lunes, 11 de septiembre de 2023

LAS HUERTAS 6 LA VIÑA

 LAS HUERTAS 6              LA VIÑA

Oleo del Maestro Armando Otero, Mostrando en sus recuerdos de los años sesenta, la reja de acceso a la Huerta y a sus últimos propietarios como tal, doña Teresa y don Felipe, siempre elegantemente vestidos a la usanza antigua. 

Concluyo la serie referente a las legendarias huertas Sanjuanenses, con una de las últimas persistentes y la mención de algunas otras. Ya en entradas precedentes he mencionado por qué estuvieron estos terrenos, propiedad de españoles dentro del pueblo de Indios desde épocas tempranas del periodo colonial.

La huerta de la Viña, si bien no fue la más grande en extensión, sí la más productiva, famosa, (tras el declive de la huerta Grande y el molino que aún existían, pero ya como terrenos de cultivo y alfalfares) fue la última de las grandes que se mantuvo en pie, agregándose que su entrada estaba en la zona tempranamente urbanizada.


Algo de Historia

Por su ubicación en el barrio indígena de la Concepción junto al del Calvario, solo separados por la acequia de riego, originalmente perteneció a la República de Indios, probablemente de las tierras de comunales originales. El nombre se debe a que en su parte plana (hoy fraccionamiento la Viña) se cultivó vid en alguna época.

No he podido encontrar documento que diga con certeza el nombre del primer propietario, en el AGN existe un expediente de 1759 donde el virrey otorga a José Joaquín Caraveo, originario del pueblo, licencia para fabricar vino y aguardiente en la viña que tiene en San Juan del Río.  Por alguna razón, de los sitios donde hubo ese cultivo, este es el único llamado específicamente viña, de ser así, el nombre persistió. A la muerte del mencionado, antes de 1775, habiendo varios herederos de su viña, esta fue administrada por don Ygnacio de Pineda quien presenta una “cuenta y relación jurada” en 1776. No debió haber sido tan buena la administración o el difunto dejó muchas deudas porque ya para 1793, hay una memoria de acreedores a los bienes dejados que se extiende al menos hasta 1803.

Debe recordarse que en ciertas etapas del virreinato la producción de vino fue casi monopolio de la metrópoli (España) y los permisos para producirlo en las colonias eran escasos. No es posible saber si esta viña es la que conocimos como huerta hasta el siglo pasado, es probable ya que no hay registro que consigne otra en el pueblo, solo el permiso para fabricar vino y aguardiente, otorgado antes de 1776 a Juan González Guerra en su hacienda de San Joseph de Galindo.


La primera mención certera de la Viña está en otro documento del AGN de 1803 en la que el gobernador de los indios señala que pertenecía a “varios individuos” y estaba junto a sus solares y hortalizas bajo el Calvario. Desde ese el siglo ya se llamaba calle de la Viña a la hoy sección de Allende que la colindaba.

Fotografía tomada de Google Earth, En la diagonal que hace la calle de Allende, a la derecha del poste, el letrero, de los pocos antiguos que quedan, con el nombre de la viña.

Para 1843 el propietario era el señor Rafael Ugalde, aunque tenía un gravamen de 2663 pesos y 3 reales para las obras pías de la Parroquia, cuyo pago se garantizaba con la huerta y una casa en la calle Nacional, En una lista de bienes eclesiásticos esa deuda estaba sobre bienes de don Eusebio Camacho. Seguramente Rafael la heredó o adquirió con ella, como era común y Eusebio debía un contrato de maíz a Francisco Ugalde que reclamaban sus herederos en 1814.

 Al parecer desde entonces esa familia la mantuvo como propiedad familiar, porque a inicio del siglo XX el dueño era Agustín Ugalde, de quien pasó a su hijo Felipe Ugalde Farfán, que la tuvo hasta la época final de la huerta.

 En 1968, los límites, que consignaremos como originales, refiriéndonos ya a la huerta constituida con el nombre de la Viña, eran los siguientes:

 1.- El frente y acceso estaba en la actual plazuela Guadalupe Victoria, ocupando su barda de piedra la mitad de la acera sur, continuando en diagonal por Allende, pasar por donde ahora inicia el B. Hidalgo, (para trazarlo, se derrumbó esa parte) terminando metros adelante en la misma. (La barda era también el fondo de la casa de campo había dentro)

 2.- Por su parte trasera colindaba con la huerta del Molino, con una barda de piedra que, en diagonal, desde lo alto de Cóporo llegaba hasta la casa de campo.

 3.- Finalmente, por el fondo de las casas de la calle de Cóporo y algunas de la Plazuela Guadalupe Victoria, aquí casi sin barda, únicamente protegida por lo alto del desnivel, carrizales y enramadas de espinas. (La meseta del pueblo terminaba exactamente aquí, Cóporo, la Plazuela e incluso la reja estaban en la meseta, pero la huerta afuera y varios metros abajo)


Fotografía tomada de Google Earth. la extensión de la huerta sobre las calles actuales.

Don Felipe y su esposa Teresa Martínez, en temporada de cosecha vendían personalmente la fruta recolectada y regalaban otro mucho en el despacho, un local junto a la reja. Inmediatamente al interior empedrado, resaltaba un enorme chirimoyo. Cabe mencionar que la familia vivía en una casona en la Avenida Juárez y se mudaba a habitar la casa de campo de la huerta durante esos meses del año.


Fotografía del Detenal de 1970.La huerta, ya cruzada por el B. Hidalgo.

Había adentro gran cantidad de árboles frutales dispersos, pero ocupando todo el espacio posible; manzanas de varios tipos, pera, naranja, limón, granada, cidra, membrillo y nuez. La sección central plana (donde debieron estar los viñedos) tenía hortalizas maíz y alfalfa. Por 1970 había vides aisladas, no en cepa sino árboles permanentes. En la parte colindante con Cóporo había fresnos y nogales enormes donde en invierno pernoctaban parvadas de tordos que, por las tardes, antes de posarse revoloteaban por las calles colindantes. No sé si todavía se dé este espectáculo, los árboles gigantes ya son pocos. (Se pueden ver al fondo del actual fraccionamiento la Viña)


Recreación personal. La huerta y su entorno en los sesenta.  No se dibujaron todos los árboles del frente, se aumento el tamaño de la fuente para hacerla visible, las escaleras son imaginarias y la línea diagonal, es el trazo del B. Hidalgo.
1.- Cancha de basquet en la Plazuela 2.- Reja de entrada. 3.- Acceso empedrado 4.- Posible Ubicación de la escalera. 5.- Estanque de Agua. 6.- Glorieta y Fuente. 7.- Patio para actividades sociales. 9.- Acequia del pueblo. 10.- Casa de campo

La gran productividad se debía a que tenía riego de la acequia del pueblo por tres de sus extremos, conduciéndola a canales secundarios al interior:

1.- Por la parte trasera, entraba una zanja derivadora paralela a la barda que luego volvía a la huerta del Molino. Ya no funcionaba en la etapa final de la huerta, quedó una zona hundida, especie de bordo creado al hacerse el B. Hidalgo, ubicado donde hoy es un estacionamiento subterráneo, el suelo de arena y tepetate ya no era fértil, parece que una crecida del río llegó hasta ahí, inutilizándolo y motivó su abandono.  

