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domingo, 12 de junio de 2016

La plaza de la independencia de San Juan del Río.

La plaza de la independencia de San Juan del Río

Fotografía personal, 2014, Fuente, pirámide y columna.

Hasta las obras gubernamentales nos dan oportunidad de asomarnos al enterrado pasado de nuestra ciudad. Esto viene a colación por el hecho de que en días anteriores la administración municipal emprendió la remodelación del principal espacio público de la ciudad: La plaza Independencia.

Por si las dudas, no vaya a ser que nos sorprendan, y ora sí seas un cambio de a deveras, hube de irme a asomar. Entre lo que se anuncia, está la instalación de unas fuentes danzarinas, por lo que supongo que la excavación  que se realizó en el lado norte será para establecer el estanque de donde brotarán tan dinámicas aguas. 

Mientras la obra llega a su final y podamos verlas, por lo pronto, aunque la profundidad de la obra no es mucha, apenas un par de metros, por ser según yo lo máximo que se ha excavado ahí en los casi quinientos años de la ciudad, inesperadamente, da la oportunidad de asomarnos a la historia de ese lugar.

EL INICIO

Aunque ya se ha comentado que el primigenio centro político o administrativo del pueblo  estuvo en la plaza contigua, es decir la de San Juan Bautista, actual de los Fundadores, llama la atención que en contra esquina hubiera otra de mayores dimensiones.
Seguramente, por haber sido ocupada la primera por el camposanto, desde los inicios del pueblo, se necesitó de otro espacio para los actos públicos profanos, y fue la razón de su instalación. Documentos del siglo XVI mencionan un espacio llamado “la parte pública” dentro del pueblo de Indios, casi seguramente se refieren a este, dado que en el texto se pide que ahí se remitan a los comerciantes. (Aunque la parte pública pudo ser también la sección del camino Real en su paso por el pueblo)

NOMBRES DIVERSOS.

Casi ningún documento antiguo describe a esta plaza, cuyo primer nombre, durante la etapa colonial, fue “Plaza del Sol Divino” que en algún momento no determinado  cambió a “Plaza principal”, y tras la independencia, a “Plaza Mayor”. En la época del Imperio de Maximiliano, sus partidarios locales, en uno de los varios intentos para congraciarse con las graciosas majestades, trataron de darle el nombre de “plaza de la Emperatriz”, que no prosperó, pero de igual manera, fue efímero el nombre que se le trató de imponer, a la caída del imperio, por los liberales locales: “Plaza Juárez”.  Tras el breve coqueteo con la nomenclatura, volvió a ser simplemente “la Plaza Mayor”, que conservaría a la llegada del siglo XX, cuando obtuvo el nombre con el que se le conoce oficialmente hasta nuestros días: “Plaza Independencia”.

VECINOS Y DEL COMERCIO

La única descripción que de ella se tiene en tiempos antiguos la menciona como un amplio espacio, pero desolado y de condiciones paupérrimas, sin ninguna gracia y francamente polvoso, a la que poca gente acudía los seis días de la semana, a no ser por asuntos religiosos,  pero el séptimo, cambiaba su fisonomía, ya que en ella se instalaba, desde los primeros tiempos, el mercado dominical.
Por esta razón, el espacio físico y la actividad se confundieron en  nombre; Por instalarse en ese lugar la actividad comercial el sinónimo acuñado dio lugar a que se dijera que en ella se instalaba “la plaza dominical” o la “acostumbrada plaza”.
La transformación que se daba del desolado espacio el día domingo era sorprendente, ya que gran parte de su extensión era ocupada por puestos de las variadas mercancías locales y las muchas que de los lugares aledaños acudían, sobre mantas a ras de suelo y algunos parapetos de tela sostenidos por varas. A ella acudía igualmente, como compradores la población local y la de los pueblos y haciendas aledañas, ya que era el único sitio y día donde podían adquirir muchos de los productos necesarios para la subsistencia semanal o lo que era menester para realizar algunos de los oficios. Obvio es decir que había comercios fijos en el pueblo desde siempre y  además entre semana se contaba, en espacios cambiantes, del llamado “Baratillo”, que expendía casi los mismos productos, pero en menor escala.

