domingo, 9 de junio de 2024

Entre doña Andrea y los museos

 Doña Andrea


Óleo del maestro Armando Otero, doña Andrea por llegar a casa.

El presente relato es uno de esos que quizá no tengan trascendencia histórica pero que considero hay que contar para que al menos quede constancia de que ocurrieron. En este caso, aparezco dentro de la narración sin más pretensión que la de dar a conocer otra historia del viejo San Juan, el que se va, no tanto como los museos de la ciudad, San Juan del que cada vez queda menos, no tanto como de esos museos.

 

EL LUGAR

Panteón de la Santa Veracruz y su museo anexo, que antes era de la Muerte, pero hoy no se sabe, supongo que el siguiente nivel es el del purgatorio, que si no de la resurrección.


EL PERSONAJE: Doña Andrea

Sanjuanense de nacimiento, vivió su niñez y juventud en la calle 2 de Abril del barrio del Calvario, de familia humilde como todas las que en su tiempo componían esa sección que concentraba mucha de la clase trabajadora de la pequeña ciudad, gente sin recursos para vivir en el centro o bien los ya pocos descendientes de los habitantes originales, quizá desde la época prehispánica.

En su edad adulta formó familia y vivió en varias partes del pueblo. Familia nuclear que, al paso de los años y en las últimas décadas de su vida se fue diluyendo y por cosas del destino enviudó. Al quedar sola y en esa situación volvió al barrio que la vio nacer.

Para esas fechas contaba con muchos años de vida y sin embargo, como mujer de antes (había nacido en 1889) consideraba, como siempre lo había hecho y por qué no otra vez, seguir su vida sin depender de otros.

En realidad, por la edad, era ya la década de 1970 y ella pasaba de ochenta años, era difícil que lo lograra así que otros familiares que tenía en las calles cercanas estaban al pendiente de ella.

Por la época en que nació, teniendo la ciudad una menor cantidad de habitantes, había conocido a muchos de sus contemporáneos. Entre ellos a don Guadalupe Trejo, de edad mucho menor a ella, pero al que seguramente conoció desde niño por haber nacido en el mismo barrio, siendo el hijo de don Rosauro Trejo, el peluquero de la calle de la Cuesta. (hoy Fernando de Tapia)

Por esos años, en la parte alta del calvario, el viejo panteón de la Santa Veracruz, luego de más de un siglo de inaugurado como favorito de las élites sanjuanenses, únicas que disponían de recursos para pagar las perpetuidades, estaba en su última etapa funcional.

Muy pronto, por su pequeñez, se colmó el cupo y los nuevos entierros fueron cada vez menos, solo de los cercanos de los poseedores de los derechos de perpetuidad, familias que en un siglo se habían ido diluyendo, envejeciendo y desapareciendo. Esos ires y venires demográficos y el cupo lleno hicieron que para los años sesenta del siglo XX, no hubiera deudos recientes y los descendientes de los viejos ocupantes iban acabándose al grado que ya pocos visitaban el panteón.

Siempre hubo un funcionario encargado del sitio; El panteonero municipal. No hay datos si vivía ahí, aunque había al menos un par de secciones donde podía hacerlo. Uno de los últimos panteoneros, casualmente o no tanto, desde la década de 1960 era don Guadalupe Trejo ya mencionado, que no vivía en el panteón, ya cerrado pero custodiaba las llaves. Al no haber entierros, solo asistía cuando algún deudo solicitaba visitar a sus difuntos acompañándolos para abrirlo y al terminar, regresaba a su peluquería en la calle de Coporo.

Tan poco era la asistencia, que en los últimos años ya ni siquiera iba a la parte alta de las peñas, dejaba la llave en una casa frente al panteón donde vivía don Raquel Otero, que era su familiar,  para evitar dar vueltas.

Al ocurrir el regreso de doña Andrea al barrio, de alguna manera consiguió que don Lupe le permitiera vivir en la accesoria del panteón, convirtiéndose en la única habitante viva del lugar durante muchos años.

 MI RECUERD DE DOÑA ANDREA

Debieron ser muchas veces las que fui, pero recuerdo especialmente una en que mi mamá me llevó de acompañante a, por encargo, ver a doña Andrea y llevarle comida porque según dijo estaba enferma y en cama.