 2.- En el costado colindante con el fondo de las casas de Cóporo y la Plazuela pasaba al descubierto el canal principal que derivaba agua por dos bitoques -especie de compuertas- alimentando canales secundarios, algunos revestidos de piedra y ladrillo, otros eran zanjas en tierra.

3.- Por la fachada, aunque el canal pasaba por la calle, había una atarjea con derivación que proveía subterráneamente agua al estanque interior, inmediato a la barda. (aunque ya tenía tabique rojo en forma de rombo en la parte superior formando un barandal de protección, el resto se veía más antiguo) La alberca iniciaba en la meseta, al nivel de la calle y terminaba fuera de ella, en la parte baja de la huerta.


Fotografía del INAH, 1910 Tomada desde el poniente de la huerta hacia el Calvario. Abajo se observa la parte plana, la línea azul indica el paso de la acequia metros arriba tras las casas de Cóporo (Melchor Ocampo)

 Para salvar la altura de la Meseta, se menciona una escalera monumental antes de un sendero hacia una glorieta de piso de ladrillo con una fuente circular alimentada por la acequia que durante muchos años fue sitio preferido por la élite sanjuanense para celebrar reuniones sociales por la belleza del entorno rodeado de frutales. Siendo común que en las visitas de políticos y autoridades se les invitara a comidas en huertas, esta era una de las preferidas.


Fotografía del INAH. Década de 1910. La fuente de la huerta. En la exuberancia de la vegetación se pueden observar al gobernador Ernesto Perusquia y su esposa,  don Agustín Ugalde, Severino Ayala y algunos de los diputados constituyentes por Queretaro. El color de la fuente era rojo oscuro,

Ignoro cuando la fuente dejó de funcionar, para 1969 solo quedaba sus restos. (estarían detrás del banco que hoy se encuentra en el B. Hidalgo) Para entonces, los dueños ya habían construido un patio con arcos para las actividades sociales junto a la barda de Allende. Para el trazo del B. Hidalgo por entre la huerta, esa sección fue demolida iniciando ahí la nueva calle. Se tiró también gran parte de la que la dividía con la del Molino.

La huerta quedó separada desde entonces en dos predios. A sendos lados del Boulevard se hicieron cercas con los restos de los arcos, espinos y alambre de púas para evitar ingresos indeseables, especialmente en la parte oriente donde quedaron la mayoría de los frutales sobrevivientes. Al otro lado solo quedó el pequeño terreno triangular sobre el que estaba la casa de campo de la huerta, entonces en buen estado de conservación ya que había sido deshabitada pocos años antes.

 Esta casa de construcción antigua de piedra y lodo estaba sobre un terraplén dado lo irregular del terreno, en su frente tenía una especie de banqueta cubierta por loza. Su última habitación al sur era una extraña instalación de dos niveles llamada “la paila”. Había ciertas comodidades como pisos de duela, pero nunca tuvo luz eléctrica. Algunas paredes tenían murales y una la adornaba un óleo: “el último réquiem de Mozart”, al parecer de alto valor artístico. Al quedar aislada del resto y deshabitada, fue deteriorándose por la invasión de maleza y la pérdida de sus puertas de madera. A fines de los setenta, la esquina de Allende y el boulevard que era la casa se acondicionó para un local de carnes asadas y las habitaciones siguientes se modificaron para albergar un restaurante italiano (Michelangelo) en la década de 1990.  Lo antiguo y lo nuevo se demolieron 10 años después para construir un pequeño centro comercial que aún hoy tiene la forma triangular del predio original.


 La barda de casi un metro de espesor tenía en la Plazuela una altura de unos dos metros y en Allende casi 4, aquí más ancha en la parte baja por un contrafuerte adosado para resistir las crecientes de agua. Su remate superior era triangular con vidrios encajados, hecha totalmente con piedra de cantera y río unidas con lodo. Su aplanado era de arenilla, el último color que tuvo fue blanco de cal, pero en partes conservaba la pintura salmón impregnada al aplanado original.


Recreación personal.  Reja de la Huerta en la Plazuela. No se pusieron los árboles.  Luego de entrar al puente, la acequia continuaba subterránea, la mancha en el suelo era el registro. El rectángulo en la pared junto al  enrejado era una base para los anuncios del Cinelandia.


Oleo del maestro Armando Otero, casi en el mismo lugar. Los árboles fuera de la Huerta eran mucho más grandes de los mostrados.

Durante las fuertes lluvias de 1948 y 49, las grandes crecidas de agua que descendieron de la parte alta de la ciudad y convergieron en ella, dañaron gran parte de la barda en las dos calles. Fue reconstruida en partes utilizando cemento.

Después del trazo del B. Hidalgo la huerta conservó 10 años el resto de barda en Allende en dos secciones separadas con un total de unos 40 metros y otros 30 en la Plazuela, mismos que fueron derrumbados con maquinaria junto con el aljibe, el despacho, su baño adjunto, la glorieta con fuente, los restos de la escalera y la soberbia reja de hierro forjado de la entrada, para la construcción de la actual plaza comercial “los Faroles” y el fraccionamiento la Viña.

 En un dato adicional, en esta huerta pasó lastimeramente sus últimos años el pianista José Martínez, quien llegó a dar conciertos en famosas salas del país, se dice que hasta el palacio de Bellas artes. La enfermedad y la vida lo trajeron de regreso a su pueblo natal, imposibilitado para caminar, se arrastraba de un lado para otro sobre un tapete y sobre su fama. Su recuerdo también fue sepultado para siempre junto con la huerta donde casi nadie que lo vio conoció sus glorias pasadas.