Por sus dimensiones, durante la época colonial, el amplio espacio era ocupado esporádicamente, durante las celebraciones que así lo requerían, para instalar en ella la plaza de toros.(En tiempos antiguos, esas plazas no eran permanentes, hechas de madera, se instalaban en el lugar y fiesta que lo ameritaran)  Hubo incluso una ocasión en la década de 1820, en la que por el tamaño del coso que se instaló, no quedó espacio suficiente para los puestos, así que sin pensarlo mucho, los comerciantes los instalaron dentro del ruedo.

No se tiene noticia de que el lugar tuviera un sitio prominente, elevado o que se destacara para la celebración de actos públicos. Las ceremonias que en ella se efectuaban  se hacían en los llamados “tablados”, no se crea por el nombre que solo se trataba de algunas tablas en alto, efectivamente eran de madera, pero, según la ocasión se llegaron a levantar verdaderos escenarios con ornamentaciones de lujo. En dichos estrados se hicieron las juras de los distintos monarcas españoles, a la constitución de Cádiz y debieron dar en 1831, su discurso el Lic. Ignacio Reyes el año de con motivo del aniversario de la independencia, y don Pablo Gudiño 8 años más tarde.

INTENTOS VANOS

Plano de Perrusquía de 1864. "Plaza de la Emperatriz"
El primer intento documentado de ornar el lugar se dio hasta el año de 1865, en el que las autoridades municipales, en el entonces simple y llano espacio, levantaron una columna  de cantera Morena, tradicional piedra local, sostenido por un basamento, al que por su forma el pueblo llamó “la pirámide”. Fue en este momento cuando se dio el intento de llamar al lugar “plaza de la Emperatriz”.
 
Ante la derrota imperial, las autoridades municipales, siempre previsoras, no fuera a ser, tornaron inmediatamente el nombre del cilíndrico elemento a “columna de la independencia” y para no dejar lugar a dudas, se encargó la escultura de un águila al reconocido artista queretano, Nemesio Manilla, para  que ocupara la cima, en un inusitado giro del destino, sustituyendo al pretendido busto de la regia majestad.

Los comerciantes dominicales seguramente se maravillaron de la obra arquitectónica y la encontraron muy útil, para en ella atar las cuerdas que sostenían los manteados que protegían del sol sus productos y de igual manera su epidermis.
Seguramente, como ahora, al terminar las actividades comerciales, el lugar quedaba lleno de basura, razón por la cual parece que no hubo durante mucho tiempo interés alguno en dignificar el lugar.
 
Tras algunos retrasos, el águila encargada, se posó en la cima de la columna. Se dice que representaba a esa ave en actitud de emprender el vuelo. La única fotografía que se conserva de la época, presenta una imagen difusa, aunque puede observarse que la plaza tiene algunos árboles, lo que más destaca es la cantidad de puestos que circundan el monumento. No duró mucho la estatua, el 5 de junio de 1870, un rayo la derribó, causando la muerte, al caer, del señor Bartolo Cárdenas, aguador.
Fotografía,  circa de 1870, la columna, sin fuente, casi sin árboles, pero con muchos puestos.

ORNATO PÚBLICO Y SOLAZ

Los tiempos de cambio y el aumento poblacional, hicieron que se necesitara de un espacio libre, de tal manera que en 1869 se decidió construir en la Plaza Mayor, un jardín público. Consistió básicamente en la siembra de árboles de ornato, especialmente laureles y el trazado de pequeñas callecitas interiores empedradas, algunas jardineras a ras de suelo y unas cuantas bancas. Al inicio del acondicionamiento del  lugar se trasladaron  temporalmente los  comerciantes a la  plaza de San Juan Bautista. El nuevo espacio poco tardó en volver a ser ocupado por ellos, desvirtuando su propósito inicial; jardín “que servirá de ornato público y de solaz a las familias así como un aumento  de la higiene”. Según de la Torre, el jardín no fue terminado completamente antes de 1888. (Los locatarios solo se moverían otra vez en 1963 al construirse el mercado Reforma, dos cuadras al norte.
Desde esas fechas, el común del pueblo llamó a ese lugar simplemente “el jardín”, sin complementos.
De nueva cuenta, obvio es decir que los comerciantes aplaudieron la medida, nunca habían tenido tantos lugares donde atar los cordeles de sus manteados como entonces, en los troncos de los incipientes árboles.

