jueves, 20 de julio de 2023

Los legendarios túneles de San Juan del Río


LOS LEGENDARIOS TÚNELES DE SAN JUAN DEL RÍO


El año pasado presenté esta conferencia como parte de los eventos de feria, para quienes no asistieron y estén interesados en el tema, comparto el texto que tomé como base, así como algunas de las imágenes de apoyo, esperando sea de  su agrado y despeje algunas dudas al respecto.

Siendo San Juan del río una ciudad con casi 500 años de existencia, a pesar de su modernización, aún quedan en ella, viejas casas, casonas y elementos arquitectónicos visibles o enterrados, persistentes de su pasado que alimentan las leyendas cuando en el actual centro histórico, que fue el perímetro aproximado del pueblo de indios original, se encuentran pilas, norias, pozos y canales o muros que a ojos actuales parecen no tener sentido y por ello es común atribuirles un carácter fantástico reuniendo en torno, elementos ideales para ello: Misterio, tesoros y delitos. Esos neo mitos o leyendas suburbanas se extienden incluso a elementos similares en la periferia y comunidades.

Así, aparecen constantemente notas en periódicos, cápsulas televisivas y redes sociales discusiones y chats en las que todos escriben y/u opinan del tema de acuerdo con su parcela de conocimiento y al haber poca información veraz al respecto, aportan solo lo que han oído o creen defendiéndolo como irrefutable con resultado de que nadie está conforme si no es con lo propio.

Especialmente en lo que se refiere a los llamados “túneles” que atraviesan la ciudad, hay algunas constantes en lo relatado o sus explicaciones, sean los ubicados en el centro, la periferia y comunidades:

1.   Fueron construidos en la Revolución o en la Guerra cristera.

2.   Su función era esconder tesoros y personas, en las mismas épocas.

3.   Comunican todos los templos de la ciudad.

4.   Eran ocupados por los sacerdotes para huir o visitar a las monjas.

5.   Todos se dirigen al cerro de la Venta.

6.   Siempre hay fetos en su interior.

7.   En la Llave hay muchos túneles usados por antiguos dueños para esconder sus tesoros.

 

Como toda leyenda, algo los originó, algo tenían de cierto al inicio, pero en la incesante transmisión oral se ha distorsionado la información al grado que todas las versiones parciales terminan siendo falsas.

La explicación es más sencilla; a continuación, se expondrán algunos elementos que clarifiquen el asunto y algunas conclusiones para que ustedes saquen las propias, esperando sean menos diversas que las mencionadas arriba y para ello, hay que remontarnos casi quinientos años atrás.

En el primer tercio del siglo XVI, lo que sería San Juan del Río se conformaba apenas por unas cuantas chozas al sur de la ciudad, habitadas por pames, otomíes y mexicas en cuyos alrededores, desde 1540 el gobierno virreinal otorgó mercedes de tierras a españoles y una década después terrenos a los indígenas de Jilotepec,  correspondiendo a éstos últimos la única zona libre para entonces, lo que hoy es el Centro Histórico, un cuadrado dicen de 2,500 varas a los cuatro vientos a partir de la hoy plaza de los Fundadores. Con los pocos indígenas locales y los recién llegados se constituyó el pueblo de indios de San Juan del Río.


Recreación personal  de la zona de San Juan del Río en el primer tercio del siglo XVI El rombo representa la hoy plaza de los Fundadores y la línea azul, el trazo de la acequia . 

 


Esquema personal, el área amarilla, representa la meseta del centro histórico, es decir la zona plana a cuyas orillas va la acequia principal y en las calles a la izquierda, las derivaciones secundarias o terciarias. 

EL LUGAR

Es una especie de meseta formada por deslaves del cerro del Pedregoso hasta el máximo avance histórico del río que luego de un breve declive termina precisamente en él.

La meseta está formada por varias capas: una ligera de tierra vegetal, un afloramiento de cantera morena, tepetate y delgadas rocas impermeables. En algunas partes las capas se invierten y no tienen necesariamente el mismo orden.


Esquema personal,  algunos ejemplos de la disposición del suelo en el hoy centro histórico.

El suelo de ese espacio no era propicio para la agricultura temporalera, ocupación principal de los nuevos habitantes quienes repartieron en lo particular los terrenos otorgados, asignaron tierras comunales y salvaron la aridez del suelo a través de un sistema de riego con agua tomada del cercano río para hacer productivas sus parcelas que al paso de los años se hicieron muy fértiles.

Este canal llamado Acequia del Pueblo, Acequia Real o Acequia Madre, por seguir el nivel descendente del terreno cercano al río, fue fácil de trazar de manera que la mayoría de los nuevos habitantes tuvieron riego constante en sus parcelas. Años después con ellas se formaron los ocho barrios del pueblo, cuidando ser tocados por la acequia de forma permanente y el resto aprovechando los torrentes de lluvia.

Estamos hablando aquí del agua para riego, la potable inicialmente no fue problema. Por la disposición de las capas del suelo, a veces a poca profundidad, (dependiendo donde estuviera la capa impermeable) casi en cualquier parte del pueblo era posible hacer pozos.

Las parcelas se delimitaron por accidentes orográficos, principalmente el paso de arroyos de temporal que siempre se respetaron y hoy son las calles de trazo irregular o rectas del centro que se dirigen al río, casi todas alimentadas por la acequia que desde el río las atravesaba como canal al aire libre.

La acequia tuvo 3 etapas de construcción: La inicial, la Acequia Real y la moderna, solo diferenciadas en su inicio en el río, cerca de la actual central camionera. El primer documento que la menciona es de1577 y ya aparece en el mapa de 1590.


Plano de 1590. La línea azul gruesa es el río y la delgada la acequia.

EL RIO

A pesar de lo que románticamente se dice, el río San Juan nunca tuvo corriente permanente abundante, solo en época de lluvias y dependiendo el funcionamiento de la acequia de que hubiera caudal suficiente para alimentarla se subía el nivel del río por medio de un dique de tierra y piedra, apenas de altura suficiente para que el agua ingresara al canal.

De la primera acequia no hay vestigios de su inicio, si de las otras y del trayecto común queda mucho enterrado, oculto o azolvado. 

Fotografía personal. En el Río San Juan, túnel tapiado por donde entraba el agua al sistema de la acequia una vez que subía el nivel en el dique. 

 LA ARQUITECTURA

La acequia avanzaba hacia el norte por un canal excavado en tierra con medidas variables según el terreno que cruzaba, pero en general eran 2 metros de ancho y poco más de uno de profundidad, en medidas antiguas un buey de agua, un frente de al menos 1.5 metros, sin velocidad. Tiene longitud total de 5 kilómetros desde su inicio en el río cerca de Guadalupe de las Peñas hasta su final en el barrio de San Isidro. Solo en partes se reforzó con piso y paredes de piedra, pero inicialmente siempre estuvo descubierta.


Entre construcciones modernas,  la barda que contenía la acequia en algunos tramos. en este caso. pasaba descubierta, a la derecha de las  piedras de cantera. 


Canal principal de la acequia, en este caso entubada  y con registros redondos de concreto.

Es solo una acequia principal, pero de ella derivaban canales secundarios más pequeños y de ellos otros terciarios cubriendo todos los rumbos del pueblo, excepto al oriente, ya que por la gravedad no podía subir el declive.