A continuación, un recuento de datos de las dos calles donde se encontraba la huerta en su frente con la zona urbana.

 LA PLAZUELA

El trazo original de las calles de la ciudad fue determinado, por estar en declive, por la corriente de agua en época de lluvia. Así todas las que van de oriente a poniente son irregulares y la altura de sus banquetas dependía del caudal que conducían en esa temporada. No se podía quitar el arroyo, pero lo encauzaban en lo posible. La ordenanza indicaba que las calles, a partir de la plaza principal debían ser rectas y perpendiculares, aquí no se cumplió aquí, por esa circunstancia.

 Una de las más anchas es la plazuela Guadalupe Victoria, donde convergían las corrientes de lluvia que bajaban de las Peñitas por arroyos que hoy son calles y llegaban a la cuesta. (hoy Fernando de Tapia) Actualmente tiene un drenaje de gran capacidad, pero hasta 1975 bajaba con gran fuerza, abarcándola toda y pasando el nivel de las banquetas entraba a las casas. La calle consta de 2 cuadras desde Allende hasta 2 de Abril y continúa hacia el oriente como Fernando de Tapia.

Su nombre antiguo fue plaza de los Trabajos, refiriendo a que aquí hacían algunas labores los indios. Parece que originalmente no había casas y era un terreno abierto más amplio.

 Según “la sombra de Arteaga” en 1870, el municipio instaló una plaza de baratillo (tianguis de menudeo) de 4 a 7 de la tarde diario y desde entonces se llamó plazuela o plaza “del Baratillo”. El nombre no perduró, veinte años después otra vez era “de los Trabajos” y parece ser el origen de los locales de comercios que después tuvo y se constituyera como el punto de llegada y reunión de la gente de las comunidades del sur del municipio hasta 1970.

En la década de 1930 se instaló un parque infantil con juegos y una cancha de tierra para basquetbol y volibol, además de unos lavaderos y baños públicos que pronto fueron vandalizados

 

Antes de la Viña, que tenía el número 2, junto a la hoy la plaza los Faroles había una puerta en el callejón formado por las bardas dentro del cual venía la acequia antes de salir a la calle. (El INAH la cataloga como casa habitación, pero solo fue hasta que la acequia se entubó y se pudo poner piso) Exactamente en la salida se le había puesto fachada y puerta, porque sobre el canal se hizo un baño. A partir de ahí, la acequia iba por el exterior de la calle, junto a barda de la Viña, incluso bajo la entrada (hubo un pequeño puente frente a la reja) donde se hundía y ya no salía.

Fotografía del INAH, 1910, desde la Cuesta, leo del maestro Armando Otero, casi en el mismo lugar. Los árboles fuera de la Huerta eran mucho más grandes de los mostrados. Junto al último árbol a la izquierda se asoman los pilares de la huerta.

Esta condición de humedad permitió que fuera de la Viña hubiera gran cantidad de fresnos, algunos de más de treinta metros, en ellos se escenificaba una curiosa tradición de la calle; habiendo en casas cercanas corrales de puercos, los compradores foráneos, instalaban en ellos sus viejas básculas “romanas” para pesar los animales, no sin antes vencer su resistencia y llenar el ambiente con sus chillidos, ya que se requería colgarlos de la cintura.

Fotografía de aproximadamente los años 30s del siglo pasado. Desde el Calvario, marcados con la silueta, los árboles gigantes de las dos cuadras de la Plazuela.

Aproximadamente en 1970, aun funcionando la huerta, se entubó la acequia desde el socavón hasta la atarjea en la esquina con Allende, tal vez para evitar accidentes. Y aún más, al empezar a morir los árboles, el municipio siempre previsor determinó que eran un peligro porque las ramas secas podían dañar a alguien al caer y se determinó cortarlos de raíz.

Las fotos antiguas donde puede observarse la calle muestran que los árboles gigantes cubrían las dos cuadras de la Plazuela en ambas aceras, principalmente alcanfores y fresnos, los penúltimos existentes fueron dos alcanfores en la esquina con Reforma, sobrevivió hasta 2016 un fresno de unos 20 m que era el más pequeño de todos.


Fotografía personal, 2016.El último árbol sobreviviente frente al 10 de la plazuela. A su lado estab l
el monumento de la placa de la cancha.

En los setenta, cuando la calle solo era de tierra, quedaban algunas banquetas antiguas de ladrillo cuadrado con restos de pequeños canales para regar los árboles, venían de la cuesta y Cóporo con agua del acueducto y terminaban todos en la acequia.

Contaba mi bisabuela, quien murió en 1977 a los 105 años, que en los árboles fuera de la Viña había visto ahorcar a personas y mencionaba a un “jefe Yaca” de tiempos de la revolución. Según Jaime Nieto era Benito Llaca, jefe de los Rurales de San Juan del Río, dueño de la hacienda los Pirules, aprehendido por Francisco Villa aproximadamente en 1917.

 Un poco antes, por la década de 1960, aprovechando su anchura, se construyó una cancha de básquetbol, moderna entonces, es decir de cemento, que al ser casi la única del municipio y pública, fue bastante concurrida, debió ser un acontecimiento memorable y hasta se colocó una placa alusiva en mármol al frente de un basamento rectangular. Los encuentros deportivos eran un suceso y los vecinos en ocasiones instalaban puestos de antojitos que regalaban a propios y extraños.  Las crecientes de lluvia dejaban sobre ella gran cantidad de tierra, lodo y piedras que debió ser fastidioso remover, más si llovía constantemente, de ahí que se fue abandonando. Para 1970 solo quedaban las bases de los postes de concreto y secciones de la plancha de cemento que una lluvia descubría y otra tapaba, y casi intacta la base con placa que después fue demolido.

 Hay bastantes recuerdos y documentos que mencionan que aquí se practicaron muchos deportes durante todo el siglo XX, hasta ecuestres y carreras de caballos y se instalaron muchas diversiones ambulantes, circos, magos, compañías de títeres, prestidigitadores, cine ambulante y los famosos gitanos o húngaros.

Posteriormente fue costumbre lo que se conocía como “la feria” o “los juegos” consistente en la instalación durante semanas y hasta meses de juegos mecánicos y puestos que los acompañaban; la afluencia de gente del entonces pequeño pueblo, carente de diversiones era enorme, sobre todo los domingos por la noche, a las diez ya no cabía ni un alma. La rueda de la fortuna se instalaba frente a la reja de la Viña.

