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jueves, 10 de mayo de 2018

El pozo de Guadalupe


El pozo de Guadalupe

Fotografía tomada de Internet, extracto. El aspecto del pozo en 1944.
Casi llegando al río, junto a una vieja casona que antes fue molino de granos,  está la fuente de aguadores o pozo de Guadalupe. Su pequeño espacio, entremetido en las fachadas, es quizá lo que le ha permitido sobrevivir ya casi 150 años como casi el último testigo de la infraestructura creada por los habitantes de San Juan del Río para proveerse del agua necesaria para la vida, en este caso para el consumo doméstico.
Fotografía tomada de Google Earth,2018 el pozo en la actualidad
Se encuentra ubicado delante de la cuchilla que forman las calles de Galeana y Allende.

La fotografía más antigua que se le conoce es de la década de 1940. Casi en ese estado lo conocí treinta años después. Para entonces, aunque seguía teniendo agua en el fondo, era muy sucia, razón por la que ya no era sacada. Me dicen familiares a ellos sí les tocó en ocasiones de necesidad, años antes, acudir a él por agua.  
Fotografía tomada de Internet. El aspecto del pozo en 1944, al fondo, la calle Allende.
Conservaba  todavía la viga de madera al centro, que era utilizada para sobre ella colgar con una cuerda, el recipiente a llenar, en mi época cubetas y botes, antes ollas y cántaros.

Tenía en la parte inferior un pretil bajo de cantera muy desgastado, sobre todo al centro porque ahí apoyaban los pies los aguadores, haciendo palanca para, a través de la viga jalar la cuerda de la que colgaba el recipiente una vez lleno, por lo que había que poner algo de fuerza. Su profundidad desde el nivel de la calle hasta el fondo era de más de tres metros.

Toda la construcción es de cantera unida con lodo, en el interior estaba recubierto, seguramente con estuco y al frente y laterales, tenía adornos del mismo material. Ya lo conocí muy despintado, pero tenía restos de pintura azul, blanca y salmón. En su parte superior ya había perdido la cruz de cantera que había estado sobre la peana esférica. Tiene además un nicho que contuvo una imagen de la virgen de Guadalupe, robada muchos años antes, tantos que nadie recordaba desde entonces si era de bulto, un cuadro o estaba pintada en la cantera. A lo largo del cintillo superior, tenía una inscripción en negro sobre fondo azul que decía: POZO DE MARÍA STMA. DE GUADALUPE AÑO DE 1885

Imagen INAH, plano y medidas del Pozo.
Plano de Ignacio Pérez, C.1885. Zona del pozo, con algunos elementos mencionados en el texto:

1.- POZO ACTUAL
2.- POZO DE SAN FRANCISCO
3.- POZO DE LOS CAMPANEROS
4.- POZO DE DON LUCIO
5.- LA ACEQUIA DEL PUEBLO
6 .- RÍO SAN JUAN
7.- CALLEJÓN DEL TOMPIATE
8.-  LAS PEÑITAS.
9.- HUERTA DEL MOLINO

Se eligió este mapa por su mejor definición.
Desde que recuerdo siempre tuvo borrosos los dos últimos dígitos, pero se notaban que eran números con curvas, por lo que siempre supuse que decía 1869. Coincidencia o destino, estaba equivocado,no era 69, en la fotografía antigua se observa que dice 1885, pero resulta el otro año sí tiene relación con el pozo, como se verá adelante.
Imagen de Google Eatrh 2018, la misma zona en la actualidad, los puntos rojos señalan, el pozo nuevo, el pozo antiguo y la cárcel municipal. el área verde en la parte inferior es el río.

La primera restauración al parecer fue en 1885, que es cuando corresponde el letrero, no hay datos si la construcción original lo tenía. Actualmente, se le puede ver en el mismo sitio, restaurada o remozada varias veces, en cada una ha ido perdiendo algo de su originalidad.

En la década de los ochentas, mucho después de dejar de ser funcional, además de agua comenzó a acumular basura. Aunque no recuerdo que haya resultado algún ahogado, el municipio, siempre previsor, decidió no dar paso al refrán, colocando una reja metálica  al frente. Una restauración posterior repuso partes perdidas del adorno de estuco, quitó la viga y colocó un pretil más alto.
Imagen INAH, 1986, el pozo adosado al Molino.
Estando en el completo abandono, solo visitado entonces por el tranvía turístico, en 2010 se volvió a remozar y se modificó en algo su forma, se quitó la reja y rellenó el foso, dejándolo apenas unos centímetros de profundidad.
Imagen INAH, 1999.

Actualmente, tiene un aspecto como nuevo, aunque luce colores que nada tienen que ver con los originales, no tiene la cruz, pero se le pintó una imagen de la Guadalupana en el nicho vacío, y en distinto tipo de letra se repuso el antiguo letrero, aunque con un pequeño error: el año, hace tiempo que no voy pero creo que dice 1805.

Fotografía personal, del año 2007, antes de la última restauración. Esta fotografía fue publicada por los vecinos, fechada en la década de los 90s, pero es del año que señalo, yo la tomé.
Consigno a ustedes los datos que he podido encontrar de este monumento, que nadie ha escrito, a lo mejor son pocos, pero como siempre consigno en estos trabajos, hay que darlos a conocer, para que no se pierdan.

SITUACIÓN:

El pozo está junto al cruce de las calles de Allende y Galeana, tan en el cruce, que algunos dicen que está en la calle de Allende y otros que en Galeana, junto a la casona antes llamada “El Molino” y frente al predio de lo que en la década de 1970 fue el Rastro Municipal, hoy cárcel chica y Control Animal.

El nivel actual de las calles mencionadas en ese punto es artificial, fueron antes arroyos primitivos que descendían hasta llegar al río, que se encuentra apenas a unos 50 metros de ahí, continuando la calle, y apenas a unos 20 en línea recta.

Adquirió la vía algunos metros sobre el nivel original a partir de las obras de contención del río, que se hicieron desde el siglo XVIII y culminaron a principios del XX y que consistieron en esta zona, en un dique de piedra para aliviar las embestidas de las crecidas del río. Este dique tuvo una altura de unos cinco metros sobre el nivel del río y su parte superior fue el camino conocido como Ribera del río, que es la actual continuación de las calles de Allende y Galeana, una vez unidas tras pasar frente al pozo.

