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miércoles, 24 de abril de 2019

ESPECIAL DE LA ESTANCIA 1


Única fotografía que se conoce de la fachada de la Casa Grande de la hacienda de la Estancia Grande, sin fecha pero debe ser anterior a 1969, tomada del libro Manuel J. Campos Loyola,  un apóstol del campesino, del autor Benito J. Campos


Creo que ya es repetitivo mi comentario de no contar con el tiempo que me gustaría dedicar a este espacio, sirva hoy para explicar que algunos temas que ya tengo trabajados se van rezagando así que cuando me es posible trato de sacar los más atrasados ya que algunos van perdiendo vigencia. Es el caso de algunos temas seriados que he ido acumulando sobre una localidad de San Juan del Río, que ahora inicio a publicar. Espero sean de su agrado.


Apuntes históricos a manera de introducción.

Imagen Tomada de Google  Earth 2019  al centro, la presa  Constitución de 1917.  En un Perfecto Triángulo, arriba a la derecha, la Estancia, abajo a la izquierda, Galindo, abajo a la derecha, el Rosario. Durante cuatro siglos fueron haciendas, hoy modernas localidades.  Justo Junto a la actual Estancia. Hoy dentro de la presa, la  Estancia Grande. 
  
Apenas a 10 km al poniente de la cabecera municipal de San Juan del Río, existe una comunidad de gran importancia por haber tenido, guardadas las proporciones, un génesis y desarrollo paralelos incluso históricamente ya que casi al mismo tiempo que documentalmente aparecen las primeras menciones del pueblo de San Juan durante el siglo XVI, también lo hace el lugar que hoy nos ocupa, como un sitio agrícola que hasta hace pocos años conservaba su esencia rural, hoy, en pleno desarrollo urbano, es una de las localidades más grandes del municipio, pero no deja de tener una rica historia.

EN LA OSCURIDAD DE LOS TIEMPOS

Las primeras menciones del lugar hablan de él como la “Estancia de …” (al cambiar de propietario, su apellido completaba el nombre) en algún momento entre el siglo XVII y XVIII “La Estancia Grande” que conservaría como hacienda hasta mediados del siglo XX cuando desaparece (o casi) el poblado de nombre “la Estancia", aunque derivado de esa hacienda y asentado en sus antiguos terrenos, tiene hoy una ubicación cercana a lo que fue el núcleo de la hacienda.

En el siglo de inicio, la denominación “Estancia” equivalía a un sitio casi despoblado, aunque con alguna actividad. Iniciaba a través de una merced de tierras (especie de permiso para utilizarla) otorgado a un español que la destinaba a alguna actividad primaria. En el terreno se elegía el más adecuado para estar los trabajadores, aunque solo fuera de manera temporal y por eso se les llamaba estancias. Dichos lugares podían tener actividad ganadera, minera o agrícola, como fue el caso de la que hoy nos ocupa. Por lo anterior, las instalaciones que tenían estas estancias eran muy básicas y no alcanzaron nunca el tamaño y refinamiento de las que desde un inicio fueron haciendas (Igualmente, el significado antiguo de este término se refería a los lugares donde se “hacia” algo, generalmente con los insumos traídos de las estancias. Las mercedes de tierras, es decir el permiso para usarlas, fueron cambiadas posteriormente, otorgando la propiedad a sus poseedores.

Por su importancia, algunas estancias tornaron luego en haciendas, como lo fue la hoy relatada, que terminó como Hacienda de la Estancia Grande.

Imagen tomada del libro Mercedes Reales en Querétaro, de Juan Ricardo Jiménez Gómez. En 1584, otra vez en perfecto triángulo, las tres localidades mencionadas, sin presa.

Aunque mucha gente ubica a la Estancia como un segregado de la hacienda de la Llave, en realidad no es así, como tampoco lo fue la vecina hacienda de Galindo y todo viene de una de esas distorsiones históricas que la gente y muchos historiadores toman como cierta y que trataré de explicar.

LOS JARAMILLOS (O XARAMILLO, EN LA ESCRITURA ANTIGUA)

En la década de 1520, consumada la conquista, Hernán Cortés otorga a su soldado Juan Jaramillo Salvatierra, esposo de “La Malinche” la Encomienda de Jilotepec, lo que significaba que tenía para su servicio el trabajo gratis de los habitantes indios de la demarcación. Para aprovechar la mano de obra, solicita varias mercedes de tierra que le son concedidas, entre ellas lo que después sería la Llave. Al morir Jaramillo, la viuda Beatriz de Andrada, nuevamente casada, aumenta las propiedades y forma en conjunto con otras de familiares el mayorazgo de la Llave, para que no pudieran ser enajenadas por separado.