 En la década de 1980 se cambió el vetusto drenaje por un grueso tubo de más de medio metro de diámetro reduciendo las crecientes sobre la calle. Hasta entonces su amplitud, ausencia casi total de tráfico (Fernando de Tapia, 2 de Abril y Reforma se empedraron desde 1968, no así la plaza) pero sobre todo el piso de tierra significaba un verdadero paraíso lúdico para los niños.

 Era común ver por la calle al personal de la huerta, entre ellos don Marcos Mondragón tenía construido casi a mitad de la calle, un puesto de fruta, según provisional, pero de ladrillo y cemento. Era al mismo tiempo cuidador de la Viña y se rumoraba que en la glorieta de la fuente de la huerta había hallado un tesoro. (No sé si era requisito para ser cuidador, pero él, igual que los otros hortelanos como don Pablo Uribe y otro llamado Porfirio eran bastante malhablados)

 En la otra acera, en la misma época tenía su casa y un local de chicharrones, don Toño Rico, uno carniceros tradicional, fuera de ella, había varios árboles y bajo ellos vivía “Juana la loca”, una pordiosera algo afectada, célebre por estar siempre acompañada por una multitud de perros, a los que alimentaba con sobras que recogía durante el día. Lo de vivienda es un decir, al llegar la noche simplemente colgaba algunos trapos de los árboles y se disponía a descansar, protegida por los animales. (O al revés) Vestía con andrajos y las pocas veces que se bañaba era en el río, lo que la hacía ver mayor a lo que era, aunque era algo agresiva, nunca hizo mal a nadie, pero eran célebres sus disputas con la policía, un día desapareció, no se sabe si fue el municipio quien la retiró, no regresó nunca a sus “habitaciones” Dicen que murió con el siglo, en un manicomio de México. Originalmente vivía junto a los árboles afuera de la Viña.



Óleo del Maestro Armando Otero. Juana la loca  con sus peros frente a la huerta.

Hasta hace pocos años, disimulado por la infinidad de taxis suburbanos, que aquí tienen su paradero y sustituyeron a los niños que antes la ocupaban, podíamos encontrar a un personaje llamado Juan, su vestimenta militar hecha harapos daban una impresión equivocada de él, que se desvanecida al escucharlo hablar, herrero de profesión, trabajador como pocos, amigo de muchos y  dueño de una gran cultura y amplios conocimientos que le daba el haber vivido muchos años en el popular barrio, los detalles de su vestimenta no nos corresponde mencionarlos aquí por ser de carácter personal. Un buen día la cambió por ropa normal y dejó el alcohol, por lo demás, es el mismo.

Igualmente, la barda era utilizada por gran cantidad de vendedores que instalaban al frente sus puestos, sobre todo una vez que la acequia fue entubada.

 Aunque la acequia estuvo descubierta mucho tiempo en esta calle, nunca se supo de un accidente real, las mamás alimentaban la creencia de que ahí salía la “llorona” y que, por ser bastante profunda, si alguien caía ahí “ya no salía”. Los que la vieron cuando cortaron su flujo antes de entubarla, observaron que la profundidad ya era de apenas unos centímetros por la tierra acumulada y en consecuencia ya nadie creyó en la aparición.

 El cruce de Allende

La actual calle Allende se llamó de varias formas: partiendo de Av. Juárez, la primera cuadra era calle del Canal por ser la primera donde se veía la acequia viniendo del centro, recuérdese que hasta aquí venía por en medio de propiedades privadas y no se le podía ver. La sección siguiente se llamó calle de la Viña, por estar frente a ella, al terminar esta se conocía como calle de los Aguadores por transitar estos con sus cántaros o botes desde el río o el pozo de Guadalupe.

 Para evitar destrozos en época de lluvia, por bajar aquí rumbo al río uno de los arroyos más violentos de la ciudad, el tramo de acequia que la atraviesa desde la Plazuela fue subterráneo desde tiempos antiguos, con una atarjea o resumidero, regresando a la superficie más adelante. El resumidero estaba frente a la puerta de la Viña, cubierto por un registro de cantera dentro del cual había una desviación a la alberca o pila de riego de la huerta, lo que hoy es una mercería en la plaza los Faroles. Por el desnivel, (la parte de la alberca junto a la barda era baja, pero al otro extremo muy profundo) tenía escaleras de piedra para descender al fondo. De ahí se regaba la parte baja de la huerta.


Captura de un video de internet. Una creciente de lluvia en Allende, en  donde estuvo anteriormente la casa de Campo de la Huerta.

Estuve presente cuando la máquina derrumbó la barda del boulevard a la Plazuela, el despacho, así como la alberca, se pudo observar entonces un canal que salía de ella por arriba y un tubo por debajo, ambos iban a la casa de campo, el último estaba muy enterrado solo apareció por el gran volumen de piedra y tierra que la máquina removió). Desde la apertura del b. Hidalgo en 1969, al quedar expuesta parte de la huerta, se protegió en los tramos abiertos con cercas de alambre de púas, espinos y un cuidador, que hasta portaba un rifle, no sé si lo llegó a utilizar contra alguien, los tiros se oían frecuentemente, pero al final de su jornada se le veía pasar con un cargamento de tordos. Años antes, en el apogeo de su producción además de los cuidadores tenían muchos perros, famosos por su ferocidad, no tanto por su raza. La caída de un nogal se encargó de cinco de ellos y provocó igual número de fracturas a doña Teresa, la dueña.

 Los resumideros

La acequia originalmente fue superficial en toda su extensión, al trazarse las calles, generalmente se optó por construir de manera que el fondo de las casas, generalmente huerta o corral colindara con ella para aprovechar el agua. Donde cruzaba una calle se le colocaban troncos o tablas encima. Al aumentar la población y necesitarse un paso firme, se hizo subterránea con el método más sencillo que existe y que permite bajar su nivel para que por encima haya paso libre. El primer lugar con este resumidero, atarjea o vaso comunicante fue el cruce de Allende, entre la Plazuela y el actual hotel Jalisco.

