SAN JUAN DEL RÍO. LA FUNDACIÓN SEGÚN AYALA.
Rafael Ayala Echávarri, máximo historiador sanjuanense . |
Siendo uno de los propósitos de este blog el apoyo
a los alumnos de los diferentes niveles en sus trabajos escolares, y como tiene
tiempo que no aporto nada al respecto, esta vez pongo a su disposición el texto
completo de la narración de la fundación de nuestra ciudad de Rafael Ayala
Echávarri, plasmado en su obra “San Juan del Río. Geografía e Historia” de
1971.
Excepto algunas adecuaciones en la parte inicial,
para hacer fluida la redacción como texto unitario, se tomó íntegro el
apartado, de la edición 2006 de dicho libro, para que les sea útil en algún
encargo de sus maestros. El escrito por sí solo es suficiente si se trata a
nivel básico el tema de la fundación.
Ahora, si de lo que se trata es de cuestionar a
los maestros o al vecino que siempre les repite la misma historia o bien de un
ejercicio de análisis, al final expongo algunas consideraciones respecto
del texto y el hecho histórico. Algunas ya plasmadas en otras entradas, espero
no ser repetitivo, pero esta vez, hago las puntualizaciones directamente sobre
la redacción de Ayala.
SAN JUAN DEL RÍO Y SU FUNDACIÓN
Los conquistadores indígenas, ya para el año de 1529, andaban por todas
estas regiones pacificándolas y conquistándolas, en forma irregular y sin
provecho alguno, por lo que seguramente les aconsejaron frailes o gente española,
que reconsideraran estas conquistas con permisos y derechos legales, para que
más tarde se les tomaran en cuenta, como en efecto se les tomó.
Cuando se instaló la Segunda Audiencia de México, formada por los Oidores
licenciados Juan de Salmerón, Alonso de Maldonado, Francisco Ceynos y Vasco de
Quiroga, bajo la presidencia de don Sebastián Ramírez y Fuenleal, obispo de la
Española, se presentaron los conquistadores indígenas a ella, para obtener
permisos legalizados y amplia libertad para hacer sus conquistas. Claro está
que tras de estos conquistadores indígenas estaban los frailes y soldados
españoles que los aconsejaban y guiaban, sujetándolos a la Corona de España.
La llegada de los Oidores a Veracruz fue en los primeros días de enero de 1531,
sólo Ramírez de Fuenleal llegó hasta el 23 de septiembre del mismo año, es muy
probable que trajeran amplias facultades para resolver y gobernar la Nueva
España, ya que presentados los indígenas conquistadores ante ellos, les fueron
concedidos los permisos para sus conquistas en las regiones chichimecas; por lo
tanto, teniendo ya los despachos necesarios estos indígenas, se regresaron a
Jilotepec para planear y hacer arreglos de sus conquistas.
Los pacificadores salieron de Jilotepec, con rumbo a San Juan del Río, de
la manera siguiente:
Todo el batallón militar iba asesorado por un pequeño núcleo de soldados españoles,
así como de uno o dos religiosos. Guiaban la expedición don Pedro de Cristo,
llevando las armas reales, así mismo un estandarte que tenía estampadas las imágenes
de Santiago Apóstol y la Santa Cruz; don Alonso de Granada y don Alfonso Guini,
llevaban las estampas del Espíritu Santo y San Juan Bautista, respectivamente; don
Miguel de Bocanegra traía la estampa de la Purísima Concepción, más atrás iba el
capitán de guerra don Martín Arco y Flecha, apellidado también Moctezuma. Llevaba
de vestidura un peto y en sus brazos y pies ostentaba unos brazaletes de bronce,
cubriendo, su cuerpo enteramente con un cuero de venado. En la cabeza llevaba
un casco de bronce, con una pluma blanca en señal de paz, cargado además con
las armas de su gentilidad. San Luis Montañez iba montado señorialmente, en su hermosa
cabalgadura blanca llamada La Valona.
