La casa de Don Esteban Díaz González en San Juan del río |
Fotografía de la década de 1990, todavía tenía el letrero original de la joyería "La Guadalupana" |
RETRATO HABLADO
Era como un gato, siempre caía bien parado. Sin ser un político de
profesión, logró ser un auténtico camaleón de esa disciplina, de tal manera que
siempre aparecía en el bando triunfador o en el que le convenía. Funcionario
público local, solo por el placer de serlo, ocupó todos los puestos del
Ayuntamiento local, lo que le permitió ser abajofirmante en casi todos los
documentos públicos oficiales de San juan del Río, durante dos décadas.
Dirigente municipal sin necesidad de serlo, en una época en que los puestos públicos significaban solo la posibilidad de no morir de hambre. Empresario de polendas,
incursionó en casi todos los rubros habidos y por haber, además de inventar
algunos, siempre que produjeran dinero. Exitoso hacendado, llegó a poseer casi
una cuarta parte del valle de San Juan. Pestañeo siempre al poder político, que
muchas veces fundió con el económico. Solo tuvo un anhelo insatisfecho:un
título nobiliario, se ignora porqué; el poder económico que detentaba y le
abría cualquier puerta, fácilmente le pudo acceder a las de la nobleza, lo que
no ocurrió, a lo mejor no lo consideró políticamente correcto o no vio ganancia
en ello.
Firma de Don Esteban, en un manuscrito de 1806, en el que extrañamente rechazaba un puesto público. Tomada de Suárez, 2001. |
LA BIOGRAFÍA
En los primeros años del siglo XIX, llegó a nuestro entonces pequeño pueblo
el militar español Esteban Díaz González de la Campa; Capitán de la Segunda Compañía
del Cuerpo de Infantería urbana del
pueblo de San Juan del Río. Puesto con algo de importancia, entre el poder
militar y civil de la época. Su biografía está marcada por varias lagunas en
momentos importantes de su vida. Se intenta esta semblanza con lo poco que de él se conoce.
Nacido cerca de 1867 en Santander España, se desconoce si su fortuna
provenía de abolengo familiar, la adquirió por herencia o fue producto de su
trabajo. El caso es que apenas a 10 años
de su llegada ya se le consideraba una
de las personas más acaudaladas de la región en esa época. (Y a decir de muchos,
de todos los tiempos) También existe la
posibilidad de que sus caudales provinieran del pago de una dote. (Eran tiempos
en los que la familia de la novia debía contribuir con una elevada suma de
dinero para el buen desenvolvimiento del matrimonio por venir) El caso es que al menos, desde 1809, ya en
nuestra ciudad, era poseedor de un gran
caudal económico que le permitió incluso adquirir el grado de Teniente
Coronel, el máximo posible de obtener
sin intervención en batalla.
NO DE AZULEJOS, PERO SÍ DE CANTERA
Dado su privilegiado status, en un pueblo en el que la aristocracia era
inexistente, decidió crear su propio feudo. Para ello adquirió un enorme
terreno en el barrio de San Miguel, en la entonces llamada calle Del Curato.
(Hoy 16 de septiembre) en el centro de la población, perteneciente a la
Cofradía de Ánimas. Supongo que el terreno tenía al frente una vieja casona,
misma que derrumbó para construir “desde sus cimientos” una enorme mansión en
el año de 1810. Baste decir de ella, que a su lado tenía otra apenas menor en
majestuosidad y tamaño, en la que solo vivía la servidumbre.
Aunque se dice que fue diseñada por el mismísimo Francisco Tres Guerras, el arquitecto mayor
del virreinato, los documentos indican que no aunque por su majestuosidad no
habría desmerecido con otras obras del celayense. Seguramente para distinguirla
de las demás, de rústicos aplanados de argamasa, ésta fue ornamentada en toda
su fachada con la hasta entonces ninguneada
cantera morena sanjuanense, que solo se usaba como relleno de muros. El
resultado de cubrir completamente su parte frontal con placas de ese
material fue una soberbia casona, ya de por sí sobresaliente por su tamaño, lo fue más por su atrevida
estilización.
La privilegiada ubicación de esta calle permitía a todas las casas que la
componen, tener el servicio del agua corriente de la acequia. Así que la reluciente casa tuvo, además de la casa principal y la del personal
del servicio, una huerta en la parte trasera (aproximadamente lo que hoy es el
Fraccionamiento las Fuentes).
Los románticos dirán que por amor, pero creo que más bien en una de sus calculadas
jugadas de ajedrez, contrajo matrimonio en 1808, nada menos que con Doña Ramona
Torres y Arroyo, casualmente hija del
comandante realista de la región, don
José Torres y Campo, con jurisdicción en las poblaciones de lo que hoy
son los estados de México, Querétaro e Hidalgo y por entonces dueño de la
hacienda de Santa Rosa.