Entramos por el acceso original, una puerta de madera junto a la entrada principal al panteón en la calle 2 de abril, a un pequeño patio descubierto donde lo primero que se veía al centro era un fogón sobre el piso de zoclo de ladrillo ya que ella siempre cocinó así, con leña recolectada en los alrededores. (había muchas partes todavía baldías o rurales)


Esquema personal, En azul la vivienda de de doña Andrea.

El pequeño cuarto donde vivía, a la izquierda del patio era reducido pero suficiente para ella. Aunque esta sección era original del panteón, ya no tenía acceso a él, porque el vano de la puerta donde estaba el acceso había sido tapiado muchos años antes.

En la pequeña habitación había una cama donde doña Andrea reposaba su enfermedad, completaban la escena una mesa pequeña, una silla y un trastero empotrado en la pared, donde conservaba sus pocos trastes. Algunas cajas más completaban sus pertenencias.

Mi mamá como correspondía le dio de comer, recogió un poco el local y estuvo al pendiente del fogón que habíamos hallado calentando una olla de barro. Esas labores las realizaban constantemente, sus únicos familiares que le quedaban; una hermana menor  una sobrina, la señora Teresa Hernández y sus hijas. Lo poco que se podía hacer por una persona que a pesar de su edad y quizá por ello, necesitaba poco y pedía menos ya que, aunque encorvada, se desplazaba libremente apoyada en un bordón.

Fue la última vez que recuerdo haber visto a doña Andrea, incluso siempre tuve la idea de que había muerto en esa cama y a causa de esa enfermedad.


PRIMER INTENTO DE MUSEO DE LA CIUDAD 

El primer intento de museo arqueológico de nuestra ciudad se dio durante la feria anual de 1977. Como parte de los eventos de feria, se instaló en una casona de la calle 16 de Septiembre, una exposición de objetos arqueológicos. El patronato de feria se dio a la tarea de obtener de colecciones particulares, muchas piezas recolectadas durante siglos en la ciudad, sobre todo en su parte sur, incluso vestigios traídos de la Estancia.  Esta exposición llamada “Museo de Historia y Arqueología” fue temporal pero además de las piezas prestadas, se recibieron donaciones de manera que se pudo conformar al menos una base de objetos para exhibición.

EL PRIMER MUSEO

Fotografía de Versión de Provincia. 1977 Inauguración del museo, A los lados del de la tijera, don José Velázquez y Juan Almaraz.

Con el antecedente de la exposición y cercano el 450 aniversario de la mítica fundación de San Juan del Río, el mismo grupo de sanjuanenses y otros allegados tuvieron la idea de utilizar el abandonado panteón como sede permanente de un museo local. Dado que no tenía siquiera una sala de regular dimensión para la exhibición de las piezas, desde 1980 se construyó en el ala norte, un nuevo espacio para ese propósito, adaptado al estilo antiguo, se reubicaron tumbas y se embelleció lo mejor posible todo el conjunto.  Llamado Museo de la Santa Veracruz abrió sus puertas el mero 24 de junio de 1981, a las 2 de la tarde, Se considera el primer museo de la ciudad. Exhibía casi exclusivamente piezas arqueológicas propias además del espacio funerario del edificio, Por sus características, era lo que hoy llamaríamos un museo comunitario, funcionó bien al inicio, luego intermitentemente. 



Fotografías personales: Placas de inauguración del primero museo en el panteón de la Santa Veracruz.

SEGÚNDO MUSEO

Para 1997 se anunció una reconversión que implicó que las piezas prehispánicas fueran trasladadas a la sala “Iztacchichimecapam” que se construyó en el edificio de la antigua Cárcel, en la Avenida Juárez adaptado como espacio Cultural por el municipio. Igualmente, dedicado a la exhibición de piezas arqueológicas locales y algunos dioramas de los espacios naturales. Puede considerarse el segundo museo de la ciudad. Extrañamente ya no todas las piezas del anterior museo llegaron al nuevo, ignorándose su destino.

Mientras tanto el de la Santa Veracruz se convirtió en “Museo de la Muerte” bajo una museografía temática relativa y adaptando su única sala para la exhibición de las costumbres funerarias desde la época prehispánica hasta la moderna.

Fotografía personal, Entrada al museo de la muerte y panteón de la Santa Veracruz.