En la Relación de Méritos de don Nicolás de San Luis Montañez, que he revisado,
dice que acompañaba a esta expedición la Malinche. Por lo tanto, llegó a San
Juan del Río esta famosa india que sirvió de intérprete a Hernán Cortés. Seguramente
siguió con los pacificadores hasta Querétaro.
De esta manera llegaron al paraje que más tarde se llamaría San Juan del Río.
Después de andar varias leguas llegaron a un lugar donde está un río caudaloso,
rodeado de sabinos y unos ojos de agua. Asimismo, hay un cerro rodeado de peñas.
Allí se acomodaron los veinticinco mil
trescientos veintinueve soldados. El Capitán quedó arriba de la peña con todos
los principales que le acompañaban, para esperar el día de San Juan Bautista y
ponerle ese nombre al pueblo que se iba a fundar y ese mismo día celebrar la
misa por primera vez en él.
Ya se dijo que en este sitio, y a orillas del río, Juan Mexici había
fundado ya este poblado. Por lo tanto, los pacificadores llegaron a un lugar
habitado por gente de su mismo origen, y seguramente conocidos. No hubo derrame
de sangre, ni siquiera se intentó hacer ninguna escaramuza, sino que llegaron y
asentaron tranquilamente a sus soldados. Es de comprenderse que así fuera,
porque los pacíficos habitantes de esa pequeña población nunca podrían
rivalizar con veinticinco mil y tantos hombres de guerra. Juan Mexici aceptó de
buena gana someterse a la corona de España.
Entraron a lo que ahora es el centro de la población el día 24 de junio de 1531,
y ese mismo día se dijo misa y, después de celebrada, se congregaron todos y acto
seguido se levantó el Fiscal Mayor, que posiblemente haya sido alguno de los indios
principales acompañantes de San Luis Montañez y les dijo que tuvieran fuerzas
para la empresa que habían empezado en nombre del Rey de España, que asimismo
le pidieran a Dios fuerzas para seguir adelante. Dijo el Fiscal que era día de San
Juan Bautista, y que en el paraje donde estaban, había unos ojos de agua, así
que por lo tanto debía de ser allí fundado el pueblo, y que debería llamarse el
pueblo de San Juan del Río, por el caudaloso río que pasa a sus orillas. Con
este hecho, todos gritaron de contento. A las dos horas de la tarde, se ordenó
hacer el paseo, trazándose las calles del pueblo que fueron cuatro, en el
llanito donde se dijo la misa.
Las calles debían trazarse formando un cuadro, por lo que venían a resultar
ocho calles. Se hizo el fundo del pueblo y en una enramada que también se
fabricó, se hizo la primera capilla. Su fundo debía de tener dos mil quinientas
varas cuadradas, y señalaron en cada una de las esquinas del fundo unas cruces
de sabino verde. De esta manera quedó fundado el pueblo de San Juan del Río, el
24 de junio de 1531.
En ese momento ordenó el Capitán General don Nicolás de San Luis Montañez,
que se repicaran las dos campanas que traían, que se tocaran los clarines y las
cajas de guerra y que salieran a recorrer el fundo legal. El abanderado que
traía la bandera blanca de paz, también acompañó a la comitiva que recorrió
dicho fundo, saliendo los capitanes a caballo y a pie, acompañando también este
recorrido el Capitán General y el Padre Fray Juan Bautista, al que se le dio el
nombre de Conquistador.
Es de comprenderse que se trazaron calles y se levantaron troneras en un momento,
gracias a que eran veinticinco mil trescientos y tantos solados, por lo que siendo
mucha la gente, se pudo trazar y comenzar a alinear el pueblo.
Allí permaneció el ejército acaudillado por don Nicolás de San Luis Montañez
mientras se hacían gestiones con el cacique de la comarca queretana.