Las derivaciones, siempre menores que la principal, se llamaban caños y cañitos. El mayor de estos es el del Chirimoyo, cada uno tenía nombre:  De Reyes, Salitrera, Plaza de toros, Academia, Santa Rosa, Cadena etc.

De ser todo el pueblo parcelas y chozas dispersas entre ellas, al menos en las cercanías del camino Real desde el siglo XVII, los indígenas fueron vendiendo terrenos a españoles y mestizos que construyeron en ellos casonas de cal y canto y trazaron calles rectas siempre aprovecharon el paso del agua para huertas y hortalizas. Igualmente aparecieron los mesones, iglesias y conventos. Tuvieron todos agua de riego.


Recreación personal zona de Avenida Juárez  y 16 de septiembre a Inicio del siglo XIX. La acequia cruzaba al aire libre  y se cruzaba con un puente de madera llamado "la puentecilla", 

Al funcionar el sistema por gravedad, una vez con agua en el canal no se podía detener, o pasaba a las milpas o seguía al río. Igual, si llovía en una parte cercana, entraba a la acequia y podía ser aprovechada. El paso de agua se regulaba a través de compuertas llamadas bitoques.

Toda la época colonial, el control del canal fue de los indios que la distribuían de acuerdo con la capacidad del sistema por tandas y dos veces al año la limpiaban, reparaban y adecuaban. Tras la independencia, el canal paso a ser municipal, mantenido por una comisión de usuarios que distribuían su reparación; en la ciudad los dueños de huertas y en el campo los de parcelas. En la primera mitad del siglo XX, la administraba el municipio a través de pago por horas y la reparaba un funcionario especial. En la segunda mitad de ese siglo quedo el control en la secretaria de Agricultura y Recursos Hidráulicos, en cuyas oficinas de la calle Hidalgo, se pagaba por horas su disposición a través de la presa Lomo de Toro donde estaba la compuerta que la soltaba a la ciudad. Aún hay en la ciudad personas que dispusieron de ese servicio.

DE CANAL A TÚNEL

Hasta 1840 el canal pasaba al descubierto por todo el pueblo. En las calles que atravesaba, se pasaba encima sobre tablas, pero a partir de entonces se empieza a cubrir en la zona urbana para facilitar el paso de los habitantes en casi todas las calles donde pasaba; Allende, Hidalgo, Galeana, Juárez, 27 de septiembre, Aldama, Abasolo y Matamoros resultando así un canal cubierto, no túnel, aunque parezcan lo mismo. En las afueras y la zona agrícola siempre estuvo descubierta.

La forma de cubrir su paso en calles pequeñas fue con puentes de mampostería y en las de mayor tráfico por vasos comunicantes con paredes de cantera de manera que quedaba oculta a la vista. 

Esquema personal. Vaso comunicante para pasar de forma subterránea el canal de un lado a otro de una calle.

Acequia principal,  encajonada en bóveda de ladrillo y aplanado de cemento
aquí tapiada con una gruesa barda de unos dos metros de altura.

Igual ocurrió al interior de las casas por donde pasaba el canal principal o los derivadores, se cubrieron con diversos materiales o se encajonó en bóveda de ladrillo, dejando solo algunos puntos descubiertos para sacar el agua, abrir o cerrar las derivaciones y su mantenimiento.

Pasado el tiempo esas casonas se fraccionaron y desaparecieron las huertas. Los callejones traseros o laterales por los que pasaba la acequia se anexaron a las viviendas luego nuevos habitantes construyeron encima, aunque seguía corriendo agua hacia la zona agrícola y las cada vez menos huertas urbanas, el flujo disminuyó conforme crecía el distrito de riego 23 hasta cortarse definitivamente en 1977.


Fotografía personal. Uno de los canales secundarios.

Tras perderse de vista el canal, inicialmente todos recordaban su paso y función, pero con el tiempo fue desapareciendo de la memoria colectiva lo que se acentuó al dejar de funcionar, aunque gran parte de ella existe aún, vacía de agua, poblada de leyendas. La mayoría de las historias fantásticas se multiplicaron al aumentar la población foránea que no tenía conocimiento del pasado de la ciudad y no hubo quien les explicara la función de los aparentes túneles.

Fotografía real de un vaso comunicante, en este caso de uno de los cañitos, subterráneo y cubierto con lajas de cantera.

 ALGUNAS CONCLUSIONES

-No son túneles sino canales cubiertos. Al dejar de correr el agua, cada propietario cerró su paso con bardas en los límites de su casa y seccionados parecen sótanos o refugios para ocultar o huir.

-La acequia principal y la mayoría de los canales secundarios son del siglo XVI, en la época moderna se construyeron solo algunos secundarios o terciarios muy pequeños.

-Solo en la principal, partes del Chirimoyo, el de Reyes y el cañito a Santo Domingo era posible el paso de personas, a veces a pie mayormente agachados.

-Por no tener los propietarios control sobre el paso de agua no pudieron servir de escondite, ni tránsito. Entrar era una trampa mortal porque podía llover en otra parte del sistema e inundar adelante.

-Por el caudal de agua de la principal, no pudieron ser escondite para tesoros, aun sin velocidad, el paso de agua podía mover piedras de moler que pesan toneladas, los tesoros por muy abundantes serian arrastrados fácilmente. Igual, si hubiera habido fetos, nunca se hubieran acumulado ni hallarse siglo después.

-Sí llegaban a todas las iglesias, pero son cañitos, ningún sacerdote, por muy pequeño o lubrico pudo ir en ellos a visitar monjas.

-Por la gravedad, todos se dirigen al río, pero no al cerro de la Venta, no había tecnología para cruzarlo por abajo y no hubo un Chapo colonial.

-Sin agua corriendo, cada propietario que conocía los canales les dio el uso que quiso, a: cava, bodega, sótano, incluso refugio momentáneo, también fueron usados como baños públicos, drenajes y para riego de árboles en calles y avenidas.

-En la Llave existió un sistema integral de presa, pozos por bombeo, canales y tubería subterráneos y diques o puentes de vigas en el río San Juan, sistema que funcionaba por haber un dueño de todo, al convertirse en ejido y dividir los terrenos, las partes que quedaron en cada uno no tienen sentido ni utilidad, el propietario que construyo el sistema era accionista de los principales bancos nacionales, difícilmente escondería ahí sus tesoros.

Esporádicamente cualquiera pudo construir un escondite subterráneo para lo que quisiera, pero en la antigüedad el nivel freático era muy bajo y lo hubiera inundado pronto, en la actualidad cada uno puede hacer lo que le permitan sus recursos.  

En todas las épocas, había en las propiedades piletas o depósitos para acumular algo de agua, siempre bajo el nivel de la acequia, además, algunos tramposos desviaban la acequia hacia canales escondidos en sus terrenos o pilas para otros usos. Ocultos siempre, aparecen de repente en lugares hoy completamente urbanizados, aumentando las leyendas.

