jueves, 18 de febrero de 2021

Recuerdos de aquellos tiempos 4

Recuerdos de aquellos tiempos 4

 

Imagen tomada de Internet. Crédito a quien corresponda.


Continuo la recopilación de recuerdos, lugares, personajes y hechos de San Juan del Río en mi niñez. Por cuestión personal su ubicación es en las décadas de 1970 y 1980 y por evolución natural algunos ya no son tan infantiles, pero sí reconocibles para los sanjuanenses de aquellos tiempos y los pocos que llegaban entonces.

Aunque tienen sentido humorístico, forman parte de la historia que nadie escribe por parecer banal pero que fue importante en nuestras vidas, es solo un pequeño esfuerzo personal que ojalá les haga sonreír, pero sobre todo recordar, cada niño y joven de aquellos tiempos tiene más, que por sutiles se han olvidado y esperan algo que los haga salir de nuevo. Como regularmente los copian de aquí y andan circulando en las redes locales es común que se comente que me faltó tal o cual personaje o lugar, por ello aclaro que son los que recuerdo y caben aquí, seguramente hay quien tiene más, pero si no se escribe o comparte no valen, sugiero mandar algunos en la sección de comentarios.

 

Así que:

Sabrás que vas a estar entre los primeros vacunados si:

Ibas los sábados en la mañana a ver el basquet de la liga local en la cancha de la primaria Francisco Villa en la calle Zaragoza, mejor aún, te tocó presenciar los juegos del Unión del Pueblo, más mejor, si te tocó ver haciendo fantasías en juegos de a deveras a Oscar Aguillón, que después sería profesional.


En las ferias estuviste en la cancha improvisada de volibol, instalada en plena calle, frente a la parroquia, y viste a Gaspar exhibiendo su grandeza de estatura y juego.

En el mismo lugar, asististe a un ring igualmente improvisado con peleas entre sanjuanenses y “boxeadores de México”. En ese tiempo, el popular era "Cuco el panano". (ya no me tocó ver en activo, solo en exhibición, a cuatro legendarios, Apolinar Velázquez, “el caballito”, su hermano Felipe, Guillermo Núñez “la avispa” y Cuco Ávila)

Conociste a la señora que caminaba en reversa, no recuerdo su nombre, pero generalmente circulaba por Francisco Villa y la avenida Juárez.

Sufriste la novatada de la prepa San Juan, consistente en medio raparte y a veces hacerte circular por la calle, a veces sin camisa, a veces pintarrajeado, según la saña de las y los de semestres superiores.

Dejaste empeñado algún día un reloj en la Castellana de Morelos y Mina, con el Chicote.

Cuando doña Irma Villa para evitar la rapiña que los clientes hacían de sus vasos a la hora del cierre del local, les colocó impreso a todos el letrero “Me lo robé de la Escondida”, funcionó para unos, para otros eran trofeo.  

Conociste “la Chiva” el viejo camión de la Prepa San Juan, el original, que murió en las mismas instalaciones, no el moderno. Mejor aún si te tocó ir a rescatarlo del taller donde lo tenían allá por el entonces Tec de Monterrey. Sin encender y casi sin llantas, logró llegar a Corregidora.

 Conociste la ostionería Tampico en la esquina de Rayón y Morelos.

 

El "cinito" de don Ángel.  creo que este modelo era el que manejaba pero por entonces también había otras marcas, los originales eran de baquelita. Imagen tomada de Internet. Crédito a quien corresponda.

Alquilaste con don Ángel, por unos centavos, “el cinito” (los actuales view master) de discos con transparencia, tenía bastante surtido, sobre todo Disney.

Te tocó ir con tu familia en tiempo de lluvias  a recoger garambullos en el cerro de la Venta, generalmente ni juntabas los suficientes ni  te los comías, el asunto era ir. Si tenías suerte también te espinabas tratando de sacar los “chilitos” de las biznagas

Pudiste contemplar adornados los prados del jardín del Santuario, que hoy es de la familia, con piricantos cuyos frutos parecían pingüicas y al descubrirse que algunas especies eran venenosas, los quitaron.


Señalados en Rojo, los piricantos que estuvieron entre las décadas de los 70 y 80. Imagen tomada de los calendarios de la Canaco. Crédito a quien corresponda.

Estuviste en alguna fiesta amenizada con equipos de sonido en la ciudad, cuando iniciaron, los más populacheros eran el “Rolas” y el “Mota Sound”, ya cuando Arturo Luévanos llegó con el "Winners" el asunto se profesionalizó.

Alguna vez en tus incursiones al río, te tocó rozar una planta llamada “guau”. Peor, si ni la conociste, pero sí sus efectos, era bastante urticante.

Pudiste asistir en los setenta, la última vez que actuaron los títeres de Rosete Aranda en la Plazuela, ya no eran la familia original sino una compañía que adquirió los derechos, pero sí los mismos muñecos y libretos de un espectáculo único. Aunque era una carpa, la escenografía al apagar la luz era impresionante.