La elevación de la calle respecto del río, provocó que desapareciera la zona de lavaderos en su orilla y se clausurara un camino, llamado “Callejón del Tompiate”, que iniciaba donde ahora es la cárcel chica y llevaba hasta el Pasoancho. Aunque eran simples piedras, se conocía el lugar como los “lavaderos públicos”, muy usados por su cercanía al centro de la población, posteriormente los lavaderos se trasladaron a la orilla contraria del río, aunque para llegar había que caminar sobre el dique, pasar por el puente Cano y luego cruzar el río. Todavía en la década de 1970, cuando escaseaba el líquido por fallas en la red, me tocó asistir ahí alguna vez a lavar ropa y tenderla sobre las matas de jara.

EL AGUA

Nunca he podido determinar de dónde provenía el agua que alimentaba el pozo, aunque tengo indicios: lo más fácil sería decir que es de  filtraciones del río, pero también es probable que fueran aguas provenientes de la parte alta de las Peñitas y que se filtraban por el subsuelo a la parte baja. Cabe recordar que esa zona de la ciudad  y el centro histórico están sobre un banco de cantera y/o tepetate, cuyo grosor es variable y bajo él corría un manto freático que permitió en muchos lugares, la construcción de pozos, a veces a unos centímetros de la superficie, con agua que se había hecho medio potable tras la filtración a través de la roca. El banco de cantera y tepetate está en la meseta del pueblo, unos metros encima de la zona del pozo y pudo descender ahí el agua filtrada. 

Dibujo personal, orografía del  centro de San Juan del Río, el punto rojo señala la zona del pozo, debajo del nivel de la meseta.

También cabe la posibilidad que, siendo la zona baja de esas peñitas, el actual Boulevard Hidalgo y sus laterales, una zona completamente agrícola de riego, también filtrara desde ahí esa agua.

Otra opción es que por ser las calles mencionadas antiguos arroyos, que poco a poco se fueron nivelando, conservaran debajo una pequeña corriente que manaba en la zona más baja posible, que es donde se cruzaban, antes de llegar al río.

Aunque más remoto pudo ser  que como por ambas calles, exactamente a la misma distancia, unos 200 metros rumbo al centro cruza la antigua acequia del pueblo, sus derrames, absorbidos por la tierra, brotaran en la zona del pozo, por ser la más baja.

También encontré como posibilidad el que, estando a un lado del pozo el Molino y este era movido por el agua de la acequia tomada de otro rumbo diferente lo restante después de mover la rueda de moler de algún modo llegara al pozo. Esta teoría la he desechado ya que el molino es posterior a la construcción del pozo y porque de llegar el agua directamente, no se filtraría y dejaría de ser potable. Las otras posibilidades pueden ser válidas.
Hago mención que el manto freático superficial ya no existe, se agotó. El agua que tomamos actualmente es de uno más profundo y extenso.

DATO CURIOSO

Solo como comentario, otra vez, a distancias equidistantes del pozo de Guadalupe, (unos 60 metros) existieron en las dos calles, al menos tres pozos de agua potable. En Galeana, casi esquina con San Luis Montañez, estaba el pozo de San Francisco, ya seco y clausurado a mediados del siglo XX, no lo conocí, solo el espacio donde estuvo, cubierto con cemento.
Por otra parte en Allende, en la misma acera del Pozo de Guadalupe, pero cerca de llegar al B. Hidalgo, hasta la década de 1970, en el patio de una casa, casi al nivel del suelo, brotaba agua de una especie de manantial, era muy pequeño, apenas un metro cuadrado, cuando  “se iba el agua” de la red, los vecinos y gente de otras partes de la ciudad  nos apostábamos con nuestra cubeta a las afueras de esta casa. Los dueños, localmente conocidos como “los Campaneros” la proporcionaban sin costo. Al menos un par de veces me tocó formarme ahí. Supongo que también este manantial ya se secó. En la acera de enfrente, hubo otro pozo, este sí profundo y con brocal redondo, su propietario era don Lucio, estaba al fondo de su casa, colindante con el antiguo corral del Portal de Reyes, cerca y debajo de la acequia, este no lo conocí, pero me dicen que el dueño también proporcionaba agua a los vecinos en caso de necesidad.


LA HISTORIA

Hace años, incidentalmente encontré  la mención en un archivo privado, que en el año 1822 se buscaba poner en funcionamiento otra vez el pozo de “PONDOTEXE” labor que llevó unos algunos meses, sin información si lo lograron, ni en dónde ubicaba, solo me quedó el dato.

Posteriormente, encontré constantes menciones del mismo pozo, en décadas posteriores de ese siglo, lo extraño es que siempre hablaban de una rehabiitación del mismo.  Sin más elementos, siempre tuve la duda si una rehabilitación de pozo podía durar tanto, aunque en una de ellas se le menciona como un “venero”, es decir un manantial.

EL NOMBRE

Ayudado por una gramática otomí muy completa, pude dilucidad en algo el significado de la palabra PONDOTEXE. Sabía que era otomí porque la terminación dehé, o sus similares significan agua.  y para 1822, todavía la mayoría de los habitantes del pueblo eran de la raza y hablantes del otomí y muchos de los lugares tenían nombre en ese idioma, y aunque el centro de la población cada vez era más ocupado por mestizos, se conservaron algunos hasta muy entrado el siglo XIX.

El otomí no tuvo escritura, solo era una lengua oral, los no hablantes, cuando tenían necesidad de plasmarlo en nuestro alfabeto, lo hacían como lo escuchaban, es decir, tratando de aproximar las grafías al sonido, lo que daba muchas variantes. (no todos lo escuchaban igual)
Así, la palabra PONDOTEXÉ de1822 , para 1870, el último año que he encontrado que se menciona, ya era PONGOTEGE.