 El proceso es sencillo: La corriente viene al descubierto a nivel de piso, al llegar a la calle por cruzar, se hacía el canal más profundo y se cubría a media altura con lajas, cubriendo todo con tierra o piedra quedando solo los pozos de entrada y de salida con registros para evitar accidentes y facilitar la limpieza. El agua al caer al pozo de entrada inunda la parte baja y al alcanza el mismo nivel al lado contrario, volvía a correr. La ventaja sobre un puente es quedar protegido de escurrimientos, se utilizó especialmente en donde la lluvia acarreaba escombros como aquí, donde se le dio metro y medio de profundidad (según se veía en el registro afuera de la Viña)

 

Fotografía de Gustavo Nieto, 1977 Derrumbe de casas viejas junto al  Hotel Jalisco. a la izquierda se puede ver la blanca barda de la viña en Allende, ya cortada para el trazo del B. Hidalgo.


Imagen de Google Earth. El mismo lugar en la actualidad. El proyecto inicial era un jardín triangular con fuente sobre el área de las viejas casas, que después fue cortado.




Fotografía de Gustavo Nieto, 1977. Derrumbe de parte de la esquina de Allende y la Plazuela.  Se observar a la izquierda, el resto de la barda de la huerta y el anuncio metálico en ella. La máquina estaría sobre el antiguo estanque. 


Imagen de Google Earth. Mismo lugar. la línea indica el antiguo paso de la acequia y el fin de la meseta del pueblo. 

Hubo en el pueblo hasta hace pocas décadas infinidad de huertas de tamaños diversos, se recuerdan hasta la década de los setenta “El retiro” donde hoy es la preparatoria de la UAQ y “el Esparrago”, en el fraccionamiento actualmente nombrado así y muchas más, la mayoría ya no fueron para actividades sociales, eran completamente familiares o para producción comercial.

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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
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SECCION COMERCIAL

A finales de los setenta, quedaba al inicio del B. Hidalgo, la casa de campo de la Huerta. Ahí se instaló una  negociación de carnes y quesos al carbón. Simplemente de le hizo un gran hoyo a la pared de piedra para colocar el zaguán.  Abajo, el mismo lugar en la actualidad, De la casa ya no queda nada, se derrumbó para construir la actual plaza comercial  

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AVISO PARROQUIAL 

La creación según San Juan.

Se invita cordialmente al  primer encuentro de escritores sanjuanenses los días 20,21y 22 de septiembre. Un esfuerzo para que los creadores sanjuanenses expongan su trabajo y puntos de vista.    


Un servidor estará presente en la mesa de Historia el día 22 a las 19:00 horas en el foro San Juan del Portal del Diezmo. Ahí nos vemos.









San Juan del Río Situación geográfica y poblacional (actualización)

 San Juan del Río 

Situación geográfica y poblacional

Publico hoy como apoyo a estudiantes, la actualización de algunos datos referentes a los aspectos físicos, económicos y poblacionales, ya que los últimos que había presentado ya tienen caso 10 años. Algunas cosas no cambian, pero el resto se va actualizando conforme a los diferentes censos y encuestas. Espero sirva en algo para alguna tarea, que es uno de los objetivos del blog.

San Juan del Río es un municipio perteneciente al Estado de Querétaro de Arteaga, ubicado en su parte sur, a 51 Km. de la capital del estado. Tiene una superficie de 770.9 km2 que corresponden al 6.6% del total del estado. Se localiza en las coordenadas geográficas: Longitud100°11'45.60" W 99°50'07.44" W, Latitud 20°12'24.12" N 20°32'50.64" N Con una altitud promedio de 1920m SNM.

Colindancias: al norte con los municipios de Pedro Escobedo y Tequisquiapan, al este, con el municipio de Tequisquiapan y los estados de México e Hidalgo, al sur con el municipio de Amealco y el estado de México, al oeste con los municipios de Amealco, Huimilpan y Pedro Escobedo.


Las elevaciones principales son: (Metros sobre el nivel del mar)

Cerro Xajay         2680                                                      Cerro Prieto         2610

Cerro la Cruz       2530 (no el del barrio del mismo nombre, otro por Cazadero)

Cerro Jingo          2460                                                     Cerro Gordo        2290

Cerro la Venta     2130

 El clima predominante es semiseco templado (BS1k) en 61.1% de su superficie, con temperatura media anual de 17.5 °C.  Y precipitación promedio anual de 553.9 mm

 Su fisiografía pertenece mayormente a la topoforma Lomerío de la subprovincia de Llanuras y Sierras de Querétaro e Hidalgo, del eje Neo Volcánico. Geológicamente se compone por suelo y rocas ígneas intrusivas, extrusivas, volcanoclásticas y sedimentarias, originadas en los periodos Terciario y Cuaternario de la era Cenozoica.

 Hidrológicamente está formado por las subcuencas San Juan, Drenaje Caracol, Prieto, Arroyo Zarco y Tecozautla, todas de la cuenca del río Moctezuma que pertenece a la región Pánuco.  Las principales corrientes son los ríos San Juan, Los Zúñiga, el Caracol y Hondo. Los principales cuerpos de agua son las presas Constitución de 1917, la Llave, (Divino Redentor) Hidalgo y los bordos la Joya, San Gilberto y Victoria.

La conformación del municipio es mayoritariamente plana, conocida localmente como “Plan de San Juan” mismo que está bordeado en sus extremos, que a su vez son los límites municipales, por los remates de zonas montañosas, formando un valle. 

En cuanto a vegetación, el 58.4 % de la superficie estaba ocupada por la agricultura; 9.6% corresponde a pastizal, el bosque tiene el 9.9 %, el matorral 11.5% y otros 1%.

 La población del municipio, de acuerdo con el censo del año 2020 es de 297,804 habitantes con una proporción de 95.13 hombre por cada 100 mujeres. La mediana de la población es de 29 años o menos.  El porcentaje de población económicamente activa es del 67.3%, y se tiene una densidad de población de 386.3 habitante por km cuadrado. El total de viviendas ocupadas es de 83,724 de ella, el 99.8% cuenta con energía eléctrica, 87.9% con agua entubada y 97.7% con drenaje. Las principales localidades son: La cabecera municipal, Cerro Gordo y la Estancia. Del total de habitantes, el 7.9% de la población en 2015 tenía una residencia diferente y solo 1498 personas mayores de 5 años hablan alguna lengua indígena. El grado de escolaridad en personas mayores de 15 años es de 10.0 años y el 79.3 % están afiliadas a algún servicio de salud

 La industria manufacturera representa la mayor fuente de ocupación, seguidos por el comercio, la construcción, servicios, agricultura, ganadería, aprovechamiento forestal, caza y pesca. Las principales industrias manufactureras son la fabricación de prendas de vestir, fabricación de insumos textiles, fabricación de insumos de computación, comunicación, medición y otros equipos, componentes y accesorios electrónicos.    