 

AGUA DE LLUVIA  

Habiendo arroyos que corrían en época de lluvias, se aprovecharon haciendo canales, para regar su trayecto, alimentar la acequia o desviar el agua al río, quedan pocos restos de ellos. El mayor empezaba en la hoy colonia Fátima, llega a Aquiles Serdán y mina, incluso la primera bomba de motor usó ese viejo sistema para el agua sobrante y por detrás de Soriana centro iba a Palacio y volvía a Mina. Hay otro que baja del pedregoso, en partes integrado al drenaje, en éste, por ser de temporal fueron más comunes las pilas subterráneas para almacenar. Olvidadas luego, dan pie hoy a leyendas suburbanas como el caso del depósito que estuvo en la casa de don Juan Padrón, en la esquina de Mina y Morelos, hoy Cámara de Comercio.

 

El trazo

En el mapa de Guzmán, de cercanías de 1885, está perfectamente marcado el trazo del canal de la acequia principal, al poniente y norte hubo quizá cientos, de derivaciones, las que llegaban al río solo eran canales muy pequeños, que al dejar de tener agua se llenaron pronto de tierra o ramas. Hace algunos años apareció uno en el fraccionamiento las Huertas, por el paso de un camión.

Este plano abarca el mismo terreno de lo que fue San Juan del Río durante siglos, pocas casas, muchas milpas y huertas, todas con riego.

Fragmento del mapa de cerca de 1885,  se resaltó con la línea azul el paso de la acequia por la zona central de la ciudad.

 

ADYACENTES.

Hay algunos otros elementos lugares, que no pertenecen al sistema de la acequia y aunque tienen explicación lógica, al agregársele algo de insidia, son muy atractivos para el misterio.  Algunos son;

En algunas casas de la calle Guerrero hay pilas o depósitos subterráneos y un supuesto túnel. Aquí solo vale decir que no era un túnel sino tubería que llevaba el agua del acueducto del siglo a la fuente del Jardín Independencia, quienes pagaban este servicio lo recibían y guardaban en pilas que siempre eran subterráneas.

En la plaza independencia, anexo a la parroquia de San Juan Bautista existe una cripta subterránea, a la que se le atribuye ser la entrada a túneles con argumentos tan absurdos que siempre está cerrada y que hay una puerta exterior y una interior. Obviamente por su carácter debe estar cerrada y sin acceso público, pero quienes tienen difuntos ahí acceden cuando lo necesitan, no hay ningún misterio, no es secreta, solo privada.

Igual se le relaciona con que de la iglesia parte la red de supuestos túneles, solo aclarar que por la importancia de dichos edificios siempre tuvieron agua corriente, de la acequia o el acueducto, pero a través de tubería o caños muy pequeños. 

Otro lugar muy mencionado es el puente Cano, se dice que hay un túnel con entrada desde el paseo de los Abuelos y lleva a lugares diversos de la ciudad. Este es otro ejemplo de historias creadas por personas que llegaron recientemente a la ciudad. Muchos de nosotros que conocimos la zona antes de la urbanización sabemos que sí hay un túnel circular de concreto de unos 5 metros de diámetro por el que el arroyo pasa debajo del B. Hidalgo, solo mide unos 15 metros y no lleva a ninguna otra parte. Cubierto por Carrizo y maleza, ya difícilmente se puede ver del lado de Hidalgo y del lado del Paseo, es habitación de vagabundos.   

Y así como estos, hay muchos más relatos implicando supuestos túneles que por absurdos ni siquiera vale la pena comentar.


sábado, 17 de junio de 2023

Eventos culturales

  

SECCIÓN PURAMENTE COMERCIAL O CULTURAL CON ALGO DE COMERCIAL

 


Por estas fechas se celebra la tradicional feria de San Juan del Río, Qro. lugar donde se redacta este blog. (15 de junio a 1 de julio)



 

 




Dentro de los muchos eventos de todo tipo, quiero mencionar los referentes a la cartelera cultural que organiza las dependencias encargadas de Cultura y Turismo y aprovechando, invitarlos, dentro de ella, a dos eventos en los que participaré.

 

 

El martes 20, en el portal del diezmo presentaré una conferencia basada en documentos sobre el establecimiento real de la ciudad, sus inicios, la fundación los fundadores, el camino Real hasta la consolidación del pueblo a finales de este.





 

Igualmente, el lunes 26, en el antiguo panteón de la Santa Veracruz, una ponencia sobre impresos históricos Sanjuanenses, es decir, libros y escritos de todos los tiempos, generados en nuestra ciudad. Será interactiva.



En ambos eventos habrá venta de algunos libros usados respecto al tema de geografía e historia de San Juan del río y Querétaro, a precios accesibles, para aquellos interesados en el tema, consideren que son ejemplares que nos marcaron de niños y jóvenes y algunos difícilmente salen a la venta. Son repetidos de mi colección particular.


Pongo algunas sugerencias, para los próximos días, no puedo poner el programa completo, por ser muy amplio, hay opciones para todos los gustos, conciertos, cine, presentaciones de libros, catas, conferencias, danza, música etc.  Usted elija- Todos los que se presentan en los distintos foros de la ciudad son gratuitos, los del centro expositor y palenque (marcados en rojo ya son con entrada pagada.

 

 El día 25 la sugerencia es la charla de Pablo Junco en el Museo de la Santa Veracruz. 

 

 

El martes 27 será la presentación del suplemento cultural  del periódico tribuna de Querétaro" de la UAQ en el portal del diezmo, a las 19:000 hrs. Dícese que por  sus mismísimos redactores.

 

 

En el mismo lugar, al siguiente día la conferencia del Lic. Francisco Pájaro sobre el aniversario de la coronación de la virgen de Guadalupe de esta ciudad, amplio conocedor del tema y poseedor de un gran acervo bibliográfico que constantemente amplia. 

 

 

 

Y para los que les gusta la poesía y los eventos de caché, están los juegos florales de los últimos  en pie en el país. este año organizados por el ilustre Felipe Cabello, héroe de mil batallas en la cultura sanjuanense.

 



 Ya que pase la feria será el recuento de los daños que a veces hago y en estos días subiré la ultima parte de la serie de las huertas y algún escrito de mis conferencias pasadas.

domingo, 11 de junio de 2023

Panadero quiero ser. Crónicas del birote en San Juan del Río

 

Panadero quiero ser

Crónicas del birote en San Juan del Río

Nunca mejor definida esta actividad como en un único verso de López Velarde; el santo olor de la panadería.

Imagen de Google Earth 2023. Calle 16 de Septiembre. En las dos puertas gemelas estuvo "la Flor" de don Librado Guerrero, luego de Jesús Tovar. 

Llegado a tierras americanas al alimón con los españoles como contraparte de la tortilla, llamada por ellos, “el pan de la tierra”, su consumo era diferenciador entre peninsulares y naturales, derivando en una cultura criolla en la que hasta en el nombre de las última que quedó para siempre proviene de la torta española, un pan redondo.

El consumo del pan, a pesar de no haber trigo en el hoy México es apenas posterior a la conquista, su primer cultivo fue en 1520 a través de algunas semillas que un esclavo negro de Cortés encontró entre unos costales y reproducidas al máximo, acompañó desde entonces el avance español.  

La producción y consumo del pan durante siglos fue exclusivo de los lugares con predominancia de españoles: ciudades, pueblos grandes, minas, mesones de los caminos y casas grandes de las haciendas, pero su masificación (nunca mejor dicho) fue un proceso igual al de una sociedad que se hizo criolla y mestiza como su pan, sin olvidar nunca las tortillas, lo que determinó el consumo paralelo hasta nuestros días.

