Hoy comentaré sobre una pequeña construcción antigua que existe cerca del
centro de nuestra ciudad, parte de un pasado que al irse, nos dejó vestigios
que la modernidad no ha podido ocultar, se ubica en la calle (nunca mejor dicho porque precisamente está en plena calle) Ignacio López
Rayón.
La calle
Su nombre antiguo fue el de Calle de “Don Eusebio”, esto se dice, en
honor de un político local del siglo XIX, Don José Eusebio Camacho quien fue
regidor del primer Ayuntamiento provisional del pueblo, sin dependencia
española, formado por Agustín de Iturbide en 1821, ya al frente del ejército
trigarante, poco antes de la declaración de independencia en México el 27 de
septiembre del mismo año. (1)
La calle inicia detrás de las iglesias y termina casi en el río, hoy
tiene varias cuadras, antiguamente solo era una, continua desde Morelos hasta
lo que hoy es 20 de Noviembre, ( era una porque hay que recordar que la hoy sección
de Hidalgo entre plaza de la Independencia y Rayón no existía hasta 1917 cuando varias casas fueron demolidas junto con la barda del cementerio
para unir la entonces calle de los Infantes, con una nueva trazada desde la
estación del ferrocarril hasta Rayón, llamada inicialmente “La Calzada” y “Jesús
Carranza”, después se impuso el nombre de Miguel Hidalgo para toda su
extensión. El corte determinó que lo que era una cuadra se hicieran dos y la
forma triangular que tiene la pequeña manzana formada por las actuales Hidalgo,
Rayón y Morelos)
Al terminar la entonces parte urbana, en la ya mencionada esquina con 20
de noviembre, iniciaba la zona de cultivo y la calle seguía como camino
vecinal, tal como hoy hasta la vía del tren, cerca del río, aunque con anchura
menor.
Este camino debió ser el acceso principal (por ser el más directo, aunque
había otros) desde los barrios de indios al norte del pueblo; La Concepción, el
Espíritu Santo y secciones de San Isidro. Era muy angosto y de pura tierra, porque
sus transeúntes debieron de ser a pie o en burro y caballo, nada de carretas ni
carruajes, propios de los hacendados.
No sabemos porque la calle se trazó en diagonal al resto, seguramente fue
un arroyo que desfogaba agua de lluvia de la meseta del centro del pueblo por
un costado de la iglesia y siendo el único de esta parte, su cauce determinó el
extraño corte. Aunque hoy no se nota la pendiente en su inicio, en época de
lluvia, no existiendo aún la prolongación de Hidalgo, era la única vía hacia el
río, se ve más a partir de la actual
segunda cuadra, y aún es frecuente el encharcamiento en la parte final, cerca
de las vías. Por estar completamente rodeado de vegetación era muy agradable
caminar por él, pero en época de lluvias era una tortura salvar los charcos y
el abundante lodo. Aunque la calle se empedró en la década de 1960, solo fue
hasta el cruce con 20 de noviembre, el resto siguió igual que desde cuatro
siglos antes. Aunque la ciudad crecía, muchas pequeñas milpas aisladas
persistieron hasta esas fechas, poco a poco fueron desapareciendo, sobre
todo a partir de la instalación en la parte final de la calle del Colegio
Centro Unión, al que seguiría La Salle. Desde entonces se constituyó, por
su cercanía con el centro, como zona de fraccionamientos de clase media alta,
situación que se conserva hasta la actualidad. Posteriores obras la empedraron y pavimentaron en su totalidad.
Como dato curioso, por la década de 1950, existía casi al final de la
calle, un terreno dedicado al cultivo de fresa, extraño cultivo propiedad de doña Romanita Farfán, flanqueado por el
río, la angosta calle y lo que después sería el Colegio Centro Unión, hoy
fraccionamiento residencial.
El Santo
El santito, en cantera morena |
Exactamente frente a ese moderno fraccionamiento “Vegas del Río”, en
medio de la calle a modo de una extraña glorieta se encuentra actualmente un solitario tramo de
muro con un nicho
empotrado conteniendo una roca oval, tallada en cantera
morena que representa una figura humana, ya muy desgastada, parece ser un
religioso o un Cristo cargando una cruz. Goza de un culto endémico, y aunque no
se conoce siquiera su advocación original y parece más una señal de
estación del viacrucis que un santo propiamente dicho, sin embargo, nunca le
faltan flores ni veladoras, colocadas por los vecinos.
Imagen de Google earth la extraña glorieta del "Santito" |
Del porqué de su ubicación a mitad de la calle, podemos decir que se debe
a que habiendo estado empotrado el nicho en la barda de un terreno particular,
en algún momento de la década de 1980 se ensanchó la calle y se hicieron unos
condominios en el predio detrás de la barda, solo se conservó la sección que lo
contiene, se derribo el resto para
poder hacer dos sentidos a la calle, a sendos lados.
El amplio terreno había sido una huerta que ya para la década de 1970 conservaba
solo unos pocos árboles frutales y terminó adaptándose como una cancha tierrera
de futbol, aunque las dimensiones no llegaban a ser de un campo oficial. Cabe aclarar que seguía siendo particular y
nunca fue oficialmente público, tenía barda de piedra que por las incursiones
se fue haciendo cada vez más baja y para entrar había que saltarla por
un lado del nicho, lo que le dio su nombre popular, “ el campo del Santito”. Fue
muy visitada por niños de aquel entonces, por la posibilidad de hacer
deporte en la cancha y rapiña en los árboles de alrededor. Tenía al fondo unos
canales de riego, su seña son unos carrizales que todavía se conservan y pueden verse cerca de la esquina de Rayón y Pablo Cabrera. (Calle que también recientemente se abrió al costado del viejo campo)
Plano de Ignacio Pérez, siglo XIX : Extensión total de la calle Rayón, el círculo marca la ubicación del "Santito" la zona yerma hasta entonces, se haría fértil con el riego. |
El tramo de muro persistente solo conserva un nicho dentro del cual está
la figura descrita, hoy está, sin marco, sin cajón, sin vidriera y casi sin
santo. Hay además un trozo suelto de cantera labrada colocado en la base que se
adivina de forma redondeada. Es conocido popularmente como “el Santito”. La
única referencia escrita de su origen nos dice que su construcción sería entre
los siglos XIX y XX como humilladero,
pequeña capilla pública. Originalmente el muro era de cantera unida con lodo y
la piedra redonda estaba sobre el nicho. (2)
La pared ostenta una leyenda moderna:
Muerte y juicio
Infierno y Gloria
Ten cristiano en la memoria
Paz en la tierra
Fotografía personal, El nicho, la leyenda y la piedra suelta. |
1) Cfr. Ayala, op. cit. pp. 146, 147. No se si sea el mismo o un familiar
de igual nombre al que Martínez de Salazar en su Compendio... ubica en 1793
en Tequisquiapan como “vecino y del
comercio” atendiendo la receptoría de alcabalas de dicho pueblo.
2) Cano
Romero, 2003. Estos humilladeros estaban a la entrada de capillas familiares,
propias de los otomíes, recordemos
que aquí era el acceso de los indios de
los barrios al centro del pueblo. Se llaman así porque dada su pequeñez era
necesario arrodillarse para apreciar la efigie o imagen religiosa. Hay algunas más; en las Peñitas, Álvaro
Obregón y parece ser que los restos de muros tras la barda poniente del predio de una tienda
departamental, junto al puente de la Historia, fue otra.
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