El municipio está comunicado por un total de 216.8 km de caminos, 71.90 de ellos federales, 62.20 Km estatales, casi todos pavimentados y 82.70 Km de caminos rurales, la mayoría de éstos solamente con revestimiento o empedrado.

 La cabecera municipal es la ciudad de San Juan del Río, donde hace muchos años...

 Fuentes: Cuaderno estadístico Municipal, San Juan del Río, Edición 2004, INEGI.

                 Anuario Estadístico, INEGI 2012

                Enciclopedia de los municipios de México 1999 Tomo 2 Colima- Querétaro-Sinaloa   

                Secretaría de Gobernación –Centro de Desarrollo Municipal.  CD-ROM.

 

               Censo de Población y Vivienda (2020). Panorama sociodemográfico de Querétaro: Censo de     Población y Vivienda 2020: CPV / Instituto Nacional de Estadística y Geografía. -- México: INEGI, c2021. 55 p. 1. Población - Querétaro - Censos, 2020. 2. Vivienda - Querétaro - Censos, 2020. I. Instituto Nacional de Estadística y Geografía (México).

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 EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

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En una acción más del colectivo Capa Roja:

Se invita cordialmente al  primer encuentro de escritores sanjuanenses los días 2o,21 y 22. Un esfuerzo para que los creadores sanjuanenses expongan su trabajo y puntos de vista.  

Un servidor estará presente en la mesa de Historia el día 22 a las 19:00 horas en el foro San Juan del Portal del Diezmo. Ahí nos vemos.





jueves, 20 de julio de 2023

Los legendarios túneles de San Juan del Río


LOS LEGENDARIOS TÚNELES DE SAN JUAN DEL RÍO


El año pasado presenté esta conferencia como parte de los eventos de feria, para quienes no asistieron y estén interesados en el tema, comparto el texto que tomé como base, así como algunas de las imágenes de apoyo, esperando sea de  su agrado y despeje algunas dudas al respecto.

Siendo San Juan del río una ciudad con casi 500 años de existencia, a pesar de su modernización, aún quedan en ella, viejas casas, casonas y elementos arquitectónicos visibles o enterrados, persistentes de su pasado que alimentan las leyendas cuando en el actual centro histórico, que fue el perímetro aproximado del pueblo de indios original, se encuentran pilas, norias, pozos y canales o muros que a ojos actuales parecen no tener sentido y por ello es común atribuirles un carácter fantástico reuniendo en torno, elementos ideales para ello: Misterio, tesoros y delitos. Esos neo mitos o leyendas suburbanas se extienden incluso a elementos similares en la periferia y comunidades.

Así, aparecen constantemente notas en periódicos, cápsulas televisivas y redes sociales discusiones y chats en las que todos escriben y/u opinan del tema de acuerdo con su parcela de conocimiento y al haber poca información veraz al respecto, aportan solo lo que han oído o creen defendiéndolo como irrefutable con resultado de que nadie está conforme si no es con lo propio.

Especialmente en lo que se refiere a los llamados “túneles” que atraviesan la ciudad, hay algunas constantes en lo relatado o sus explicaciones, sean los ubicados en el centro, la periferia y comunidades:

1.   Fueron construidos en la Revolución o en la Guerra cristera.

2.   Su función era esconder tesoros y personas, en las mismas épocas.

3.   Comunican todos los templos de la ciudad.

4.   Eran ocupados por los sacerdotes para huir o visitar a las monjas.

5.   Todos se dirigen al cerro de la Venta.

6.   Siempre hay fetos en su interior.

7.   En la Llave hay muchos túneles usados por antiguos dueños para esconder sus tesoros.

 

Como toda leyenda, algo los originó, algo tenían de cierto al inicio, pero en la incesante transmisión oral se ha distorsionado la información al grado que todas las versiones parciales terminan siendo falsas.

La explicación es más sencilla; a continuación, se expondrán algunos elementos que clarifiquen el asunto y algunas conclusiones para que ustedes saquen las propias, esperando sean menos diversas que las mencionadas arriba y para ello, hay que remontarnos casi quinientos años atrás.

En el primer tercio del siglo XVI, lo que sería San Juan del Río se conformaba apenas por unas cuantas chozas al sur de la ciudad, habitadas por pames, otomíes y mexicas en cuyos alrededores, desde 1540 el gobierno virreinal otorgó mercedes de tierras a españoles y una década después terrenos a los indígenas de Jilotepec,  correspondiendo a éstos últimos la única zona libre para entonces, lo que hoy es el Centro Histórico, un cuadrado dicen de 2,500 varas a los cuatro vientos a partir de la hoy plaza de los Fundadores. Con los pocos indígenas locales y los recién llegados se constituyó el pueblo de indios de San Juan del Río.


Recreación personal  de la zona de San Juan del Río en el primer tercio del siglo XVI El rombo representa la hoy plaza de los Fundadores y la línea azul, el trazo de la acequia . 

 


Esquema personal, el área amarilla, representa la meseta del centro histórico, es decir la zona plana a cuyas orillas va la acequia principal y en las calles a la izquierda, las derivaciones secundarias o terciarias. 

EL LUGAR

Es una especie de meseta formada por deslaves del cerro del Pedregoso hasta el máximo avance histórico del río que luego de un breve declive termina precisamente en él.

La meseta está formada por varias capas: una ligera de tierra vegetal, un afloramiento de cantera morena, tepetate y delgadas rocas impermeables. En algunas partes las capas se invierten y no tienen necesariamente el mismo orden.


Esquema personal,  algunos ejemplos de la disposición del suelo en el hoy centro histórico.

El suelo de ese espacio no era propicio para la agricultura temporalera, ocupación principal de los nuevos habitantes quienes repartieron en lo particular los terrenos otorgados, asignaron tierras comunales y salvaron la aridez del suelo a través de un sistema de riego con agua tomada del cercano río para hacer productivas sus parcelas que al paso de los años se hicieron muy fértiles.

Este canal llamado Acequia del Pueblo, Acequia Real o Acequia Madre, por seguir el nivel descendente del terreno cercano al río, fue fácil de trazar de manera que la mayoría de los nuevos habitantes tuvieron riego constante en sus parcelas. Años después con ellas se formaron los ocho barrios del pueblo, cuidando ser tocados por la acequia de forma permanente y el resto aprovechando los torrentes de lluvia.