Recuerdas cuando los boletos para las corridas de toros y cualquier evento medio bueno se vendían en “la Bilbaína”, el restaurant de referencia en la avenida Juárez.

O al menos Cuando existía “la Bilbaína”.

Depredaste uvas en el viñedo del rancho el Barreno, que por entonces era privado y tenía una barda fácilmente saltable. Ahora que es público, siempre está cerrado y la barda es alta. Mejor aún, cuando, insistiendo en que era privado, podías atravesar libremente por en medio de las construcciones rumbo al barrio de la Cruz.

Conociste el mini zoológico del Hotel Jalisco, en su estacionamiento, mejor aún, cuando ahí mismo funcionaba una balconería, esto no es raro, pero fue la primera donde podías ver libremente como se hacían las puertas rejas y balcones, las otras siempre estaban cerradas.

Conociste a los famosos policías sanjuanenses: Cirilo y el Morsolote.

Tomabas un camión que tardaba horas en llegar para irte a bañar a Tequis en el balneario “el piojito” y tenía agua por montones en las albercas, los lavaderos, estanques y canales.

Dejabas todo lo que había que hacer en la tarde, incluyendo tareas para ver a René Casados en XETU, un programa vespertino de televisión y andabas repitiendo sus frases: “Siempre sonríe y la fuerza estará contigo”, “Que nadie decida tu destino”, “Prohibido prohibir”. Algunos lo veíamos solo por sus ayudantas. 


Los primeros chicle que en realidad hacían "bombitas"  presentados por "el villano reventón. Imagen tomada de Internet. Crédito a quien corresponda.

 

Comprabas chicles “canguro” y “motita” e intentabas hacer bombitas. No funcionaba, eso solo se logró cuando llegaron los futy gom. (el fin del villano reventón, decían los anuncios)

Jugaste en el campo de futbol que estaba donde hoy es la escuela Normal, y te acuerdas cuando pusieron ahí una escuela del Tecnológico de Monterrey.

Presenciaste asombrado la llegada de la Escuela Normal a San Juan: abrió y funcionaba en la hoy Casa de la Cultura en avenida Juárez.

También la llegada del Conalep a San Juan: abrió y funcionaba en la hoy Casa de la Cultura en avenida Juárez.

También la llegada de la Facultad de Contabilidad y Administración de la UAQ a  San Juan: abrió y funcionaba en la hoy Casa de la Cultura en avenida Juárez.

Te maravillaste cuando en una panadería en la calle Hidalgo  descubriste que no tenía horno gigante como las otras, solo un hornito eléctrico y que el pan lo hacía el dueño frente a ti, continuando la tradición familiar, su papá Othón, en Cóporo

Conociste la casita de teja en el Bulevar Juárez antes de que la arrinconaran el mercado Juárez y el edificio del otro lado y la cubriera un manto de CD y DVDs.

Estuviste cuando todos los comerciantes ambulantes del centro y del B. Hidalgo fueron concentrados en el mercado 5 de mayo y dijeron que habían acabado con el ambulantaje.}

Supiste que en lo que hoy es la comercial mexicana existía una academia de policía y tenía instalaciones  de entrenamiento que prestaban, menos el stand de tiro.

Viste cuando los primeros egresados del Conalep eran tan prestigiados y pocos que casi todos salían con trabajo asegurado.

Eras de los que en los intermedios del Cinelandia subían al estrado frente a la pantalla para jugar "luchitas", mejor aún si estabas ahí cuando encendían el proyector y podías hacer “sombritas” (antes de que el respetable te bajara a chiflidos)

Fuiste cliente cuando llegaron los primeros tacos al pastor en forma (Hubo antes en Hidalgo un local de tacos árabes, su antecedente) casi todos eran de “Manolo”.

Te tocó el año en que hubo 12 reinas de San Juan, una por mes, además de la de los charros, la de la Canaco y de los industriales.

Participaste organizando o cooperando en algún “kilómetro de…” Era una práctica común para recaudar algo, se supone que donabas por ejemplo un libro o monedas y se iban colocando alineados en el suelo hasta completar el kilómetro, se hacían para cuestiones benéficas.

Estuviste en la fila más grande que haya habido,  para entrar a una película, fue en los ochenta, en el “Sagitario”, para una de la India María, peor aún si ni te formaste porque fuiste a contar desde el inicio y ya no te iba a tocar.

Pudiste ver cuando el refresco "manzanita" le hacia la competencia a la coca y tenía camión propio, manejado por don Benjamín, y que por ello siempre fue conocido como el manzanero. Mantuvo el camión hasta iniciado el siglo XXI, era el mismo. Igual, si llegaste a ver el de las  "Chaparritas el Naranjo, Sangría Señorial y refrescos Trébol", ese lo manejaba y descargaba don Toño.

