Fachada en el callejón de 2 de abril. |
Dentro del cúmulo de actividades culturales que
contuvo en días pasados, el festival de día de muertos de esta ciudad, para el
tema de este blog destaca la reapertura del Museo de la Muerte, en el antiguo
panteón de la Santa Veracruz, tras una remodelación que cambió en algo su
apariencia, pero que mantiene su objetivo original, que es dar a conocer la
muerte como manifestación cultural.
Por tal motivo, esta entrada, más que datos históricos,
la dedico a detallar algunos aspectos únicos de este panteón, que lo hace
diferente a casi todos los del país.
El panteón, como tal data de mediados del siglo XIX,
es un edificio neoclásico, con la extraña característica de encontrarse al
borde de una peñasco y cuya planta se
encuentra sobre la roca viva siguiendo los contornos que le determinó el
desnivel natural de la peña.
Calle Melchor 0campo. Sobre la Peña, el mirador del panteón. |
Por la misma razón, nunca tuvo una superficie de
tierra para excavar las tumbas, sino que se tenía que esculpir un orificio para
ello. Es quizá el único panteón donde los enterradores no usaron palas,
sino cincel y martillo, o bien recurrían a otro método igualmente novedoso: el entierro se hacía a nivel del suelo y sobre el ataúd se construía una tumba
de material, completa, por lo cual algunas resultaron muy altas.
Fotografía de la Dirección Estatal de Turismo. Patio superior. Nichos, Tumbas altas y el osario. |
El área total ocupada por el cementerio es
relativamente pequeña para este tipo de instalaciones, por lo que se tuvo que
utilizar hasta el último resquicio que la roca permitía para colocar las
tumbas. La parte interior de la barda de su fachada fue utilizada para instalar
otro para entonces novedoso, sistema de sepultura, consistente en nichos dentro
de la mencionada pared.
Patio inferior. Tumbas a ras de suelo. |
La escasez de espacio motivó incluso a un par de
extraños entierros verticales. Están en la parte de la roca sobre la que se
desplanta la iglesia vecina, ahí, se hicieron excavaciones tan pequeñas que
solo se explican si el entierro se fue con la caja en posición vertical.
El colmo de las extrañas ubicaciones para las fosas lo
encontrarán en una tumba ubicada en uno de los descansos de la escalinata que
une los dos niveles, aunque creo que en este caso no fue para aprovechar el
espacio sino por propia voluntad del difunto.
Tumba en la escalinata. |
Aparte del área de tumbas, contiene otras instalaciones,
propias de los cementerios, pero siempre con características propias:
Un osario, igualmente creo que el único que he
conocido, que no está en tierra, sino que igual
que las tumbas se excavó en la roca viva.
Osario |
Tiene una pequeña capilla interior, que también por
falta de espacio, una de sus paredes, es el contorno de la peña, y tiene la
característica única de que en tres de sus paredes contiene… más nichos.
Capilla interior, el mural perdido. |
Otra característica que lo distingue de la mayoría de
los panteones es que gran parte de los
entierros que se efectuaron en él fueron secundarios, es decir, habían sido
enterrados en las iglesias y los otros camposantos de la ciudad y pasado el
tiempo los restos fueron trasladados aquí. Solo así se explica el pequeño
tamaño de algunas tumbas. Es el caso de
algunos personajes importantes de aquellos tiempos como Rafaela Díaz,
benefactora de la ciudad, que fue trasladada como un homenaje a su labor al
nicho No. 1, o el del General Juan Domínguez y familiares, quienes
originalmente estaban en el panteón ubicado frente a las iglesias del centro, y
se trasladaron inicialmente a una tumba superficial de este panteón y luego a un
nicho.
Entierro secundario. Nicho no. 1 |
El hecho de que los cadáveres de este panteón no se
“enterraban” (porque no había tierra) sino que se depositaban en la roca y
sobre el orificio una lápida, los resquicios y orillas de ambos se sellaban con mezcla que el tiempo se encargaba de fracturar, lo que ocasionaba que los
olores se dispersaran. Al paso del tiempo, en el mismo siglo de su construcción,
el hedor llegó al grado de que si mis fuentes no me fallan, fue clausurado un par de veces, hasta que la situación fue solventada, es decir se
volvían a sellar los orificios generados por el desgaste de la mezcla, igual
ocurría en los nichos, cuyas lápidas caían y a veces no tenían detrás un muro que sellara el
espacio. La situación debió ser repetitiva durante muchos años, y solo se
resolvió cuando, a causa del espacio, fueron disminuyendo los moradores que al
panteón ingresaban.
Pared de la roca contigua,, sobre la peña, y en ella, más tumbas. |
Esto determinó su destino, en pocos
años se llenó completamente de tumbas y ante la imposibilidad de hacer nuevas,
solo se volvían a utilizar aquellas en
las que una familia había pagado la perpetuidad y podía depositar en nuevos difuntos.
La natural movilidad social, el olvido de parientes,
el envejecimiento y dispersión de las familias hizo que poco a poco fuera menos utilizado,
visitado y mucho menos remozado, aunque siguieron entierros esporádicos hasta
después de la segunda mitad del siglo XX.
Ornamentación, en el mirado. La muerte siempre presente. |
Un elemento que no ha sido estudiado y que supongo
influyó en que este panteón cayera en desuso, es la tremenda dificultad que
significaba que cualquier cortejo fúnebre llegara del centro, lo que
significa subir la empinada cuesta de la hoy calle dos de abril. Con el difunto
a cuestas debió ser una penosa labor.