Antes de partir, envió al Capitán don Martín Damián con doce soldados a
pedir paz al Capitán General de los chichimecas, quien después de bautizado
tomó el nombre de don Juan Bautista Criado. Este Capitán acompañó a San Luis
Montañez a la fundación de Huimilpan, el año de 1529, así que ya era gente conocida
por los pacificadores.
Inmediatamente se procedió a levantar la planta del presidio, que fue hecho
de sabino con su techo. En cada una de las esquinas del fundo se fabricaron
unas troneras, además de que en diferentes trechos se fabricaron otras
troneras, que hacían un total de treinta y dos; todas ellas con bandera blanca
de paz, con las armas de España. Fueron habitadas cada una de las troneras de
las esquinas de este fundo, al Norte, por el principal llamado don Nicolás de
la Mora; al Oriente, por don Juan Juárez; al Sur, por don Marcelo Chimal y, al
Poniente, por don Alfonso de Guzmán; siendo nombrados estos señores alcaldes,
fiscales, alguaciles mayores y doctrineros; quedándose con ellos cien indios
católicos, que se acomodaron en las calles trazadas en el fundo legal del
pueblo. Inmediatamente después de estas ceremonias, se pasó a firmar el acta de
dicha fundación.
Después de recorrer las calles recién trazadas y estar todos reunidos, gritaron
a viva voz: "¡PUEBLO DE SAN JUAN DEL RÍO, EN NOMBRE DE DIOS NUESTRO SEÑOR,
DEL CIELO Y DE LA TIERRA, QUEDAS FUNDADO!".
Fue señalado el centro del fundo legal con una cruz de piedra labrada, que se
encontraba en el cementerio que había hacia el Poniente de la iglesia de San
Juan Bautista, entre la Plaza Principal y la Plazuela adjunta; esta cruz, a su
vez, señalaba el centro de la población.
El ejército acasillado en San Juan del Río salió rumbo a Querétaro antes
del 25 de julio; pues está señalado el día 25 de julio como el de la batalla y
pacificación de dicha comarca, es decir, un mes después de pacificada la región
sanjuanense.
El relato, palabras más, palabras menos es el
que la mayoría, algunos desde niños, oímos de nuestros maestros y mayores, cabe
aclarar que dicho texto tal como lo presenta Ayala, no existe en ningún otra parte,
más bien es un documento “Cognado”, es decir compuesto tomando elementos de
varios textos y acomodados a la medida para un propósito. Dicho proceso dio
como resultado una magnifica pieza literaria, pero no es referencia histórica.
Los documentos base son:
-La relación Geográfica de Querétaro documento oficial
del año de 1584. (RGQ)
-Una de las “Relaciones de San Nicolás de San
Luis Montañez” de principios del siglo XVIII, pero copiado de uno anterior sin
fecha conocida. (RSLM)
-Otra Relación franciscana del siglo XVII,
basada, a su vez en otra de San Luis Montañez. (RF)
Menciona al inicio Ayala que los frailes
instigaron a los indígenas a legalizar sus conquistas, para que les fueran reconocidas,
lo que en realidad sucedió fue que muchos años después, los descendientes de
los protagonistas escribieron las hazañas a modo, para tratar de obtener algún
beneficio. Igualmente, nunca hubo ninguna expedición de conquista encabezada
por indígenas y supervisada por españoles, siempre fueron solo carne de cañón,
pasarían muchos años incluso, para que pudieran portar al menos un arma o
montar a caballo.
El número de integrantes del supuesto ejército
conquistador indígena, más de 25 mil es inverosímil, unos 50 años después se
calculaban en ese total los tributarios de toda la provincia de Jilotepec,
suponiendo que el ejército fue integrado por todos los hombres mayores, ¿quién
les proveía de alimentos? Tomemos como referencia el reciente paso de migrantes centroamericanos,
en el que se tuvo que otorgar al menos algún sustento a unos cuantos miles,
implicó todo un esfuerzo gubernamental y privado de ciudades con muchísima más
población de la que migraba.
