Oleo del Maestro Armando Otero, "Juanita la loca" |
Hace muchos años, no se si por disposición oficial o simplemente por cuestión
de tamaño, existía una distinción de nombre en los espacios abiertos. Solo la Principal, actual Plaza de la Independencia merecía ese calificativo,
el resto eran llamadas popularmente “Plazuelas”.
Hasta finales del siglo XIX, nuestra
ciudad, San Juan del Río, Qro., conservaba varios lugares públicos con esa
denominación, la mayoría paupérrimos, y eran los siguientes:
a)
Plazuela de San Juan Bautista: Actual Plaza de
los fundadores. La más antigua.
b) Plazuela de Santo Domingo. Luego Jardín Leona
Vicario, luego de la Mujer, creo que hoy es el Jardín del arte, está en Av. Juárez,
a un costado de la Iglesia de Santo Domingo.
c)
Plazuela del Sacromonte: Actualmente la parte
poniente del Jardín de la Familia, en la misma avenida Juárez.
d) Plazuela del Baratillo: Esta en realidad no tenía espacio fijo, era una especie de ubicación del tianguis diario, así que estaba en el lugar en el que el municipio ubicara a los comerciantes.
d) Plazuela del Baratillo: Esta en realidad no tenía espacio fijo, era una especie de ubicación del tianguis diario, así que estaba en el lugar en el que el municipio ubicara a los comerciantes.
e) Y finalmente: la más “abandonada y alejada” de todas, la Plazuela de los trabajos:
Fotografía personal. Desde la Cuesta, abajo, en lo plano, la Plazuela Guadalupe Victoria. |
Llamada después Plazuela Guadalupe Victoria, en realidad no fue construida como
tal, sino que era simplemente una calle más ancha que las demás, su amplitud se
debía a que en ella desfogaban en tiempos de lluvia varios arroyos, de las
partes altas de las Peñitas, por las actuales calles Fernando de Tapia, (antes
la Cuesta) 2 de abril, (Santa Veracruz) Reforma, (antigua de los Leñadores)
incluso de Melchor Ocampo, (antes Cóporo) que pasando la parte ancha,
convergían y convergen antes de llegar al Río.
Originalmente aquí terminaban los cultivos de los Indios en el
sur del pueblo y donde realizaban, en plena calle, labores adyacentes tales como el desgranado, seca de
semillas, fabricación de textiles, jarcería, curtido, etc. Por esa razón se llamó así: Plazuela de los trabajos. A principio
del siglo XX se le asignó el nombre de Plazuela Guadalupe Victoria, que duró
hasta hace poco. Hoy, perdió la distinción, solo se llama calle Guadalupe
Victoria.
Inicialmente era más amplia que como se ve en la actualidad, se extendía
al norte desde la barda trasera de la antigua cárcel y casas Reales hasta el
fondo de las actuales casas de la acera sur. Al perder los indios sus propiedades
comunales, a mediados del siglo XIX, se construyó una línea de casas en ambas
aceras, constituyendo la actual calle, con el ancho arroyo que se ve
actualmente. La humedad favorecía el crecimiento de árboles, hasta 1960 ambas
aceras contenían casi cada 5 metros gigantescos árboles que poco a poco fueron
talados por el municipio, siempre previsor, quitándole la belleza a un lugar,
que si bien no era 100 por ciento natural, constituía el espacio urbano más
arbolado de la ciudad, exceptuando los jardines del centro.
En su esquina con Allende, se ubicó la Huerta de la Viña, que durante
muchos años fue la única propiedad española en este rumbo del pueblo,
originalmente también era de los indios, pero había sido vendida desde siglos
atrás a la familia Quesada. En medio de ambas propiedades, la española y la
comunal de los indios había un canal de riego que daba servicio a ambos y cuya
salida en la Plazuela de los trabajos, daba nombre a la calle del Canal, (actual
Allende) porque desde ella se
veía, pasando afuera de la huerta, la última de las grandes del pueblo
en desaparecer, actualmente es la moderna y comercial “Plaza los Faroles” y
parte del B. Hidalgo.
La Plazuela, (así se le llamaba popularmente) por su antigüedad (hay referencias de ella desde el siglo
XVI) tiene infinidad de historias que contar, hoy me referiré a
un personaje casi contemporáneo pero que la modernidad olvidó: “Juana La loca”
A esta plazuela llegaban, por la calle de Cóporo, los
habitantes de las comunidades del sur del municipio; tenía, hasta la década de
1970 muchos comercios, desde pulquerías, cantinas y el expendio de petróleo. (el
diáfano, para las estufas) Entre ellos, en la acera
norte, tenía su casa y un local de venta de chicharrones, Don Toño Rico, que fue
el último sobreviviente de los carniceros tradicionales del pueblo,(nunca tuvo
refrigerador) quien orgullosamente, con su delantal de cuero, se ostentaba
también como el último de los muchos que tuvieron el cargo de mayordomo de las
fiesta religiosas.