No hay imágenes de Don Esteban. Esta pintura retrata a su Esposa, Doña Ramona y a su hijo Rafael, nacido en 1809. Tomada de Suárez, 2001. |
Militar de profesión, al parecer fue
una comisión de su oficio lo que lo
trajo a este pueblo, le gustó tanto que en 1817 solicita su baja
del servicio activo para permanecer en él. (Algunos dirán que no quiso
participar, al desatarse la guerra de independencia, en las acciones bélicas
que su puesto conllevaba, aunque él siempre
se declaró Realista… bueno hasta que le convino)
Seguramente por su parentesco, los términos en que se dio su baja le permitieron conservar el título de teniente Coronel y poder utilizar de por vida el uniforme del cargo.
Seguramente por su parentesco, los términos en que se dio su baja le permitieron conservar el título de teniente Coronel y poder utilizar de por vida el uniforme del cargo.
LAS PROPIEDADES
Llegó a ser poseedor de varias haciendas y ranchos en la zona del Plan de San Juan: San Clemente,
Cerritos, el Muerto, el Ahorcado, Santa Rosa y muchas más propiedades compartidas. Ante la imposibilidad de administrar tan vasto
emporio él solo, decidió buscar un administrador, para poder dedicarse de lleno al
oropel de la vida pública, decidir, influir y gobernar desde lo oscurito el
pequeño pueblo, tan pequeño que ni siquiera un administrador decente encontró,
así que optó por, ofrecer el empleo al recién llegado encargado de la oficina
de alcabalas que despachaba apenas a unos metros de ahí, en la “casa de las
diligencias”, don Manuel Casabal. Seguramente el incentivo monetario fue suficiente
para convencerlo.
SALTO AL VACÍO
Dado que la guerra de independencia casi no impactó en San Juan del Río,
creyó tener su vida resuelta, su vida transcurría tranquila, pacífica, de vez
en cuando cambiaba de puesto en el ayuntamiento, de vez en cuando firmaba alguna disposición, el tiempo le sobraba, así
que decidió dedicarse a la usura, supongo que con éxito y a administrar un
Mesón. La tranquilidad le permitió a la familia contar con muchos hijos: Joaquín
(1809-1861), Dolores, Concepción, Esteban, Rafael, Antonio (1820), Refugio
(1823), Ignacio (1824) y Rafaela (1829-1860). La calle, su calle mientras tanto, adquiría mayor alcurnia y familias acomodadas se establecieron en ella, para
acompañar a la familia Díaz y a los Quintanar, desde antes habitantes de la
acera de enfrente. Tan determinante fue, que desde que estaba en vida y hasta
muchos años después la calle se llamó “de don Esteban”.
Todavía en 1820, el ayuntamiento local, confirma su adhesión al Rey y entre los
integrantes del cuerpo de Gobierno, de nueva cuenta se coló don Esteban.
A veces llegaban al pueblo noticias de tierras lejanas, donde pequeñas
gavillas de revoltosos aún luchaban por eso que llamaban “independencia”, ni siquiera se preocupó, qué podía pasarle si su suegro era el
encargado de la seguridad de los
alrededores. Quizá cuando aquel fue removido del cargo se preocupó un poco, pero la
suerte estaba de su lado, el nuevo jefe realista era nada menos que su vecino
de enfrente, Don José Luis Quintanar.
Lejos estaba de imaginar que apenas en el transcurso de un año, el máximo
jefe de las tropas del Rey, Agustín de Iturbide, pactaría con los lejanos
rebeldes, para consumar la independencia nacional, y uno de sus aliados más
importantes para el proyecto, en el centro del virreinato fue nada menos que
don José Luis Quintanar.
Lo impensable se hizo realidad, todo el antiguo ejército Realista se unió
al movimiento de Iturbide y en Junio de 1821, un numeroso contingente se
presentó a sitiar el pueblo de San Juan del Río.
Casi no se ha escrito sobre este episodio, lo poco que se ha dicho es que
el pueblo se rindió después de sostener
varios combates, lo cierto es que
efectivamente, un numeroso ejército al mando de Quintanar se aposentó en
terrenos de la Hacienda de la Venta (casualmente propiedad de don José Luis) sitiando el pueblo y
solicitando su rendición a la causa independentista.