La muerte prehispánica (en tierra, petates y ollas)

-       Entierros en Iglesias

-        Algunas piezas prehispánicas.

-       Un panel con obituarios impresos.

Y, en un espacio aparte a la sala, se mostraba la supuesta celda de una monja coronada, es decir muerta y amortajada en su propia cama, con indumentaria especial.

En lo personal, para mí fue una impresión cuando lo vi por primera vez porque resulta que el espacio adaptado como celda era en realidad la accesoria donde vivía doña Andrea, solo que el vano que daba al panteón se había destapado y a la vez se tapió el que daba a su patio Fuera de eso era el mismo lugar, quizá solo repintado: permanecía el piso de zoclo de ladrillo, el trastero en la pared, incluso la cama con el maniquí de la monja estaba en la misma posición que el catre donde había visto por última vez a doña Andrea, por eso digo lo de la impresión porque desde una puerta diferente estaba viendo, la misma escena que cuando era niño y como seguía con la idea de que había muerto en ese lugar, tuve que pedir información con la familia.

Resulta que cuando se empezó a adaptar el primer museo, el único detalle era que en la accesoria habitaba doña Andrea, incluso fue tema de una sesión de cabildo el qué se iba a hacer con “la señora que vivía en el panteón” (sic) porque resulta que no murió en la enfermedad en que la recordaba, sino que vivió varios años más.  Ante las circunstancias y contra su voluntad, porque ella quería seguir ahí, mi tía Tere, ya su único familiar la llevó a otro rumbo donde falleció a los 96 años a causa de un accidente en un fogón, donde seguía cocinando como era su costumbre.

Fotografía de  Ramiro Valencia, 2006,  La celda de la monja Coronada , antigua vivienda de doña Andrea.  A la izquierda la puerta tapiada que daba a su patio y el trastero empotrado en la pared. 

Su espacio entonces fue adaptado, se quitó la puerta de entrada directa desde la calle, lo que era su patio al parecer se anexó a la iglesia porque ya no se ve desde el interior, si no se ha cambiado, seguramente todavía está en el piso la marca del fogón donde por años cocinó doña Andrea. Hoy en la fachada del panteón, solo queda la reja y una marca en la pared donde estuvo la entrada a la accesoria. 

Plano del edificio, INAH  modificado, En azul la casa de doña Andrea, en rojo la sala construida en 1981. 

 

LOS MUSEOS SEGUNDA PARTE (y última)

Como temático de la muerte, el museo en el panteón tuvo durante años relativo éxito turístico, se le ha utilizado además como espacio para otras actividades culturales. Ha sido objeto el edificio de varias remodelaciones, siempre se dice lo mismo; que, porque está muy deteriorado y se le van a hacer reparaciones ahora sí de fondo, pero solo duran algunos años.

La sala Iztacchicimecapan continuó varios años más, en el antiguo edificio de la vieja cárcel, adaptado todo para espacio cultural y sede de las oficinas municipales relativas. Incluso, en otra ala del edificio se instaló con museografía especial, una sala llamada "Aurora Castillo Escalona” con museografía moderna y sobre todo material visual, se exponía parte de sus investigaciones sobre el pasado de la ciudad.



Fotografía personal.   Al interior del Centro Histórico y Cultural,  la sala Aurora castillo..

Ambas salas fueron desmanteladas en el año de 2015 cuando una vez remodelado el edificio de enfrente, el portal del diezmo, se traslado ahí toda la parafernalia cultural municipal, pero paradójicamente ya no tuvo espacio para un museo, según se dijo el otro edificio ya se estaba derrumbando y los objetos se guardaron en cajas, otra vez fueron a destino incierto. Por cierto, el riesgo de derrumbe no ha de haber sido tanto, 9 años después, siguen dentro oficinas diversas y hace poco hasta se instaló una sala turística dedicada al vino.

Hace un par de años se anunció otra de las cíclicas remodelaciones del Museo de la Santa Veracruz, consistente principalmente en quitar la museografía de la muerte y se anunció que ahora ya era “museo de sitio”, Igual que siempre, los objetos fueron encajonados. No hallo sentido a un museo de sitio, sin objetos solo es un edificio histórico, quizá monumento histórico, pero no un museo, supongo que los objetos son menos importantes que las exposiciones itinerantes y eventos New Age que ahora se hacen ahí.