 Así, producto de esa dualidad, aparecen en las ciudades los amasijos, es decir el local donde se produce el pan para venta y su inseparable horno. Inicialmente hablamos de las piezas para acompañar la comida como cereal, el pan dulce sería un lujo de tiempos posteriores y deriva de otra rama que es la pastelería.

El nombre común de esos lugares era tahona y a los trabajadores tahoneros. (el termino panadero se aplicaba solo a los que lo vendían, fueran productores o no) Estaban en casas particulares dedicados solamente a la producción, la venta la hacían otros. (En España, la palabra refería y lo hace aún tanto a los molinos de trigo, la piedra de moler, las tablas sobre las que se amasaba, el molde del pan de caja y hasta el local donde se produce y vende pan)

De acuerdo con su tamaño, siempre había un maestro panadero que tras muchos años adquiría los grandes secretos necesarios para transformar la insípida masa de trigo en las delicias para el vecindario una vez que el horno soltaba sus esencias y es que cada tipo de pan requiere un tratamiento especial, un amasado específico, tiempos de reposo y de horneado particulares. Igualmente diversa es la fantástica tarea del adorno para hacer atractivo a la vista el producto. Incluso en las grandes tahonas, había un maestro especialista en pan de sal y otro de dulce.    

 Para el caso de nuestra ciudad, durante siglos, la producción se reducía a esos locales y algunas casas con posibilidades de tener horno para el autoconsumo. Aunque siempre se tuvo conocimiento del uso de levaduras como abultante, su disposición era muy limitada por lo que le sustituían con pulque o bien se realizaba sin él, pan de agua o pan de sal, cuya característica era que sin ser duro tampoco esponjaba, pero se mantenía muchos días. El ejemplo más cercano, aunque ya no exacto, por la modernización de procesos es el hoy llamado “pan de Acámbaro” cuya otra característica es ser poco endulzado, solo cuando se disponía de piloncillo, se accedía al otro mundo, el del pan de dulce o bizcocho.  Entre los muchos ejemplares de pan de sal hay uno llamado “queretano”, que casi ha desaparecido, pocas veces los maestros panaderos de la actualidad se acuerdan de hacerlo.

En ese orden y acorde al crecimiento de la ciudad fueron aumentando las tahonas. Hasta mitad del siglo pasado el tahonero era considerado artesano y así se denominaban, artesano panadero, sus ayudantes pocos o muchos que lo acompañaban eran llamados matacuaces. Muchos, que ni siquiera tenían local propio, acudían a los lugares donde eran solicitados, con el compromiso de completar los costales de harina de los que disponía el dueño y por lo mencionado de la especialidad de procesos, podía reducirse a una jornada  o a varias en las cuales no se podía detener, lo que suponía aguantar la jornada y a veces el pulque destinado al pan, también era consumido por ellos ya que el amasado tradicional sobre una mesa o simples tablones gruesos es una de las labores más extenuantes que se conozcan y de algún modo había que reponer esa energía. No en balde, al llegar la modernización, lo primero que se mecanizó fue la amasadora. Cabe mencionar que producían lo que el contratante solicitaba, pero si no se tenían todos los elementos necesarios, el maestro panadero sacaba de la manga con los disponibles, incluso nuevas variedades de pan. De ahí la inmensa lista de ellos. Esas creaciones iban a engrosar su catálogo personal, algunos solo tuvieron vida por así decirlo, efímera, pero otros se universalizaron, de ahí que en cada lugar haya variedades endémicas. 

Especialmente el llamado pan de Acámbaro aumentó su auge con la llegada en la década de 1950 de una familia procedente de Amealco formada por media docena de hermanos, inicialmente en la cuesta del Calvario, aunque luego se dispersaron, todos dedicados a producirlo.  De ellos, todavía se recuerda a doña Lolita, don León y don Joel García, que fueron los últimos que permanecieron en el barrio y que por su habilidad para el comercio pronto pasaron a actividades menos forzadas ya que cada uno trabajaba todo el proceso desde el amasado, horneado y la distribución y venta a pie en las calles a través de canastos.    

Es en esos tiempos en que se incorpora intermitentemente el uso de azúcar refinada, las mermeladas y el chocolate. Luego llegaron la mantequilla o margarina, la crema pastelera y los hoy llamados tops, provenientes de la rama de la pastelería, que, en manos de los maestros panaderos, hicieron infinitas las variedades y extendieron el gusto popular por él. Igual ocurrió con la llegada de levaduras no perecederas y la manteca vegetal con los primeros refrigeradores.

En el recuerdo de algunos están los primeros empresarios de la ciudad, que tuvieron local en donde reunían la producción y venta. El más reconocido, don Librado Guerrero, primero en su casa de 27 de septiembre, luego en un local de 16 de septiembre y finalmente en el portal de Reyes. Creo que su local siempre se llamó “la Flor” y usaba el sistema de tener de planta a uno o dos maestros panaderos y muchos ayudantes elaborándolo todos los días y vendiendo en el local, la producción era por la noche, para armonizar con los horarios de la clientela y que por las mañanas las familias dispusieran ya de todas las variedades antes de salir al trabajo o a la escuela.


Imagen de Google Earth 2023. Av. Juárez Oriente. Tras el Fresno, el local de don Celso Martínez.

Otro panadero de prosapia fue don Celso Martínez, artesano panadero desde la década de 1920 en su casa de Av. Juárez Oriente tenía una tahona quizá centenaria, donde inicialmente producía y horneaba él mismo, luego, quizá por la edad, contrataba por tiempo alguno de los ambulantes y el producto, además de la venta en su local, que a la vez era tendejón, salía, con una canasta a venderlo a pie, sobre todo en las aceras de la Avenida Juárez.


Imagen de Google Earth 2023. Av. Juárez Oriente. Frente al anterior,   el "Sol Divino" hoy casa de empeño.

Ya para los sesenta del siglo pasado, este sistema ya denominado Panificadora, se hizo extensivo con don Francisco Berber, igual en modo empresarial y todos los procesos en un local de la Av. Hidalgo llamado la Purísima y casi al mismo tiempo, otra familia de apellido Tovar inició otros, el más duradero el de don Tereso” el Sol Divino” en la Av. Juárez, casi frente a Don Celso. No estoy seguro si fue el primero que uso bicicletas para repartir a las misceláneas, pero sí el que adquirió una camioneta para ello, con camper, su primer chofer lo mismo fue él o su hijo Samuel, que algunos años después se dedicaría a otro tipo de masas (era político) Otro empresario fue don Sergio con el “Sagrado Corazón” en la Calle Hidalgo, hoy Electra, frente a donde había sido la Purísima.

 

Imagen de Google Earth 2023. Calle Rafaela Díaz, la más persistente, desde los setentas. hoy en funcionamiento como "la paloma de San Juan"

Especial por ser el primero con predominio del pan de dulce fue la que llamábamos los Sabinos, no sé si por relación con otra así llamada en de Tequisquiapan. Inició en Av. Juárez y para 1974 pasó a la recientemente urbanizada Rafaela Díaz a cargo de una familia de apellido Fragoso. Como novedad tenía en sus grandes vitrales pasteles en exhibición. (en esos tiempos, las amas de casa que disponían de estufa con horno elaboraban ahí los pasteles necesarios, solo cuando se requería mayor tamaño, se recurría a las panificadoras, más a esta que los tenía a la vista).