Pero resulta que la Malinche y Juan Jaramillo habían tenido una hija, María, que a través de su esposo Luis de Quesada inicia un juicio peleando la mitad de la Encomienda, le fue otorgado al final, un tercio. A través de contratos y arreglos entre las dos familias parece que recibió algunas tierras en las inmediaciones de La Estancia y Galindo. Por estos datos ciertos, se originó la leyenda posterior falsa de que Cortés le regaló la última a la Malinche, y que eran parte de la Llave, pero no se refieren al grueso de los terrenos de las dos mencionadas haciendas, solo a algunos límites. El verdadero origen de las haciendas de Galindo, la Hache y la Estancia es el siguiente.

La historia como siempre, enlaza nombres lugares y personajes de modos que se van olvidando y convirtiendo en leyendas, en la época que sucede, todo es claro, pero al paso de los años se va disolviendo y los pocos datos sueltos que persisten para las generaciones posteriores alimentan la leyenda.

El encomendero de Jilotepec, esposo de la Malinche y soldado de Cortés que acabamos de mencionar, tuvo como nombre completo Juan Jaramillo Salvatierra, pero tuvo un sobrino, que no había intervenido en la conquista. Resulta que ese sobrino tenía el mismo nombre, Juan Jaramillo, para distinguirlos en sus tiempos, este fue llamado “el Joven” y al tío “el Viejo”

Juan Jaramillo el Joven también obtuvo mercedes de tierras en la zona, que a su muerte pasaron a sus hijas y como se estilaba en aquellos tiempos, fueron administradas por sus maridos.

El Joven acumuló en su vida gran cantidad de tierras, que, ya como propiedad en 1588, fueron divididas por sus hijas Ana y Beatriz Xaramillo. Estas fracciones son lo que posteriormente fueron tres poderosas haciendas sanjuanenses de la H, Galindo y la Estancia.

Por el nombre del esposo de Ana Xaramillo, Diego de Villapadierna, consignado en algunos mapas antiguos, sabemos que es este el origen de la Estancia.

La extraña confluencia de datos parecidos, es lo que ha dado lugar a la confusión  y la leyenda: La existencia de dos Juan Jaramillo, el que el Viejo fuera esposo de la malinche, el apellido Xaramillo del tío, la hija y el sobrino, el juicio, la cercanía con la Llave, el hecho que una hija del Joven se llamara igual que la esposa del Viejo, que la esposa del Joven fuera familiar de la esposa del Viejo, que aunque los esposos sean solo administradores, y las mujeres las dueñas casi nunca se les menciona etc., dio lugar a las confusiones hasta entre los historiadores, más en la gente del pueblo, que ante el olvido de datos trascendentales, optó por  la leyenda, pero la Estancia nunca perteneció a la Llave, Cortés nunca le regaló una hacienda a la Malinche, porque en los años en que vivieron los protagonistas iniciales, estos lugares solo eran estancias, etc. etc.

EL LUGAR

Los terrenos que conformaron la Estancia, por su ubicación privilegiada contribuyeron a acrecentar su importancia durante toda la era colonial, convirtiéndola rápidamente en hacienda.

Sus límites eran, al norte, la hacienda de la Lave, luego fraccionada en otras, al sur, la Hacienda de Galindo, al este, la hacienda de la Hache (hoy El Rosario) y al oeste, las haciendas de Lira y San Clemente. Incluía como ubicaciones periféricas la Cuadrilla de Enmedio, el rancho las Palomas o las Palomitas, hoy Senegal de las palomas y otro rancho más o menos ubicado donde hoy es la comunidad moderna.


El casco estaba situado cerca de la confluencia de los ríos Galindo y la Hache, que unidos y con corriente permanente, discurrían en un leve descenso por el grueso de las tierras de cultivo ya con el nombre de el Caracol, lo que permitió, a través de bordos y pequeñas presas, que gran parte de ellas tuvieran riego la mayor parte del año.

OTRO PASADO OLVIDADO

La ubicación privilegiada del sitio no había pasado desapercibida para los habitantes prehispánicos de la región, en toda la zona hay evidencias al menos de un asentamiento teotihuacano que por la extensión de los vestigios debió de ser muy grande, digo al menos porque pudo haber otros anteriores o posteriores a esa cultura, en toda el área circundante hay innumerables vestigios a flor de tierra, de cerámica y obsidiana y artefactos completos en poder de los modernos habitantes.

Incluso, creo por no haber depósitos de roca cercanos, el casco de lo que fue la hacienda debió hacerse con los restos de edificaciones prehispánicas. (a pesar de la abundancia de restos, no se ha localizado ningún edificio, lo que pudiera indicar que estuvieron ahí) Igualmente se desconoce si el asentamiento de este lugar fue parte de la también teotihuacana ciudad de el Rosario (la antigua hacienda de la Hache, que al menos por unos siglos eclipsó al Cerro de la Cruz, origen del san juan actual) donde si hay edificios o fueron desarrollos aparte. Creo que jamás se sabrá por lo que se narrará a continuación.