Cualquier síntoma medio griposo que tuvieras, tu mamá te lo curaba con un “mejoralito", y como sabían a dulce, algunos se hicieron medio adictos a ellos.

 Viste cuando quitaron los campos Fluminense y San juan y los mandaron a donde hoy es el CECUCO, peor aún, que cuando hicieron el CECUCO los mandaron a donde hoy es el San Juan Park.

Corrías cuando la XEVI anunciaba que iba a renovar su repertorio y  ponía a la venta discos usados, a precio baratísimos y a elegir entre cientos.

Te tocó estar en la primera academia de Karate formal, el “Mo du Kwan, centro supremo de la disciplina y el deporte” decía el anuncio en la XEVI, en el fraccionamiento “Los Naranjos”. O Ahí cerquita, la primera sala de Squash donde decían que “se las tronaban” con el gas que rellenaba las pelotitas, creo que no se hizo vicio, era caro.

 Una planilla para llenar, en esta al parecer el difícil iba a ser el 5, Zeus, no iba a salir. Imagen tomada de Internet. Crédito a quien corresponda.

Comprabas en la tienda sobres de estampitas y los pegabas en una “planilla” que al llenarse cambiabas ahí mismo por fabulosos premios. Bueno así se suponía que ocurriría, el caso es que casi siempre al final te faltaba una, “la difícil” que nunca salía y terminabas con un montón de repetidas. (Esta ya la había puesto, pero como encontré una imagen, repito)

Recuerdas cuando podías acostarte en cualquier lado del parque y podías contemplar a tus anchas todo el puente de la Historia... Perdón, creo que eso es muy reciente.


Si te gustaron puedes completar de leer la serie dando clic en los siguientes enlaces. Son tres más.

Recuerdos-de-aquellos-tiempos 1.html

Recuerdos de aquellos tiempos 2

Recuerdos de aquellos tiempos 3

 

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EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

Me falto de colocar un recuerdo, pero aprovecho, que mi compañera de escuela y  contemporánea, Margarita, ayer cumplió años para agregarlo ya que la involucra.

Supiste cuando Honorio dejó de hacer las tortas en los "Cocoteros" al traspasarse el local de avenida Juárez y hasta algunos años después abrió otro nuevo en la esquina de Morelos e Hidalgo, frente a la Academia. Mejor, que el sabor de las tortas era el mismo ( aunque  naturalmente ya han cambiado algunos ingredientes, el sabor es muy parecido a las del local anterior, no se diga las aguas) y mejor aún, que alguna vez, pidiendo una de milanesa, te atendiera, como ocasionalmente lo hizo, tu compañera Margarita.

Como siempre, no es un anuncio, es para compensar un olvido, espero que lo lea pero sí me tocó estar en los "Cocoteros" cuando estuvo él, junto al portal del Diezmo,  perduró el sitio mucho tiempo como local de comida, pero ya no era el mismo sabor, migró con él.

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Como siempre un saludo a todos e invitarlos a escribir comentarios, críticas, adiciones, sustracciones y todo lo que se les ocurra,  en la sección correspondiente, donde está el lapicito, al termino del texto de cada entrada. No prometo escribir de todo lo que pidan, porque hay cosas que no sabe uno y mejor quedarse callado, pero se hará lo  que se pueda. 


martes, 22 de diciembre de 2020

Arturo


Arturo


Arropado siempre al costado de uno de los puestos de periódicos de la avenida Juárez, casi en la esquina con Hidalgo, camuflajeado tras las ruidosas notas de todo tipo de rock emanadas de una vieja grabadora, desde hace mucho tiempo se instala uno de esos personajes de la ciudad, tanto que parece que siempre ha estado ahí, formando parte del mobiliario urbano.


Fotografía personal: Arturo

 Todos los días, aunque no siempre, despliega, como alfombra mágica, sobre una mesa, toda clase de artilugios entre utilitarios, de adorno, simple bricolaje o completamente de culto para las diversas tribus urbanas que acuden con él.

Por el pelo largo, siempre se le ha conocido como el HIPPIE, aunque dice que nel, que jamás adoptó la filosofía de ellos, más bien sería una persona como todos y en cuanto a lo que realiza, se considera un artesano urbano.


Fotografía personal

 Chilango él, llegó a San Juan en un rebote del destino: resulta que una de sus abuelas era del barrio de San Isidro y así, en un momento de cuyos datos no quiere acordarse, pero por los que hubo necesidad de migrar, en 1985 retornó a la tierra de sus antepasados y entre tanto ya está rondando los 35 años de estar en el lugar donde todos lo conocemos.

El gusto por el rock y los ritmos urbanos le vienen de sus tíos y otros familiares, quienes desde los 8 años le inculcaron allá en la vieja demarcación de Iztacalco, quizá involuntariamente el gusto por la música y la lectura del tema, que todavía practica. Así pudo conocer y disfrutar de los grupos y solistas que en ese tiempo completaban la breve  escena capitalina: Life, Vago, Árbol, Three Souls, los Dug dugs, Paco Gruexxo, Javier Bátiz y muchos más, algunos efímeros.