 En un proceso casi hereditario, en los años setenta, fue común que algunos trabajadores de las grandes panificadoras se independizaran y abrieran pequeños locales en sus casas, por economía y su bajo volumen, muchos recurrían al amasado tradicional. De los del Sr. Berber que habían pasado a don Tereso, recuerdo a Juan” la cucaracha” y el “Negrito”, de la colonia Juárez, al Sr. Herrera de la calle Morelos, otro en Santa Cruz Escandón y Vicente en Pino sur. Como última sobreviviente del pan casi artesanal es la Panadería Fluminense, igual creo familiares de Don Librado Guerrero.

En la misma década se dio el auge de las misceláneas, lo que hoy llamamos tienditas de la esquina, la relación fue exacta y las panificadoras distribuían a través de ellas. Un detalle curioso es la forma en que se les vendía, llamado "ganancia en 25", es decir, se le vendía al mismo precio que en la panificadora, pero al comprar 25, se les daban algunos más gratis, es lo que era la ganancia.

 

Imagen de Google Earth 2023. Av. Hidalgo, en la hoy Elektra estuvo "el sagrado Corazón" y en la acera de enfrente" la Purisima" también desaparecida

En la calle donde viví de niño, la Plazuela, a pesar de ser pequeña tuvo al menos tres panaderías, además que las dos misceláneas también lo vendían y en la calle de Cóporo había una tahona, de un señor llamado Othón, padre del hoy propietario de la actual el Hornito de la calle Hidalgo que tuvo el honor de utilizar el primer horno eléctrico de la ciudad, sustituyendo el tradicional de leña y el de gas de las panificadoras.         

 

Imagen de Google Earth 2023. Calle Pino Sur,  otra de las persistentes, desde los setentas.

Imposible enumerar todas las que han existido, la mayoría han sufrido del espejismo que es el comercio en nuestra ciudad, de manera que duran poco como empresas y muy escasas pasan a la siguiente generación familiar. Al grado tal que en la actualidad no hay ninguna que no haya yo visto establecerse. Igualmente tengo algunos detalles porque mi abuelo Maximiano fue Maestro panadero ambulante y al final terminó con don Tereso Tovar y mi padre, ayudante de panadero. Es la de Rafaela Díaz hoy llamada “La paloma de San Juan” la más persistente en la actualidad, a pesar de la rapiña adolescente que siempre ha sufrido por su cercanía con la Secundaría Antonio Caso.  De una lista de panaderos de 1915, para los setenta solo quedaba don Celso, algunos siguieron en el comercio en otros ramos pero la mayoría desapareció. 




Recuerdo especialmente los primeros milhojas probados, en la calle Morelos, cerca de donde hoy inicia Prolongación Mina, eran perfectos en vista y sabor. Sirva este para ejemplificar las muchas variantes que puede tener cada ejemplar. Se realiza con pasta hojaldrada, es decir, una vez extendida la masa en la Tahona, se le pone encima una capa de mantequilla, margarina o manteca vegetal) y un poco de harina cruda y se dobla sobre sí misma, (ya van dos capas) se vuelve a extender, añadir la grasa y espolvorear harina. Se vuelve a doblar (ya son 4 capas) y así sucesivamente, es de entender que no hay manera de que tenga mil hojas, al noveno doblez son 1024, pero es seguro que muchos maestros se ahorraban algunas ¿Quién las iría a contar? Además “mil veinticuatro hojas” es poco comercial. La ultima masa extendida se cortaba al tamaño final y mágicamente en el horneado, las capas se separaban ligeramente, dando la impresión de las mil. Si se disponía de mermelada, se podía poner entre las capas antes o después del cocimiento, o crema pastelera, o bien una crema hecha solo revolviendo harina con azúcar y algo de huevo o sustituían la mermelada tradicional de fresa por otro sabor, en fin, al gusto o materiales del maestro. Lo que, no puede faltar, es el espolvoreado final de azúcar glas. Si algo tuvo de práctico la alquimia medieval, debe ser en la panadería.

En el proceso de cocción en leña, el tradicional bolillo, adquiría una capa gruesa y dorada, ideal para sacarles migajón y sustituirlo con lo que se antojara, como las tortas de vinagre, muy populares en esa década. Estos bolillos se hacían en tamaño normal y otros más largos llamados birotes. (aquello de que son exclusivos de Guadalajara, es un ejemplo de que, en panadería, la originalidad se comparte)

Llegarían otros tiempos y la modernización continuó hasta del proceso de horneado, aumentando la variedades y volumen. La panadería anexa a la primera tienda de autoservicio “Blanco” nos traería los bolillos y teleras sin cascara dura, sino una suave que se fundía con el interior y si intentabas sacar el migajón podías quedar sin nada. Y así vimos desfilar en el espectro bizcochero una panificadora por almacén (Comercial Mexicana, Soriana, Chedraui) todas adoleciendo de lo mismo y aunque han rectificado, ya nunca fue igual.

Existió en la plaza independencia desde el siglo XIX un almacén llamado “la Colmena” donde obviamente se vendía pan, luego paso a ser un local llamado “la Casona” que entre los setenta y los ochenta fue demolido y de los últimos restos que quedaron eran los hornos de pan, incrustados en la barda trasera, Paradójicamente, el santo olor de la panadería hoy emana de la farmacia Guadalajara, construida sobre la vieja Casona, en un horno eléctrico.

Termino con algunos nombres: Cocol, chilindrina, ojo de pancha, concha, tostado, alamar, ladrillo, puerquitos, campechanas, ostión, volcanes, cuellos, novias, cocodrilos, panquecitos, besos de novia, rosca, piedra, empanada, bísquet, donas, churros, cuernos, galletas, chorreadas, queretanos, rebanadas, orejas polvorón, cuernos, semas, novias,  más los que se acumulen esta semana y los que se hayan olvidado de la anterior. No es lista exhaustiva, cada día pueden nacer variantes, todo depende de los trucos de cada maestro panadero y lo que tenga a la vista una vez encendido el horno. No en balde se les oía decir antaño:

 …Si muero y vuelvo a nacer, panadero quiero ser

miércoles, 10 de mayo de 2023

LAS HUERTAS 5: LA HUERTA DEL MOLINO, DE LOS GUERRERO O EL VIÑEDO

 

LAS HUERTAS 5:  LA HUERTA DEL MOLINO, DE LOS GUERRERO O EL VIÑEDO

 

Fotografía Personal. Al terminar Allende y Galeana. Casona del Molino, acceso a la huerta del mismo nombre

Continuo el recuento de las viejas huertas sanjuanenses. Mucho de este contenido fue publicado en la entrada de la remoción de la escalera que bajaba de Melchor Ocampo al fraccionamiento el Molino, agrego algunos datos históricos hallados recientemente. 

