La advertencia |
Aunque suena a telenovela, en realidad se trata de un escrito antiguo,
en el cual se hace una seria advertencia a los habitantes de la ciudad de San
Juan del Río para corregir ciertas actitudes, incluso, en caso de no hacerlo,
menciona una terrible consecuencia:
“Llegará el día en que se diga:
Aquí fue el pueblo de San Juan del Río”
El título del documento en cuestión es kilométrico y aparece en lo que sería la
portada
grafico, Hidraulico, economico, e
instructivo que manifiesta el Esta
-do de la Jurisdiccion de San Juan del Rio de la
Probincia
de México por fines de Diciembre
del Año de mil setecientos
nobenta y tres. Con arreglo a las
circunstancias y Naturaleza
de sus terrenos y Paninos y según
sus establecimientos gene-
-rales el qual a hecho dn Pedro Martinez
de Salazar y Pa-
-checo Subdelegado en ella que lo
dedica al Exmo Señor Con
-de de Revilla Gigedo Virrey
Gobernador y Capitan Ge
-neral de esta Nueva España.
(Aunque creo que después se arrepintió y pide “abochornado de mi pequeñez
y de mi veneración” que se le den por título solamente
“Compendio Historico, Político, Topografico, Hidraulico y Economico que
manifiesta el estado de la Jurisdiccion
de San Juan del Rio”
El documento fue elaborado por a petición del Virrey Don Vicente de
Güemez Pacheco de Padilla, Segundo Conde de Revilla Gigedo, uno de los mejores
gobernantes que se tuvo en la época colonial, con intención de conocer la
totalidad de la población de la Nueva España.
Gobernó de 1789 a 1794 y se caracterizó por el orden que puso en la
administración, sobre todo en cuestión documental, debiéndose a él, el primer
antecedente del actual Archivo General de la Nación.
En tal fecha, la Jurisdicción de San Juan del Río, en lo político,
formaba parte de la provincia de México y era gobernada por un Subdelegado, Don
Pedro Martínez de Salazar, quien el 17 de enero de 1793, recibe la circular,
enviada desde el 31 de diciembre de 1792, para el conteo e ipso facto (bueno, no tanto, se tardó casi
un año) se dedica a realizar el compendio, que termina “por fines de diciembre
del año de 1793”.
Carátula del compendio (difícil de escanear completa por el encuadernado y las pastas) |
Ignoro si además del conteo de habitantes, recibió otras instrucciones,
el caso es que don Pedro, se dedicó a
hacer un perfecto recuento de nuestra hoy ciudad en todo lo que les fue
posible, constituyéndose en la perfecta fuente de conocimiento de las
condiciones que tenía al final de la época virreinal. Por proveer en detalle
todos los aspectos del pueblo, ha sido fuente de información para muchos
autores serios, como Jaime Nieto y Rafael Ayala que la transcriben casi en su
totalidad y muchos otros que extractan de ella, sin darle el crédito
correspondiente.
De su amplio contenido solo diré que menciona los pueblos que comprenden
la jurisdicción, el detalle del pueblo, nacimiento y recorrido de los ríos, haciendas y
dueños, comercio y ocupación de los habitantes, “número de almas” indios y
españoles, los barrios, templos, construcciones,
alcabalas, etc. Es decir, que a lo mejor sin pensarlo, Martínez de Salazar creó una
verdadera enciclopedia del municipio para la época.
No voy a comentar el contenido del Compendio, sino un detalle curioso que
aparece en sus páginas finales. Una especie de advertencia que dice así:
No es posible que el excelentísimo señor Conde de
Revilla Gigedo esté verdaderamente noticioso
de los trabajos que padece este pueblo, ni del método de vida que sus
individuos manejan, metidos cada uno en su casa, sin rasgos de civilidad, amor,
unión ni amor los unos por los otros por defecto de no tratarse y estar
embriagados en el acopio de caudales
porque de saberlo ya hubiera puesto remedio para unir y conciliar estas gentes.