Creo que nunca sabremos el sonido exacto de la palabra, pero la terminación TEJE,  DEHE, TEXE o DEJE significa  agua, la otra, POHO o POGO, quiere decir MANAR, es decir, su significado compuesto sería: agua que mana, o simplemente: Manantial. Persistiría la duda sí el sonido original se aproximaba también a PONT Í  que quiere decir cruce, en cuyo caso el nombre sería: agua del crucero o manantial del crucero.

Por otro lado, revisando el mapa de 1865 de Guadalupe Perusquía, resulta que  exactamente en el cruce de las actuales calles de Galeana (antigua calle del Dulce nombre de María) y Allende, (antiguamente calle de los aguadores) consigna un “poso” en mitad de la calle.  No es difícil imaginar que en algún momento se le movió al costado oriente.

Plano de Guadalupe Perrusquía, 1865, el punto rojo, señala la ubicación actual del pozo. En plena calle, el antiguo, junto al río, antes de ser modificado por el dique,  el callejón del Tompiate, señalado por las líneas intermitentes.
El mismo autor del plano, don Guadalupe Perusquía, en el año de 1869 (según la Sombra de Arteaga)  formó parte de la comisión municipal para buscar el mejor modo de suministrar agua potable a la población, parece que lo hallaron y en abril de 1869 el presidente de la comisión, entre otras obras informa que “se construyó un Pozo nuevo, embutido en la pared, en la calle del Dulce N. de María, para abastecer al vecindario de agua potable.”

Esto confirmaba la construcción de un pozo metido en la pared en la actual calle Galeana, pero podía ser el de Guadalupe o el de San Francisco.

EUREKA

Apenas hace un par de meses, pude conjuntar toda la información:

Resulta que hay una descripción de un terreno propiedad de Manuel Olvera, en 1870 descrito "con el río por detrás y fachada en la calle del pozo de Pongoteje, que estaba frente al de Guadalupe".

Así, quedaba todo conjuntado:

-Existía desde tiempos remotos un pozo público de agua potable llamado pondotexé, ubicado en medio de la calle, en el cruce de las actuales Allende y Galeana.

La palabra significa manantial o agua en el cruce. Coincidiendo con él.

-Siendo la calle Allende un antiguo arroyo, desde todos los tiempos y aún en la actualidad, en tiempo de lluvias desfogaba el agua de las partes altas hasta el río.

-Las avenidas de agua se acompañaban de tierra, arena, piedras y basura, de manera que el pozo era constantemente obstruido y tras cualquier lluvia considerable era necesario rehabilitarlo, de ahí las constantes menciones a esa labor.

Aprovechando la existencia de ese pozo, pero para evitar los inconvenientes de su ubicación a media calle, se movió  a una orilla, construyendo un pretil que evitara que las corrientes pluviales lo anegaran.

El viejo pozo continuó al menos hasta el siguiente año, seguramente tras la siguiente bajada de agua ya no se limpió y quedó en el olvido, supongo que sigue ahí, hoy bajo el asfalto.
Alguna vez, ya seco, entramos al pozo de Guadalupe, el piso entonces estaba cubierto por tierra, por lo que no pudimos saber su profundidad real, pero puedo consignar que en el lado que da a la calle, el aplanado no llegaba hasta abajo, se alcanzaban a ver que las piedras inferiores solo estaban encimadas, es decir que el agua del centro de la calle llegaba ahí por filtración, no se veía algún conducto o túnel que la trajera directa, a menos que estuviera más bajo.

Siendo don Guadalupe Perusquía un médico con inclinación artística, muchas veces funcionario municipal o integrante de comisiones, no es difícil imaginar que de él es el diseño del pozo, incluso que influyó en el nombre.



La calle de Allende, se dice que se llamó "de los Aguadores", porque por ahí transitaban los que recogían el agua del pozo de Guadalupe, es un dato incompleto, el nombre de la calle es muy anterior, seguramente desde que el agua se traía desde el Pondoteje o directamente del río. también la Calle Galeana en algún momento se llamó de los aguadores.

Con la construcción  a fines del siglo XIX del acueducto que llevaba directamente agua potable al centro, el pozo cayó en el abandono, seguramente en 1885 fue el último intento de mantenerlo, de ahí el letrero, aunque como el agua del acueducto era de paga, las clases bajas siguieron ocupándolo por ser gratis y aunque muchas casas tenían norias o pozos, se consideraba que la del río era más limpia, por eso los aguadores  siguieron transportándola hasta  bien entrado el siglo XX. La introducción de la red de agua potable, a partir de 1920 y la entubación moderna en 1950 dieron el tiro de gracia al pozo, ya solo ocupado para emergencias. No recuerdo exactamente pero creo que la última vez que le vi agua sería por 1975.
Imagen del INAH, la planta de la casona del molino, debajo, la del pozo.

Dice don Guadalupe  Velázquez que el terreno donde se erigió el pozo fue donado a la comunidad para utilidad pública por los señores Guillermo Guerrero y su esposa  Josefina Velarde. Aunque no da fechas, la familia Guerrero fue dueña de una de las emblemáticas huertas sanjuanenses, el Molino, llamada así por tener su entrada en el edificio así llamado, junto al pozo.
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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
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Historias, crónicas o relatos como este, son resultado del trabajo personal del redactor, conjuntando recuerdos y datos documentales, para un trabajo original que solo podrá encontrarse en este blog. Espero les resulte importante la recopilación, entre el documento y el recuerdo.
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Sigo insistiendo en que casi no se hacen comentarios, igual insisto en que no creo ser tan contundente, contesto todo lo que llega, críticas, rectificaciones o adiciones a los textos, todo es bienvenido. __________________________________________________________
Me cuentan que hace poco anduvo merodeando un grupo de visitantes por el Pozo de Guadalupe, creo que hubiera sido útil la presente entrada, perdón, desafortunadamente no pude conjuntarla antes por cuestiones laborales. Para la próxima les prometo alguna.
Imagen de la Dirección de Cultura
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Imagen de la Dirección de Cultura
Increíblemente, hasta hace una semana, todavía quedaban en la oficina de Turismo, o recepción del Portal del diezmo, ejemplares del recientemente publicado libro “Crónica de  San Juan del Río Querétaro”, lo increíble es que eran de cortesía, sin costo y solo mil. Más increíble, porque, aunque no es en gran formato ni de lujo, considerando las notables diferencias de estilo entre quienes intervinieron en él, a mi juicio es un libro emblemático, porque por primera vez se tratan contenidos novedosos (y hasta insospechados) referidos a la abundante historia local, no la simple repetición de lo ya escrito. El impreso, por su contenido, da pie para que surja nueva narrativa de nuestro pasado, sea historia antigua, con nuevos puntos de vista y descubrimientos o reciente, lo que no se ha escrito las últimas décadas. Si ya lo leyeron, me darán a razón. Ignoro si todavía quedan ejemplares pero si se pueden, dense una vuelta, en horario de oficina, no se pierdan la oportunidad de tener esta emblemática obra. Repito, es gratis (o era). incluye contenidos de este blog.
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Por fin, tras un par de años de incertidumbre,  sale a la luz el libro de mi maestro y amigo José Manuel Velázquez, presentado en el emblemático día  del maestro, 15 de mayo a las 19:00 horas en el foro del Portal del Diezmo. Abordando un tema novedoso, producto de un arduo trabajo de investigación en el Archivo Histórico Municipal, del que ya nos había dado un adelanto en una conferencia.