Efectivamente, ambos bandos formaron barricadas y se dispusieron al
combate, pero solo se dispusieron, alegremente, los del pueblo, supuestamente
sitiados, pasaban al otro lado a saludar
a sus conocidos y viceversa. Lo único que estaba prohibido era permanecer en
los pocos metros entre ambas barricadas. La fuerza sitiadora era numerosa, bien
armada y contaba incluso con artillería. La fuerza de defensa del pueblo se componía
de algunos batallones realistas y
algunas decenas de vecinos. Muchos
cruzaron el río para unirse a los sitiadores hasta que el pueblo casi quedó
solo. No hubo lucha, el único disparo que se dio dentro del pueblo solo mató a
un perro. Ante la insostenible situación, se acordó la rendición con la
condición de dejar salir a los pocos integrantes de los cuerpos realistas que
no habían desertado, quienes abandonaron por el camino a México, mientras el
numeroso ejército de Iturbide cruzaba el Puente de piedra para entrar a él.
El ayuntamiento, que un día antes declaraba su adhesión al rey,
instantáneamente se convirtió a la causa de Iturbide y se formó un ayuntamiento
integrado... exactamente por las mismas personas que el anterior, pero
correspondiendo el grado de alcalde de primer voto nada menos que a… Esteban Díaz González quien seguramente lo primero que hizo fue guardar
su uniforme “vitalicio” para tomar su
nueva vestimenta independentista.
EL DECLIVE
FOTOGRAFÍA PERSONAL. LA CASA EN LA ACTUALIDAD |
Otra vez volvió a ser el camaleón de la política, solo dejó para siempre su
faceta realista y su sueño de un título nobiliario, lo demás era salvable. Completó
la década, como siempre, en la palestra pública.
Sus grandes reflejos para cambiar de bando, se fueron haciendo lentos por
la edad hasta llegar a la década de 1830, durante los frecuentes cambios de
gobierno, en los que seguramente no calculó en que bando caer y a pesar de su
gran opulencia, en 1833, fue hecho preso en la cárcel de la Acordada, en la
capital del país, de la que no salió bien librado y murió cerca de 1834, (En
ese año, en la boda de uno de sus hijos, se específica que es difunto) aunque dos años antes, sintiendo cercana la
muerte “después de diez meses de padecimientos en la salud por el desgano de
alimentos…” dicta un testamento en el
que, previendo casos que había conocido, de familias propietarias que al disgregar los bienes o dejarlos en manos
de administradores, nombra algunos albaceas para sus herederos universales.
Fotografía personal. La entrada principal. |
No sirvió de mucho tal disposición, su viuda, Doña Ramona, en diciembre de
1834, se casa con… el administrador, Manuel Casabal, quien al enviudar quedó
como propietario de los bienes, precisamente lo que no quería Don esteban y los
herederos disgregaron el resto.
La opulenta casa se conservó en
poder de la familia, hasta fines de ese siglo, por entonces, se repusieron la mayoría de sus pisos, con
un para entonces novedoso material, el cemento, de tal calidad que se conserva
hasta la fecha y no ha podido ser igualado con el mismo material moderno,
cuando ha requerido una reparación. Como todas las de su época, se caracteriza
por tener amplias habitaciones, servicios y un sobrio patio con arcadas de
cantera. Curiosamente, los cuartos están señalados con signos en los arcos del exterior. Ha persistido hasta la actualidad, casi intacta.
La mansión tiene el raro honor de que en ella se alojaron los dos malogrados emperadores que ha tenido México, en 1821 Agustín de Iturbide y en 1864 Maximiliano de Habsburgo. (Respecto de Iturbide, tengo mis dudas, creo que sí se alojó en una casa propiedad de Don esteban, pero no ésta, de cualquier manera, por dicha estancia, también se le dio el nombre de Iturbide a esa calle, hasta principio del siglo XX que cambió al actual )
Conocida con los nombres de “la
Guadalupana”, (por una joyería así llamada
que funcionó ahí muchos años, cerrada ya, conservaba en la fachada hasta
hace poco el letrero que la identificaba y hoy lo hace, como plaza), “la casa
de cantera” (por estar cubierta la fachada con ese material) y antiguamente “la
casa de Don Esteban”.
EL LEGADO
Los hijos Díaz Torres destacaron en muchos ámbitos, especialmente Esteban,
que fue jefe político de la ciudad y Rafaela, gran benefactora local, tanto en
vida como a través de los legados dejados a su fallecimiento. La familia emparentó
con otra de no menos caudales con residencia en
la misma calle, los Domínguez Quintanar, formada por Juan Bernardo Domínguez
y Gálvez e Ignacia Delgado Quintanar, sobrina del General José Luis Quintanar,
en cuya casona vivía.