Introduciendo en ellos, la civilidad común, siendo a mi entender el más especial crear en este pueblo un cuerpo
de República, cuyos cargos han de obligar de fuerzas a los nuevos republicanos
a tener trato y comunicación los unos con los otros y a no tratar los asuntos del
público con la negligencia y abandono que hasta ahora lo han hecho, sumergidos
en el caos de su mayor infidelidad sin conocimiento del ¿pudor? Este es mi
sentir porque hacer del ladrón fiel y el honrar a quien no se da su lugar,
parece que son los medios propios de obligar al cumplimiento de las leyes de
reconocidos y obligados, labrándose por este
medio a gusto y obsequio público unos
hombres inútiles por ahora, pues a no poner el que pide por este medio
justamente llegará el día en que se
diga: Aquí fue el pueblo de San Juan
del Río.
(paleografía modernizada mía)
Como el mismo lo dice, ya había elaborado un documento similar en el año
de 1784, a petición del entonces virrey Don Matías de Gálvez, cuando tomó posesión del empleo de Justicia de la
jurisdicción, lo que nos indica que ya tenía al menos diez años como funcionario,
suficientes para conocer a las entonces 15,535 “almas” que habitaban el entonces pueblo.
El total de toda la Jurisdicción, 25,724 que incluía, entre indios,
españoles y castas además las haciendas,
los pueblos de San Pedro y San Sebastián, parte de lo que hoy es Pedro Escobedo,
Tequisquiapan y Amealco.
Para dar mayor afirmación al hecho de que algo podía pasar, recordaba que
cuando inició su gestión había más de cuarenta mil habitantes pero que en 1786…” pasaron de siete mil los entierros que
hubo en ella por la violencia del hambre que acarreo una pestilente epidemia de
suerte que muchos se caían muertos por las calles, no obstante que anualmente
pasan de mil los bautismos que se celebran
en esta parroquia, nada ha aumentado este pueblo según se percibe en el
que acabo de formar: bien al contrario, se experimenta porque cada día se desaparecen las familias y se va despoblando de todo género de gente ¿Quién
motiva esta desolación? Harto siento en
decir que la primera causa es la trauma
que como hija del hambre insaciable de la codicia avarienta promueve efectos
tan funestos, aunque se agrega que esta pobre jurisdicción carece de Padres
Republicanos que vuelvan por la causa
pública , con el ardor que exige la caridad de volver por nuestros semejantes
para que no padezcan ni abandonen sus
casas, porque olvidados los más de las leyes de la naturaleza y de la humanidad
solo se ocupan en atesorar y acopiar caudales a tanta costa de males, desentendiéndose
de las obligaciones en que se hallan
construidos por el todo poderoso y de
las que exige el honor y la hombría de bien que deben adornar a los hombres útiles
como llenos de maduros sentimientos. Solo en los negocios propios piensa cada
uno de los vecinos acomodados y los
dueños de las haciendas que se hallan aunadas a esta jurisdicción, siendo muy
contados los que cooperan a su bien
ayudando al pobre juez a soportar la carga
que por pesada le agobia y concurren a sus pensamientos para dar
cumplimiento a los asuntos, hijos
primogénitos de su empleo”.
(paleografía modernizada mía)
En resumen, ante sus ojos había visto como en un solo año, una terrible
epidemia había acabado con una quinta parte de la población, y el hambre
generada por esa circunstancia había hecho que muchos más abandonaran el
pueblo. No veía más que codicia entre muchos de los que quedaron, sobre todo
los “acomodados” y hacendados, también se advierte que sentía que su persona
era insuficiente para cargar con toda la administración y solicitaba que se
nombraran más funcionarios. Habiendo tenido varios problemas con habitantes y
soldados, ilustra más el caso el que él mismo escribió el compendio, es decir,
ni siquiera escribano tenía. Creo que la carga administrativa era lo que más le
podía, el caso es que ya buscaba deshacerse del empleo, incluso solicita al
virrey le otorgue una hacienda, ignoro si la petición le fue favorable.
EPÍLOGO
Pues así eran los habitantes de San Juan del Río en el lejano 1794,
cualquier semejanza con algún personaje actual, no es pura coincidencia, es un
problema municipal.
Firma de Pedro Martínez de Salazar y Pacheco |
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