Aunque se menciona que no hay espacio para un museo en la ciudad hay muchos lugares disponibles, pero sin voluntad no sirven. Debió ser prioritario instalarlo cuando se recibió desocupado el edifico del Portal del Diezmo, o bien al quedar desocupado el del Centro Histórico, había una sección nueva donde estuvo la biblioteca municipal que pudo adaptarse.  O reparar todo el edificio, ya se vio que no está tan mal, y ocuparlo todo, Ni hablar del antiguo edifico de la presidencia municipal, que tiene como 5 años como candidato a y no se ve nada claro. Si tarda más seguramente van a decir que se está derrumbando.

Hace 44 años un grupo de Sanjuanenses, sin recursos públicos, poniendo tiempo, recursos y hasta trabajo manual lograron crear un espacio para mostrar el rico patrimonio arqueológico del municipio, hoy parece imposible de replicar.

Hoy San Juan del Río, la gran ciudad, no tiene un museo de Historia o arqueológico, al parecer hay cosas más importantes, al fin que los objetos pueden guardarse en cajas, guardarse en el mejor de los casos, no protestan. Hay muchas pláticas, muchas conferencias, pero no un lugar con el material físico que lo sustente y dé sentido a las referencias.

Lo de doña Andrea, que era tía de mi tía Teresa Hernández, sirva esto como un recuerdo a su memoria por su singular vivienda. Sanjuanenses de antes que no volverán, como los museos… perdón, creo que eso ya la había dicho

Aunque ya pocos la recuerdan, entre ellos el pintor Armando Otero es de los sanjuanenses que siguen dando tema a conversaciones, Hace algunos años, ante la efigie de la monja en el Museo, platicaba la historia de cuando vivía ahí, casualmente algunos turistas las escucharon y como teléfono descompuesto, después, en otra parte del museo los escuchamos decir que yo había dicho que la señora que estaba ahí era el cadáver de mi abuela…

Fotografía  del Instituto de Cultura. 2016, De los últimos arreglos de la celda.


Fotografía personal.  El maestro Armando Otero señalando en su obra la entrada a la casa de doña Andrea.

Fotografía personal.  El maestro Armando Otero señalando en terreno la entrada a la casa de doña Andrea. En realidad era dos metros a la derecha,

Andrea Hernández Hernández

1889 -1985

D.E.P



Otro óleo del maestro Armando Otero, Doña Andrea se va... como los museos.

______________________________________________________________________
EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD O AL REVÉS
______________________________________________________________________

Dado el interés que tuvo la conferencia del año pasado sobre el tema, Como parte del programa de feria 2024  se repondrá con algunos agregados, dado que es investigación en curso. Para los que no pudieron asistir la pasada o quienes quieran repetir. Ahí los espero.

  


sábado, 23 de marzo de 2024

Recuerdos de aquellos tiempos 5 Capítulo Cinelandia.

 

Recuerdos de aquellos tiempos 5 Capítulo Cinelandia.

 

Fotografía personal, de las últimas fotografías del cine, ya cerrado por la huelga.

Existió hasta la década de 1990 en San Juan del Río, un cine que durante mucho tiempo fue el único centro de diversión de la ciudad. Entre las muchas generaciones de Sanjuanenses que lo disfrutaron en todos los sentidos ya que además de lo puramente cinematográfico, fue lugar para espectáculos, eventos sociales, políticos y escolares.

Presento a Ustedes la recopilación de recuerdos, anécdotas, muchas personales, muchas comunes a todos los que ahí estuvieron.

Como en todas las entradas de esta serie, esperando les traiga un recuerdo pero sobre todo una sonrisa.  


Su nombre oficial era “Teatro Cinelandia” pero era conocido popularmente como el “piojito”, piojilandia y piojorama.

La taquilla era una caseta hexagonal en el centro del vestíbulo. Aunque a veces la misma que te vendía los boletos era quien te los recibía a la entrada.

Como era de segunda categoría, las películas presentadas dependían de que llegaran los carretes de los de primera de la misma empresa.

Por la misma razón, la programación a veces era de una sola película larga, o programas dobles y hasta triples.