ANTECEDENTES:

Como mencioné al inicio de esta serie, todo indica que la Huerta Grande original, fue un  predio desde el centro de la ciudad (Plazuela Guadalupe Victoria hasta Guadalupe de las Peñas) y por ello aunque inicialmente todo el pueblo fue propiedad de los indios, tuvo al sur y dentro de la cerca que lo delimitaba, esa propiedad del mayorazgo de la Llave, posiblemente derivada de la venta del Molino de los Indios a Pedro de Quesada que luego retomaron por razones desconocidas generándose un pleito que debió solucionarse con el reparto de los terrenos adyacentes correspondiendo a los españoles lo que denomino la “Huerta Grande” original cuya división formaría las míticas huertas sanjuanenses. Entre ellas está:

LA HUERTA DEL MOLINO


Imagen Modificada de Google. Sobre la ciudad actual, en el fraccionamiento el Molino y la zona de Mueblerías del B. Hidalgo, límites de la antigua huerta. La zona Punteada es la antigua parte urbanizada, que debió por la continuación de bardas, ser parte original.

Imagen del DETENAL, 1970  la misma zona con detalles mencionados en el texto.
1.- Ladera de las peñitas.
2.- Canales de Riego.
3.- Antiguo terraplen.
4.- Sabino, acequia y Noria.
5.- Viñedo, actual fraccionamiento. 
6.- Casona del Molino.
7.- Ubicación de la actual escuela comercial.
8.-  Puente Cano
9.- Casa Canal.


Al abrirse el Bulevar Hidalgo en 1969, se afectaron 3 emblemáticas huertas sanjuanenses: la Viña, el Molino y la Huerta Grande, cortándolas casi por su centro, así, fueron conocidas por la gente común ya que, aunque habían sido un siglo antes terrenos casi públicos, para entonces ya estaban completamente cerradas, a las que solo se accedía por invitación o robo. La del Molino que, aunque muchos ya no la recuerdan, quizá por estar entre dos más famosas, por extensión fue la mayor al sur de la ciudad.

A partir de mediados del siglo XIX, son comunes los relatos de viajeros que al pasar algunos días en la población o recorrer sus alrededores, fueron a dar a la Huerta Grande y parte de ellos correspondería al Molino. Dice Guillermo Prieto en sus viajes de orden suprema.

” La Orilla del Río San Juan que ciñe con una faja de esmeralda y flores la pintoresca población, es en extremo alegre, y como para Querétaro la Cañada, para San Juan la orilla del río es su lugar de recreo, su poesía, y el nido de recuerdos y de amores de aquellos habitantes.” …. “Esta orilla, como se ha dicho, es una calzada que va culebreando con la corriente del río; pero tan fértil, tan aromática, tan llena de árboles frutales y de flores que, sólo halagado por su perspectiva, refrescado por su ambiente, acariciado por sus aromas, se podría tener una idea clara de lugar tan agradable. La arboleda y el jardín los forman una serie de huertas cultivadas con particular cuidado por los dueños de las casas vecinas, que se ven entre los árboles con su apariencia humilde, pero respirando bienestar y alegría”. Agrega que para llegar atravesó algunos callejones muy retorcidos, seguramente refiere la hoy calle de Allende, también menciona que entre las huertas no había bardas y en la calzada entre el río y ellas había bancas de piedra para el descanso. Supongo que las altas bardas que hubo son de fecha posterior.

Imagen de 1968. luego de la casona del Molino, junto al río
1.- Puente Cano 
2.- Barda poniente de la la Huerta del Molino
3.- Dique del Río.
4.- Antiguo Camino a la Huerta grande 

 No he localizado registros ni propietarios de la huerta en la época colonial, supongo que no existió entonces. Hasta finales del siglo XIX aparecen algunos propietarios, terminando en manos de la familia Guerrero que la mantuvo al menos tres generaciones. En ese siglo, aparte de la Huerta Grande propiedad de los Layseca, a los terrenos particulares adyacentes, incluyendo la del Molino y casas cercanas se les conocía como el barrio de la Huerta Grande o el Infiernillo, ubicado a sendos lados del arroyo Cano. Se desconoce qué fue de tales casas, porque para  mediados del siglo XX no quedaban siquiera cimientos de ellas. El plano de Ignacio Pérez de 1885 marca varias dentro de esta huerta antes del puente Cano, seguramente sus restos se cubrieron por el B. Hidalgo.

 También llamado huerta de los Guerrero y en su última etapa productiva “el Viñedo”. tenía estos límites:

Al poniente una barda de piedra sobre el dique del río que al hacerse ganó una gran extensión de terreno firme y fértil ya que antes la corriente inundaba una parte. Toda esta sección estaba en promedio 3 m bajo el nivel actual del B. Hidalgo que es precisamente la del dique, aparentemente hoy las construcciones tienen el mismo nivel, pero puede constarse que varias mueblerías ahí instaladas tienen sótano, la primera en construirse, a inicio de los ochenta, de unos españoles de apellido Da Luz sufrió todavía inundaciones cuando el río tenía creciente y se filtraba el agua a través del dique hacia el sótano).

Al oriente por la barda de contención de las Peñitas que la separaba del antiguo camino Real al Rodeo, o calle de Cóporo, hoy Melchor Ocampo.

Al sur por el arroyo Cano; estando del otro lado el terreno de Don Romualdo Mejía, la Huerta Grande y la huerta de la Palma.

Al norte por una barda de piedra con la huerta de la Viña. Supongo que originalmente las casas de la acera sur de Allende, de Hidalgo hasta Galeana también fueron parte, pero al colindar con la zona urbana pronto cambiaron a viviendas. Estos límites hoy son difusos, pero por haberlos conocido antes de que fueran urbanizados puedo establecerlos exactamente con los indicios que quedan.


Fotografía personal. Paseo de los abuelos. Sobre el antiguo dique, ya modificado, en blanco la antigua barda poniente de la Huerta, parte trasera de la zona de mueblerías


Fotografía personal, Limite sur d la huerta, el puente y Arroyo cano. Al fondo la actual escuela comercial que se toma como referencia  



Fotografía personal. Limite oriente de la Huerta, con restos de la antigua barda que delimitaba el camino real al rodeo, hoy calle Melchor Ocampo.

Nace Boulevard

El Boulevard Hidalgo fue la primera avenida moderna de la ciudad, planeada para facilitar el acceso al centro de la ciudad a los autos que transitaban por la Autopista México – Querétaro. Se trazó y construyó en una sola etapa y tiempo récord con todos los adelantos modernos de entonces; doble carril y sentido, pavimento, guarniciones, colectores de  lluvia, alumbrado de luz mercurial, nombre francés, camellón  y larga lista de etcéteras a partir de 1967. (Excepto por avenida Juárez, pavimentada por ser parte de la carretera Panamericana y algunas con adoquín, en ese tiempo una calle decente se consideraba así si tenía empedrado y eran pocas, la mayoría fuera del centro se reducían a tierra vil o vulgares arroyos)

Tanta maravilla sin embargo, importó poco a los posibles visitantes y era difícil que un auto transitara al interior de la ciudad y en sentido contrario aún menos, los pocos que había no tenían razón de ir a tales parajes así que durante mucho tiempo sobre el costoso pavimento hubo poco tránsito, solo ocasionalmente se veía pasar a los escasos estudiantes del seminario Javeriano que tuvo la primer entrada hecha en esta calle, después se construyó junto al Seminario la ahora vieja clínica del Seguro Social y un negocio de venta de autos (MAGUESA) , junto al arroyo Cano, ya entubado bajo el pavimento  que sería la primera construcción moderna dentro de la huerta del Molino

 La huerta, que muchos años antes combinaba el cultivo de maíz con muchos frutales dispersos, quedó así dividida de norte a sur en dos secciones. El acceso original era en la calle Allende, junto o en la casona llamada el Molino, casi frente al Sabino Quemado y al lado del pozo de Guadalupe, ya estaba en ruinas, aunque al interior funcionaba un enorme gallinero. Luego de él se distinguían en la barda algunas ventanas y puertas tapiadas, aunque al interior ya no había habitaciones. La barda rústica de piedra de río, cantera y lodo, sin aplanado continuaba por la ribera del río hasta el arroyo Cano. Ya reconstruida, en la década de 1980 albergó instalaciones de la P.G.R.