Imagen de la Dirección de Cultura

No falten, ahí nos vemos, prometo firmar libros de la Cónica, para que los lleven.
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De igual manera, ya está a la venta el segundo tomo del libro “En mi viejo San Juan”  de mi amigo de la infancia Fernando Roque, esta vez, como el público lo pidió con abundantes gráficos. Solo 50 pesitos, en la librería de Elio, en la plaza los Faroles. 
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Ya voy a completar 80, 000 visitas, espero poder festejarlo con alguna imagen de esas que hace mucho tiempo no se conocen.

domingo, 16 de octubre de 2016

¡Viva San Juan del Río!

¡Viva San Juan del Río!
Río San Juan, al sur de la Ciudad.
El asunto era pleito casado desde muchos años antes, así que no fue extraño para nadie un roce más.

Casi desde su creación, San Juan del Río gozó de derecho al agua del cercano río, lo que le permitió canalizarla para el riego de las parcelas que en una primera época componían el fundo del originalmente pueblo de indios.

Con la recomposición que se dio en el siglo XVII, algunas secciones se destinaron como área urbanizada para esos mismos habitantes y además, mestizos y españoles que de una u otra manera se hicieron de predios.  A partir de entonces, el área agrícola propiamente dicha se relegó al cinturón circundante del pequeño pueblo y los aún amplios espacios del centro se constituyeron como huertos domésticos, aunque ya delimitados dentro del área de las viviendas particulares.

Fueron, hasta el siglo pasado, legendarios los espacios dedicados exclusivamente como huertas, además de las más pequeñas que tenían la mayoría de las casas desde el siglo XVII. Aunque al fraccionarse los predios originales se perdieron algunas, muchas se conservaron hasta hace poco.

Para su sostenimiento, huertas y sembradíos dependían del agua de lluvia, que un régimen pluvial más estable que el actual les subsanaba. Ya fuera por lluvia directa o canalizada  en los varios sistemas hidráulicos que aprovechando el cauce de los antiguos arroyos tuvo el pueblo, Este sistema era efectivo, pero esporádico, solo funcionaba después de las lluvias, por lo que no era confiable.

Aclarando de antemano que el río San Juan nunca tuvo una corriente permanente respetable, como dicen algunos nostálgicos, sí era impresionante su caudal en época de lluvias y conforme esta pasaba, se conservaba un paso mínimo.

Para evitar que las avenidas de agua se perdieran, desde el siglo XVI  se canalizó parte de su corriente por medio de una acequia, que atravesaba todo el pueblo, y permitía que los sembradíos de las afueras y las huertas del centro subsistieran.

Aunque al llegar al pueblo, el río es uno solo, en realidad, está compuesto de varios afluentes  que desde su nacimiento, en la presa de Huapango, en el estado de México, va recogiendo en un poco más de  40 km.

Dicha presa, data de finales del siglo XVI, cuando los indígenas de Jilotepec, con apoyo del encomendero Pedro de Quezada, aprovechan un área pantanosa alrededor de unos ojos de agua,(manantiales) que la formaban, desbrozan el terreno convirtiéndola en un área susceptible de almacenar gran cantidad de líquido.

Imagen de Google Earth 2016. Hacienda de Arroyo Zarco, estado de México.
El represamiento dio a los habitantes de San Juan del Río, el derecho de disponer del caudal aunque una parte se destinó específicamente en favor del encomendero para sus propiedades. (Aunque Ayala deja entrever que la porción otorgada a Quezada se destinaba a sus propiedades alrededor del pueblo, parece que en realidad, la destinaba a labores en  la Hacienda de Arroyo Zarco, en el estado de México, punto intermedio entre el nacimiento y San Juan del Río, donde seguramente a través de una represa tomaba su parte y dejaba correr la restante)

Una vez concluida la presa, el hecho de estar confinado el líquido permitió regularizar el riego y disponer de él líquido en periodos convenientes, aún en tiempos de sequía, se tenía al menos de la indispensable.

El hecho de que durante muchos años no hubiera asentamientos de importancia en el trayecto del río, hizo que la situación de disfrute casi total del agua almacenada en la presa de Huapango, que llegó a tener más de 28 km de largo y 4 de ancho, además de la que se le iba agregando por sus tributarios en el recorrido, hizo pensar que  la situación sería así por siempre.
Los tiempos cambian, los propietarios también, la costumbre más. A finales del siglo XVIII, La hacienda de Arroyo Zarco, comienza a disponer de manera total del caudal, para uso propio e incluso la distribuye por cuenta propia a algunas haciendas y nuevos asentamiento afectando con ello al pueblo de San Juan del Río, que a partir de entonces jamás dispuso ya de la totalidad del líquido.