Estamos hablando aquí del agua para riego, la potable inicialmente no fue problema. Por la disposición de las capas del suelo, a veces a poca profundidad, (dependiendo donde estuviera la capa impermeable) casi en cualquier parte del pueblo era posible hacer pozos.

Las parcelas se delimitaron por accidentes orográficos, principalmente el paso de arroyos de temporal que siempre se respetaron y hoy son las calles de trazo irregular o rectas del centro que se dirigen al río, casi todas alimentadas por la acequia que desde el río las atravesaba como canal al aire libre.

La acequia tuvo 3 etapas de construcción: La inicial, la Acequia Real y la moderna, solo diferenciadas en su inicio en el río, cerca de la actual central camionera. El primer documento que la menciona es de1577 y ya aparece en el mapa de 1590.


Plano de 1590. La línea azul gruesa es el río y la delgada la acequia.

EL RIO

A pesar de lo que románticamente se dice, el río San Juan nunca tuvo corriente permanente abundante, solo en época de lluvias y dependiendo el funcionamiento de la acequia de que hubiera caudal suficiente para alimentarla se subía el nivel del río por medio de un dique de tierra y piedra, apenas de altura suficiente para que el agua ingresara al canal.

De la primera acequia no hay vestigios de su inicio, si de las otras y del trayecto común queda mucho enterrado, oculto o azolvado. 

Fotografía personal. En el Río San Juan, túnel tapiado por donde entraba el agua al sistema de la acequia una vez que subía el nivel en el dique. 

 LA ARQUITECTURA

La acequia avanzaba hacia el norte por un canal excavado en tierra con medidas variables según el terreno que cruzaba, pero en general eran 2 metros de ancho y poco más de uno de profundidad, en medidas antiguas un buey de agua, un frente de al menos 1.5 metros, sin velocidad. Tiene longitud total de 5 kilómetros desde su inicio en el río cerca de Guadalupe de las Peñas hasta su final en el barrio de San Isidro. Solo en partes se reforzó con piso y paredes de piedra, pero inicialmente siempre estuvo descubierta.


Entre construcciones modernas,  la barda que contenía la acequia en algunos tramos. en este caso. pasaba descubierta, a la derecha de las  piedras de cantera. 


Canal principal de la acequia, en este caso entubada  y con registros redondos de concreto.

Es solo una acequia principal, pero de ella derivaban canales secundarios más pequeños y de ellos otros terciarios cubriendo todos los rumbos del pueblo, excepto al oriente, ya que por la gravedad no podía subir el declive.

Las derivaciones, siempre menores que la principal, se llamaban caños y cañitos. El mayor de estos es el del Chirimoyo, cada uno tenía nombre:  De Reyes, Salitrera, Plaza de toros, Academia, Santa Rosa, Cadena etc.

De ser todo el pueblo parcelas y chozas dispersas entre ellas, al menos en las cercanías del camino Real desde el siglo XVII, los indígenas fueron vendiendo terrenos a españoles y mestizos que construyeron en ellos casonas de cal y canto y trazaron calles rectas siempre aprovecharon el paso del agua para huertas y hortalizas. Igualmente aparecieron los mesones, iglesias y conventos. Tuvieron todos agua de riego.


Recreación personal zona de Avenida Juárez  y 16 de septiembre a Inicio del siglo XIX. La acequia cruzaba al aire libre  y se cruzaba con un puente de madera llamado "la puentecilla", 

Al funcionar el sistema por gravedad, una vez con agua en el canal no se podía detener, o pasaba a las milpas o seguía al río. Igual, si llovía en una parte cercana, entraba a la acequia y podía ser aprovechada. El paso de agua se regulaba a través de compuertas llamadas bitoques.

Toda la época colonial, el control del canal fue de los indios que la distribuían de acuerdo con la capacidad del sistema por tandas y dos veces al año la limpiaban, reparaban y adecuaban. Tras la independencia, el canal paso a ser municipal, mantenido por una comisión de usuarios que distribuían su reparación; en la ciudad los dueños de huertas y en el campo los de parcelas. En la primera mitad del siglo XX, la administraba el municipio a través de pago por horas y la reparaba un funcionario especial. En la segunda mitad de ese siglo quedo el control en la secretaria de Agricultura y Recursos Hidráulicos, en cuyas oficinas de la calle Hidalgo, se pagaba por horas su disposición a través de la presa Lomo de Toro donde estaba la compuerta que la soltaba a la ciudad. Aún hay en la ciudad personas que dispusieron de ese servicio.

DE CANAL A TÚNEL

Hasta 1840 el canal pasaba al descubierto por todo el pueblo. En las calles que atravesaba, se pasaba encima sobre tablas, pero a partir de entonces se empieza a cubrir en la zona urbana para facilitar el paso de los habitantes en casi todas las calles donde pasaba; Allende, Hidalgo, Galeana, Juárez, 27 de septiembre, Aldama, Abasolo y Matamoros resultando así un canal cubierto, no túnel, aunque parezcan lo mismo. En las afueras y la zona agrícola siempre estuvo descubierta.

La forma de cubrir su paso en calles pequeñas fue con puentes de mampostería y en las de mayor tráfico por vasos comunicantes con paredes de cantera de manera que quedaba oculta a la vista. 

Esquema personal. Vaso comunicante para pasar de forma subterránea el canal de un lado a otro de una calle.

Acequia principal,  encajonada en bóveda de ladrillo y aplanado de cemento
aquí tapiada con una gruesa barda de unos dos metros de altura.

Igual ocurrió al interior de las casas por donde pasaba el canal principal o los derivadores, se cubrieron con diversos materiales o se encajonó en bóveda de ladrillo, dejando solo algunos puntos descubiertos para sacar el agua, abrir o cerrar las derivaciones y su mantenimiento.

Pasado el tiempo esas casonas se fraccionaron y desaparecieron las huertas. Los callejones traseros o laterales por los que pasaba la acequia se anexaron a las viviendas luego nuevos habitantes construyeron encima, aunque seguía corriendo agua hacia la zona agrícola y las cada vez menos huertas urbanas, el flujo disminuyó conforme crecía el distrito de riego 23 hasta cortarse definitivamente en 1977.


Fotografía personal. Uno de los canales secundarios.

Tras perderse de vista el canal, inicialmente todos recordaban su paso y función, pero con el tiempo fue desapareciendo de la memoria colectiva lo que se acentuó al dejar de funcionar, aunque gran parte de ella existe aún, vacía de agua, poblada de leyendas. La mayoría de las historias fantásticas se multiplicaron al aumentar la población foránea que no tenía conocimiento del pasado de la ciudad y no hubo quien les explicara la función de los aparentes túneles.