En la sección junto al río había árboles frutales: aguacate, pera, mora, uva y el único que del pueblo de granadas chinas; en el lado contrario bajo las Peñitas quedaban en los 70s restos  de un cultivo en forma que dicen fue durazno y anteriormente uva. Dispersos hubo moras y aguacates que poco a poco se fueron secando. Desde entonces, ya sin riego y la protección de las bardas fueron descuidados quedando como terrenos baldíos. A mediados del siglo XX, el sistema agrícola de esta huerta cambió de puramente frutícola disperso y algunas partes de maíz  como se acostumbraba con anterioridad a cultivo intensivo de frutales.

 Distribuidos había canales de riego derivados de la acequia. Atrás de la hoy escuela comercial hacia las Peñitas había un enorme sabino y a su sombra una compuerta de la acequia, consistente en dos piedras de cantera con una canaleta para poner una tabla o lámina metálica, movibles a voluntad. De ahí salía un canal secundario que conducía agua terrena abajo  y al llegar al pavimento del Boulevard lo cruzó por un pequeño túnel a la otra sección, donde ya casi no se utilizó porque solo había algunos árboles que no tardaron en secarse. Junto al sabino, a ras de suelo, existió un pequeño pozo de orificio cuadrado formado con piedras de aproximadamente 20 cm. por lado al que llamábamos “la Noria”, aunque por su tamaño difícilmente fuera  para sacar agua, era muy profundo  ya que si se le arrojaba una piedra no se oía tocar fondo.

Recreación personal, de algunos elementos mencionados. La escuela comercial se colocó como actualmente está como referencia. Donde dice viñedo son el actual fraccionamiento  y la zona de mueblerías. las líneas negras suponen el trazo del B. Hidalgo.

 El detonante real para el desarrollo del Boulevard, en la sección del Molino fue cuando el Municipio a fines de la década de 1970 decidió acabar con el popular comedero “El Tragadero” de la calle de Allende y trasladar la Central de autobuses que sin local funcionaba en Av. Juárez, al terreno entonces baldío luego del arroyo Cano, colindante con esta huerta. Varios comerciantes de alimentos desalojados se instalaron a lo largo del tramo comprendido entre Allende y la flamante Central Camionera. (no hubo problemas como ahora con los comerciantes fijos establecidos porque no había ninguno, todo el tramo estaba vacío) Su primera clientela fue la que obligadamente debió caminar del centro a la terminal y viceversa. Aunque ya había transportes urbanos llamados Delfines de San Juan o Circuitos, eran poco usados, la gente prefería ir a pie a sus trabajos o de un lado a otro de la ciudad.

 Los para entonces pocos árboles del Molino se fueron acabando por la pizca inmoderada de transeúntes, quedando ambas secciones como amplios baldíos propicios para toda clase de actividades no agrícolas; en la aledaña a las Peñitas funcionó incluso una pista de mini motos de alquiler, un año se instaló la feria del pueblo, los circos y en la sección junto al río, además de que ya antes tuvo pista de motocross cuando llegaban al pueblo las caravanas de gitanos o las mal llamadas “húngaras” se les permitía poner ahí sus carromatos, lejos del centro ya que tenían mala fama; que eran brujas, que robaban niños, que perdían a los hombres etc. Su principal actividad consistía en leer la palma de las manos “la buenaventura” decían ellas; No debieron ser tan temibles ya que en los largos meses que duraban siempre había gente esperando sus servicios fuera de los vagones.

 La Casa Canal

Bajo la barda de contención de las Peñitas y junto a las que la separaba de la Viña, existía una extraña construcción que aparentaba ser una casa normal de dos plantas con puertas y ventanas, ya estaba en ruinas en 1973, invadida por maleza y carrizos que  salían por todos los huecos. A su lado sur se veían restos de otras habitaciones. Encima de ella la acequia tenía una compuerta de desvío que por la fuerte inclinación de la ladera no permitía como en otras partes desviar el agua directamente, se tuvo que hacer una rampa para que el agua bajara sin erosionar; hecha de ladrillo y mortero de cal conducía metros abajo a otro canal que desembocaba al segundo piso de la casa  que en esa fecha aún tenía visibles tres fachadas, aunque la de la ladera casi cubierta por derrumbes. Todo indica que nunca tuvo techo la primera planta y el de la segunda se derrumbó, ahí llegaba el canal a un túnel vertical adosado a la pared desde el segundo nivel. Dentro había un aparente sistema de compuertas para direccionar el agua (la maleza y basura acumuladas no dejaban ver el piso). Apenas recientemente pude averiguar de esta casa, será tema de otra entrada, solo adelanto que fue de inicio del Siglo XX.

Con la central Camionera en el B. Hidalgo y ser común que las personas llegaran caminando, algunas tomaban atajo por la calle de Cóporo, al terminar las viviendas justo sobre la casa que se acaba de detallar iniciaba la barda de contención de las Peñitas que aún conservaba un metro de altura que era necesario saltar, ya en el otro lado, con ayuda de un viejo guayabo, se descendía por la ladera, saltar la acequia,  bajar junto a la casa, llegar al terraplén, cruzar la ex pista de motos y por fin al Boulevard.  Al principio era dificultoso, pero con el paso constante, la barda fue desapareciendo, dejando acceso libre y se formó un sinuoso caminito. El municipio, como siempre previsor, advirtió el sufrimiento de la gente y construyó una escalera de piedra y una casi calle de Cóporo al B. Hidalgo para que la gente bajase cómodamente, sin brincos, vueltas ni mucho menos apoyos en el guayabo, talado sin miramientos. El terraplén que era muy visible ya no existe, fue retirado con maquinaria, junto con gran parte de la ladera para nivelar la colonia.

El material removido, piedra, tierra, compuerta y la rampa  se tiró sobre la casa canal que posteriormente se derrumbó. La escalera cortó para siempre el ya escaso caudal de agua que corría por la acequia, al menos de lluvia y secó media docena de árboles de mora que estaban casi para llegar al Boulevard. Al costado de la casa, todavía en 1980 quedaban restos de un canal que llegaba hasta Allende, los derrumbes no permitían ver si provenía de los canales internos de la casa o directamente de la acequia. En 2006, junto a la escalera todavía quedaban restos de la compuerta y la rampa. Siendo la casa solo un montón de piedras y basura, los dueños decidieron removerlo y en la ladera, pudo verse en lo que había sido la parte baja del único muro restante de la casa, mamposterías al parecer de canales y junto a la viña, vestigios de compuertas internas.