Existe gran cantidad de documentos relativos a los pleitos que emprendió San Juan por recuperar ese derecho, contra las Hacienda de Arroyo Zarco, Cazadero, la Llave, etc, durante más de un siglo, solo hacer constar que el estira y afloja, a veces favorecía a San Juan, a veces a los otros, pero poco a poco se tuvo que ceder e ir otorgando a los nuevos asentamientos parte del vital líquido, de tal manera que desde inicios del siglo XIX, lo que llegó a San Juan cada vez fue menos. La  situación no derivó en una catástrofe para el pueblo, porque a pesar de todo, había, delante de la hacienda, más afluentes del río, el más importante, el San Ildefonso que permitieron, en condiciones más precarias que sobreviviera la agricultura y las huertas de San Juan del Río. Parece que con lo que nunca estuvieron de acuerdo habitantes y autoridades, fue en tener que ir a Arroyo Zarco, a solicitar a los diferentes dueños, que abrieran las compuertas y dejaran correr el líquido a San Juan.

Como dije, los dimes y diretes fueron constantes, y cada vez se llegaba a acuerdos que casi nunca se cumplían por la otra parte o bien los de San Juan nunca estaban satisfechos por lo que les tocaba en las negociaciones. Hoy solo narraré uno de ellos, que tuvo repercusión a nivel nacional y requirió la intervención del mismísimo Maximiliano de Habsburgo para dirimir la cuestión.

Luego de salir de su nacimiento en la Presa de Huapango, cerca de Jilotepec, el río cruza los terrenos frente a la Hacienda de Arroyo Zarco. Adelante existía un punto cercano al Camino Real, llamado La Soledad, donde se ubicaba un puesto de remuda de para las diligencias que lo transitaban. Originalmente solo era una casucha en medio de la nada, donde se cambiaban caballos y se daba alimento a los viajeros, más adelante, el río entra a terrenos sanjuanenses, por San Sebastián de las Barrancas.

Fotografía de 1918,crédito a quien corresponda, El salto o Cascada de Taxtó y la poza .
Resulta, que a principios del siglo XIX, alrededor de la Soledad, comenzó a establecerse un poblado. Entre sus habitantes predominaba el apellido Polo, por lo que se decidió llamarlo Polotitlán. El lugar creció de manera rápida y requirió de un abastecimiento de agua. Por un acuerdo decidieron tomarla del río San Juan, que no pasa cerca de la población mencionada, pero sí en terrenos que le pertenecían, específicamente en San Nicolás de los Cerritos, en donde se forma un pequeño Salto de unos 5 metros de altura llamadó Taxtó, y tras él, un depósito natural  o poza, donde se había hecho una represa que desviaba, a través de un acueducto de piedra, el agua necesaria para Polotitlán.

Dibujo de 1864, la presa destruida por los sanjuanenses. La letra c indica la salida a Polotitlán..
Algo no debió parecerles a los habitantes de San Juan o  fue un año de escasez del líquido, el caso es que alguno o algunos de ellos (nunca se supo quién) a inicio de 1864, destruyeron el dique y todavía se atrevieron a escribir con letras blancas  a un lado de la cascada “Viva San Juan del Río”. Cesando así el paso de agua para la población mexiquense.


Extracto del informe de Jiménez, detallando  el salto, la presa , el acueducto y el Viva San Juan del Río, y el "carácter de venganza que tanto lo afea"
Ante la natural queja de los habitantes, tuvo que intervenir el gobierno imperial. Nombrando al “Sr. Ing. D. Francisco Jiménez, inspector general de caminos” para zanjar la situación. Y así, en la Prefectura de San Juan del Río, el 28 de abril de 1864, se reúne este con “los Sres. Don Ángel M. Domínguez, síndico 1°  del M. I. Ayuntamiento de esta ciudad y el Sr. Lic. Juan M. Díaz Barreiro, comisionados por dicha Corporación para conferenciar sobre la cuestión de aguas que existe con el pueblo de Polotitlán, y los Sres. D. Fortunato Garfias y D. Miguel Polo, como representantes del Sr. José María Garfias comisionado por Sr.  Prefecto de Tula como representante de dicho pueblo de Polotitlán” También estuvo presente el Prefecto Político,  Ramón Macotela.


Informe de Jiménez trás la primer reunión, puntos irreconciliables.
La función de Jiménez desde el inicio era proyectar una obra que repartiera el líquido en partes equitativas y solicitaba opinión de ambas partes. Por ser posiciones encontradas, la reunión debió ser muy ríspida, cada uno alegaba su derecho, los de San Juan consideraban excesivo, por el poco número de habitantes, lo que le tocaba a Polotitlán, y estos pedían la tercera parte del caudal y se ofrecían incluso a costera la obra. Los de San Juan alegaban que al estar la presa más cerca de los otros, habría abusos y desavenencias como “siempre ha habido”. La tensión por las cantidades que corresponderían a las partes, llegó a tal grado que al no haber acuerdo, se atuvieron a lo que dispusiera el comisionado.

El mencionado, hizo una exhaustiva medición de las cantidades de agua que llegaba a cada uno de los afluentes, gasto por evaporación, velocidad, la cantidad por habitante que tocaba y muchos detalles técnicos más. Realizó varios recorridos entre Taxtó y San Juan del Río, en la presa Lomo de Toro, inspeccionó las acequia del Pueblo y la del Barreno, siempre acompañado de los representantes de ambas partes. Por San Juan, además de los ya mencionados, estuvieron don Guadalupe Perrusquía, infaltable en esos años, Miguel Silis y Juan V. Legarreta.
  
Finalmente, en junio de 1864 se construyó un nuevo dique, con las especificaciones que determinó el representante imperial, a un costo de 105 pesos, pagados por Garfias, con la promesa de reembolso. Jiménez da a entender que a pesar de todo no convenció a nadie, que los de San Juan insistían en ser dueños absolutos del agua y los de Polotitlán  que era poca la que les había tocado. Incluso, se retiraron de la reunión para la firma  y muchos de los habitantes  de las dos partes no firmaron, sin embargo, el acuerdo  tuvo validez legal… seguramente solo hasta la siguiente desavenencia.
Fotografía de 1918, crédito a quien corresponda. La presa, probablemente parecida a la reconstruida en 1864. 