 Normalmente se le puede ver en un estado que parecería de letargo, casi sin movimiento y que cuando lo hace, solo es de la cintura para arriba, casi al mismo ritmo que las difusas notas de la grabadora que ameniza su actividad comercial y parece ser mayor que él. Sin embargo, bajo la aparente calma, bulle un estuche de actividades, ya que conoce a todos sus clientes y en cuanto llega alguno la conversación se hace fácil, pocos son los que únicamente van por la compra, todos recurren al bonus pack que siempre ofrece, aunque no haya venta: la conversación, en algunos casos completamente trivial, en otras llega a niveles profundos, de manera que incluso pudiera parecer un sacerdote confesando a su grey, y es que no falta el cliente alicaído, que necesita desahogar sus penas y recurre a él. Otras veces el punto de conversación  lo da la ancestral práctica del regate, que acepta con gusto, a la usanza de los viejos comerciantes que por siglos se han establecido o pululado en esa zona, a veces es mejor perder unos centavos que un cliente.


Fotografía personal

No descuidando sus  orígenes y para hacer cierto aquello de que es artesano, de vez en cuando saca los alicates clásicos del gremio, ahora sí que de los hippies new age y se le ve componiendo o emperifollando alguna cadena, una gargantilla y todo aquello que el alambre galvanizado une, haciendo aparecer las tradicionales artesanías citadinas. Otras veces solo da sentido y soporte a alguna piedra bonita que estaba escondida entre alguna playera, los muchos emblemas metálicos de grupos o al colmillo de algún animal desconocido, que él dirá que es de alguna fiera, quién sabe, aunque ya engarzado es otra cosa.

Especializado, aunque no enclaustrado en el rock urbano, conoce a todos los exponentes, nacionales y foráneos del género, a los permanentes, a los efímeros, de los primeros, con muchos ha convido hasta de manera interpersonal  ya que además, ha tenido su faceta de empresario. Es común ver en las esquinas de la ciudad los clásicos carteles con la leyenda “Producciones el Hippie presenta…” Aunque dice que más que actividad empresarial es de promoción del género.  


Fotografía de Arturo Sierra 

Otra vez, de fondo, resuena la grabadora, la mala calidad se incrementa conforme te acercas o será lo viejo de la grabación del rock macizo en turno que emana de ella a tal grado que, si cierras los ojos, fácilmente te sentirás al interior de uno de aquellos hoyos funky donde sobrevivió el rock nacional gran parte de los años setentas y ochentas y que precisamente estaban en su apogeo cuando salió del defe. Tiene la extraña cualidad de que es difícil acercarte a él y que no te adivine o halle entre la enorme discoteca (ahora sí bien dicho) algo de tu gusto musical, a veces a la primera, si no es así, no importa, en cientos de discos, hallarás algo.

Sus clientes, algunos de décadas, son de todas partes pero predominan de lugares tradicionalmente rockeros  desde su creación como las antes lejanas y ahora absorbidas por la mancha urbana, las ancestrales colonias Juárez, Fátima, el Riel y otras surgidas recientemente a los extremos como la Peña y el Sagrado Corazón y no es difícil ver a gente de poblaciones y municipios aledaños.

Expende de manera general música, no se encasilla en el Rock, incluso, dice que muchos de los clientes son tradicionales del género y toda la vida consumen lo mismo, conforme va evolucionando a nuevos exponentes, otros conservan el gusto por los mismos grupos y ritmos sin cambiar, algunos, incluso buscan música más calmada. Ha notado que, aunque algunos géneros trascienden las edades, se pueden dar combinaciones entre las de la clientela, que van desde adolescentes hasta algunos más maduros.

Así, ofrece poner en tus manos una historia musical de más de sesenta años ya, desde los inicios de los diversos ritmos que en conjunto se transformaron paulatinamente en la cultura y la lírica de la juventud desde entonces, con todas sus variantes y consecuencias. Aunque a decir suyo, el rock persiste por la música, no por sus ideales, que por la misma naturaleza de los exponentes y los receptores siempre es cambiante, aunque se mantienen cosas.

Algunas noches, sobre todo en sábado, el sonido grave de las notas que emanan del puesto te hacen voltear y suponer que ya revivió la grabadora, pero no, en esos episodios el ambiente se hace estridente y realmente vívido. Ocurre que en tales días presenta un concepto de rock de acera o de banqueta en las que una banda interpreta algunas canciones en, haciendo uso precisamente de lo ancho de la de esa sección de la principal avenida del centro.


Fotografía personal

Desde su llegada a la ciudad, se hizo conocedor del breve confabulario de los grupos queretanos del género, no se diga de los casi eternos Six Beer, la Maldita Profecía y los Limones Punk.  

