
Al lado del Calvarito están los restos de unos “poyitos”, seguramente para los que  no alcanzaban lugar al interior.


Fotografía personal: El arco de entrada visto desde adentro, a la izquierda un "poyito"

Frente al Calvarito, se encuentra el atrio o patio, de unos 40 metros cuadrados y la entrada a la capilla, que como todas las antiguas, daba frente al poniente.

Estas capillas eran edificadas por los integrantes de una familia, para tener un lugar donde depositar sus imágenes religiosas y a ella accedían los vecinos en ocasiones, pero legalmente nunca fueron públicas, siempre fueron propiedad particular. La que hoy se detalla, fue hecha a “costimización” del más antiguo propietario conocido, el Sr. Anastacio de la Cruz, como consta en  un letrero al interior y de quien desciende la familia que actualmente es la dueña del predio.
Fotografía Personal. Pared interior de la fachada, la inscripción dice:

" SE A CABO ESTA HOBRA EL DIA CUATRO DE MAYO DE
MIL OCHOSIENTOS HOCHEINTA YDOS A COZTIMICION
DEL SEÑOR DON ANASTACIO DE LA CRUZ"

De acuerdo a datos proporcionados por la familia, se recuerda que los propietarios, ya en el siglo XX, fueron los padres adoptivos de la señora Anastacia Paz Reséndiz, a quien le donaron la propiedad, Ella fue la mamá del señor Ciro, tío de la familia hoy poseedora, quienes amablemente nos permitieron el acceso y nos dieron la información que hoy se detalla.

Se ignora sí la capilla se dedicó a la Santa Cruz por el apellido del propietario en el siglo XIX, por el culto a la forma o una combinación de ambos, pero fue acabada el 4 de mayo de 1882. Las bóvedas ya había sido completada el año anterior, el 11 de junio.

Por la acción del tiempo, las imágenes antiguas se apolillaron y despintaron. Máxime que durante la persecución religiosa, el espacio fue utilizado como bodega de maíz en mazorca, incluso, a decir de las informantes, en la pared se conserva la huella de un balazo. Igualmente durante esa  época  seguramente por su lejanía, se menciona que un sacerdote de apellido  Reyes, vestido de paisano, oficiaba misa en este lugar a pesar de la prohibición.  
Fotografía personal. Algunas imágenes.

Una característica muy importante de este lugar, es que, en conjunto con las otras capillas familiares cercanas, albergaron y conservaron el culto y la imagen del Santo Entierro en los años en que les tocaba quedarse en este barrio.  A partir de 1944 se pidió la misa de entrega - recepción en estos locales. Desde 1968  la imagen ya no se alojó de manera itinerante en estas capillas, sino  de manera fija en la parroquia del centro del barrio. La última misa fue para un evento familiar en el año de 1989.

 Pesar de sus vaivenes, la capilla, su barda atrial y el calvarito se conservan completos,  aunque deteriorados. No hay muebles ni imágenes antiguas, las que actualmente ostenta el altar o trono, son relativamente recientes.
Fotografía CONACULTA INAH detalle del interior, la pintura y adornos arquitectónicos son originales. Aquí todavía tenía las esferas.
La capilla, propiamente dicha se compone de dos cuerpos, su aplanado y pintura son originales. Asimismo, se conservan completos todos los adornos de estuco.

El altar contenía una imagen de un cristo de bulto con una cruz de madera que fue robado en épocas recientes, cuando el acceso por los alrededores era libre, lo que motivó a proteger la entrada, conservando intacto todo el espacio. La cruz de cantera que se observa es reciente, instalada por la familia bajo los arcos del  trono que estaba adornado por unas esferas de cristal  que hoy se han desprendido, igualmente se desprendió el candelabro original.


Fotografía personal, con más de 60 años, un antiguo calendario nos muestra a Juan XXIII al interior de la capilla, de cigarros Delicados.
Prefiero no describir todo el interior, les invito a que observen los detalles en las fotografías, todos originales, tras de por lo menos 130 años, la pintura resplandece y el aplanado solo tiene pequeños raspones. 

Fotografía personal: Detalle del pórtico del altar
Detalle curioso es que la fachada tiene una cruz suajada en el muro, que  seguramente tiene un efecto de luz y por la posición de la casa, en las tardes producía una hierofania, es decir, los rayos del sol, al cruzar el hueco de la cruz de la fachada, se dirigían al altar, formando en él una cruz de luz. Este tipo de detalles los tienen muchas iglesias, pero permanecen ignorados, o  está obstruido el paso de la luz. Desafortunadamente cuando se me permitió el acceso era una tarde nublada y acababa de llover  y no pude confirmarlo, además de que creo que una alta barda vecina lo opacaría. Por la misma razón, las fotografías no son muy buenas, pero no iba a desaprovechar la oportunidad.
Fotografía personal. Fachada, nótese el hueco de la cruz suajada.


Fotografía personal: El altar
Fotografía personal: Detalle del estucado en las columnas

Fotografía familia Ramírez, El calvarito, hace 30 años, con su cruz original.





Fotografía personal, la simétrica puerta, elaborada con una sola hoja de sabino, por eso hasta los detalles de la madera son iguales. Material que ya no trabaja ningún carpintero y ha soportado más de un siglo de intemperie.

Es reconfortante poder observar este tipo de construcciones, el cariño con el que los propietarios la conservan íntegra hasta el último de los detalles, qué triste que hayan tenido que restringir el acceso, obligados por los daños causados por los vándalos, cuántas oraciones y lamentos no habrán escuchado las imágenes hoy perdidas del Calvarito y del altar. Porqué la modernidad nos impide disfrutar de estas obras maestras de nuestros antepasados, que con los pocos recursos que disponían, nos legaron este tesoro, hoy oculto, por desgracia.

La capilla de la Cruz, está catalogada como monumento histórico, su fecha de construcción como se dijo arriba, es del año de 1882, aunque contiene elementos de siglos anteriores, por lo que se supone, sustituyó a otra más antigua.


Un agradecimiento a la Maestra Martha y a su apreciable familia por permitirnos el acceso, pero sobre todo porque gracias a ellos, aún la podemos ver. Una de las viejas familias, originaria de este Barrio de San Isidro, orgullosa de lo que sus antepasados les dejaron y la conservan de la mejor manera posible. Gracias por permitirnos la sensación de, apenas a unos metros del mundanal tráfico, poder regresar más de 100 años en el tiempo, cuántas más de éstas no se perdieron por falta de una identidad y un amor por el pasado.
Para mayor información del barrio dar clic aquí:     Barrio de San Isidro

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