 El nombre de la huerta deriva de la existencia de un molino y aunque por la disposición del terreno, la Casa-Canal pudo ser un molino accionado por la fuerza de la caída  de agua, lo que explicaría el canal vertical en la pared, conectado a la acequia y por estar en su terreno, la huerta se llamaría así, sin embargo está documentado un molino en la casona de Allende así llamada, aunque justo al lado de la casa canal, donde estaba la escalera, se veían en el terraplén restos semienterrados de muros antiguos de cantera y piedra bola del río, lo innegable es que exactamente este punto es donde mayor diferencia de altitud se podía obtener de la acequia, casi 8 metros y por razones prácticas, los molinos se ubicaban en lugares así, la acequia, apenas con su volumen frontal de 1.5 m. cúbicos por segundo podía mover la rueda de madera (noria) y accionar las piedras de moler, pero mejoraba con una caída de cierta magnitud que no existe en otra parte de la acequia, lo que permite, siempre en hipótesis, suponer que en la casa o el predio contiguo pudo antes estar el original molino de los indios del siglo XVI.

En la casona de la calle Allende, casi frente al árbol antiguamente llamado “sabino quemado”, estuvo un molino y de ahí el nombre, la casa cumple los requisitos arquitectónicos para tal fin, Si el líquido llegó ahí desde la acequia atravesaba casi 300 metros en plano, con la posibilidad es que la rueda fuese semi enterrada o que estuviese en el predio de enfrente, donde luego fue el rastro, hoy cárcel y se moviera directamente por el río. A finales del siglo XX y principios del XX, este molino llamado “la Luz” tuvo como propietarios a los señores Celestino Mancilla y Antonio G. Rebollo (1898)


Fotografía Personal.  Casona del antiguo Molino de la Luz, luego granja agrícola e instalaciones policiacas. Frente a la Cárcel Chica y casi frente al Sabino quemado.

De la huerta como tal el propietario más antiguo (1928) que he localizado es el Sr. José ángel Guerrero. (Padre de Librado Guerrero Ramírez, panadero de antaño y abuelo de Ángel Guerrero Martínez,  famoso aficionado al Beisbol cuyo nombre lleva el estadio municipal)   Se conservó en la familia ya que para el año de 1967, cuando se hace el trazo del B. Hidalgo, el propietario era Guillermo Guerrero, también mencionado como  donador junto con su esposa Josefina Velarde, para uso del pueblo en algún año anterior cercano del pozo de Guadalupe o fuente de aguadores ubicado al lado de la casona del molino entremetida en las fachadas de Allende.

Aunque idea municipal, el b. Hidalgo fue ejecutado por el gobierno federal, se concibió como un “libramiento” en el cual el comercio pudiera instalar locales para atraer a los viajantes que habían dejado de circular por el centro en la antigua carretera panamericana, los turistas nunca llegaron y por casi una década, la zona comercial fue un fracaso, supongo que se pensaba que los terrenos iban a ser casi regalados pero los dueños los cotizaron altos, quedando todo en sueño. Los  propietarios de huertas solo cedieron el terreno para la vialidad y banquetas, pero conservaron el resto seguramente en la idea que todo seguiría igual y aunque divididos en dos partes, conservarían su esencia agrícola. No fue así, el área siempre fértil por tener al lado el beneficio del riego por la acequia de riego, sufrieron cuando se cortó el suministro tras cuatro siglos, algo que nunca previnieron como los dueños de otras huertas que ya contaban con bombeo de pozos profundos y el invertir en ese momento no fue opción.  

Así, como las otras, la huerta del Molino paso a  secarse al mismo tiempo que sus últimos árboles. De los duraznos  y las vides quedaron por muchos años sus pies muertos y casi simultáneamente dejó de funcionar la productiva granja avícola, instalada en el viejo local del molino por otro Ángel, este de apellido Guerrero Olloqui.  Solo hasta la década de los ochenta se urbanizaron las dos secciones: junto al río, con locales comerciales, que ya no turísticos y al otro extremo, se creó el actual fraccionamiento, llamado cómo más, el Molino.


Recreación personal.  Detalle del Sabino gigante  al fondo de la actual escuela Comercial y otros elementos mencionados. Se aumento el tamaño de la compuerta y la noria  para que fueran visibles.

Fotografía personal . En la zona publica del fraccionamiento el molino. Las rocas son el único resto del terraplén que hacia subir el nivel del suelo más de un metro. 

Anteriormente mencioné el extraño terraplén que estaba un poco debajo de las Peñitas, completamente plano y bien delimitado. Inicialmente pensé que era más antiguo; un terreno comunal de los indios o de sus milpas para ayuda a la iglesia, pero luego encontré que antes la ladera llegaba hasta ahí y solo al construirse el camino y la barda de contención al iniciar el siglo XX se puedo ganar ese terreno plano a un metro encima del nivel del resto, con una mampostería de piedra. Por no ser original, esa sección no tenía derecho riego de la acequia y al solicitarlo el dueño en 1926  se le indicó que debía ser por el acueducto, previa tarifa, mucho mayor, quizá por ello se buscó regarlo a través de un pozo cuyo resto era la noria mencionada junto al sabino al sabino gigante. No hay datos si esa parte se cultivó. En su última época estaba invadido por carrizo. De ese terraplén solo quedaron dos rocas de su mampostería, tan grandes que no se pudieron mover más, hoy están en la parte pública del fraccionamiento.

Suena extraño narrar en primera persona sobre un lugar del que no queda casi nada de lo narrado y sin embargo, tuve la fortuna de conocerlo a detalle por vivir de niño y adolescente  cerca del lugar, tiempo que parece poco pero es una de las señales que la urbanización fue más acelerada que el transcurso de la vida de quienes estábamos en ella en la década de 1970, esto a pesar de que ya no nos tocó el apogeo de esta huerta como frutal y no tenía ninguna construcción excepto el local del molino y la del canal. Hoy solo queda un lote libre alguna en toda la gran superficie que abarcaba.

Para más información sobre esta huerta, y fotografías, dar clic en el siguiente enlace:

http://iztacchichimeca.blogspot.com/2020/04/no-solo-una-escalera.html

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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

Disculpándome por la tardanza de esta entrada, se las presento, espero en la siguiente no tardar tanto. Recuerden que es una serie, ya con cinco entradas sobre estos emblemáticos lugares que muchos vimos todavía, hoy cubiertos por el asfalto._______________________________________________________________

SECCION COMERCIAL (mucho)

 Aunque ya lo había prometido y no había sido posible, espero avisar pronto de la venta de mis libros repetidos de historia de Querétaro y San Juan del Río, trataré que sea en el mes de junio. Son ejemplares en diversos estados a precios módicos, entre ellos algunos emblemáticos. Para que vayan haciendo un guardado. En la próxima entrada  incluiré algunos de los rótulos. son casi 200 ejemplares que ya tengo repetidos o que he hallado por ahí, no son de remate y no puedo regalarlos, pero  son precios mucho más bajos de los que salen en mercado libre, aunque la mayoría no se hallan ya en ningún lugar. Será al precio que yo los compré más un poco más solamente.