Contra lo que pudiera pensarse, en los conciertos que organiza dice no haber tenido problemas con la tramitología, será porque tiene una organización eficiente  y aunque por los precios accesibles tampoco hay un aliciente monetario termina haciéndolo por gusto -vivo de la banda  y estos conciertos son un aliciente a una convivencia ya que no se puede dejar abandonada a la juventud sin vías de escape. A mí me toca el rock, lo otro es asunto de cada quien, afirma respecto a la relación entre el rock y las drogas que dice existe, pero se ha exagerado.  Él siempre ha tratado de concientizar al respecto con diversos resultados, pero por sí las dudas en los conciertos que organiza, personalmente se encarga de cuidar el orden, ha sido así en los locales locales: la croq, el salón de Orozco, la nave Ganadera el anexo al Cecuco, el mismísimo Cecuco, incluso antros como el Vitros.

Fotografía personal

Su labor abunda, es apoyar al rock, en la venta, la difusión de conciertos, aunque no sean de él, como gritos de libertad, y a todos va, aunque no sean de él, pues dice gustarle toda la música, menos las rancheronas, esas sí no son de él.

Su nombre es Arturo Sierra Castillo, aquel chavo banda capitalino. (que sí lo fue pero solo esquinero, no llegó a formar parte de las legendarias  bandas en boga de entonces, los Panchitos y los BUK, célebres hasta en televisión y cine) 

A su gente, solo pide que apoyen más al rock, que sean unidos. Los conciertos se hacen con mucho esfuerzo, que valoren las tocadas, son pocos y acudan a lo que haya aunque no les guste tanto, hay que abrir y mantener espacios, de por sí, siempre ha habido prejuicios hacia la música.


Fotografía de Arturo Sierra 

Termina la plática, regresa al lado de su puesto, le da algunos ajustes a la grabadora que suena de nuevo, él como siempre, tararea en voz baja, se las sabe todas. A veces se pasa a la banca de hierro colado que alguna vez fue verde frente a su puesto o en la otra orilla de la jardinera que ocupa, en la llamada esquina del Rock, seguramente planeando el siguiente toquín.

El presente trabajo refiere únicamente a la semblanza de Arturo, marchante mío de música de muchos años, no pretende ser un recuento de la escena rockera sanjuanense, creo que los camisas negras tienen sus propios cronistas que lo harán mejor que yo,

Si quieres saber más del tema o de él, tiene su propia página de Facebook

 https://www.facebook.com/ArturoElHippie/

De la casi infinita cantidad de fotografías que tiene, supongo que más que los cds, tanto en su página como en físico, presento algunas que me facilitó. No subtitulo todas por no omitir algún nombre, tanto de los exponentes, de él y de la banda pero principalmente porque no conozco a todos, Solo referiré a dos históricos recientemente fallecidos.

(todas las imágenes siguientes son de la colección personal de Arturo Sierra Castillo)


 El muñeco de los Tex Tex


 Con Charly Montana



 








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De Pilón

No vaya siendo.

Como hilo conductor de esta historia, tomé la grabadora de Arturo, para los que no las conocieron, el término se acuño en los años setenta y ochenta para los aparatos portátiles que reproducían grabaciones en cinta, (cassettes) el soporte estándar de entonces. Por la opción de funcionar además con pilas alcalinas, eran muy populares para llevar fuera de casa, ya que todas tenían un asa plegable. 

Oficialmente eran radiograbadora, porque la mayoría captaban señal de radio y podías grabar lo que quisieras. Hubo de todos modelos, diseños y tamaños, algunas muy locochonas, desde las de bolsillo que solo se veían en las películas de espías hasta enormes. De la calidad de sonido, todas eran malas. Con los años introdujeron variantes, principalmente con bocinas laterales desprendibles, sonido estéreo, doble casetera y en tamaños, pero la más popular fue siempre la de panal de Sanyo 3500, que tenía en lugar del asa rígida, un cincho textil de manera que podía cargarse al hombro, Se le decía de panal por la forma de celda de los orificios de la bocina, que estaban en ambos lados, pero solo una bocina, lo del sonido dynamic que decía en su frente, era a una vil mentira, también al parecer de adorno tenían un twitter, la verdad es que se oía mal, pero se disimulaba con lo raro que era el sonido saliendo por dos partes. Había dos modelos, plata con negro o negra toda, ambas bastante feas, pero fueron las que rifaban.

 

 

 EL CHICHIMECA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

AVISOS DE OCASIÓN

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 De la escasa escena de narradores de la historia sanjuanense, aparece, -es un decir, ya tiene tiempo cronicando- en un nuevo formato de difusión, Felipe Cabello, esta vez  por culpa de la Revolución mexicana.

 Comparto el enlace al canal de Youtube.

 https://www.youtube.com/watch?v=Oj4m_ue_qdk&t=41s

Video realizado en colaboración con Arturo Montes.