Fotografía real de un vaso comunicante, en este caso de uno de los cañitos, subterráneo y cubierto con lajas de cantera.

 ALGUNAS CONCLUSIONES

-No son túneles sino canales cubiertos. Al dejar de correr el agua, cada propietario cerró su paso con bardas en los límites de su casa y seccionados parecen sótanos o refugios para ocultar o huir.

-La acequia principal y la mayoría de los canales secundarios son del siglo XVI, en la época moderna se construyeron solo algunos secundarios o terciarios muy pequeños.

-Solo en la principal, partes del Chirimoyo, el de Reyes y el cañito a Santo Domingo era posible el paso de personas, a veces a pie mayormente agachados.

-Por no tener los propietarios control sobre el paso de agua no pudieron servir de escondite, ni tránsito. Entrar era una trampa mortal porque podía llover en otra parte del sistema e inundar adelante.

-Por el caudal de agua de la principal, no pudieron ser escondite para tesoros, aun sin velocidad, el paso de agua podía mover piedras de moler que pesan toneladas, los tesoros por muy abundantes serian arrastrados fácilmente. Igual, si hubiera habido fetos, nunca se hubieran acumulado ni hallarse siglo después.

-Sí llegaban a todas las iglesias, pero son cañitos, ningún sacerdote, por muy pequeño o lubrico pudo ir en ellos a visitar monjas.

-Por la gravedad, todos se dirigen al río, pero no al cerro de la Venta, no había tecnología para cruzarlo por abajo y no hubo un Chapo colonial.

-Sin agua corriendo, cada propietario que conocía los canales les dio el uso que quiso, a: cava, bodega, sótano, incluso refugio momentáneo, también fueron usados como baños públicos, drenajes y para riego de árboles en calles y avenidas.

-En la Llave existió un sistema integral de presa, pozos por bombeo, canales y tubería subterráneos y diques o puentes de vigas en el río San Juan, sistema que funcionaba por haber un dueño de todo, al convertirse en ejido y dividir los terrenos, las partes que quedaron en cada uno no tienen sentido ni utilidad, el propietario que construyo el sistema era accionista de los principales bancos nacionales, difícilmente escondería ahí sus tesoros.

Esporádicamente cualquiera pudo construir un escondite subterráneo para lo que quisiera, pero en la antigüedad el nivel freático era muy bajo y lo hubiera inundado pronto, en la actualidad cada uno puede hacer lo que le permitan sus recursos.  

En todas las épocas, había en las propiedades piletas o depósitos para acumular algo de agua, siempre bajo el nivel de la acequia, además, algunos tramposos desviaban la acequia hacia canales escondidos en sus terrenos o pilas para otros usos. Ocultos siempre, aparecen de repente en lugares hoy completamente urbanizados, aumentando las leyendas.

 

AGUA DE LLUVIA  

Habiendo arroyos que corrían en época de lluvias, se aprovecharon haciendo canales, para regar su trayecto, alimentar la acequia o desviar el agua al río, quedan pocos restos de ellos. El mayor empezaba en la hoy colonia Fátima, llega a Aquiles Serdán y mina, incluso la primera bomba de motor usó ese viejo sistema para el agua sobrante y por detrás de Soriana centro iba a Palacio y volvía a Mina. Hay otro que baja del pedregoso, en partes integrado al drenaje, en éste, por ser de temporal fueron más comunes las pilas subterráneas para almacenar. Olvidadas luego, dan pie hoy a leyendas suburbanas como el caso del depósito que estuvo en la casa de don Juan Padrón, en la esquina de Mina y Morelos, hoy Cámara de Comercio.

 

El trazo

En el mapa de Guzmán, de cercanías de 1885, está perfectamente marcado el trazo del canal de la acequia principal, al poniente y norte hubo quizá cientos, de derivaciones, las que llegaban al río solo eran canales muy pequeños, que al dejar de tener agua se llenaron pronto de tierra o ramas. Hace algunos años apareció uno en el fraccionamiento las Huertas, por el paso de un camión.

Este plano abarca el mismo terreno de lo que fue San Juan del Río durante siglos, pocas casas, muchas milpas y huertas, todas con riego.

Fragmento del mapa de cerca de 1885,  se resaltó con la línea azul el paso de la acequia por la zona central de la ciudad.

 

ADYACENTES.

Hay algunos otros elementos lugares, que no pertenecen al sistema de la acequia y aunque tienen explicación lógica, al agregársele algo de insidia, son muy atractivos para el misterio.  Algunos son;

En algunas casas de la calle Guerrero hay pilas o depósitos subterráneos y un supuesto túnel. Aquí solo vale decir que no era un túnel sino tubería que llevaba el agua del acueducto del siglo a la fuente del Jardín Independencia, quienes pagaban este servicio lo recibían y guardaban en pilas que siempre eran subterráneas.

En la plaza independencia, anexo a la parroquia de San Juan Bautista existe una cripta subterránea, a la que se le atribuye ser la entrada a túneles con argumentos tan absurdos que siempre está cerrada y que hay una puerta exterior y una interior. Obviamente por su carácter debe estar cerrada y sin acceso público, pero quienes tienen difuntos ahí acceden cuando lo necesitan, no hay ningún misterio, no es secreta, solo privada.

Igual se le relaciona con que de la iglesia parte la red de supuestos túneles, solo aclarar que por la importancia de dichos edificios siempre tuvieron agua corriente, de la acequia o el acueducto, pero a través de tubería o caños muy pequeños. 

Otro lugar muy mencionado es el puente Cano, se dice que hay un túnel con entrada desde el paseo de los Abuelos y lleva a lugares diversos de la ciudad. Este es otro ejemplo de historias creadas por personas que llegaron recientemente a la ciudad. Muchos de nosotros que conocimos la zona antes de la urbanización sabemos que sí hay un túnel circular de concreto de unos 5 metros de diámetro por el que el arroyo pasa debajo del B. Hidalgo, solo mide unos 15 metros y no lleva a ninguna otra parte. Cubierto por Carrizo y maleza, ya difícilmente se puede ver del lado de Hidalgo y del lado del Paseo, es habitación de vagabundos.   

Y así como estos, hay muchos más relatos implicando supuestos túneles que por absurdos ni siquiera vale la pena comentar.