Edición especial:
Los 50k del Chichimeca de San Juan del Río
El caso de
Héctor.
Héctor es un conocido de la infancia, amigo entrañable
desde nuestras época de estudiantes de primaria. Juntos transitamos la vida en
esta ciudad, en la secundaria Antonio Caso y en la preparatoria San Juan, donde
poco a poco nos fuimos distanciando, no por rencillas, simplemente la vida nos
llevó por diferentes sendas. Por su carácter era muy popular entre los
estudiantes de edades próximas y en honor a la verdad, le gustaba ser
protagónico siempre. En ese afán, le entraba a toda tendencia semi cultural que
se le ponía enfrente, lo que lo llevó a incurrir en algunos excesos propios de
la edad.
En algún
momento de su vida, algo le hizo recapitular y cambió parte de su vida y su
entorno para dedicar algo de su tiempo a una sana labor, el fomento de la
lectura, sobre todo en niños. En una labor encomiable, por puro amor al arte,
de manera altruista, se presenta en diversos foros como incitador a la lectura
y como lector de cuentos en atril. Su única aspiración es el servicio y todos
los que lo conocemos, admiramos su entusiasmo para atraer públicos en las
diversas instituciones educativas de
municipio, entusiasmo que contagia a otros que siempre de manera altruista le acompañan.
Nunca se ha proclamado como el contador de cuentos que
México espera, nunca ha dicho ser el mejor, su labor siempre ha sido contenida
entre las paredes de los diversos foros en los que incursiona y las mentes
infantiles que atienden su mensaje, solo ese acto momentáneo en que alguien
escucha su voz es lo que le alienta, no espera recompensas ni reconocimientos,
sabe que no es profesional ni intenta
serlo, solo quiere contar sus historias, no más.
Hace algunos meses, recibió la injusta crítica de
otros cuenta cuentos, ellos sí profesionales, que precisamente le reprochaban
pararse al frente de un foro sin tener cualidades profesionales para ello.
Suponen que para contar cuentos se debe haber estudiado para ello. En lo personal creo que para todos hay
espacio, porque Héctor nunca invadió su área, mucho menos ha cobrado por contar
cuentos y mientras se tenga una razón y la palabra para defenderla, creo
que es válido intentarlo.
Sirva esta reflexión para darle ánimos, que
continúe con la bonita labor que realiza todos los días ante sus audiencias
infantiles, que las más de las veces solo necesitan un aliciente para
adentrarse en la literatura, cuántas veces no hemos escuchado hermosas
narraciones de gente que escasamente sabe leer y escribir, cuántas veces escuché añejas historias de mi
bisabuela Toña, que solo era analfabeta del sistema de escritura, ¿No debió
contarme ninguna de ellas por no haber estudiado para ello? ¿Qué mitos se hubieran perdido para la
humanidad si los grandes narradores no los hubieran transmitido por vía oral a sus
descendientes?
El caso de
José Luis
Sirva la anterior reflexión para enmarcar mi propia
experiencia, no soy un profesional de la historia, pero eso no me
impide divulgar lo poco o mucho que he investigado sobre el pasado remoto y
reciente de nuestra ciudad.
Mucho de lo que escribo me lo contaron, mucho otro lo
leí, mucho más lo viví, y con base en ello narro lo que me parece interesante.
En los temas que aquí se tratan hay de todo, desde lo que nadie ha escrito
jamás hasta lo muchas veces abordado, aumentado con la visión personal.
Salvo honrosas excepciones, la historia local hasta hace unos 5 años se limitaba a la pura
repetición de lo ya escrito, raras veces aparecía un tema novedoso. A partir de
entonces, por diversas vías empezó una especie de renacimiento de la
investigación, apoyado sobre todo en la difusión vía internet, así aparecen los
escritos de una serie de personajes, ninguno profesional de la historia, que
sin un plan conjunto empiezan a difundir aspectos del pasado de nuestro
municipio, valga mencionar a Marimar Santana, Adolfo Rojas, Francisco Pájaro, San
Juan del Río en el Tiempo, San Juan del Río en los Ochentas y un servidor. En lo personal, y creo que en todos los
casos, no es el afán económico ni el creerse historiadores lo que nos motiva,
solo que hay que contar lo que no se ha contado, que las nuevas generaciones y
las no tanto conozcan algo de lo que la
modernidad ha enterrado, lo que yace bajo el asfalto, lo que oímos, lo que
vimos, lo que vivimos.
Vuelvo a la reflexión, no soy historiador pero trato de siempre dar
fundamentos de lo que aquí escribo, en muchas ocasiones tengo que hacer
suposiciones, pero siempre acoto al escribir “supongo que… o cuando no hay una
confirmación de algo “Me dicen que… Respecto de mis vivencias personales, es la
simple transcripción de lo que recuerdo, mi visión personal del espacio- tiempo
en que me tocó estar.
Igualmente, nunca se ha dejado de reseñar los escritos
publicados por los profesionales de la historia relativos a San Juan, incluso,
en muchos casos, solo se conocen por haber sido difundidos en este blog.