Como casi nunca había estrenos, casi siempre había permanencia voluntaria.

En sus comienzos era de un solo piso y dos categorías: luneta, o sea asiento individual o banco de madera comunal.

Al agregársele el segundo nivel, abajo eran las lunetas y arriba gradas de cemento.

La dulcería era muy surtida y cara, lo mismo vendía dulces muy exclusivos, que como otros completamente locales.

Por las concesiones del Circuito Montes, al cual pertenecía, solo se vendía Pepsi y Jarritos, nuca entró la coca cola.

Había venta de palomitas, pero no eran tan populares como hoy.

Como no tenían congelador, las paletas de hielo llegaban un poco antes del intermedio en una caja metálica para preservarse.

Se vendían pepitas en un canastón como el del pan.

Los gritos populares eran el nacional ¡Cacaro!  al apagarse las luces y ante cualquier falla o interrupción ¡Deja a la dulcera!

Se presentaban en la feria muchos eventos, inauguración, coronación, los juegos florales y el míster San Juan, o sea los más ponchados del pueblo. asistiendo los más ponchados del pueblo, incluidos varios trabajadores del rastro, en los últimos años ya participaban féminas como concursantes (y muchos más hombres como espectadores) Luego se profesionalizó el asunto y ya no fue lo mismo porque había muchos foráneos.


La gente se emocionaba de verdad en las películas de luchadores y echaba porras, casi siempre al bueno. El santo.

En las novatadas de la prepa a veces terminaban con los rapados viendo gratis una función del cinelandia (en gradas obviamente)

Al salir los sábados, cuando se presentaban películas de Karate, los niños trataban de imitar lo visto, colgándose de las rejas de los Valenzuela, sobre las bancas de la Av. Juárez o en las jardineras de la Plaza Independencia.

Algún día tuvo un letrero luminoso vertical adosado a la fachada. que no duro mucho porque era muy grande y pesado y la estructura no podía sostenerlo.


Fotografía personal, recreación de cuando tenía su letrero luminoso.


Los sanitarios estaban en un entrepiso, los de la planta baja Debian subir por las escaleras.

Aunque teóricamente no se permitía ingresar alimentos, en la vida real se metía lo que se pudiera, tortas, tacos, gorditas, carnitas, pollo rostizado, guisados y refrescos en el tamaño más grande que era el familiar. Muchas madres llevaban hasta loncheras de pisos con varios guisados.

Al principio había muchos vendedores afuera, de Alimentos diversos, poco a poco se fueron.

Supuestamente estaba prohibido fumar, y había un aviso de ello en la oscuridad, pero creo que nunca se obedeció. No había peligro de incendio porque el piso era de cemento.

En ambos pisos había un policía siempre atento a que no se lanzaran objetos a la pantalla o se dijeran groserías, actos que ameritaban ser sacado ipso facto de la sala.

Ya existían vasos desechables, pero era más común que vendieran el refresco y dejaran importe por la botella.



No tenía aire acondicionado, pero toda la sala estaba recubierta con fibracel, lo que daba cierto grado de aislamiento.

Los días del niño había promociones diversas, casi siempre descuento y las escuelas o padres de familia llevaban a los niños ese día

En su inauguración tenía hidrantes para tomar agua en el interior del único piso.

Nunca cerraba, solo cuando había otro tipo de eventos no había proyecciones.

En la época final, el proyector constantemente quemaba la cinta aparecía una mancha que iba creciendo poco a poco hasta que había que detener la proyección.

En la época de oro del cine nacional había llenos completos, únicas veces que no hubo permanencia voluntaria.

Había muchas funciones de beneficio, sobre todo para escuelas.

Casi siempre hubo matiné, hasta entre semana, con películas diversas, luego solo los domingos con temática infantil.


Chabelo, pepito, el santo, viruta y capulina, Gastón Santos y luchadores diversos eran las estrellas del matiné.

Aunque lo correcto era decir la matiné, aquí siempre se le dijo el matiné.

Los del piso de abajo debían salir un poco antes del final de la función, porque los de arriba, al salir lanzaban hacia abajo toda clase de líquidos, incluso los envases de vidrio.

Alguna vez alguien rasgó la tela de la pantalla con una navaja, que se remendó, pero siempre quedó la “cicatriz” b,

Cuando se apagaban las luces para iniciar la función, después del ¡Cácaro! no faltaba alguien gritando ¡Ya llegué Cabrones!  o ¡Ya llegó su padre!