CUANDO LLEGÓ EL AGUA

En el año de 1886, después de siglos de pedirlo, la población  contó con un acueducto que conducía el agua potable desde el río hasta el Jardín del Sacromonte, en una etapa inicial, posteriormente, se condujo el agua hasta la Plaza Principal, para lo cual se debió construir una fuente, otra vez de cantera morena, alrededor de la todavía llamada “pirámide”.  De manera subterránea, el agua se conducía desde el otro jardín hasta acá, a cuatro surtidores que tuvo al interior la fuente. No necesito decir otra vez que los más agradecidos con la obra fueron los comerciantes, quienes dejaron de acarrear el agua necesaria para sus labores de la acequia, en la esquina norponiente de la otra plaza.

Plano de Pérez, 188... la letra R nos marca al entonces "Jardín", con solo 2 calle transversales.
El nuevo jardín tuvo frente a él una monumental barda atrial, que rodeaba el lado sur de las iglesias, de cantera morena labrada y reja con barrotes de hierro forjado, hecho con fondos de particulares. Tenía dos pórticos de acceso a las iglesias, uno llamado de San José, estucado en blanco y otro frente a la parroquia, muy sencillo. La obra se concluyó por 1872, con fondos proporcionados por los comerciantes y fue demolida exactamente 100 años después durante el gobierno municipal de Enrique Burgos. Hubo una capilla adosada a la barda entre ambas puertas, sin dato de cuando se desmantelo, tenía su puerta hacia la plaza y su función era que los marchantes dominicales no dejaran de escuchar la misa de precepto.


EL NUEVO SIGLO


Fotografía del archivo histórico municipal, de inicio del siglo XX, la esquina norponiente de la plaza, vista desde el otro jardín. Nótese la cantidad de arboles y la barda atrial de las iglesias.
En dichas condiciones, llegó el siglo XX,  por alguna razón,  los árboles no se conservaron en la cantidad en que se plantaron, sin embargo, había bastantes. El nombre oficial cambió a Plaza o Jardín de la Independencia, pero el popular siguió siendo el de “el Jardín”. Después de los años 30s se construyó una calzada, al parecer de cemento que circundaba la plaza.
Fotografía del archivo histórico municipal, de inicio del siglo XX, la esquina surorponiente de la plaza, vista desde la calle de los infantes, actual Hidalgo.
 
Los puestos dominicales abarcaron desde entonces casi todo el espacio disponible, ocupando incluso calles aledañas, agrupándose en determinados lugares, los comerciantes de granos, los de cal, los quioteros, los cambayeros, los fierreros, los carboneros, etc. Por los desfiguros que hacían sus consumidores, los vendedores de pulque no tenían un lugar fijo, eran ambulantes y al final se les confinó en la calle de Mina. Al interior del jardín algunos de los puestos comenzaron a hacerse semifijos, con estructuras de tablas. Parecía que todo seguiría igual por siempre, pero la posesión del lugar por el comercio llegó a su fin en 1963, cuando los comerciantes debieron trasladarse al nuevo mercado, que inicialmente, para no perder la tradición, tenía una sección de puestos fijos, completamente techada y otra descubierta, ocupada solo por el tianguis dominical.

Fotografía tomada de revista de mediados del siglo XX. Muestra el lado oriente de la plaza, nótese que era domingo y la plaza en su apogeo. 

LA PLAZA SUBE

Postal de la colección personal, década de 1970. La nueva plaza, nótese las jardineras casi a ras.
Una vez despejado el lugar, el perímetro de la plaza se elevó unos cincuenta centímetros y  toda la superficie resultante se cubrió con adoquín rosa y líneas de cantera negra. Se construyeron en las esquinas jardineras en forma de “L”, casi a ras del nuevo piso y se instalaron alrededor algunas bancas de hierro colado, genéricas de color verde. Me dicen que se derribaron árboles, sobre todo laureles y pinos en la parte central, solo se conservaron los que hoy están en la acera poniente y el solitario de la oriente.   Se menciona en el primer tercio del siglo XX que tenía algunos alcanfores y junto a ellos una depresión llamada "el hoyanco" donde se tiraban ciertos desperdicios del comercio. La fuente fue rodeada por una jardinera. La obras se concluyeron en 1966, según reza una placa en la columna. 