Ornamentación, otro diseño, la misma presencia. |
Otro elemento que distingue a este de cualquier otro
panteón es que durante su construcción, al nivelar en lo posible la peña, la
misma roca que se iba extrayendo, se utilizaba para ir levantando las paredes,
y a lo mejor hasta la ornamentación.
El edificio fue diseñado por el Dr. Guadalupe Perrusquía, sanjuanense
distinguido quien a pesar de su profesión, tenía inclinaciones artísticas
y nos legó un elegante edificio, perfectamente adaptado al
espacio, utilizando como piedra de muros la cantera morena sanjuanense y con
ella misma, la ornamentación alusiva a la muerte. Varios de los espacios
tuvieron murales, de los cuales solo se conserva la pintura al interior del
osario. Se perdieron el de la fachada de la capilla y algunos que tenía en su interior. Adicionalmente en varias paredes, se pintaron poesías de
tema necrológico, que creo que tampoco hay en ningún panteón.
Y como colofón al uso de la cantera morena,
originalmente del mismo material fueron las lápidas de las tumbas, las más
modernas ya incorporaron otros materiales. La facilidad de moldear este tipo de
piedra justifica su popularidad, pero a la vez le hace presa fácil de la
erosión, por lo cual muchas de ellas lamentablemente han pedido sus
inscripciones.
Pintura al interior del osario. |
Mis recuerdos personales del lugar son de mediados de
la década de 1970, para entonces, al ser ya muy pocos los descendientes de los
ahí sepultados, permanecía cerrada casi todo el año la reja de entrada que
supongo era la original, porque era forjada.
Como casi todos los niños del barrio de la época, cada
vez que pasaba por ahí, me asomaba a través de la reja para leer el poema que
desde ahí era visible en la amarillenta pared,
y subido en ella, vislumbrar las
tumbas de las partes bajas.
Por una casualidad pude entrar al lugar, dado que un
vecino de la Plazuela Guadalupe Victoria, don Guadalupe Trejo, tenía la llave
de la reja, y en un mes de noviembre de esa década nos envió a su hijo y a mí a
abrir el panteón y estar al pendiente por si se presentaban familiares de los
ahí sepultados a arreglar algunas de las tumbas y conseguirles agua para las
flores y obtener una gratificación.
Fotograma de la película "las vírgenes locas" de 1972, patio inferior |
Dado que fueron realmente pocas las personas que se
presentaron ese día, el monetario fue igualmente exiguo, pero todo el panteón
fue nuestro durante varias horas. Hago mención de que el abandono era total: muchas filtraciones de agua de los techos; el osario contenía aún huesos y
mucha basura; las palomas que lo habitaban habían acumulado bajo sus nidos
gran cantidad de desechos; bastantes lápidas estaban rotas y el polvo acumulado
permitía que la vegetación creciera en paredes, techos y en el suelo entre las
tumbas y sobre ellas; Los murales aún se distinguían pero ya muy
deteriorados; Varios nichos habían perdido su lápida frontal y se asomaban los restos humanos,
incluso ropas. Todas las paredes perdían su pintura y las del mirador mucho
del aplanado.
Fotograma de la película "las vírgenes locas" de 1972, interior de la capilla. |
A pesar del abandono o quizá por eso mismo, la capilla
era el lugar más impresionante, al no haber luz eléctrica, al entrar en ella y
ver que de los nichos sobresalían huesos verdaderos incrementaba el ambiente
sobrecogedor.
Una década después, en 1980, el edificio se destinó
para albergar el primer museo de la ciudad, bajo administración municipal,
sobre todo para albergar el gran acopio de material arqueológico de la zona
vecina, es entonces cuando un grupo de sanjuanenses remozó en lo posible el
edificio. Aclaro que desde entonces muchas lápidas cambiaron de lugar, ante la imposibilidad
de hallar su ubicación original, a donde se pudiera, otras se acumularon en el
vestíbulo y se trató de al menos cubrir todas las sepulturas con una. Se
conservaron casi todas, aun las que no tenían ya inscripción. Varias de las tumbas "altas" se reubicaron.
Poesía alusiva en las paredes. |
Poco después se decidió que la museografía
cambiara y se destinara como “Museo de la Muerte” como permanece en la actualidad, con su única
sala dedicada a la temática referida, respetando el resto de edificio, es
decir, el viejo panteón de la Santa Veracruz, en la cornisa natural, en la que
los viejos sanjuanenses ahí sepultados, contemplan el crecimiento de la ciudad
que los vio nacer, vivir y morir. Sea para bien esta nueva remodelación que nos
permita conservar muchos años más
uno de los edificios más más emblemáticos y bellos de nuestro patrimonio
histórico.
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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
Todas las fotografías presentadas son de antes de la
remodelación, espero asistir pronto a tomar algunas actuales. Todas son
personales, excepto la de Turismo y los fotogramas.
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Les recuerdo que el próximo sábado 12 de noviembre, en el Portal del diezmo, a las 7:00 p.m. Fernando roque presentará su libro En mi viejo San Juan... del Río. Ahí nos vemos. Estaré apoyando a Fernando en la venta de libros, a un precio irrisorio. No compre un libro, recupere sus recuerdos. La venta no tiene fines lucrativos, sino apoyar al autor en nuevas publicaciones.
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