La presa, sobrevivió muchos años, del acueducto, en alguna ocasión, andando por San Nicolás de los Cerritos, pude conocer una parte, en la ladera de una cañada, era una zanja, excavada en la roca y cubierta por lajas. Por estar despoblada aún esa parte, supongo que todavía existe.
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Creo que me ando metiendo en los terrenos de don Javier Lara Bayón, bloguero mayor de Aculco, a ver si no me regaña.

viernes, 1 de enero de 2016

Santa Rosa - Xajay, vidas paralelas, historias enlazadas


Santa Rosa- Xajay historias paralelas

Presta a cumplir un siglo, la ganadería de Xajay

En la pasada entrada sobre la película el Extensionista, mencioné que algunas de sus escenas fueron rodadas en la comunidad de Santa Rosa Xajay y en el casco de la ex hacienda ahí localizada, de cuyas tierras se origino el actual poblado.
(Si desea ver lo relacionado a la película dar clic en el siguiente enlace) 


Eduardo Palomo, en las calles de la comunidad de Santa Rosa Xajay, San Juan del Río. Escena de "El extensionista"

Hoy daré algunos datos someros de esta edificación, emblemática en muchos aspectos, y que enlaza a varios personajes importantes para San Juan del Río en los  últimos tres siglos. No es una investigación perfectamente detallada porque quedan lagunas en la cuestión de propietarios.

ORIGEN:
Por los hallazgos de figuras y cerámica en toda la extensión original de la hacienda, (más en la parte de Hidalgo) se sabe que el sitio fue habitado en tiempos prehispánicos. Incluso el lugar da nombre a un tipo específico de cerámica, "el Rojo o naranja "Xajay" que solo se fabricó en  los estados cercanos a Querétaro.
Se ignora si existía algún asentamiento a la llegada de los españoles. De haberlo, serían algunas cuantas chozas con habitantes otomíes y pames y por su escaso número debieron haber sido congregados a los pueblos de Indios de Tequisquiapan o San Pedro Ahuacatlán donde pronto  los pames se integraron a la mayoría otomí que llegó después de la conquista. 
El hecho de haber población prehispánica se refuerza ya que en lugares cercanos, hacia San Nicolás, en los primeros mapas de la región se marcan sitios y cerros con nombres indígenas, que al perderse esa etnia, a pocos años nadie sabía su significado. 
Aunque no se tiene registros de la época colonial temprana que se refieran específicamente a esta propiedad con ese nombre, por su ubicación estratégica, al lado del primer camino Real a “las Zacatecas”, seguramente fue de los primeros sitios en ser adjudicados a españoles, en la periferia de las propiedades de Juan Jaramillo, encomendero de Xilotepec. Muy probablemente sea una de las mercedes concedidas a Pedro de Quesada, el nieto de la Malinche, porque a mediados del siglo XVI, la parte adjunta de la Llave pertenecía a Lucas de Lara.
La primera referencia documentada de la Hacienda, ya con ese nombre, nos remonta al año de 1793, de la siguiente manera:

“Al mismo rumbo del oriente cinco grados para el norte y a distancia de quatro leguas, esta situada la Hacienda de Santa Rosa en igual terreno a la antecedente, que pertenece a dn. Vicente Sánchez de la Baquera, la qual por el Poniente de la casa con alguna distancia, junto a las Lavores que contiguan con las tierras de la de la Hacienda de San Nicolás, Feligresia de Tequisquiapam de esta Jurisdiccion, se halla una presa ensolvada, cuan sobre un arroyo que forman sus derramaderos, en que recoge las aguas de temporal, para el abrevadero de sus Animales , y para el uso de la Hacienda y sus arrendatarios se hallan haviertas algunas Norias; en que represan las aguas llovedizas.”

 PASO DOBLES
Cabe mencionar que el dueño mencionado, era el padre del ilustre Sanjuanense don Juan Wenceslao Sánchez de la Barquera, de decisiva participación en los grupos civiles de apoyo a la lucha de independencia y después preclaro escritor. 

No existiendo los límites políticos actuales, esta original hacienda de Santa Rosa (así, a secas) ocupaba una gran extensión de lo que hoy son los municipios de San Juan del Río y de Tlaxcalilla, Hidalgo, teniendo por vecinos a Tequisquiapan, La Llave, Taguí, (Hidalgo) el Cazadero y los cerros Frío y Grande o del Mastranzo.

A fines del siglo XVIII, la entonces dueña, doña Prisca Sánchez de la Varquera (sic) la dividió en dos fracciones, una conservó el nombre de Santa Rosa y otro el de Santa Rosa Xajay. Se ignora la razón de esta separación, debió ser porque la gran extensión dificultaba la administración de los sitios de labranza, el caso es que a partir de entonces, se da el extraño de una misma hacienda, con dos “Casas grandes” que serían después los cascos de hacienda, otra vez extrañamente su construcción, aunque no es igual,  es muy similar hasta en materiales por lo que se deduce que ambas tuvieron igual importancia.
Los Sánchez de la Barquera eran una importante familia con propiedades en la región de Tula y tras algunas décadas de trabajar la hacienda, regresaron a su lugar de origen vendiendo la hacienda a don José de Torres y Campo, el jefe del ejército realista en la zona entre San Juan del Río y Huichapan.
Al morir, la propiedad queda en manos de su hija, doña Ramona Torres, esposa de don Esteban Diaz González, uno de los hombres más ricos de su época. Las dos fortunas se unieron y  don Esteban queda como dueño hasta su muerte en 1831. Ramona conjunta sus bienes con los heredados por don Esteban a sus hijos y al morir, su nuevo marido, don Manuel Casabal queda como dueño de Santa Rosa y la hereda a los hijos de don Esteban con la condición que de sus ganancias se entreguen 12,000 pesos para la introducción del agua potable a San Juan del Río.
Así la familia Diaz Torres  se convierte en 1862 en propietaria de la Hacienda pero al no pagar  los 12,000 pesos al municipio la embargan y dejan como administrador a Gonzalo Guerreo hasta el año de 1885, cuando se paga la deuda. 
Desde 1826 se establecen los límites entre los estados de Hidalgo y Querétaro, en los que por cuestiones del trazo  recto de las línea por las mojonera, la hacienda quedó con una parte en cada uno. 
De la fracción actualmente en Hidalgo, parece provenir el nombre de "Xajay", palabra otomí que significa tierra cenagosa, es decir húmeda, lo que remonta a pensar que existió ahí anteriormente un cuerpo de agua de mayores dimensiones que los actuales, probable antecedente de la presa.