EL REGRESO DEL ÁGUILA

Fotografía de 1981 de José Velázquez. Tomada de una revista. La nueva águila sube a la recién reforzada columna.
En la década de 1980, se instaló un asta bandera monumental para las ceremonias cívicas. Y en el aniversario 450 de la ciudad, en 1981, don Jorge Herbert Pérez presidente municipal, eleva a la parte alta de la columna, la estatua del águila que hoy la corona, no sin antes haber dotado al centro de la columna de un alma de varilla y concreto, para resistir el peso. No sé si el águila es de bronce, y por eso se vea verde, como que recuerdo que siempre fue así, desde nueva.

Con ligeras modificaciones, la plaza llegó al siglo actual, cuando se le hacen algunas nuevas, tales como jardineras más altas para que sirvieran a la vez de asientos, se retiró la jardinera alrededor de la fuente, se repuso parte del piso y se removieron gran cantidad de árboles y plantas de ornato con el viejo argumento de que iban a ser reubicados, seguramente todos murieron y fueron tirados por ahí.

EL SIGLO PRESENTE

Postal de la colección personal, de Luis Luévanos, la plaza tras alguna de las remodelaciones.
Al iniciar el año  2016, nuevos vientos corren por la vieja plaza, ya constituida plenamente como el sitio de reunión masiva de los sanjuanenses, desde hace varios años alberga actos cívicos, festivos y profanos. Con la reforma salinista volvieron los actos religiosos a la vía pública y qué mejor lugar que éste, único donde se puede escuchar una misa, cómodamente sentado, saboreando una deliciosa paleta o un chicharrón con cueros,  y al mismo tiempo, disfrutar de la actuación de un payaso. La vieja plaza, mayor, principal, pública e independentista lo mismo ha recibido al hombre mosca, que sobre sus adoquines se han instalado los juegos mecánicos. En ella, los sanjuanenses, un pueblo casi siempre callado, expresan su sentir en las diversas ocasiones que los congregan, actos políticos, la ceremonia del grito, las inauguraciones y clausuras de feria, con un solo grito. En esas pocas noches anuales un grito unánime, ha vitoreado o abucheado a quienes al frente de él están. Hoy casi todos dicen –vamos a la plaza independencia, solo los más viejos todavía le decimos – al jardín.
Fotografía personal, mayo de 2016. La plaza en plena remodelación, se notan ya algunas de la "novedades"


Fotografía personal, 2014,  dentro de la fuente  se observan dos de los cuatro surtidores de cantera, desde donde algún día brotó en la plaza, el agua del río.
Creo que en estos días se concluyen las obras, solo entonces sabremos si fue mano de tigre o gato, en lo personal, y para los fines de este blog, espero que las fuentes danzarinas tengan éxito, es más, que se hagan otras del otro lado de la plaza,  en la siguiente entrada les diré por qué.
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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD ________________________________________

NO HAGO UN RECUENTO DE LOS COMERCIOS QUE RODEAN A ÉSTA PLAZA, NI SUS HABITANTES Y HECHOS, PORQUE SERÍA MUY AMPLIA  LA ENTRADA, ESPERO PODER HACERLO EN EL FUTURO.
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SECCIÓN COMERCIAL

Hoy presento una publicidad, tomada de un periódico de una de las panificadoras tradicionales de la ciudad. Su ubicación era, casi junto a la actual casa de la Cultura, Hoy es una tienda de empeño. Creo que desde los años cincuenta fue abierta, con la característica, entonces novedosa de que hacía el pan en la parte trasera y lo expendía al frente. (entonces era más común que unos lo hicieran y otros lo vendieran)  Su propietario era don Tereso Tovar, quien la atendió hasta sus últimos días. Repartía a muchas de las misceláneas y tendajones de la ciudad, (no puedo decir que solo las del centro porque entonces la ciudad solo era el hoy centro) primero en bicicleta y luego en una moderna camioneta. (No vendía por pieza, sino con "ganancia en 25" es decir, que te dejaban las 25 piezas al precio normal y 4  más, que era la ganancia)  Al fallecimiento de don Tereso, su hijo Samuel continuo algunos años el negocio. Cerró por la década de 1990. Especial recuerdo tengo del lugar, porque en él durante muchos años, mi abuelo y mi padre elaboraron el tradicional pan de la época: "chilindrinas", ojos de pancha, "moños", bigotes, "tostados", huaraches, "yoyos" , mil hojas y sobre todo el bolillo de a deveras, el que le quitabas el migajón del centro y rellenabas de lo que quisieras, dulce o salado. 