Supongo que no estoy tan mal, porque mucho de lo
escrito aquí se difunde en otras páginas electrónicas, en periódicos,
revistas, creo que algún día haré un
recuento de en cuantos lados aparecen mis crónicas, la más de las veces sin el
menor crédito, pero lo importante es la difusión.
EL CASO DEL
CHICHIMECA
El pasado día 2 de Marzo de 2017, este blog completó
la cantidad de 50 mil visitas, cifra que en sus ya lejanos inicios hace ya casi cuatro años, era inimaginable.
Aunque los números siempre serán relativos, y siempre
me he dado por bien servido con que alguien me lea, no deja de ser
significativo haber llegado a tan considerable cifra, considerando que es un
espacio exclusivamente dedicado a un tema local, la historia de San Juan del Río.
Por la plataforma en que escribo, el Google + los
contenidos publicados no tienen la explosividad ni virulencia de otras redes
sociales, sin embargo, se tiene la certeza de ser recibido por aquellos a
quienes les interesa el tema.
De mis objetivos iniciales, creo que sin haberse
cumplido a cabalidad, llevan un avance considerable, en las publicaciones lo mismo se pueden
encontrar temas de investigación, anécdotas, recuerdos, crónicas serias y
chuscas, descubrimientos personales, vivencias propias, siempre tratando de
acercar al lector en el pasado de la caótica ciudad de nuestros días, que algún
día no muy lejano fue apacible.
Entre los temas, he tratado de variar la temporalidad,
la geografía y la modalidad, sin embargo, desde su aparición, la entrada
relativa a las Poquianchis se constituyó como la más leída, hasta la fecha
tiene 4188 visitas, lo que le convierte en uno de los textos más leídos de todos
los tiempos en lo que a publicaciones escritas se refiere. Una decena de
entradas está cerca de las mil vistas, pero otras tantas no han pasado de 20, son extraños los caminos del
rating, algunas que considero mejor logradas, no obtienen el éxito esperado en
este espacio y al transcribirse en otros, son muy leídas y comentadas.
Según mi último recuento, se han recibido visitantes
de 82 países, hace un mes llegó el
primer visitante de China, supongo que el traductor de Google hace un buen trabajo,
aunque no se como alcance a plasmar los sarcasmos, retruécanos, entrelíneas y doble sentido que
magistralmente nos permite el idioma español.
La mayor parte de visitantes son de los Estados
unidos, ignoro si me afectará o no la política antimigratoria de Trump, pero
hasta el momento son más de 25, 000 los
lectores de aquel país, en caso de que algo ocurra, como quiera hay unos 17,500
visitantes de México, que son muy aceptables.
Espero tener la oportunidad de seguir difundiendo el
pasado de esta bonita ciudad, que según dicen, fue fundada en nombre de Dios
del cielo y de la tierra, y supongo que tenían razón.
Y como siempre digo, acepto comentarios, críticas,
anécdotas, materiales escritos, y todo lo que quieran contarme a viva voz.
Se reciben felicitaciones de seguidores, páginas
amigas, periódicos, pero más que nada se agradece la difusión del blog.
Sección
comercial:
La siguiente es
publicidad de un establecimiento de principios del siglo XX, que
sobrevivió hasta medio siglo después, con otro nombre y propietarios.
Por extraño que parezca, durante algunos años, la
Avenida Juárez, antiguo camino Real o Calle Nacional se llamó Av. Hinojosa, fue por ocurrencia o
lambisconería de las autoridades locales para congraciarse con el jefe militar
del Estado, así llamado. Por la numeración, el número 5, este negocio, de los más rimbombantes durante muchos años
era el principal proveedor de ultramarinos y toda clase de mercancías de lujo. Se
dedicaba a los abarrotes nacionales y extranjeros. Por ser de una época de la
que no hay mucha información, creo que nadie lo ha mencionado durante muchos
años. Los sobrevivientes del viejo San Juan recordamos que en el tramo de Avenida Juárez Poniente, acera
norte, entre Hidalgo y 16 de Septiembre
hubo una negociación cuyos marcos de cantera de sus puertas tenían la parte
superior redondeada, y eran muy bajos,
ahí se encontraba hasta los años ochenta la mueblería Da Luz y anteriormente la
negociación “El Niágara” cuya fotografía, tomada por Layseca en los años 50 enmarca el inicio de esta entrada) y la distribuidora corona. Ahí, en 1905, estuvo el Cambio Mercantil.
La fotografía de inicio es una hoja de la negociación, en la que el propietario, José Becerril, en Noviembre de 1905, avisa a sus proveedores, los Señores Valdespino Hermanos, de Jerez de la Frontera, España, el envío de capital por mercancías para su venta al mayoreo y menudeo.
La fotografía de inicio es una hoja de la negociación, en la que el propietario, José Becerril, en Noviembre de 1905, avisa a sus proveedores, los Señores Valdespino Hermanos, de Jerez de la Frontera, España, el envío de capital por mercancías para su venta al mayoreo y menudeo.
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