Xajay, Hidalgo, la tierra cenagosa Fotografía actual  tomada de la página de bienes Raices Inmuebles 24.

Décadas después, la hacienda tiene como dueños a los integrantes de la familia Perusquía-Domínguez-Quintanar-Díaz, de la calle de Don Esteban del centro de la ciudad de San Juan del Río. Uno de ellos, don Guadalupe Perusquía cuyos descendientes la conservaron hasta tiempos cercanos a la Revolución mexicana, cuando aparece como dueña doña Concepción Perusquía Layseca, nieta de don Guadalupe.

PUERTA DE TORILES:
Aunque ya para inicios del siglo XX existían los límites municipales y estatales, por los parecidos nombres, en algún momento se dificulta establecer la fecha y  circunstancia en que la hacienda se dividió en dos. Todo indica que para evitar ser afectados de más con el reparto agrario cardenista luego de la etapa revolucionaria, de una sola propiedad se hicieron dos; la primera cuya casa grande y terrenos estaban exclusivamente en San Juan del Río,  dieron origen a la actual comunidad y ejido de Santa Rosa Xajay. La antigua hacienda, llamada Santa Rosa, solo conservó unas pocas hectáreas, constituyéndose desde entonces en pequeña propiedad. Por su tamaño ya no resultó afectada por expropiaciones.

Del lado de hidalgo, la antigua hacienda de Xajay conservó su nombre pero siendo mayor su extensión, resultó más afectada por la expropiación para creación de ejidos en esa década y  posteriores. A pesar de ello, siguió siendo la más grande de las dos fracciones, con tierras de riego y grandes pastizales y montes que atravesaban las mojoneras interestatales.

Esta situación parece haber sido perfectamente planeada, dado que la señora Concepción Perusquía tenía varios hijos, de apellido Guerrero Perusquía, por el apellido de su primer marido. Habiendo  ella enviudado y vuelta a casar con un abogado Julio Herrera, resulta que él administraba los bienes intestados de Don Ignacio de la Torre y Mier (Yerno de Porfirio Díaz) entre los cuales se hallaba una ganadería de toros Bravos cuyo origen, otra vez extrañamente nos remite a su fundador a inicios en 1774 por don Raimundo Quintanar y que había tenido varias ubicaciones en el estado de México y la Hacienda del Cazadero en el de Querétaro. A la muerte de Don Ignacio de la torre, el ganado era numeroso y se dividió en 4 partes, adquiriendo una el mismo Abogado Julio Herrera, para regalársela a los hijos del primer matrimonio de su esposa, Edmundo y Jorge.
En los datos que localicé no está claro si este es el momento en que la familia Perrusquía se deshace de la hacienda original, lo cierto es que en el año de 1923, con los toros adquiridos, los señores Jorge y Edmundo Guerrero fundan, en el viejo casco del lado hidalguense, la ganadería de toros bravos de Xajay. Que se convertiría en una de las más legendarias de la fiesta brava mexicana durante décadas. Por ese casco, pasearon infinidad de figuras del toreo y de quienes deseaban serlo.  Como dije anteriormente, la finca se ubicaba en Hidalgo, pero la mayor parte de los pastos que mantenían al ganado estaban en San Juan del Río.

La pequeña propiedad que quedó anexa al otro casco, el del lado de San Juan fue donde se filmó la película recién relatada. 
Otro dueño en el siglo XX fue el Sr. Tomás Reyes Retana, descendiente de  Ignacio Reyes.
La parte de San Juan del río, fue adquirida en 1936  por los  integrantes de la familia Salas León, que venidos de otros lugares continuaron sus usos agrícolas, al inicio con éxito, después con poca fortuna, lo que les decidió dedicar sus actividades al ramo industrial, que ya conocían. Esta familia fundó en la misma década, la primera industria formal de nuestra ciudad: La Cerillera, de la calle Matamoros en pleno primer cuadro.  La hacienda continuó las actividades agrícolas con diversos dueños y muchos administradores,  entre ellos, en la década de 1980 Rafael Camacho Guzmán, Gobernador de Querétaro de 1979 a 1985, quien, al enterarse del proyecto federal de construir en las haciendas de la Llave y Santa Rosa unos hoteles de lujo como el de Galindo, entró en tratos que se deshicieron cuando los proyectos no se llevaron a cabo.
  
OREJAS Y RABO

La ganadería de Xajay, Hidalgo, sus toros y sus dueños, derramaron su grandeza en todas las plazas del país. Merced a una magnífica administración de los dueños, derivó en ser una de las más importantes en su ramo, en cantidad y calidad, de todo el país, lo que significó la conservación y ampliación de las viejas instalaciones, cuya casa grande adquirió por entonces un carácter señorial que no había tenido en su época agrícola.

La ganadería, es decir los toros y la divisa fueron vendidos en 1963 a don Juan Sordo Madaleno, dueño de la cercana hacienda de la Laja, Tequisquiapan, cuyos descendientes la conservan hasta la fecha en actividad, manteniendo el legendario nombre: Xajay. Extraños hilos mueven la historia, resulta que este señor era descendiente en línea directa de la señora Paz Domínguez Quintanar, habitante de la calle 16 de septiembre de San Juan del Río, hija del General Juan Domínguez y la Señora Ignacia Quintanar, que al enviudar, se casó con don Guadalupe Perusquía,  ya mencionado como uno de los propietarios de la hacienda original a  fines del siglo XIX.