domingo, 22 de noviembre de 2015

Testigos del tiempo en San Juan del Río


Antecedentes

Es San Juan del Río una ciudad con más de cuatro siglos de existencia. Mucho ha transcurrido desde el lejano siglo XVI cuando, según mencionan algunos autores (Rodríguez Familiar, Ruiz Olloqui, Sabás Camacho y De la torre) a la vera del incipiente camino Real, se empezaron a construir una serie de chozas para servicio de los viajeros, rápidamente transformadas en edificaciones sólidas, hasta constituir el legendario poblado, circunscrito desde entonces y hasta finales de la década de 1950 en lo que hoy conocemos como el centro histórico de la ciudad.

Los siglos y la actividad humana renovaron varias veces los edificios, de tal manera que es muy poco lo verdaderamente antiguo que se conserva y difícilmente nos podemos dar una idea de la fisonomía de la arquitectura de los siglos pasados.

Contra lo que se piensa, casi no quedan edificaciones coloniales en la ciudad, las pocas casas señoriales que se conservan son en su mayoría de la época de la reforma. Es decir, posteriores a 1850.

Recuerdo cuando era niño que en determinada época del año  se enviaba un aviso a todos los vecinos para que renovaran su pintura. Estaba ya determinado que las fachadas fueran de color blanco, con un guardapolvo café y los marcos de puertas y ventanas deberían llevar el mismo color. Si estos últimos eran de cantera solo  debía limpiarse. La mayor parte de los propietarios o inquilinos hacía caso de la petición que era en aras, decía la autoridad, de conservar el estilo “colonial”. Incluso los edificios públicos acataban la disposición y para dar la muestra, la presidencia municipal la seguía al pie de la letra.

Fotografía personal, ejemplifica lo escrito. la casa de en medio pintada de blanco, con guardapolvos pintado en café y los marcos de cantera. La de la derecha en tonos coloniales por no tener cantera en marcos la simulaban con pintura.La de la izquierda en libre albedrío.
La vieja ordenanza había estado en vigor desde casi un siglo antes, cuando se popularizó el uso de la cantera morena en marcos y molduras de las casas y edificios, el guardapolvo  café era para igualar con muchas edificaciones que lo tenían en zoclo de ladrillo. Para la década de 1970, muchas casas ya no tenían cantera en las puertas y ventanas, pero se simulaba con  pintura.
En el ahora lejano 1989, con la llegada del primer gobierno municipal panista, el edificio gubernamental cambió de nombre a “Palacio Municipal” y se le quitó el sacrosanto color albo, para dar paso a una tonalidad creo que salmón. Ante las numerosas protestas por cambiar la tradición, ni tardos ni perezosos, los responsables sacaron una lista de los colores verdaderamente utilizados en la época colonial, entre los que no se encontraba… el blanco. A partir de entonces, cada quien pinta como quiere.

En conceptualización de la arquitectura moderna, específicamente en lo que se refiere a la remodelación de edificios o elementos de ellos, existe la tendencia a dejar para la posteridad, ciertos detalles en su estado original, conservando para la posteridad una muestra dela técnica y la intención del  viejo constructor o artista. A los detalles preservados se les llama “testigos”.

Hoy presento a ustedes una primera recopilación de “testigos”, algunos en verdad dejados intencionalmente durante la remodelación y otros que sin premeditarlo quedaron ahí, igualmente recordándonos algún aspecto hoy oculto del pasado que he detectado y a mi juicio cumplen con el requisito.

  PINTURA

Imagen de Google Earth.  Edificio del Beaterio
Este testigo nos muestra como estaba pintado originalmente el edificio del Beaterio, en la Avenida Juárez, completamente diferente del actual. 
Imagen  tomada del blog escrito en ella.