LOS CAMINOS, LAS PERSONAS.

Mapa de  la zona de San Juan del Río de finales del siglo XIX o principios del XX. Tomada de Internet, crédito a quien corresponda. La línea Roja doble, marca el primer camino carretero, la línea roja normal, el viejo camino, que de la cabecera, pasando por la  H (hoy el Rosario) pasaba por la Estancia  rumbo a Galindo y a Huimilpan.

Como estancia y después como hacienda, su importancia es evidente cuando nos damos cuenta de que todos los caminos siempre pasaron a su lado, desde el viejo camino prehispánico, que, del Barrio de la Cruz en San Juan del Río, pasaba por el Rosario, llegaba aquí y se dirigía a Huimilpan para terminar en el Pueblito y después a Querétaro. El nuevo camino Real desde aquí tomó su trayectoria por Pedro Escobedo, directo a Querétaro. Llegado el tiempo, también pasaron el primer camino moderno, la primera carretera pavimentadas, la carretera Panamericana y la autopista México – Querétaro. De todas fue testigo el cercano casco de la hacienda que nunca fue faustoso como algunos de sus vecinos, más bien utilitaria, pero incluía una iglesia del siglo XVII. Hoy ya no hay cruce de miradas entre los viajeros y la hacienda. En la década de 1970 la presa Constitución de 1917 la anegó bajo sus aguas, junto a muchas de sus parcelas, la zona arqueológica y la vieja capilla, que era uno de los templos más antiguos del municipio y del estado.

Fotografía tomada desde la casa grande a la antigua capilla, sin fecha pero debe ser anterior a 1969, tomada del libro  Manuel J. Campos Loyola,  un apóstol del campesino, del autor Benito J. Campos. Hasta poco antes de su hundimiento, dio servicio a la comunidad
Tuvo muchos propietarios, todos de renombre, era necesario gran poder económico para serlo, incluso hay todavía quienes juran haber visto en sus patios a Diego Fernández de Ceballos, cuando su padre estuvo al frente de ella en la década de los cuarentas. A Partir de entonces, se abandonaron las actividades agrícolas y el casco cayó en deterioro

Pocos años antes de su hundimiento, la Casa Grande se había convertido en  un cuartel, que al elevarse las aguas se trasladó al oriente de la presa, a un costado de lo que hoy es el núcleo habitacional del moderno poblado de la Estancia, con acceso por el Kilómetro 170 de la Autopista México Querétaro.
De inicio, la población del cuartel competía en número con la localidad, fiel a sus orígenes, los soldados están ahí atendiendo, además de sus deberes castrenses, una granja avícola y lechera y viven en las mismas instalaciones en un conjunto habitacional con sus familias.

La confluencia en la década de los setentas del siglo pasado, de los dos núcleos habitacionales, dió al lugar características propias, conformando la actual idiosincracia de los habitantes, algunas de las cuales trataré de incluir en las siguientes entradas.


Fotograma de la película "El Extensionista"  de 1980. Desde la cortina de la presa, la torre y algunas instalaciones, al fondo, dentro del vaso, los puntos negros marcan el viejo curso del Río, son los cadáveres de centenarios Sabinos que estaban en sus márgenes.

Hay en el blog, más entradas relacionadas, si le interesa el tema puede dar clic en los siguientes enlaces. 


La presa de la Estancia o el hundimiento de la fe

Hombres lobo en San Juan del río...



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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

Hay un libro, de reciente edición, de un originario de la Estancia, J. Luz Chávez Araujo, que trata muchos aspectos de la localidad además de los históricos, todavía se puede conseguir  con la Señora María Jaramillo Vega, en domicilio conocido en  ese mismo lugar.  No tomé datos de él, porque ya tenía armada esa entrada, pero es por demás interesante por la gran cantidad de temas locales que aborda.  

Creo que hay muchos lectores del blog en la comunidad, una de las entradas relativas a él, está en las más vistas.





miércoles, 28 de octubre de 2015

El extraño retorno de la historia Sanjuanense.


Como se habrán dado cuenta quienes frecuentan este blog, es recurrente mi queja por la escasa bibliografía sobre la historia de San Juan del Río. He dado cuenta a través de varias entradas de lo difícil que es encontrar datos sobre los hechos de nuestro pasado. Ello se debe a que por alguna razón, casi no hubo escritores de historia en la ciudad en todos sus siglos de existencia. Por ello, además de las escasas obras formales, solo es posible basarse en fuentes indirectas para intentar reconstruir algunos hechos o etapas de la ciudad.