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Como un esfuerzo más de difusión de las letras sanjuanenses, frenado por  las condiciones actuales, porque ya estaba en digital desde hace meses, aparece impreso un número de la revista Entrever, de la Universidad Autónoma de Querétaro, dedicada mayormente a las memorias de Salvador Barrera, narrador de San Juan del Río durante décadas, muy copiado, poco reconocido. No dejen de verla y leerla en el siguiente enlace.

 Entrever 9

Editor Fundador: Dr. Julio César Schara

Director CIM- UAQ: Dr. Juan José Lara Ovando

Editores Responsables. L.C.C. Felipe Cabello Zuñiga, Mtro. Pablo Antonio Junco Villafuerte.

Si tienen algún interés en conocer las actividades del CENTRO DE INVESTIGACIONES  MULTIDISCIPLINARAS DE LA UAQ, Campus San Juan, pueden acceder a su página de Facebook.

https://www.facebook.com/IIMArteyCienciaUAQ/ 

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Y ya encarrerados, al menos en digital ya está en el ciberespacio otro número de la misma revista, con contenido variado, no hago recuento completo del contenido, porque está muy bien descrito en su página editorial. Participan diversos temas y géneros, con algunos de los nuevos y otros no tanto escritores sanjuanenses y foráneos. Les recomiendo el primer artículo.

 ENTREVER 10




miércoles, 18 de noviembre de 2020

La torre de vigilancia

 

Retomo actividades tras breve receso por asuntos profesionales.

En entradas pasadas, he dado cuenta de algunos elementos arquitectónicos presentes en la ciudad, cuyo sentido no se explica en la actualidad sino al conocer su historia antigua, se les llama testigos del tiempo.

La avenida Juárez, testigo mayor del tiempo.

El más visible que por cotidiano nunca notamos está en el centro histórico, en la que es su principal arteria, la avenida Juárez. Nadie se explica porque tiene curvas si se supone que fue de las primeras que se trazaron, es decir había espacio suficiente para hacerla recta y sin embargo tiene cambios extraños de dirección.

 Aunque algunos suponen alegremente que es así porque el Camino  Real se trazó sobre un antiguo arroyo, la realidad es parecida, pero no exactamente. No se puede construir un camino sobre un arroyo, porque cada vez que el agua bajara por él lo destruiría o al menos dejaría inutilizable por un tiempo. La solución fue sencilla, en lugar de ir por los arroyos, se decidió hacerlo a su lado.  

 


Imagen modificada personal, de un calendario comercial
La línea gris es el trazo del antiguo camino Real desde su entrada a la zona urbana (A) hasta su salida en el puente de la historia (B)
Las líneas azules son los posibles trayectos rectos que no se tomaron por los accidentes orográficos.
Desde la carretera a Tequisquiapan (ab)
Desde la curva (CB)
Desde la cárcel (DB)


Después de la indeterminada fecha de creación del centro del pueblo, pero que con seguridad ya estaba en la década de 1550 y que el trazo definitivo de dicha avenida, como parte del camino Real fue en la década de 1580, la población era mínima y de haber querido hacerlo recto, lo más que se hubiera afectado eran algunas milpas, no había impedimento legal y sí la obligación de las autoridades de garantizar el paso libre y espacio para comerciantes y proveedores dentro de un pueblo de indios .

Puestos ante el panorama de llegar a la parte más vadeable del río, que es la zona del actual Puente de la Historia, los constructores optaron por atravesar los arroyos en alguna parte plana y seguir el camino a un costado, cuando ese arroyo se acercaba al río, se pasaba a otro, se cruzaba e igual se seguía a un costado y así sucesivamente, la ventaja es que eran temporaleros y poco profundos por lo que se podían atravesar fácilmente y por ser solo unos metros sobre ellos el paso, era relativamente sencillo nivelar esa parte.

Localmente el camino iniciaba en una garita ubicada a mitad del actual Boulevard Juárez, entonces una especie de barranca no muy profunda, seguramente se rellenó solo en las partes más necesarias. Al llegar lo que hoy es “la Curva”, había un arroyo que ya casi no se nota por arreglos modernos, sobre todo el peralte de la vieja carretera panamericana, arroyo que iba hacia Mariano Jiménez y Reforma, se libró simplemente haciendo el camino a su lado.

 Después aparecían otros dos, uno esencialmente la hoy calle de Allende y otro que bajaba por Galeana, ambos superados pasando igualmente el camino a un lado de ellos, al llegar cerca de la antigua Presidencia Municipal, que era donde terminaba la meseta del centro, había otro que iba a desembocar al río cerca de San Luis Montañez (antigua Manzanares) que también se cruzó y bordeó. Es la razón de las curvas antes y después de la cuadra donde está dicho edificio, si se hubiera seguido recto se llegaba al río, pero en un lugar no vadeable.


Fotografía personal, Avenida Juárez, una de las inexplicables curvas.