COLUMNAS

Fotografía personal: Portal del Diezmo.
Aquí podemos ver que en algún momento, las columnas de los arcos del Portal del Diezmo eran cilíndricas, posteriormente, se les colocó alrededor el refuerzo cuadrangular. Fue dejado intencionalmente durante la remodelación. Se observa dentro del pilar, la antigua columna de cantera morena. (El resto de los pilares también tienen la columna original adentro, pero al menos algunas de ellas eran de cantera rosa, lo que evidencia varias etapas en la construcción del portal)

Fotografía personal: En el interior, la columna cilíndrica.
DECORADO

Fotografía personal: Puente de la Historia.
De la siguiente imagen, en uno de los arcos del Puente de la Historia. Ignoro si fue un testigo intencional o es lo único que sobrevivió de una decoración antigua. A pesar de que no lo parece el puente ha sido intervenido infinidad de veces durante los tres siglos de su existencia. Es la única piedra policromada de todas las que lo componen.
Fotografía personal:  parte central  de uno de los arcos, solo se aprecia"ceñ"

FALLA

Fotografía personal: en el nivel donde se indica la flecha estaba el techo del portal.
Este no es un testigo intencional. Existía en la esquina de la Avenida Juárez y Reforma, un portal de tres arcos de cantera, que en 1976 fue derrumbado para un malogrado proyecto de calle. Malamente se aplanó la pared donde se encontraba, tanto que hasta restos de las vigas de madera del techo del portal se pueden ver aún, casi cuarenta años después.

CANTERA MORENA

Fotografía personal: Escuela Mártir de chihuahua, sobre la antigua peña.
El siguiente testigo no fue intencional, pero nos muestra, en el aplanado de la pared de la Escuela Mártir de Chihuahua, en la calle Reforma, restos de la cantera viva. Recordar que esta escuela está construida en un espacio completamente rocoso, continuación de las peñas del Calvario. En las lloraderas que desalojan el agua de lluvia puede observarse también la roca.


Fotografía personal: Pared? de cantera.
FUENTE

Imagen de Google Eart: Esquina de Hidalgo y Rayón.
Por último, un impresionante testigo, una fuente antigua, probablemente del siglo XIX, conservada intacta bajo el piso de una casona en la calle Hidalgo.  Aunque muchos sabían de su existencia, fue dada a conocer públicamente por la pagina vecina San Juan del río en el tiempo.

Fotografía personal: Intacta, la policromada fuente
La casa donde se ubica, hoy con una fachada oblicua, por haber sido recortada en 1918 para el trazo de la hoy calle Hidalgo Norte, originalmente tenía su entrada en la actual Rayón. Seguramente la fuente estaba al centro del patio antiguo y era alimentada por el canal de la acequia del pueblo, que pasa a un lado de la propiedad y cuyo nivel era exactamente el de la fuente. En una remodelación posterior, el piso de la casa fue elevado poco más de un metro hasta su actual nivel, y seguramente por la belleza de su decoración la fuente no se demolió, quedó enterrada hasta que los propietarios actuales la descubrieron hace algunos años.  Hasta hace un par de meses, la propietaria actual, la Sra. Susi Soto Vieyra permitía el acceso para observarla. Tenía la indicación de volverla a cubrir para preservarla. No se sí ya lo haya hecho.

Es este un testigo extraordinario del nivel original de la calle y de la arquitectura utilitaria  de la vieja ciudad, incluso conserva alrededor restos del empedrado del patio. Seguramente el encargado de la remodelación, ante su belleza, decidió no demolerla, y dejarnos ese testigo, de tiempos idos, para que muchos más pudieran disfrutarla. Lo logró.

Espero les haya gustado  prometo ir presentando en el futuro más detalles como estos, con la intención de que tomemos conciencia de que nuestra ciudad tiene un pasado, que persiste a pesar de todo.
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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
Les recuerdo que sigue a la venta en la oficina del Archivo Histórico Municipal el libro de la Señora Marimar Santana, referente al Archivo Histórico y los monumentos coloniales de San Juan del Río. Solo vale 50 pesos. Incluye la oportunidad de platicar con ella, quien es la encargada del Archivo y de paso que les dedique el libro.
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Un agradecimiento a la Sra. Susana Soto Vieyra por la oportunidad que me dio de acceder a su casa  para observar la fuente y por sus valiosos comentarios al respecto, accesible como pocas y deseosa de dar a conocer y preservar su valiosa  posesión.
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Y para que no anden como yo, de quejosos de que no hay libros de historia local, también está a la venta en el mismo lugar el libro  de la Sra. Aurora Castillo Escalona (QEPD), una de las pocas profesionales de la investigación que ha tenido nuestra ciudad. Un trabajo impecable. Solo 100 pesos. Trabajo centrado en la Hacienda de la Llave pero que incluye mucho de la historia temprana de nuestra ciudad.