También he sostenido que a partir de la publicación de la obra de don Rafael Ayala en 1971, por la contundencia que tuvo el hecho de hacer aparecer casi de la nada, una historia completa sobre nuestra ciudad,  ya casi nadie intentó escribir al respecto.
Entre los objetivos de este blog, está dar a conocer los a veces aislados intentos de los igualmente esporádicos escritores que contaron de nuestro pasado, en futuras entradas intentaré reseñar todas las obras que al respecto se han publicado, como un reconocimiento, a lo mejor tardío, en algunos casos póstumo, a esos a veces desconocidos escritores que en unas cuantas líneas o en obras completas,  nos legaron la visión de su tiempo y sus hechos. Por lo pronto, como inicio, comparto a Ustedes un detalle que a lo mejor para la mayoría ha pasado desapercibido: hay un extraño resurgimiento de la  Historia Sanjuanense, extraño porque no se ha dado a partir de un proyecto común, extraño porque se ha dado casi exclusivamente a partir de esfuerzos particulares y aislados pero da pie a la siguiente entrada:

El extraño retorno de la historia Sanjuanense

Por mi afición a leer y coleccionar libros de historia de Querétaro, (no habiendo de San Juan) ya me había dado cuenta, sobre todo en las obras editadas por diversas dependencias gubernamentales, que los datos relativos a San Juan del Río iban en aumento, esto en razón de que cada vez son más los profesionales que hurgan en los diversos archivos de la capital, sobre todo el Histórico del estado, datos aislados, pero que poco a poco han ido conformando un nuevo corpus documental, valioso para aquellos que de manera si no profesional, si por lo menos constante, hacemos uso de ellos.

A partir de la presente década, aparecen nada menos que 6 libros exclusivos enteramente de la historia local, lo que constituye el máximo récord en todos los tiempos, nunca se han conjuntado tantos en tan poco espacio, cinco años, lo que nos da un promedio de más de uno por año, cantidad risible en otros lugares, en el caso nuestro, abundante.

Aclarando que estando todos en la biblioteca personal, personalmente los he leído y por tanto, me siento en condiciones de recomendar todos, aunque existe otro problema para quienes quieren adquirirlo: tampoco hay un lugar o dependencia apropiado para su venta, son ediciones particulares o muy escasas, sin embargo, para un caza libros como su servidor, con un poco de esfuerzo se pueden obtener.

Aquí un pequeño esbozo de las seis recientes obras de historia local, que dan inicio a un,  esperamos permanente, resurgimiento. Presento de todos sus datos técnicos, una breve reseña y lo que a mi juicio es lo más importante del contenido.

 Un espacio para la muerte, Arqueología funeraria en San Juan del Río, Querétaro.

Autor: Fernando González Zozaya, 2009.

Aunque fue editado en el 2009, este libro apareció en librerías por allá del 2011, por ser de carácter técnico, casi no tuvo difusión y por lo mismo es muy difícil de conseguir.
Se centra en diversos estudios arqueológicos realizados por el autor en el barrio y cerro de la Cruz, en la década pasada, concentrados en un volumen de 132 páginas, que incluye debates técnicos entre colegas.

Sin tomar en cuenta lo puramente técnico, el autor hace un acercamiento a las prácticas funerarias en el lugar, durante todas sus etapas. Por haber realizado muchas entrevistas con los habitantes, aparecen esporádicamente importantes datos de la historia reciente del lugar.
A mi entender, lo más valioso del libro es la reconstrucción que hace de las habitaciones comunes, debajo y al poniente del cerro de la Cruz, donde se dieron de manera secundaria algunos de los últimos entierros. Aunque no lo menciona, es probable que la edificación que él reconstruye virtualmente, se trate del puesto defensivo que en la localidad instalaron los aztecas en el siglo XVI, aprovechando los restos de habitaciones de otras épocas. Igual, opino, que ese pequeño sitio, fue el llamado Iztacchichimeca, de su nombre original no hay registros.


 El Rosario, Querétaro, un enclave Teotihuacano en el centro Norte.

Este libro forma parte de una serie sobre diversos temas de la historia del estado, llamada “Tiempo y Región” este es el volumen cuatro, cuyo contenido exclusivo, a diferencia de los otros, que son compilaciones, es únicamente dedicado al tema de la zona arqueológica del Rosario.  En 358 páginas los autores Juan Carlos Saint CharleS Zetina, Carlos Viramontes y Fiorella Fenoglio nos marcan todos los aspectos de la para muchos desconocida zona arqueológica del poniente del municipio, solo rivalizada por el Barrio de la Cruz y la hoy acuática de la Estancia.

Dado que esta serie era auspiciada por el Municipio de Querétaro, durante las ceremonias de presentación se regalaban al público y los restantes igualmente en las oficinas municipales, no hay posibilidad de adquirirla ya.

