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martes, 29 de marzo de 2016

La dignificación de la Memoria Municipal de San Juan del Río.


La dignificación de la Memoria Municipal de San Juan del Río.

El nuevo recinto

No hay explicación de cómo pudo sobrevivir. Ya en estas páginas he comentado que por su privilegiada ubicación, el pueblo de San Juan del Río fue paso obligado de los viajeros, tanto de, como rumbo a la capital del país. De igual manera lo fue para las tropas beligerantes, invasoras, pronunciadas y sublevadas,  animadas por todas las ideologías, fueran liberales, conservadoras, oficiales, insurgentes, imperialistas  o revolucionarias.

Aunque durante el transcurso de los siglos la actual ciudad fue ocupada innumerables veces por los diversos ejércitos, en realidad, al interior de la misma, casi no se dieron hechos de armas. Las ocupaciones fueron casi siempre en términos negociados, lo que evitó el vandalismo que en muchas ocasiones generaba la destrucción de los edificios de gobierno y por consiguiente la documentación que sobre diversos ramos  resguardaban. Por esa razón, parece ser que el corpus documental generado en la ciudad siempre se mantuvo unido en los diversos momentos históricos.

De las etapas iniciales del poblado, seguramente la poca documentación producida se integró a las alcaldías de las que fue dependiente, primero Jilotepec, luego Jilotepec-Huichapan y posteriormente la de Querétaro.
Al parecer los documentos que hoy conforman el Archivo histórico municipal comenzaron a agruparse a partir de la conformación de la figuras políticas y administrativas locales de la Subdelegación, el distrito y la Prefectura, es decir desde el siglo XVIII, cuando se adquiere autonomía de gestión y los actos de autoridad son directos.

Desde esa fecha, los legajos de documentación diversa comenzaron a aumentar y siguieron los destinos de los diversos edificios donde se estableció la autoridad municipal, esto es desde, la subdelegación (en el edificio que hoy llamamos Centro Histórico y Cultural) las Casas Municipales (ubicadas en el llamado  Curato Viejo, actual acera Poniente de la Plaza de los fundadores)  para llegar finalmente a la sede que lo contuvo durante más de un siglo, la actual Presidencia Municipal, antiguo Convento de Santo Domingo.

Quienes conocieron las instalaciones de la Presidencia antes de la década de los ochentas del siglo pasado, recordarán que en diversos lugares se almacenaban las cajas que contenían la vieja documentación, supongo que los más antiguos sí estaban resguardados, pero muchos otros no merecían tal cuidado. Supongo igual, que ante la facilidad, se sustrajeron muchos documentos para fines diversos y nunca fueron devueltos.

Integrados con archivos de épocas más recientes, los viejos papeles llegaron a ser tantos, que al construirse el Centro cultural y de Convenciones (CECUCO) y ante un malogrado intento de trasladar hacia aquel edificio las oficinas de la Presidencia municipal, resultó que lo único que se quedó ahí fue el archivo municipal. Creo que también de esa época data la denominación que actualmente tiene: Archivo histórico Municipal y su clasificación en fondos.
Lo que no hicieron los vaivenes sociales, al parecer lo hizo el descuido. Dado que nunca tuvo un tratamiento especial, es seguro que muchos documentos se fueron desintegrando o disgregando, además de las normales pérdidas. Nunca sabremos qué o cuánto se perdió, porque no existía siquiera un catálogo de su contenido.

No tengo referencia directa, pero se dice que durante su estancia en el CECUCO, sufrió del mismo descuido, incluso, que fue dañado en parte por el agua a través de goteras y encharcamientos.

Justo es hacer un reconocimiento a personas como Beatriz Coellar Quiroz y Juan José Ugalde (QEPD) que dándose cuenta de la riqueza de un acervo tal, a través de acciones durante su etapa como servidores públicos lo rescataron del olvido y el ninguneo. A partir de entonces, se destina un local especial para su depósito, y un funcionario especialmente dedicado a su clasificación, resguardo y conservación. Es así, como, tras un par de siglos, regresa a un local donde ya había estado antes, la antigua prefectura, remozada para actividades con el nombre de “Centro Histórico y Cultural”. En dicho edificio, se le destinó una de las antiguas celdas comunales de la vieja cárcel, un encargado y lo principal, se tiene un control sobre los valiosos documentos y fondos.

A la par, igualmente por iniciativa de los mencionados, se empezó a integrar al mismo archivo lo que hoy es la colección de fotografías antiguas de la ciudad, agregando gran cantidad de ellas existentes en archivos particulares, a las pocas que contenían los documentos oficiales antiguos. En el local mencionado, permaneció durante los últimos años la memoria de nuestro pueblo, por primera vez integrada como tal. 
Por la importancia del legado contenido en las vetustas paredes, es común encontrar en ella a investigadores, personas buscando datos de familiares, alumnos de escuela, y caso raro, comúnmente se encuentra en dicho lugar, a los pocos que de una u otra manera, nos interesamos en el pasado de nuestra ciudad.