En los ochenta, casi siempre se proyectaban películas clasificación “C” supuestamente solo para adultos, aunque no llegaban a nopor, lo extraño era que siempre había mayoría de alumnos de la secundaria.

Ahí se efectuaban las tomas de posesión e informes de gobierno de los presidentes municipales.

La pantalla era gigantesca, mayor que cualquiera de las actuales.

Tenía marcos metálicos en el centro para sus carteles y repartían programas de mano.

La mayor fila recordada en los últimos tiempos fue cuando se proyectó “el Chanfle”.

casi postreramente se sostuvo proyectando indiscriminadamente un día sí y los demás también, cintas nopor extranjeras, ya hasta sin subtítulos o traducción. (Que en realidad no era muy necesaria, como quiera se entendía)

Al final, su único atractivo era la oscuridad, y se hizo popular como sitio romántico de quienes no querían que los vieran.

La oscuridad era más oscura por alguna razón desconocida, si salías al baño o a la dulcería, difícilmente llegabas al mismo lugar dónde estabas antes, hasta que te acostumbrabas otra vez a ella.




___________________________________________________________________________________
Todas las imágenes en rojo son de los programas de mano del Cinelandia.

Como siempre, una disculpa por no ser más constante en las publicaciones, pero, ¿a poco ya leyeron todas las 210 entradas?   de ser así  van algunas emás en estos días. 


Para los nostálgicos, hay,  además de lo presentado, otras cuatro entradas con recuerdos similares, no del cine, sino de toda la ciudad.


Anuncio descarado. 


Cordialmente invitados, no falten.





martes, 3 de octubre de 2023

La creación según San Juan

 La creación según San Juan



“De los pormenores y otros sucedidos de dominio público que acontecieron durante el primer encuentro de escritores, poetas, narradores y periodistas culturales de San Juan del Río”

 Tras un debut de alto nivel con la organización de la Semana de la Novela Policiaca el pasado mes de mayo, el autonombrado Colectivo Capa Roja, dio otro campanazo, esta vez durante tres días consecutivos, logrando conjuntar en el Foro San Juan y la Universidad Mesoamericana a un sinfín de creadores sanjuanenses cuyo común denominador es la escritura de objetivo comunicante, quienes aprovecharon la oportunidad para expresar públicamente ideas, trabajo, motivaciones y anhelos.   


Aunque de principio nadie lo percibió, en boca de organizadores, público, ponentes y autoridades, se cayó en la cuenta de que nunca se había dado un evento de esta naturaleza, en el que casi todos los invitados se conocían entre sí y a la obra de los que los acompañaban, pero no habían compartido un foro público, mucho menos a través de su voz, no la de sus creaciones, obras o escritos.

A decir de la cabeza visible del colectivo, Felipe Cabello, el proyecto original abarcaba más campos creativos, pero ante la dificultad de hacer confluir tanto talento en un mismo espacio y tiempo, no fue posible y así surge la siguiente calendarización:



El formato original era de mesas redondas en público, pero obviamente no se puede acotar nunca a quienes está concedida la creación y más si se trataba de expresar su porqué, así que algunos sabiamente se saltaron las trancas y terminaron casi todas las sesiones, de acuerdo con las circunstancias en un extraña mescolanza entre simposio, panel, foro, mesa redonda, conferencia y todos los formatos conocidos y hasta algunos nuevos, a veces varios al unísono, quedando en algunos momentos en amenas  plática entre cuates, no solo entre los de la mesa sino con el público y así surgieron abundantes comentarios de ida y vuelta y todo lo que la decencia y el mantener el tema central permitió.

Tan rico fue el contenido y la interacción entre los participantes que en todos los eventos, con tanto que decir, el descubrimiento de si mismos en esta circunstancia, el encuentro con almas gemelas y las pocas veces que en conjunto se han expresado respecto a su obra y las de los demás , se rebasó el tiempo señalado en una de esas raras simbiosis en las que los del frente no querían parar y el público no se iba o no dejaba de comentar, teniendo que intervenir los distintos moderadores para detener lo que ya era imposible de alargar más, aunque de verdad no tenían ganas de hacerlo. Dándose el caso que la directora municipal de Cultura, la Maestra Aleida Andrés, acostumbrada a acercarse uno 5 minutos antes de terminar cualquier evento para la entregar los reconocimientos oficiales de participación, esta vez, varias veces tuvo que ir y venir porque el asunto no acababa y el interés se mantenía, algunas veces mejor se sentaba otro rato para disfrutar de la plática.