Aunque el sitio ya había sido estudiado desde 1958, y siempre hubo el conocimiento de que había restos arqueológicos monumentales,  poca importancia se le dio, hasta que una lluvia en 2009 dejó al descubierto un fragmento de pintura mural. Es entonces que se hicieron esfuerzos para que un par de años después se explorara el sitio, resultando ser un asentamiento teotihuacano, el único plenamente documentado fuera del valle de México, en el que hay pintura mural fuera de la metrópoli. El sitio fue publicitado mucho a nivel local y no tardó en ser rebautizado como “Teotihuajuan”. Recientemente se consolidaron los muros que contienen los murales y su nombre oficial es “el lugar de los cuchillos curvos”.

El libro es un compendio de todo lo relativo al sitio, sus etapas, su material, su lítica, sus murales, y los artefactos encontrados durante la exploración. Aunque es técnico, no se crea que es aburrido, ya que se complementa con fotografías, esquemas, reconstrucciones.
A nivel personal considero como importante todo el cúmulo de información que se da sobre el sitio gracias a que, a pesar de que no lo parecía, en el amontonamiento de piedras que incluso llegó a considerarse natural y conocido como “la cueva del diablo” se guardaron restos de todas sus etapas de construcción y las evidencias de sus habitantes.

Si logran conseguirlo, no dejen de leer  "el Muro de los Grafitos", para que vean que la práctica de pintarrajear paredes no es tan moderna como se cree.

Sitios Históricos y monumentos antiguos de San Juan del Río, un acercamiento a  los documentos del Archivo Histórico Municipal.
María del Mar Santana Calderón.


Técnicamente no es un libro, sino una recopilación de fichas de importantes documentos contenidos en el Archivo Histórico Municipal. Presentado en 2012.
Su formato pequeño lo hace muy manejable, en 108 páginas, la autora nos presenta la relación entre los monumentos históricos y algunos documentos relativos.

Aunque la esencia del libro son los documentos, la selección que de ellos se presenta, hace amena la lectura, con algunas observaciones. En algunos casos, el contenido nos corrige algunas creencias infundadas sobre nuestra historia, que de tan repetidas pensamos que fueron reales.
La autora, encargada del Archivo Histórico municipal, agrega al final algunas de las fantásticas fotografías antiguas que en tal acervo se conservan, algunas inéditas y el número de registro del INAH como monumento, de los edificios mencionados en el texto.

El libro todavía hace poco estaba a la venta en las oficinas del archivo, por un módico precio, podrán adquirirlo, y de pasada obtener la firma de la autora.


LA ACEQUIA DEL PUEBLO.

A pesar del kilométrico título que contiene la portada: San Juan del Río, Crónicas del Pueblo que perdimos, La acequia del Pueblo, serie arqueología de barrio, Vol. 1, el de arriba es el nombre legal con el que fue registrado.

Dado que es de mi autoría, no haré juicios sobre él, corresponde a los lectores hacerlos. Es una edición particular, producto de una investigación de más de 7 años, escrito como una meta personal. Solo comentaré que trata sobre la historia, recorrido y vestigios del canal de riego que desde el siglo XVI determinó la fisonomía de nuestra actual ciudad, incluyendo datos relacionados con ella durante más de cuatro siglos. Incluye además un apartado sobre datos novedosos de la fundación, los antiguos nombres y habitantes.

Si no lo has hecho, puedes leer una sinopsis del contenido dando clic en el siguiente enlace:
presentacion-de-un-libro-mio

El libro fue obsequiado en la presentación del mismo, a todos los asistentes, no fue editado para venta comercial, solo guardo algunos ejemplares para intercambio por otros libros relativos. Puede consultarse en el Archivo Histórico Municipal y la Biblioteca, en el edificio del Centro Histórico y cultural.

 La Estancia, San Juan del Río Querétaro, de la hacienda a la modernidad.


Sin ningún conocimiento o noticia, del autor ni de este libro, me lo encontré el presente año, en la biblioteca del Archivo Histórico Municipal. Es una edición particular, pero parece que el autor tiene familiares en dicha comunidad, con quien se puede adquirir. (investigaré y les informo)
De acuerdo a los datos de la solapa, el autor, J. Luz Chávez Araujo, originario de la comunidad de la Estancia, pero dedicado a actividades técnico agropecuarias, como docente e investigador en distintas partes de la república, en algún momento se decidió a publicar datos sobre su terruño que acumuló durante muchos años.

De tal manera, se nos presenta, en un fresco estilo, la descripción en todos los aspectos de este lugar, incluyendo desde la geografía, la historia, los usos y costumbres de un lugar, que en el paso de un siglo se transformó de una próspera hacienda, a la actual pujante comunidad, donde aún pervive el recuerdo del último patrón, Manuel J. Campos.