Muchos de esos arroyos aún existen, no con la corriente ni pendiente de antes, por rellenos y nivelaciones a las calles. Se pueden observar siguiendo la ruta del agua durante las lluvias. Contrario a otras calles de la ciudad, esas sí trazadas sobre los arroyos o encauzándolos para permitir el paso del agua enmedio, en el camino Real se pasaron de lado, ya que, aunque ninguno era caudaloso, los escombros dejados por la lluvia podían impedir el paso a las carretas, así que, atraviesa varios, pero el agua no corría sobre él sino a un lado, por los cauces naturales, muchos ya obstruidos.

Casi al final de la actual avenida desembocaban al río dos últimos arroyos, uno cerca de las actuales calles del Pasoancho y callejón del Olvido y otro que iba a dar cerca del hoy puente de la Historia, es la razón de la última curva, cerca de Jesusito. Ambos tuvieron el tratamiento descrito.

Y dentro de la Avenida como testigo, hay otro: 

La torre de vigilancia

También ya he mencionado que la cárcel local se ubicó por casi cuatrocientos años en el mismo lugar, el edificio, con muchas modificaciones, aún se encuentra en pie. En plena avenida Juárez.

Fue edificado, según menciona Ayala, en un terreno perteneciente a la República de Indios y cercano al camino Real, detrás de él, en un inicio se encontraba un terreno en desnivel sin utilidad por ser parte de las Peñitas, hoy ocultas bajo las construcciones, pero aún se percibe que hay algo ya que el nivel del suelo al sur de la manzana esta casi seis metros debajo del de la avenida.

 Tiene una historia curiosa esta cárcel, porque las primeras referencias de ella, que serían de finales del siglo XVI y principios del XVII, la describen como una especie de corral circundado con tablas, que no debieron ser muy altas o muy cerradas porque, no existiendo aún para la mayoritaria población indígena el concepto de cárcel como lugar de reclusión sino donde esperaban a que se les diera sentencia, frecuentemente la abandonaban para ir a hacer cosas importantes, el colmo está en un documento de un proceso seguido a un indígena sanjuanense en Querétaro por esos años, atrapado en un delito, cuando se le preguntó dónde vivía, contestó que en… la cárcel de San Juan del Río, otros decían que se salían porque tenían que trabajar y otros motivos similares. Así que cárcel, cárcel, no era.



Imagen tomada de Google 2020. la manzana de la cárcel.
lo delimitado en amarillo es el área probable de las casas consistoriales o de administración virreinal, dentro de ellas, en rojo, el edificio de la cárcel. En blanco, la parte trasera, antes zona de peñas en descenso, seis metros por debajo. Las delimitaciones las marcan los tipos de bardas.


Para los siglos siguientes, cambiado el sistema de justicia, la cárcel, ocupando el mismo predio se construyó de cal y canto, las instalaciones de administración debieron ocupar toda la cuadra (excepto la línea de casas que están en Reforma, que son más recientes. Observando la barda trasera, se puede documentar que era muy alta y llegaba hasta la zona donde hoy es el hotel y el negocio de telas. Posteriormente esa parte pasó a manos particulares como casas y en la esquina con allende un mesón de los muchos que tuvo el pueblo.


Fotografía personal, fachada de la vieja cárcel cuando era Centro histórico y Cultural.

Por la parte de atrás de la cárcel, como ya mencioné casi a la mitad de la manzana, el nivel descendía hasta donde de inicio era parte de la Plazuela de los Trabajos, pero no había construcciones mayores por estar las peñas de cantera a flor de suelo.

A pesar de tener ya una construcción sólida, la cárcel generalmente se encontraba en estado lamentable, son innumerables las veces que fue reparada y rediseñada por frecuentemente derrumbarse paredes, deteriorarse otra y, por el método constructivo, piedras unidas con lodo, la continua horadación de los internos para hacer boquetes por donde escapar, unas veces por el frente, pero más frecuentemente por atrás.

 


Imagen de Google 2020 esquina con Reforma, en lo alto se ve la barda de la cárcel, la franja de casas en esa calle son de época posterior.


Parece que, a partir de la desaparición de la República de Indios, que la mitad sur de la manzana pasa a particulares y al menos se le ponen bardas, insisto en que no era terreno de cultivo y empiezan a edificarse algunas casas. Es la actual acera norte de la Plazuela Guadalupe Victoria. De esa manera se circunda por fin la manzana, del lado de la avenida, completamente edificada, por el lado sur, completamente bardeada.

No sé si era el destino de la cárcel ser porosa o el carácter indómito de los habitantes que los instaba a la fuga, creo que la mala construcción era lo que losa incitaba porque en la época independiente sigue habiendo reportes constantes de fugas, incluso los extranjeros lo hacían.