El año de 1531 no es mencionado en los dos
primeros documentos, lo tomó Ayala de la RF en el que, con algunas argucias,
tampoco históricas, se determinó arbitrariamente el año. Incluso, la RSLM ubica
los hechos en el imposible año de 1502.
A pesar de ser Ayala un sistemático investigador,
no dejó de ser parte de una generación que, ante la falta de herramientas para
formar un aparato crítico, y la abundancia de documentos, tomaban todos como
válidos, aun cuando sus contenidos fueran opuestos y usaron los datos
necesarios para redactar la historia que ellos pensaban era la verdadera, es
decir, repetían el patrón de los descendientes indígenas de los supuestos protagonistas
de la fundación. Duró aproximadamente un siglo la corriente, iniciada por Valentín
F. Frías y terminó con J. Guadalupe Ramírez Álvarez. Dicha característica no
los invalida como historiadores, gracias a ellos se rescataron innumerables
documentos y datos, pero es necesario aclarar que sus relatos tienden más al sentido
de las leyendas.
La redacción de Ayala de la fundación es
impecable, basada más en la RSLM y
pareciera que solo copió de ella, pero quien la haya leído, sabrá que
precisamente el documento original es de una redacción confusa en la que muy a
fuerza se pueden sacar párrafos coherentes. Este documento ha sido estudiado y se
ha demostrado que seguramente son varios relatos antiguos (pero no del siglo
XVI) que se reescribieron una y otra vez, y al menos uno fue redactado por un
europeo, lo que ha dado pie a que se le considere como apócrifo, es decir
redactado a modo muchos años después para obtener algún beneficio. La versión tomada por Ayala es apenas una de
más de una veintena de relaciones apócrifas en las que al gusto se tomó a San
Luis como conquistador de inmensos territorios, o esos mismos territorios
conquistados por otro líder indígena, casualmente o quizá no, ninguno de esos
lugares tuvo importancia alguna por sus riquezas o número de habitantes en esos
tiempos e insisto en que quiénes o qué recursos que apenas bastaban para unos
cuantos habitantes pudieron sostener por más de 20 años al ejército conquistador.
Otro dato crucial es el hecho de que la RSLM
atribuye todo el mérito de la conquista a Nicolás de San Luis Montañez sin
mencionar a Fernando de Tapia y la RGQ enlista lo contario, Ayala sin ningún
problema los ubica juntos.
Existen datos históricos de Montañez, pero son de
70 años después, como gobernador de los indios de Querétaro, son documentos
oficiales, lo que nos indica que alguien quiso aprovechar su relativa
importancia para, muchos años después de muerto incrustarlo en fundaciones aún
más antiguas. Incluso está documentada una acción en la que su viuda, intento
atribuirse con un documento falso, la propiedad de un terreno en Querétaro que
pertenecía a la República de Indios. Obviamente no prosperó la acción por haber muchos
contemporáneos que conocían la verdad, pero si hizo eso recién muerto, qué no
se podría hacer un siglo después.
Entre lo tomado de la RGQ destaca el nombre de un
fundador, Juan Mexici, del que no hay ninguna otra referencia,
incluso lo traduce Ayala como voz otomí cuyo significado es “Poquito” cuando en
realidad la palabra es completamente náhuatl y se escribía era Mexitzin,
proveniente de mexi = Mexicano y la terminación Tzin, que tiene
varios significados: señor, abundancia y paradójicamente “poquito”, es
decir, ante la falta de mayores datos: “el señor mexicano”, las otras acepciones remiten al idioma es
decir “el que habla poquito mexicano”, o “el que habla mucho mexicano”, es decir
un “Nahuatlato” o hablante de ese idioma. En tierra de otomíes y chichimecas,
eran muy reconocidas las personas que lo hablaban ya que era el del pueblo
dominante, los aztecas. De porqué solo se recuerda a él, puede ser porque era
el único personaje con alguna característica importante que recordaron los
informantes de Francisco de Cárdenas, cuando redactó la relación, 50 años
después de los supuestos hechos, cuando quizá ya no vivía ninguno de los
protagonistas originales. Hace unos 20 años salió a la luz un documento
relativo a un juicio del año de 1536, en la que aparecen como declarantes
algunos habitantes de Iztacchichimeca, entre ellos, uno llamado Juan, que
precisamente habla náhuatl. Saque Usted sus conclusiones.