Por ser originario del lugar, fueron de fácil acceso a él, datos de los viejos habitantes, entretejiendo una ágil narración.

Por la importancia de una obra completa, dedicada a una de las comunidades más significativas en nuestra historia y en la actualidad, creo que el libro merece una presentación de manera pública en nuestra ciudad. La riqueza de los testimonios que presenta no es fácil de compilar, tomando en cuenta que abarcan más de un siglo. Ignoro si el autor la hizo en otro lugar. Solo es una sugerencia.

El Valle de San Juan del Río, Un palimpsesto arqueológico.

Para mayores datos sobre este libro  ver la anterior entrada, dando clic en el siguiente enlace.   el-palimpsesto-de-san-juan-del-rio
Con el extraño título, aparece un libro de arqueología, dedicado exclusivamente a nuestro municipio, bajo la coordinación de  Juan Carlos de Saint Charles Zetina.

Nos lleva, a través de distintos textos, primero a la conceptualización del espacio,  donde miles de años antes se dieron las correrías de los cazadores y recolectores nómadas, que después se establecerían de manera sedentaria aprovechando lo benigno del clima y la geografía del valle.

A diferencia de otros textos científicos, este por ser de divulgación, es de lectura ligera ya que los autores procuraron un lenguaje entendible para todos, conocedores o no del tema. Y va acompañado, por una gran cantidad de fotografías, descriptivas y de fondo, mapas, esquemas, tablas etc.

Así, de la mano o en este caso de la pluma de los colaboradores, vemos lugares y objetos que solo conocíamos de oídas, o en fotografías de mala calidad en periódicos, por tales características y la magnífica resolución gráfica, vemos hasta el mínimo detalle de los murales del Rosario, de las navajas de obsidiana, de las figurillas Chupícuaro y mucho más.

La intención, es darnos a conocer que en nuestro suelo subsisten, entremezclados, restos de  la actividad humana de muchas culturas, luego de la reseña de los primeros asentamientos, pequeños por naturaleza, nos llevan a las civilizaciones monumentales, como lo fueron el Cerro de la Cruz y el Rosario, a cuya caída, los centros ceremoniales se abandonan, sin que por ello decline la actividad humana en la zona, solo se fragmentó el poder, pero nunca dejó de existir, como nos muestran la cerámica y los petrograbados del epiclásico. Mención especial, merece un tema: los entierros ceremoniales en el cerro de la Cruz, cuando ya estaba abandonado como centro ceremonial, entierros de infantes, en un intento por sacralizar como suyo, un espacio que ya había sido sagrado por y para otros.

La temporalidad de los estudios llega hasta el post clásico tardío, con la igualmente tardía incursión azteca a lo que después sería nuestra ciudad, proseguida, apenas unas décadas después, por los españoles y sus auxiliares otomíes, que a través de su idioma y su cultura, formaron la última capa del monumental palimpesto, que es el valle circundante,  donde hoy nos asentamos y en el que, con un poco de cuidado podemos leer, a través de vestigios, lo que nos dejaron los cazadores recolectores, la cultura chupícuaro, los hombres de Cuicuilco, los Teotihuacanos, los Toltecas, Mexicas, otomíes, mestizos, y tantas y más capas, la última, la que estamos formando todos aquellos que vivimos, sufrimos y queremos a esta ciudad.

BONUS TRACK
Aunque no es de historia, también apareció en pasadas fechas, otro libro, que se incluye aquí porque refiere, a la obra de un artista, que aún en vida, ya es histórico, el pintor sanjuanense Restituto Rodríguez.
El libro, correctamente titulado Restituto Rodríguez, Surrealista, nos presenta, sobre todo en fotografías, una completa retrospectiva del internacional artista plástico.

Este libro todavía estaba a la venta hace poco en la capital del estado, por su volumen y ser gráficos de calidad, en colores y papel, este sí es caro, pero supongo que por lo mismo todavía se puede conseguir.

Concluyo, con la reflexión. ¿Se mantendrá este auge de publicaciones históricas? Ojalá sí.
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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

Como idea para las nuevas autoridades culturales del municipio, ojalá se pueda hacer, en las mismas condiciones, una retrospectiva, de otro de los grandes pintores locales: Armando Otero, sobre todo referente a sus pinturas de lugares históricos, tal como los recuerda del pasado. Más ideas: que sean fotografías comparativas, por un lado la pintura y por otro la imagen actual.
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Dado que hace meses no me he presentado en las oficinas del Centro Histórico, desconozco si la Lic. Marimar continua al frente del Archivo, prometo este viernes que mi trabajo me da una tregua, asistir al lugar y comentar si los servicios que ofrecía y que he hecho públicos en este espacio continúan. El fin de semana daré noticias frescas, así cómo del libro de la Estancia.
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Supongo que habrán notado que en la última semana se ha mencionado muchas veces en todos los medios impresos, radiales y televisivos, tanto a nivel local como nacional el nombre de San Juan del Río. ¿Qué lo irán a hacer Pueblo Mágico?