Abrió la sesión la mesa de cine, con solo tres participantes, pero mucho que decir y aprovechando que la siguiente hora no había evento, marcaron desde ese momento la tónica de lo que serían las siguientes, así que duplicaron su hora, dieron un pilón…  y lo que les faltó. Todos expresaron sus motivaciones para crear cine, sus técnicas y el reforzamiento de mensaje. No son profetas en su tierra, pero al menos hacen las profecías, no bíblicas, si muy profanas del sentir de algunos sanjuanenses a través de lo que proyecta la pantalla, proyectada a la pantalla.  

La impresión del público se materializó desde entonces, por los comentarios vertidos, en que había mucho talento y pocos o ninguno- hasta ahora- los espacios para manifestarlo y el tiempo no sería suficiente tan siquiera para llegar a una postura común.   

Como en todo evento popular, y este lo era, había de todo, de chile, dulce y manteca al frente y en las gradas, público diverso, algunos convocados por la curiosidad, otros por la novedad, hubo quien solo quería conocer en persona al que solo sabían su nombre o su obra, en todos los casos se dio la participación del público, a veces tan amena como la de los ponentes dada la diversidad que lo componía.

En la siguiente participación, departieron algunos de los ganadores en diversas categorías de los juegos florales, ancestral evento de creación poética que forma parte de la tradicional feria de San Juan del Río. Todos sanjuanenses, que viven, piensan y crean en el municipio, además de expresar su sentir acerca de la poesía, y su motivación hacia la creación literaria, cautivaron al público sobre porque tuvieron el atino todos de leer en voz alta fragmentos de sus poemas de temática sanjuanense. Lugares comunes que todos conocemos, pero que descritos por quienes dan belleza a las palabras, pierden esa cotidianeidad y se convierten en validos referentes de la identidad municipal.

Al grado fue del gusto del público esa lectura de poemas que la parte final, destinada a preguntas del público, fue cambiada por la lectura de más fragmentos de las obras de los participantes. La magia de la poesía en su máxima expresión, no hay que explicarla, hay que sentirla. Y esta sesión, fue de mucho sentimiento.  Misión cumplida.



Para cerrar el día, correspondió la participación del Ateneo de Escritores, una organización local de creación y exposición literaria que vio sus mejores días al inicio de este siglo y sesionaron como supongo lo hacían cuando estaban en activo. Demostraron el músculo a través de un formato ya probado y que claramente se vio que dominaban, en el que hubo de todo, desde biografías de algunos de sus fundadores, listado de obras, lectura de fragmentos, acompañamiento musical y la magistral conducción de los moderadores, Elza Ríos y Felipe Muñoz. Contundente su uso del power point para ilustrar el trabajo de los integrantes en los tiempos ancestrales en que esa herramienta tecnológica ni existía.

Emotivo fue el rencuentro que incluyó reconocimiento a algunos de sus integrantes que en físico ya no están, pero se vio claramente que a través de su obra siguen vigentes en el recuerdo de cada uno de los integrantes de los que fueron maestros, referentes, amigos sobre todo y terminaron en compañeros en la interminable batalla literaria sanjuanense, en la que por lo expuesto siguen triunfando.    

  

El segundo día, jueves, las actividades iniciaron en la Universidad Mesoamericana, en ese su histórico patio porfiriano, tan agradable, que solitario al menos invita a la reflexión, ocupado por las ideas, aún más.   

En lo referente al Periodismo cultural en San Juan del Río, una vez pasada la catarsis inicial común en todas las sesiones, las temáticas fluyeron hacia detalles más técnicos del trabajo periodístico y quizá sin querer, pero más seguramente por el atino del moderador, se notó claramente la tendencia, no en balde el oficio de todos, hacia una entrevista en toda forma.