El acceso. Escaleras de esas que a gusto subir.

Con la llegada de la presente administración y la ocupación del remozado edificio del Portal del Diezmo, tuvo la suerte el Archivo Histórico Municipal de que le correspondiera ser ubicado dentro de él.

No estoy seguro, pero parece que el nuevo local es de los completamente nuevos dentro del Portal, creo que antes de la remodelación ni siquiera conservaba las paredes completas, menos su techo. Hoy la transformación es asombrosa.
En esta nueva ubicación, un espacio más amplio, ventilado y con agradable ambientación, reposa por fin, de manera digna, lo que considero es nuestra verdadera Memoria Histórica Local.ahora bajo resguardo de la Lic. María del Mar Santana Calderón.

Los viejos elementos, perfectamente integrados.

Además de lo puramente local, la dependencia cuenta con una pequeña biblioteca de temas de historia local y del Estado y una colección de revistas.
La imponente viguería
Entre las novedades que trajo el traslado, me encontré con la sorpresa que ha iniciado el trabajo de escaneo de los documentos, labor titánica por la cantidad de fojas que lo componen. Ojalá que pronto se pueda contar con una página electrónica para su acceso.  Como gran defecto de los archivos mexicanos, salvo honrosas excepciones, casi no se tiene acceso a ellos vía internet, a diferencia de loas grandes archivos y bibliotecas del mundo, que desde hace ya más de una década, han integrado sus acervos al acceso público dentro de diversos proyectos, como “La biblioteca Digital Mundial” y “La Memoria del Mundo”. (de donde tomo la idea para el título de esta entrada). En caso diametralmente opuesto, está el Archivo Histórico del estado de Querétaro, otro valiosísimo acervo, al que solo tienen acceso unos cuántos. Cuando se tiene tal cantidad de documentos, solo el acceso masivo permite conocer su contenido, entre más ojos estén sobre un documento, más posibilidades hay de reconstruir lo que desconocemos de nuestra historia, tanto remota como reciente. En fin, ojalá se pueda a futuro, por lo pronto, solo es un deseo personal, pero es un gran avance el que se estén digitalizando los documentos, por la facilidad para su consulta y manejo, aunque sea solo al interior del local.

Creo que entre más se pueda consultar el archivo, habrá más posibilidades de publicar investigaciones y aumentar la raquítica bibliografía histórica Sanjuanense.

Material bibliográfico.

Como todo buen archivo, el nuestro tiene varios faltantes importantes:

No se tienen documentos relativos a la fundación. Creo que la última vez que se habla de los “Títulos”  del pueblo fue cuando se enviaron al entonces presidente Venustiano Carranza, como prueba en uno de los frecuentes pleitos con el estado de México por la titularidad del agua del río. (Aunque sigo insistiendo en que no eran documentos fundacionales del pueblo, sino solo una serie de Mercedes Reales por los terrenos otorgados a los indios de Jilotepec) Después de eso no hay referencia de ellos, parece que nunca volvieron a la ciudad.

Los fondos
El viejo tragaluz
Tampoco están los archivos de la antigua República de Indios, tal vez igual de importantes en contenido y cantidad. Con la desaparición de esa figura, nunca se supo a donde fueron a dar.


El pasado mes de noviembre se publicitó una convocatoria llamada “San Juan del Río, la memoria de su gente” para que se compartiera a través de la dirección de Cultura, lo relativo al pasado de nuestra ciudad, sobre todo documentos, publicaciones etc. Parece que, por experiencias anteriores no se ha recibido mucho material, pero ojalá y a través de dicha iniciativa, algún día vuelvan algunos de los documentos perdidos del archivo, o aparezcan por ejemplo, los apuntes del Dr. Ruiz Olloqui, o cualquier otro material valioso. Creo que es cuestión de paciencia o de esperanza.
El proceso de escaneo
No se crea que es un lugar restringido, está abierto a todo el público para actividades de consulta e investigación. El único defecto que le veo es que solo tiene una mesa de trabajo. Y ojalá que estén a buen resguardo las banderas antiguas, el busto de don Rafael Ayala y los vestigios hallados en las paredes de la antigua cárcel, que ya no llegaron al nuevo local.

No se les olvide visitarlo, en horario de 8:30 a 15:30 hrs. La amable Lic. Marimar los atenderá, y tendrán oportunidad de platicar con ella. Creo que todavía quedan a la venta ahí algunos de los libros que ya se han reseñado aquí.