Ora sí que resulta que de tanta mención se hizo realidad por unos días aquello de.
San Juan del río,
Capital del Mundo,
Ombligo del universo….

martes, 1 de abril de 2014

San Juan del Río, imágenes antiguas de las iglesias


IMÁGENES ANTIGUAS DE LAS IGLESIAS DE SAN JUAN DEL RIO

En anteriores entradas se hizo la cronología de las iglesias del centro de nuestra ciudad,  habiendo prometido algunas imágenes, hoy se las presento, con algunas precisiones al respecto.

Todas las imágenes, excepto la final, fueron extraídas de mapas antiguos del Archivo General de la Nación, en razón de lo cual no les puse marca de agua  como hago con las fotografías, imágenes planos y esquemas  tomadas o realizadas por un servidor o por otra persona para este blog.

 Repito la cronografía probable de la iglesia:

a)    Cerca de 1550 primera capilla, con ramas, y posteriormente de material.

b)    Cerca de 1570  primera capilla de Cal y canto.

c)     Cerca de 1600 Primera iglesia monumental ( actual de San Juan Bautista)

d)    Entre 1689  y 1730 construcción de la Parroquia de Guadalupe  y Reconstrucción de San Juan Bautista.
Figura 1.  Plano de la frontera chichimeca Fotografía en  Ayala, 1981.
La primera corresponde al plano  llamado por Ayala “Frontera Chichimeca” según él corresponde al año 1562, aunque en realidad es una petición de ampliación de tierras por Don Gaspar de Morán (por investigaciones hechas por un servidor, creo que en realidad el plano es aproximadamente de 1616, Ayala no dice su ubicación, pero en el año que menciono sí  está localizada la petición de tierras por Morán en el AGN)

Se observa una iglesia, ya de material, parece ser la de San Juan Bautista vista desde el Poniente (y así lo dice el mapa)  con un campanario a la derecha y una torre inconclusa a la izquierda.   (1) (para la historia de la torre inconclusa, hasta hoy en día,  ver entradas anteriores)

Figura 2. Plano del valle.    Fotografía en  Velasco Mireles, 1993.
La segunda iglesia aparece en Velasco, 1993 (85) en una fotografía, lo fechan en 1584, sin descripción ni procedencia.  (2)

Parece ser la misma toma de la iglesia, vista desde el poniente, una torre o campanario  y al extremo otra torre inconclusa.
Figura 3. Pintura del herido de molino. Fotografía en Jiménez Gómez, 1993 y 2003.
La tercer imagen  proviene de un plano que comprende la zona entre la actual comunidad de la  Estancia y tierras pedidas para un herido de molino (canal para desviar agua del río como fuerza motriz de un molino) siendo el  solicitante Alonso Pérez de Bocanegra.   

Al oriente está una iglesia, muy esquemática que no parece ser referente concreto sino únicamente un símbolo para indicar la ubicación de la población, misma que se  identifica como San  J° del río, de la que parte el  “camino real que ba a Querétaro”. Se publicó en Jiménez Gómez, 1996 y 2003. (3)  

Figura 4.  Pintura de la merced solicitada por Alonso Pérez de Bocanegra. Fotografía en Jiménez Gómez,  2003.
Casi imposible de distinguir de un códice es otro mapa de la zona de la Estancia. Está en una solicitud de verificación de tierras, no tiene puntos cardinales pero en un extremo aparece una iglesia, más bien un fuerte con el texto San Ju°  (Juan)  indudablemente es la Iglesia de San Juan Bautista, con un campanario, (se alcanza a distinguir incluso la cuerda que mueve la campana) al centro la puerta y al extremo, otra vez una torre inconclusa.

Se publicó en Jiménez.(4) Firmado por Al° (Alonso) de Contreras.

En el más famoso y emblemático de los mapa-plano-croquis- códice,  local se encuentra otra imagen de iglesia, aquí  la construcción, aunque parece realista,

Fotografia personal de la ampliación artística del mapa en el Centro Histórico y Cultural de nuestra ciudad

por manos o técnicas indígenas, que dibujan acomodando un glifo calli  para identificarlo como una construcción y le hizo una sola torre, que debe ser el campanario, incluye el cordel para tocar la campana. Es el plano llamado "San Juan el Río, pueblo fortificado" . Actualmente, en el  museo del Centro Histórico de nuestra  ciudad hay una artística ampliación de él, fechado en 1592, firmado por Fernando de Mojica, certificando que “ba cierta y berdadera esta pintura”. La iglesia está al centro del pueblo. (5)

El mapa fue elaborado como parte de la solicitud para el establecimiento de una venta (especie de hotel de aquellos tiempos) en 1590.