P.D. En las casi 200 páginas que detallan el
juicio, incluidos españoles, otomíes y mexicanos, locales, de Michoacán, Jalisco
y la capital de la Nueva España, aunque mencionan constantemente la zona de
lo que hoy es nuestra ciudad, nunca aparece el nombre que supuestamente se
le había dado 5 años antes, (San Juan del Río) siempre es IZTACCHICHIMECA o
múltiples variantes. Es decir: No existía en 1536 un lugar llamado San Juan del Río.
Ahora sí, saque más conclusiones.
Igualmente se pueden refutar más datos: el asunto
de los permisos, la presencia de la Malinche, los capitanes, la barda, la
presencia un mes después fundando Querétaro, la utilidad de conquistar un sitio
al que los más optimistas le calculan 100 habitantes para esa fecha, de porqué
forman un presidio, si lo que se fundaba era un pueblo, y de cómo pudo pasar de
la nada a categoría de pueblo, de porque hasta 1558 se le otorgó la categoría de
pueblo si lo habían fundado como tal 37 años antes, etc., etc.
La sección en negrita es de Ayala, el resto mío.
CONCLUSIÓN.
Nos legó Ayala un bonito relato que es
conveniente perdure como tal para interesar a los niños en nuestras raíces, ni
siquiera es una leyenda porque él la redactó completa, pero la historia
verdadera es más compleja y probablemente, si no aparecen más documentos
verdaderamente de la época, jamás sabremos el año en que fue fundada nuestra
ciudad, peor aún, si hubo una fundación. Solo puedo asegurar que hasta 1536 al
menos, no existía San Juan del Río como tal, y es hasta la siguiente década
cuando empieza a aparecer, intercalado el antiguo nombre, con el patronímico,
es decir, San Juan Iztacchichimeca, precisamente de donde toma nombre este Blog.
En mi libro “la Acequia del pueblo” que pueden
consultar en la biblioteca municipal, como parte del soporte histórico, hago un
detallado análisis de casi todo lo aquí mencionado, con abundantes referencias
bibliográficas del tema (San Luis Montañez, las fechas, las Relaciones los
nombres, los habitantes etc.) por si alguien está interesado en ahondar u
obtener algunos de los libros ahí mencionados. En el blog hay bastantes entradas al respecto.
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Fotografía personal, Inicio de la Zona del puente de la Historia, acordonado con malla por su reciente intervención. |
SOLO PARA SANJUANENSES
Inició
la remodelación del Puente de la Historia, uno de los emblemas de la ciudad. Por su antigüedad de más de 300 años, ha sufrido innumerables arreglos, así que
es difícil saber que parte es la original.
Todo esfuerzo al respecto es
bienvenido, solamente algunas peticiones menores, dirán que soy exagerado y qué
es obvio lo que pido pero la burra no era arisca, los palos la hicieron:
- Que no vaya a resultar
que va a ser de cantera rosa.
-
Que no vayan a entregar uno con ocho arcos.
-
Que no se vaya a tardar
dos años, (el solo presentar el proyecto tardó 14 meses)
-Que el puente alterno no sea tan alto que le quite
vista, de todos modos algún día el agua lo va a rebasar.
Y ya siendo muy optimista, que no vayan a desaparecer las piedras que contienen inscripciones, algunas apenas son perceptibles, pero son de las pocas originales, sería una lástima que solo las desechen por su deterioro.
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