A mediados del siglo XIX un viajero anglosajón, quedó en el centro del país durante la guerra del 47, las autoridades los detuvieron y trasladaron a la ciudad de México. Como no iba preso lo hospedaron en Jesusito, al principio lo trataron bien porque arguyó que no era norteamericano y sí católico, incluso era invitado a las fiestas de la sociedad sanjuanenses, hasta que se le descubrieron dos delitos, era norteamericano y protestante y fue a dar con todos sus huesos ... ahora sí a la cárcel y como no podía ser menos que los nacionales, se fugó, brincando la barda trasera, lo más extraño es que sin recursos ni posibilidad de ir a otro lado, regresó y se entregó de nuevo.

Para el siglo XIX, la cárcel, entre derrumbes y horadaciones intencionales, seguía siendo objeto de constantes fugas, Salvador Barrera en sus Testimonios menciona una de tiempos de Villa, cuando  ocupada la ciudad por sus tropas, a las autoridades locales, se les ocurrió presentarse ante los jefes villistas  con el resultado de que fueron mandados a la cárcel para ser fusilados. Se salvaron gracias a la fragilidad del lugar que ellos bien conocían y por la parte trasera, saltaron la barda y escaparon por la Plazuela, donde incluso ya les tenían prevenidos unos caballos y pudieron huir.

Solo mencionaré que las reparaciones y deterioro del edificio continuaron, son constantes las solicitudes de apoyo del gobierno municipal al estatal con tal fin. Para la década de 1950  existió en la ciudad un personaje del solo he hallado algunos datos, pero al parecer era muy conocido y popular, supongo que no era un criminal peligroso, pero sí travieso, el caso es que constantemente caía a la cárcel y constantemente se fugaba, incluso en los reportes de la policía ni se menciona su nombre, solamente su apodo: “el chapulín”, que parece ser le venía por su facilidad para saltar las bardas, esencialmente las de la cárcel. La última ocasión en que se le menciona, en la década descrita, junto con otros presos  volvió a escapar, ya habiendo más casas en la parte trasera de la manzana, tomaron las azoteas a los lados, bajando en la esquina, en el patio del Mesón de San Pablo, donde había un velador que estaba dormido y despertado por los ruidos le dijeron que acababan de entrar al baño y salieron por el amplio portón hacia la avenida Juárez.

Otro de los motivos por los que esta fuga fue lateral es que ya existía el que hoy es otro de nuestros testigos del tiempo: la torre de vigilancia.


Fotografía personal,  interior de la cárcel, la torre, en el límite trasero original.


Producto de tantas fugas, sin tener fecha determinada, las autoridades decidieron colocar lo que se conoce como la torre de vigilancia, que en realidad es una atalaya o parapeto, con solo dos orificios lineales para sacar los rifles, se encuentra al fondo del edificio original, aunque detrás siempre hubo una zona de amortiguamiento, no ocupada, hasta el siglo XX, cuando en la última reconstrucción se amplió el edificio hacia esa parte, se ocupó como biblioteca municipal. Se supone que ahí había un vigilante permanente para, en caso de fuga, disparar hacia el baldío que por estar metros abajo, facilitaba el accionar de las armas. Hoy, en caso de hacer algún disparo desde ahí, chocaría con una pared, pero Considérese el hecho de que hoy lo que era la parte peñascosa está ocupada por casas y así cobra sentido este testigo.



Fotografía personal, desde lo alto, la torre de vigilancia.
 

Su material es muy rústico y es muy pequeña. Supongo que no cualquiera aguantaba ahí en tan incómoda posición el lapso de guardia, lo que aumentaba las posibilidades de huir.

El lugar dejó de ser Cárcel municipal a finales de la década de 1960, se remozó y amplio de alguna manera, dándosele uso cultural, se conoció como Centro Histórico y Cultural  y todos los espacios se dedicaron a actividades culturales a nivel municipal; Un pequeño museo, una biblioteca, salones de clases, salas de exhibición, oficinas.



Fotografía personal,  del antiguo patio de la cárcel

 Hace unos 5 años, el  lugar fue desocupado, falto de mantenimiento como siempre, se deteriora a paso acelerado, no parece haber interés por arreglarlo, o parece ser el interés que no se arregle, no sería de extrañar que algún día aparezca en su lugar una plaza comercial o un set de aparatos de ejercicio. Su sistema constructivo mayoritariamente de piedra y lodo que no ha cambiado en siglos no ayuda mucho, sin mantenimiento poco a poco cae por su propio peso, pero si durante cuatro siglos se pudo mantener, ¿por qué ahora no?


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Un saludo a la maestra Marimar Santana, antigua encargada del Archivo histórico Municipal, quien fue, en su oficina, ubicada en el mismo edificio, vecina de la torre de vigilancia y quién me informó qué cosa era eso que ya había visto, nunca había sabido qué era.

La historia del americano la encontré en un libro en inglés, donde él mismo narra su aventura, dedicando muchas páginas a su estancia en San Juan del Río, creo que merece una entrada aparte, prometo escribirla pronto.