Por la tarde, de vuelta a la sede del foro San Juan apareció una numerosa  mesa de letras en San Juan (poesía, Música y narrativa) por alguna razón, en ella  confluyeron como publico muchos jóvenes, idealistas y revolucionarios como todos en la edad,  quienes en voz viva de quienes los antecedieron en esa actitud y hoy estaban al frente, pudieron contrastar sus sueños con la realidad de las dificultades  en alguna de las facetas de la producción literaria, sea respecto a la creación de la idea, el armado de la obra, la publicación y distribución de sus obras.


En el día final del evento, la primera de tres sesiones fue dedicada al teatro, otra vez con dos exponentes de alta gama  quienes dieron una semblanza de la bella arte a nivel general y respecto a la producción local y propia. No repetitivo, pero si común fue el recuento de dificultades con una variante, el gran talento en los exponentes en todas las categorías que surge y se va diluyendo por no tener alternativas para continuarlo.

Además de la expresión de sus anhelos y el recuento de experiencias hubo un reconocimiento como siempre, nunca exhaustivo para todos los que les antecedieron en la creación y puesta en escena teatral a nivel local.

La sesión intermedia correspondió a la mesa de revistas y fanzines, además de los enunciados en el cartel, se agregó Florentino Chávez Trejo, quien no pudo asistir por motivos de salud, pero habló en boca de su profeta, no Ezequiel sino José Manuel Velázquez, tan bueno el titular como el suplente. 

Fue una de las sesiones más variadas en el tiempo que reseñaron porque había creaciones de principios de los años setenta hasta la actualidad y transitó de diversos campos, desde lo más subterráneo del underground y la contracultura, hasta las páginas de sociales y los autores, desde estudiantes preparatorianos hasta editores de revistas de nivel profesional.

 

Sobresalió el recuento de las dificultades para la distribución de los fanzines, que por su misma naturaleza no son producto al alcance de todos, pero sufren igual destino de las revistas de impresión y diseños, estas por su costo a veces no son del alcance de quienes desean editarlas.

No previstos, pero gracias a la interacción de los asistentes, surgieron temas pendientes en el imaginario de los creativos locales, batallas del pasado que casi nadie recordaba a no ser por sus protagonistas: la desaparecida por decreto prepa San Juan, los primeros conciertos de rock y la represión a las organizaciones que los auspiciaban: los viejos periódicos, la creación seria y la ocurrencia, todos tan valiosos y para todos hubo espacio, como siempre, solo faltó tiempo.

Y llegó la sesión final, ya casi sin tiempo, rebasado completamente casi dos horas por las anteriores, se dio el cierre con la mesa de Historia “otras voces” igual, conocidos entre sí pero que nunca habían estado juntos. Había al frente algunos investigadores de alto nivel y otros como el que esto escribe que rehúye a serlo. Quienes, en el poco tiempo destinado y con el moderador, el Lic. Felipe Muñoz Gutiérrez, haciendo requiebros para condensar el tiempo, dieron un panorama general de su labor, no hubo tiempo para más, incluso ni preguntas, solo un comentario general del público. Otra vez, con un cruce generacional, desde los ochenta del siglo pasado hasta la actualidad, todo es Historia y además de escudriñar la local, todos han sido docentes alguna vez, en mi caso, tenía al lado dos maestros míos de tiempos pasados.

Otro de los muchos comunes fue el agradecimiento a Felipe Cabello, sobreviviente ya de varias luchas en el ámbito cultural, tanto a nivel oficial como de manera independiente y a pesar de ser de los más jóvenes, por su carácter multifacético no dudo en intervenir tanto como participante como moderador y hasta como staff en las diversas mesas, sin descuidar un ápice su papel de organizador y como intermediario con la directora de Cultura, con grande participación como facilitadora del evento.  


Difícil narrar abarcando todo lo que se habló al menos en una de las mesas, este tipo de eventos son para escucharse, no para leerse, la presente reseña no puede dar contenido de todo lo que surgió, modestamente está redactada con la única intención de tratar de incitar a la asistencia a eventos similares y si se da un seguimiento a la narrada y se generan otros similares, mejor. Aquí solo está la impresión general personal de un servidor, y la crónica completa y el recuento de los contenidos estuvo a cargo de otros, si las consigo, se las daré a conocer. 




Todas las fotografías son personales, excepto los carteles que son del Colectivo.