De la ya familia Domínguez Quintanar, dos hijas se casaron con sendos de don
Esteban y sobresalieron Manuel y Ángel como jefes políticos de la ciudad
durante el imperio de Maximiliano el
primero fue prefecto político de Querétaro durante el sitio en 1867. Hasta muchos años después, se desempeñaron además
en labores académicas y cívicas en la ciudad de México. Ángel fue después diputado y co-redactor con
su par Veítez, del proyecto de lo que sería la tercera constitución de
Querétaro, miembro de sociedades
científicas a nivel nacional. Fundó un instituto para la enseñanza primaria
y secundaria en el pueblo y publicó
varios libros. Otra hija, Soledad fue a su vez casada Antonio Díaz Torres y madre de Celestino
Díaz Domínguez.
Fotografía, debe ser de mediados del siglo XX. Crédito a quien corresponda. Uno de los patios. |
Celestino, nacido en San Juan del Río, con su familia sentó residencia en
Querétaro, de profesión abogado, fue
además poeta, escritor, periodista y diputado por san Juan, ministro y
magistrado de justicia. Publicó la Guía del viajero en Querétaro. Maximiliano
le expidió el título de abogado del imperio en 1865. Casado con Dolores Vallejo,
su hijo Felipe llegó a ser dueño de las Haciendas de Carrillo, Tlacote y
Mompaní en Querétaro, casado con Elodia Ramírez Llaca, fueron padres de Padre de
Felipe, María Eugenia, Guadalupe, Guillermo, enrique y Fernando Díaz Ramírez,
quien fuera fundador y rector de la Universidad
Autónoma de Querétaro hasta la década de 1970.
A casi dos siglos de su nacimiento,
Don Esteban aún mantenía su legado a través de sus descendientes. Es el único
“sanjuanense”, junto a Luis Romero Soto, cuyos documentos se encuentran en el
Archivo General de la nación.
Fuentes:
Díaz Ramírez, María Eugenia, 1990 Memorias de una niña Queretana
México, Gobierno Del Estado De
Querétaro
AGN. (Archivos de particulares. Colecciones, Colección de Esteban Díaz
González.
Cano Sordo, Víctor
1999 De la Luisiana a la
Nueva España. La Historia de Juan Bernardo Domínguez y Gálvez (1783 – 1847)
Ayala Echávarri Rafael, 1981 San
Juan del Río, Geografía e Historia (segunda Edición)
México, Manuel Ayala Valenzuela.
García Ugarte Marta Eugenia,
1992 Hacendados y Rancheros queretanos (1780 – 1920)
México, Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes.
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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
Interesados en el tema, hay más datos de las familias Díaz, Quintanar y Domínguez en diversas entradas, búsquenle.
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Válgame Dios, no me lo van a creer, pero la entrada de las Poquianchis, seguramente hoy llegará a la escalofriante cifra de 3,000 visitas, si no la han visto también dense una vuelta, a descubrir porqué de su popularidad.
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Solo para sanjuanenses: Yo también tengo una prima bien guapa, no es de San Juan, es de Quiotillos, Amealco, ¿Porqué a ella no la fueron a visitar?
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SECCIÓN COMERCIAL: De vez en cuando pondré alguna publicidad de negocios antiguos.Esta es de la década de los 30 o 40s, cuando el fotógrafo sanjuanense Jesús Layseca Bermudez tenía su estudio en la capital del estado.
Donde podré encontrar más datos de los descendientes de Don Esteban Díaz González de la Campa
ResponderBorrarHola, buenas tardes, gracias por tu visita y una disculpa por la demora en contestar. Al respecto de la familia existe un libro " De la Lousiana a la Nueva España" del autor Victor Cano sordo editorial Porrua. Nunca lo he podido conseguir, pero si estas en San Juan, hay un ejemplar en la biblioteca del Archivo Histórico. La familia en San Juan, a pesar de haber tenido numerosos hijos se fue diluyendo y al menos de lo que yo se, no quedan descendientes Directos de él. En Queretaro, de Celestino Díaz Domínguez, que fue nieto de Don Esteban estuvo Don Fernando Diaz Ramirez, que fue rector de la Universidad de Querétaro y un hijo suyo que fue notario en el centro, ambos ya fallecidos, creo que la notaria la sigue atendiendo un familiar. Como le menciono, estos datos están en el libro porque el autor desciende de la familia dominguez, que estuvo emparentada con ellos, un hijo de don esteban, se caso con una dominguez y del matrimonio nacio Celestino que fue político, periodista y comerciante en Querétaro. Es en ese libro donde hestá la genealogia más completa de la familia.
ResponderBorrarSi quedan descendientes, su nieta Elena Uribe Diaz, tuvo una hija de nombre Elena Martinez Uribe que se casó con Don Javier Fernández de Cevallos, abuelo de Diego Fernández de Cevallos
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