Los dos cascos de la ex hacienda, por causa de haber sido siempre habitados y tener actividades productivas que los sostuvieron, se conservaron relativamente en buen estado. Contra lo que mucha gente piensa, estas edificaciones casi nunca son las originales de la época de la colonia, cuyas instalaciones eran muy rústicas. Ambos cascos, por lo menos su planta constructiva actual son del porfiriato y a partir de ella se les han hecho adecuaciones, de acuerdo a las necesidades de los propietarios, si quedan partes originales, entre siglos de remodelaciones, es difícil reconocerlas. 

Hoy son dos propiedades particulares, las pocas tierras que les dejó el reparto agrario han permitido que sus dueños las mantengan. Se les puede reprochar que han modificado mucho las antiguas construcciones, pero gracias a ello, las han mantenido en pie y no han sufrido la destrucción total como muchas similares. Así, al menos nos podemos dar una idea de lo que fueron hace siglos, las extrañas dos “casas grandes” de una misma hacienda original; la de Santa Rosa, una de las más antiguas y extensas de San Juan del Río, tanto que su nombre aún hoy atraviesa las fronteras estatales.

Continuando con las historias paralelas, como prueba de lo bien conservadas que están las construcciones, hace pocos años, una universidad Norteamericana inició el proyecto para construir sus instalaciones en el casco ubicado en San Juan del río, proyecto que se frustró, pero nos da una idea de su conservación y el valor que puede tener una construcción de esa magnitud. Del mismo, son las imágenes que presenté en la entrada pasada, sobre la película “El Extensionista” 
Santa Rosa Xajay, San Juan del Río.  Escena de "El extensionista".


Santa Rosa Xajay, San Juan del Río. Escena de "El extensionista".


Capilla del poblado de Santa Rosa Xajay, SJR. Antigua capilla de la hacienda, construida en una de sus trojes, actualmente está separada del casco. Escena de "El extensionista".

Atrio de la capilla del poblado de Santa Rosa Xajay, SJR. Escena de "El extensionista".

Capilla al interior de la hacienda del poblado de Santa Rosa, SJR. Escena de "El extensionista".

El casco ubicado en Hidalgo, es decir, Xajay, está perfectamente conservado, en uso y conserva muchísimo del mobiliario y objetos de su etapa ganadera, hoy está a la venta, por si a alguien le interesa, solo vale 7,500,000 Dlls. Presento un par de imágenes, de la página de bienes raíces “Inmuebles 24”, donde la ofertan.


Xajay,  Hidalgo, casco de la hacienda ganadera. a mediados del siglo pasado.

Casi la misma toma, 50 años después. Fotografía de la  página de bienes Raíces Inmuebles 24.
Xajay,  Hidalgo. Uno de los patios. Fotografía de la  página de bienes Raices Inmuebles 24.
Xajay,  Hidalgo, interiores que conservan mobiliario y emblemas de la época de ganadería de toros bravos. Fotografía de la  página de bienes Raices Inmuebles 24.

La divisa de Xajay y la propiedad de la Laja donde hoy se asienta, tiene un valor calculado en 100 millones de dólares, también por si alguien anda buscando algo parecido, constando de unos mil ejemplares y una 1500 hectáreas de Terreno.
Espero que la información les resulte interesante y por lo menos algunos hayamos salido de dudas respecto del nombre.
Santa Rosa Xajay: Población y ejido de San Juan del Río.
Ex hacienda de Santa Rosa: La hacienda original, y el casco ubicado en la población anteriormente citada.
Ex Hacienda ganadera de Xajay: Casco ubicado en Tlaxcalilla Hidalgo, con terrenos en San Juan del Río.
Xajay: Divisa de toros bravos, actualmente ubicados en la ex Hacienda de la Laja, Tequisquiapan, Qro.

Casualmente, porque es difícil que ocurra algo así, en el panteón municipal 1  de San Juan del Río, podemos ver casi juntas, las tumbas de 3 de las personas mencionadas en esta entrada:

El solemne mausoleo de don Guadalupe Perrusquía.

A su lado, la graciosa morada de su nieta, dona Concepción Perrusquía.

Frente a ellas, una lápida, que recuerda la trágica muerte de don Edmundo Guerrero Perrusquía. Descansen en paz..




Bibliografía:

Diario oficial de la Federación (muchos años y ejemplares)

Blogs taurinos. “La aldea de Tauro” y “Los toros dan y quitan”

Bisabuelos.com. página de Genealogía.

Martinez de Salazar, Pedro. Informe al virrey Revilla Gigedo, 1794

Fotografias antiguas Linares Agustín, El toro de Lidia en México.
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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

Aunque ya conocía algo de su obra, en razón de tener que documentarme para lo relacionado con el tema taurino, recurrí,  entre otros al blog de un sanjuanense: Aportaciones Histórico Taurinas Mexicanas, del  Maestro Francisco Javier Coello Ugalde, nuestro más prolífico escritor, aunque poco conocido a nivel general por el tema que maneja. Su blog acaba de cumplir 5 años y tiene más de 1400 materiales. Acucioso investigador del tema, adereza todas sus notas con gran cantidad de fotografías, periódicos,  publicidad relativa y todo aquello que pueda enriquecer el tema que trata, antiguo o actual. Yo lo leo precisamente por poder acceder a viejos materiales relacionados con nuestra historia. Por si están interesados en el tema taurino, denle una vuelta, no se arrepentirán, y si no les gustan los toros, pues nomás por la historia. Tanto material desplegado le ha dado para varios libros y blogs. Una felicitación por su aniversario, pero sobre todo por su trabajo. Les dejo la liga:     https://ahtm.wordpress.com/
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Como se habrán dado cuenta,  hay varias historias entrelazadas en este artículo, no es coincidencia, hasta hace pocos años, San Juan del Río era un lugar muy pequeño, con una élite aún menor, cuyos actos y actividades frecuentemente se enlazaban, asimismo los de su descendencia, como ocurre en lo arriba escrito.  En casi dos siglos, el área urbana no creció, es la misma desde 1793 hasta 1950, cuando inicia la urbanización de milpas y terrenos que rodeaban a la breve ciudad. 
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Interesados en profundizar un poco más en la familia Domínguez-Quintanar-Perusquía pueden  acceder aquí mismo a ellas.
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