 
La Memoria local, perfectamente ilustrada.
Todas las fotografías son personales, excepto la final, de la Dirección de Cultura y Turismo Municipal.

domingo, 22 de marzo de 2015

El último imperialista de San Juan del Río, actualización


En pasada entrada había hecho una semblanza, casi biográfica de Don Agustín Ríos Olloqui, mencionando el 4 de Noviembre de 1904 como fecha de su fallecimiento, dado que así estaba consignado en el libro de Díaz del que tomé la fecha, parece que hay un error.

El pasado fin de semana, tras muchos años de no hacerlo pude entrar a la hoy llamada Parroquia de San Juan Bautista, que en mi niñez era “El Templo” o  el “Templo del Sagrado Corazón” (siempre que iba lo encontraba cerrado, pensé que estaba siendo remodelado)  con cámara en mano y permiso expreso para hacerlo, me dispuse a tomar fotografías, a pesar de que el interior era ocupado por una multitud de niños tomando catecismo en pequeños grupos dispersos a todo lo largo y ancho del casi basilical espacio. Nada ha cambiado en él, más que el nombre, las mismas imágenes, la omnipotente solemnidad que le da el extraordinario juego de luces naturales logrado por las linternillas y los vitrales, que hacen converger la mirada siempre hacia el altar, les decía que nada ha cambiado, incluso en la catequesis, todavía en la esquina norponiente encontré un grupo de niños, mismo lugar donde hace varias décadas, también yo era parte de otro que escuchaba, no tan atento las enseñanzas de las siempre sufridas y abnegadas catequistas.  Otro día abundaré sobre el interior del templo. Recorriendo encontré un detalle, que debo haber visto en aquellas épocas, cada sábado, pero  que no recordaba, hoy se los comparto.

En una de las primeras columnas, entrando por el lado de la Plaza de los fundadores, a la derecha, se encuentra una placa, indicando que se encuentran ahí los restos del distinguido personaje. Sabía que había sido sepultado en la ciudad, pero pensé que había sido en el Panteón de la Santa Veracruz, donde están varios de sus familiares. 

A pesar de que la columna es muy ancha, no creo que haya sido sepultado originalmente ahí, en aquellos tiempos ya no se permitía el entierro al interior de los templos, aunque pudo hacerse una excepción dado su investidura.

En ella está una placa de mármol, empotrada en el fuste, con la inscripción que contiene además,  los restos de su esposa, Doña Isabel Uribe Díaz, (Nieta de Don Esteban Díaz González, e integrante de la familia Uribe, también vecinos de la Calle 16 de Septiembre) fallecida el  9 de octubre de 1896.

El detalle de la placa, es que todavía utiliza el modo antiguo para las abreviaturas, que consistía en poner las letras iniciales de la palabra y al final, la última letra en caracteres más pequeños.

En dicha placa, se encuentra la fecha exacta de su fallecimiento, 9 de septiembre de 1904.
Para más información respecto a Don Agustín,  ver la siguiente liga:
Como todas las actualizaciones, se agrega a la entrada original, al final.

El Chichimeca al servicio de la comunidad

Dado el interés que han manifestado algunas personas en adquirir el libro “La acequia del pueblo” escrito por el autor de este Blog y presentado el pasado mes de enero, les informo que dado que fue una edición privada, no salió a la venta, se obsequiaron ejemplares a quienes asistieron a la presentación, público en general e invitados (para estos últimos, a los que no pudieron asistir, les guardé sus ejemplares y los he ido entregando conforme tengo tiempo disponible) Solo reservé algunos para intercambiarlos por algún otro texto relativo  de la historia de San Juan que no tenga en la colección.

 Ya en pasadas entradas relaté el contenido de la obra, datos no conocidos de la historia temprana de San Juan y un relato histórico-personal del paso de la acequia por la ciudad, al estar en mi entera disposición su contenido, contiene críticas personales que no hubiera podido hacer de estar sujeto a una editorial, y algunos errores por no ser un profesional en la materia, pero por lo demás, creo que es una fuente de información útil para quien se acerque a la historia antigua y reciente de la ciudad.

Para los que estén interesados en leerlo porque se los platicaron o se los mostró alguno de los asistentes y no se los quiere prestar, les informo que se donaron dos ejemplares al Archivo Histórico de San Juan del Río,  a cargo de la Lic. Marimar Santana, para que puedan ir a consultarlo y de pasada denle un vistazo a otros materiales que ahí tiene y las fantásticas fotografías antiguas de San Juan del Río,  en el Centro Histórico y Cultural situado en Av. Juárez 30 Oriente.

Y en el mismo edificio, pero más al fondo, se donaron otros dos a la Biblioteca Juan Wenceslao Sánchez de la Barquera, me dijeron que iban a dejar uno ahí y otro en la Biblioteca del Pedregoso.  Pueden ahí consultar además un apartado que tienen con textos de la historia de San Juan del Río en particular y de Querétaro en general, con libros interesantes y difíciles de hallar en otros lugares.