Aparece también en Basaldúa (6) con varios errores; lo nombran plano de san Juan en forma de herradura aunque no hay tal, esa figura es la que forma el río a la entrada del pueblo, pero solo es una parte. La copia presentada es la de Ayala quitando algunos elementos y firma, aunque dan como fuente a la Presidencia Municipal.



Finalmente, presento una panorámica del pueblo, elaborada por Francisco de Ajofrín,  este personaje, fraile, dibujaba “de oído” es decir al ir pasando por el lugar  tomaba apuntes de los edificios y luego los unía, como resultado, podrán fijarse que  se notan todos los elementos enumerados pero en una ubicación extraña. Es importante notar que aquí lo dibujado ya son los dos templos, el de naturales (San Juan Bautista) y la Parroquia.


 
Transcribo algo de lo que vio y publicó:

”Este lugar  está de irregular construcción, hay una calle muy larga” (la actual ave. Juárez) con otras pocas que la atraviesan: en la primera a la vuelta, tiene una buena parroquia… “

“Se compondrá la población de cuatrocientas casas bajas y la mayor parte mal construidas,  pero todas ellas con huertas en las que se coge muy buena fruta y uvas excelentes, aunque no fabrican vino.”

“Se hace un competente comercio  por la bella situación que tiene, ser la garganta de toda tierra adentro y las muchas poblaciones y haciendas de que está cercado. El terreno es generalmente fertilísimo y propio de todas frutas, granos y semillas de las tierras frías y calientes; que unos y otros crecen aquí y producen con feracidad asombrosa, hay abundancia de aguas y  le baña un río que le da el nombre, vadeable en tiempo de secas y adornado de un puente sólido con cinco arcos de regular construcción. En una palabra el lugar sería un vergel si hubiera más policía, menos avaricia y algún amor a la agricultura.”   
(les debo la historia del viaje y la descripción del dibujo.)

1) Ayala, 1981, op. cit. Lámina s/n. Existe un documento en AGN. Instituciones Coloniales.  Indiferente Virreinal. Caja 6528, Mercedes 6528–006; Petición de 4 caballerías de tierra por Gaspar de Morán. Sin fecha, puede ser la atribuida o bien de la estancia que ya tenía. Otra referencia encontrada es de una estancia para ganado y cuatro caballerías de tierra otorgadas a Gaspar Morán en lo que se supone hoy es Villa Progreso, Ezequiel Montes, pero entre 1616 y 1617. Aunque no aclara fuente, las autoridades y otros detalles administrativos que menciona el documento están históricamente ubicados en la fecha del expediente. Por tanto, no sé si haya error en Ayala, sean dos personas con nombre igual o dos sitios diferentes, el mapa no permite dilucidarlo actualmente. Ver  Omar Arteaga Paz, San Miguel Tetillas a través de los años, Querétaro, Municipio de Ezequiel Montes, 2003. pp. 42 a 49.

2) Velasco Mireles, 1993, op. cit. Hoja de ilustraciones s/n. Parece ser el localizado en AGN, Instituciones Coloniales. Colecciones. Mapas, Planos e Ilustraciones. Hacienda Estancia Grande, firmado por Cristóbal de Garibay, “Situado al noreste del pueblo de San Juan del Río”  1719, fecha del archivo del que procede la transcripción, no del texto original.
3) Jiménez Gómez, 2003, op. cit.  en portada y Jiménez Gómez 1996 op. cit. p. 278 e ilustración 8, s/p. Original en el Archivo General de la Nación, 1584, Mercedes, volumen 12 fojas 110 vuelta y 111 frente. En Velasco Mireles, 1993, op. Cit.  Hoja de ilustraciones s/n se presenta este mapa pero lo fechan en 1715.

4) Jiménez, 1996 op. Cit. Ilustración en portada, texto  p. 276.  Esta la pintura se ordenó en nov. de 1584 para verificar las tierras pedidas. Original en AGN, 1584, Tierras, Vol. 2712.  Exp. 12.
5) Ayala, 1981, op. Cit. pp. 48 y 49 y lámina  s/n. Quien pide la venta es  Pedro de Quezada, el nieto de la Malinche.

6) Manuel Basaldúa Hernández et. al. San Juan Del Río, Pasado y presente de la industria y sus actores, México, UAQ,  2001. Mapa 2 en p. 22.  Contiene infinidad de errores en detalles que  cualquier sanjuanense puede  notar, aunque no influyen en el propósito del libro.