Fuera de su casa, en plena calle todavía completamente de tierra, había
varios árboles jóvenes- jacarandas y casuarinas- bajo ellos tenía su vivienda
un extraño personaje; “Juana la loca” que era una joven pordiosera algo
afectada, célebre por estar siempre acompañada por una multitud de perros,
obviamente callejeros a los que alimentaba con sobras que recogía durante el día en incursiones por varios rumbos
de la ciudad. Lo de vivienda es un decir, al llegar la noche simplemente
colgaba algunos trapos de los árboles y se disponía a descansar, protegida por
los animales. (o al revés, no se) Vestía siempre con andrajos y las pocas veces
que se bañaba era en el cercano río, con jabón de polvo, esta práctica no era frecuente en ella,
las más de las veces el descuido la hacía ver de una edad mayor de la que
realmente tenía.
Aunque era algo agresiva, nunca hizo mal a nadie, pero sí fueron célebres
sus disputas con la policía, a los que muchas veces burló, pero otras
tantas, fue subida a “la julia” (una vieja suburban en donde la policía
trasladaba a los detenidos) por los "pinches tecolotes" como les decía.
No puedo recordar la última vez que la vi, debió ser a finales de esa
década, vagamente recuerdo que siempre me saludó. Los niños la evitábamos por
los perros, solo platicábamos con ella cuando no traía tantos. Un día desapareció, no se sabe si por voluntad o fue el municipio quien la
retiró. No regresó nunca a sus “habitaciones” ni a su "baño". ¿Quién era? ¿Cuál
fue su historia? Nunca se supo. No puedo decir que su “vecinos” la extrañaran, recientemente
me contaron que murió con el siglo que la vio nacer, en un manicomio de la
ciudad de México. Durante algo de tiempo los perros que la acompañaban rondaban
la calle, luego se alejaron, como su recuerdo.
A lo mejor volvió un día, ya mayor; encontró la casa de don Toño cerrada
y abandonada, casi todos sus árboles cortados y sustituidos por taxis blancos,
imposible dormir otra vez en la calle -ya no había la suave arena de antes -el
pavimento es frío- tal vez fue al río a bañarse pero ni en su demencia se atrevió
a entrar a tan contaminado lugar, tal vez por eso prefirió quedarse en México.
Si no murió a causa de su mente atormentada, a lo mejor fue por la nostalgia.
La imagen que presento es una obra reciente del pintor del Barrio,
Armando Otero, (su familia vivía y vive
en el callejón de 2 de Abril, por
cierto, su papá don Raquel tenía una Pulquería en la Plazuela)
representa, frente a la entrada de la huerta de la viña a “Juanita la loca”
como él la llama, a lo mejor la conoció más chica, yo la recuerdo como “Juana”
explica que su “vivienda” era en la pared de la huerta, debió de ser antes, en mi
época ya se había “mudado" a afuera del No. 5.
Espero les guste el relato, sé que me he atrasado un poco en las
entradas, pero espero reponerme en estas vacaciones. Agradezco a los vecinos de San Juan del Río en el Tiempo la inclusión de datos de esta página en la suya, sin cortes, y como estoy seguro que esta es de las que les gustan, espero que tampoco le corten tanto.
Buen día. Interesante relato que desconocía.
ResponderBorrarPor el mismo rumbo también recuerdo a un señor como de mediana edad con una ropa muy sucia y rota, la barba y el pelo crecidos.
Decían de el que tenía mucho dinero y que si andaba así eran por una penitencia.
Tendrás algunos recuerdos de este personaje?
Saludos.
Se llama Juan, le decían el Harapos, nunca de frente, porque cargaba un cuchillote. Su base era el sitio de taxis suburbanos de la Plazuela, es uno de mis pendientes de escribir, lo que pasa es que se reformó y ora anda en asuntos religiosos. Compraba un uniforme militar y no se lo quitaba hasta que se deshacia. Trabajaba en la Huerta grande, era herrero y una de sus características consistía en que diario comía en un restaurant. A ver si luego se deja entrevistar, a mi también me platicó mi papá lo de la manda, pero nunca me aclaró, no era tan rico, pero como no tenía familia ni gastaba en ropa. Ya se cortó el pelo y se quitó la barba, creo que ya ni lo voy a conocer cuando lo vea. Gracias por comentar y ya no te digo que te des tus vueltas porque creo que no te has salido, casi siempre pasa cuando alguien de la generación empieza a leer, porque encuentran muchas cosas comunes.
ResponderBorrar